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Tema 11: El Tabernáculo

[11-14] El Velo Que Fue Rasgado (Mateo 27:50-53)

El Velo Que Fue Rasgado
(Mateo 27:50-53)
«Mas Jesús, habiendo otra vez clamado a gran voz, entregó el espíritu. Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; y la tierra tembló, y las rocas se partieron; y se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos que habían dormido, se levantaron; y saliendo de los sepulcros, después de la resurrección de él, vinieron a la santa ciudad, y aparecieron a muchos».
 
 
El Lugar Santísimo era el lugar en donde Dios habitaba. Y solo el Sumo Sacerdote podía entrar en el Lugar Santísimo una vez al año, en el Día de la Expiación, llevando la sangre del chivo expiatorio para la remisión de los pecados de los Israelitas. Él hacia esto debido a que el Lugar Santísimo del Tabernáculo, la Casa de Dios, era un lugar santo donde no se podía entrar a menos que tomara la sangre del sacrificio, sobre cuya cabeza las manos sé imponían para borrar las iniquidades de los pecadores. Puesto de otra manera, aún el Sumo Sacerdote no podía evitar la condenación de Dios a menos que él hubiese recibido la remisión de sus pecados ofreciendo un sacrificio antes de entrar en Su presencia.
¿Cuándo fue el velo del templo rasgado? Fue rasgado cuando Jesús derramó Su sangre y murió sobre la Cruz. ¿Por qué tuvo Él que derramar Su sangre y morir? Porque Jesús el Hijo de Dios, al venir a esta tierra en semejanza de hombre, tomó todas las iniquidades de los pecadores al ser bautizado por Juan en el Río Jordán. Debido a que Jesús tomó todos los pecados del mundo a través de Su bautismo, Jesús pudo terminar con toda la condenación del pecado solo si Él derramaba Su sangre sobre la Cruz y moría. Es por eso que el velo que separaba al Lugar Santísimo del Lugar Santo en la casa de Dios fue rasgado desde arriba hasta abajo. Esto significa que la pared del pecado que había separado a la humanidad de Dios cayó de una vez por todas.
En otras palabras, a través del bautismo que Jesús recibió y de la sangre que Él derramó sobre la Cruz, Él ha hecho desaparecer todos los pecados. Con el bautismo y la sangre de Jesucristo, Dios Padre ha borrado todos nuestros pecados de una vez por todas y abrió el camino al Cielo, así que cualquiera puede entrar ahora al Cielo creyendo en este bautismo y derramamiento de la sangre de Jesús.
Cuando Jesús murió sobre la Cruz, la oscuridad cayó en donde Él se encontraba durante tres horas. Habiendo cargado sobre Sus hombros todos los pecados del mundo a través de Su bautismo en el Río Jordán, Jesús, crucificado y acercándose a Su muerte, clamó: «Elí, Elí, ¿lama sabactani?» Esto es: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?» (Mateo 27:46). Entonces, Él dijo Sus ultimas palabras: «¡Consumado es!» Y luego murió. Y entonces en tres días Él se levantó de entre los muertos, dio testimonio durante 40 días, y luego ascendió al Cielo ante los ojos de Sus muchos discípulos y seguidores.
 
 
¿Abandonó el Padre realmente a Jesús? 
 
El dolor que Jesús sufrió fue tan intenso que Él sintió como si Su Padre lo hubiese abandonado. El sufrimiento de la condenación por el pecado fue enorme. Debido a que Jesús tomó los pecados del mundo siendo bautizado por Juan, es verdad que Él fue separado momentáneamente por el Padre cuando Él llevó la condenación del pecado sobre la Cruz. Dios Padre tuvo que castigar a todo aquel que pecó, y debido a que todos los pecados del mundo fueron pasados sobre Jesús. Jesús tuvo que ser traspasado y derramó Su sangre sobre la Cruz. Dios Padre tenía que castigar a cualquiera que tuviera pecado, y debido a que todos los pecados fueron puestos sobre Jesús, Jesús tuvo que ser traspasado y derramar Su sangre sobre la Cruz como castigo por estos pecados. 
Debido a que Jesús, quién es Dios Mismo en Su esencia, tomó todos los pecados de la humanidad al ser bautizado, los pecados del mundo pasaron sobre Su propio cuerpo santo. Así que Jesús, habiendo tomado los pecados del mundo, ahora tenia que ser separado de Dios Padre durante un momento, sufrió muerte de Cruz para dar la paga por el pecado, y de esta manera salvar a la humanidad de todos sus pecados. Es por eso que Jesús tuvo que pasar por el sufrimiento extremo de la condenación del pecado, y el porque Dios Padre no podía hacer otra cosa que volver Su Rostro de Su Hijo momentáneamente.
Pero esto no significa que Jesús fue abandonado por Su Padre por siempre. Eso significa que Jesús tenia que llevar la condenación vicaria de nuestros pecados, y por lo tanto Él tenia que ser separado del Padre solo momentáneamente. Pero mientras Jesús clamaba en Su dolor: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?» Se debió a que Jesús sufrió tal agonía extrema por el pecado que hemos sido salvados de la condenación. Fuimos gente que tenía que ser abandonada por Dios debido a nuestros pecados, pero Jesús tomó nuestros pecados, sufrió el dolor de la condenación del pecado sobre la Cruz, y, aún más, fue abandonado por el Padre durante un momento por amor a nosotros.
Puede que tú ya sepas esto, después de la construcción del Templo, durante el reinado del Rey Salomón, el Tabernáculo fue sustituido por el Templo. Pero las bases del sistema del Tabernáculo aun continuaron aplicándose al Templo exactamente como se aplicaron antes de su construcción. Así que también había un velo que separaba al Lugar Santísimo del Lugar Santo del Templo. Y en el mismo momento en que nuestro Señor clamó sobre la Cruz: «Elí, Elí, ¿lama sabactani?» este velo del Templo fue rasgado desde arriba hasta abajo. La verdad hablada por este evento es que debido a que nuestro Señor ha lavado nuestros pecados con el bautismo que recibió y la preciosa sangre que Él derramó sobre la Cruz, la puerta del Cielo ahora ha sido abierta, para que todos los que crean puedan entrar. Ahora, creyendo en el evangelio del agua y el Espíritu, todos podemos entrar al Cielo por fe.
A través de la revelación del sistema del Tabernáculo, la gente del Antiguo Testamento también creyó que Jesús vendría como el Mesías, y por lo tanto, también fueron remitidos de todos sus pecados y se convirtieron en hijos de Dios. En el Nuevo Testamento, toda la justicia de Dios acerca de la remisión del pecado fue cumplida de una sola vez para todos cuando nuestro Señor fue ciertamente bautizado en el Río Jordán y cuando murió sobre la Cruz. La razón por la que tenemos corazones agradecidos, habiendo oído y creído en el evangelio de la remisión del pecado que el Señor nos ha dado, se debe a que tenemos el evangelio del agua y el Espíritu.
Por nosotros mismos, no podríamos ser liberados del pecado, pero debido a la verdad de la salvación que Dios nos ha dado a través del agua y el Espíritu, hemos podido ser remitidos de nuestros pecados creyendo en esta verdad. Creyendo en el evangelio del agua y el Espíritu que Jesús nos ha dado, nuestros pecados han desaparecido y ahora podemos entrar en el Reino del Cielo por la fe. Dado esto, ¿cómo no podríamos dar gracias a Dios? Solo podemos darle gracias a Él, ya que sabemos que la puerta del Cielo fue quebrada desde arriba hasta abajo en el momento que nuestro Señor murió. Estas son las maravillosas noticias que nos dicen que nuestro Señor tomó todos los pecados del mundo a través del bautismo que Él recibió en el Río Jordán, llevó la condenación del pecado con Su sangre sobre la Cruz, y por lo tanto nos libero del pecado a todos aquellos que creemos.
El hecho de que el velo fue rasgado de arriba abajo cuando Jesús murió sobre la Cruz nos enseña la verdad de que ahora en este tiempo, aquellos que han sido limpiados del pecado creyendo en el evangelio del agua y de la sangre pueden todos entrar al Cielo. Esta es la evidencia definitiva de la verdad de la salvación que el Señor nos ha concedido. Debido a que somos pecadores, había una pared de pecado que nos bloqueaba, impidiéndonos acercarnos a Dios, pero con Su bautismo y con la sangre, Jesús ha hecho desaparecer esta pared de pecado de una vez por todas. El que Dios haya rasgado el velo del Templo de arriba abajo significa que cualquiera que cree en el bautismo a través del cual el Hijo de Dios tomó todas las iniquidades de los pecadores y en la sangre de la Cruz ahora podemos ser totalmente limpiados de nuestros pecados y de esta manera entrar al Cielo sin impedimentos. De esta manera Dios nos ha salvado del pecado.
De arriba abajo como la evidencia de estas obras de la salvación que Él completó. Por lo tanto, Hebreos 10:19-22 afirma: «Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura».
Cuando Jesús murió sobre la Cruz, la entrada del Lugar Santísimo se abrió totalmente mientras su velo era rasgado, y esta puerta abierta del Lugar Santísimo aquí es la Palabra de Dios del evangelio que abrió un camino nuevo y vivo al Cielo. Aquí, en la Biblia nos dice una vez más que todos los pecados de nuestros corazones y cuerpos fueron borrados a través de Su bautismo (el agua pura) y de Su sangre, y por lo tanto, podemos ser limpiados por nuestra total seguridad de fe en Su perfecta salvación.
Por esto, yo doy toda mi gratitud a Dios. No podíamos entrar al Cielo sin importar cuanto lo intentáramos, pero para tal gente como nosotros, Jesús nos ha salvado de todos nuestros pecados con estos actos justos como Su bautismo y Su sangre sobre la Cruz, y Él ha abierto la puerta totalmente, todo para que solo aquellos que creen en el evangelio del agua y el Espíritu puedan entrar al Cielo. Ahora se ha hecho posible que nosotros seamos limpiados de nuestros pecados y entremos al Cielo por la fe que cree en el evangelio del agua y el Espíritu.
Debido a que el Señor ha abierto la puerta del Cielo para nosotros siendo bautizado y crucificado, ahora podemos lavar nuestros pecados y entrar al Cielo creyendo en esta verdad. Entonces, ¿cómo no dar gracias a Dios? No podemos agradecerle lo suficiente por Su sacrificio de amor. La puerta-velo del Lugar Santísimo fue rasgada por el bautismo que Jesús recibió para tomar nuestros pecados y por la ofrenda del sacrificio de Su cuerpo que Él realizó vicariamente al ser condenado por estos pecados nuestros.
 


Existe Solo un Camino para Entrar al Cielo


Debido a que creemos en el bautismo de Jesús y en la sangre de la Cruz, entraremos al Cielo. No existe otro camino para entrar al Cielo sino solo creyendo en este evangelio de la verdad. Es por creer en lo que Jesús ha hecho por nosotros que podemos entrar al Cielo, ya que Dios ha hecho tales obras por aquellos que creen en el evangelio del agua y el Espíritu.
Es por eso que los Cristianos no pueden entrar al Cielo a través de sus propios esfuerzos, o por otras formas hipócritas. Dios ha determinado que solo aquellos que han sido limpiados de sus pecados creyendo en el bautismo que Jesús recibió y por el derramamiento de Su sangre que podemos entrar al Cielo. Aquellos que creen en esta verdad son aquellos que creen que Jesús es el Hijo de Dios, Dios Mismo y el eterno Salvador que nos ha salvado del pecado a través de Su bautismo y derramamiento de sangre. Es ese tipo de gente a la que Dios le ha permitido el lavado de sus pecados. Solo a través del bautismo que Jesús recibió y el sufrimiento que Él soportó sobre la Cruz, Dios Padre ha permitido a aquellos de nosotros que creen en esto para al Reino del Cielo por fe.
¿Necesitamos dinero para entrar al Cielo? Si este fuera el caso, estaríamos obteniendo nuestra salvación pagando por ella, y por lo tanto esta no puede ser la salvación que es dada gratuitamente por el Señor. Para que nosotros entremos al Cielo, no necesitamos mas que la fe que cree en el evangelio del agua y el Espíritu. En otras palabras, ningún pago, acción o esfuerzo de nuestra parte son necesarios. Nada que viene del carácter humano es necesario para entrar al Cielo. Para que nosotros califiquemos para entrar al Cielo, Dios no demanda ningún esfuerzo, acto, voluntad, compensación o bondad de nosotros.
Solo existe algo que es absolutamente necesario para que nosotros entremos al Cielo, y esto es la fe que cree en el bautismo del lavado del pecado que Jesús recibió en el Río Jordán y en el sacrificio que Él realizó al derramar Su sangre sobre la Cruz para nuestra propia remisión del pecado. No existe otra forma. La única cosa que necesitamos es la fe que cree en el evangelio del bautismo y la sangre de Jesús. Es por eso que para que nosotros recibamos la remisión del pecado y entrar al Cielo, debemos creer en el evangelio del agua y el Espíritu que Jesús ha realizado.
Jesús, el Señor del amor, ha completado nuestra perfecta salvación a través del evangelio del agua y el Espíritu. Debido a que Jesús ha completado la salvación de la remisión del pecado, si los pecadores creyeran esta verdad del evangelio de todo corazón, ellos pueden ser salvados de todos sus pecados. Nuestro Señor ha remitido todos nuestros pecados, ya sea que tengamos muchos o pocos pecados, y Él ha capacitado a quien sea para entrar al Cielo pero solo por la fe. 
El que Jesús haya abierto la puerta del Cielo, para que los pecadores puedan entrar creyendo en el evangelio del agua y el Espíritu, es la gracia de la salvación que es verdaderamente especial. “¡El Señor fue bautizado para llevar todos mis pecados y murió en la Cruz por mí! ¡Él ha lavado mis pecados y abrió la puerta del Cielo para mí! ¡Él me amó tanto que fue bautizado, derramó Su sangre y cumplió mi remisión del pecado de esta manera!” De esta manera, cuando tú así creas en esta verdad de la salvación, entraras al Cielo por esta fe.
El que la gente crea en Jesús como su Salvador no es tan difícil, sino que es, de hecho, mas bien fácil, ya que todo lo que tienen que hacer es tan solo aceptar y creer en sus corazones los hechos ya cumplidos que Jesús logró cuando Él vino a esta tierra. Debido a que Jesús ha borrado todos nuestros pecados y nos a liberado de ellos a través de Su bautismo en el Río Jordán que recibió de Juan el Bautista, y a través de la sangre que derramó sobre la Cruz y a través del Espíritu, cuando creemos en este Jesús en nuestro corazón, seremos todos salvos.
«Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres» (Juan 8:32). Ya sea que nuestros pecados sean grandes o pequeños, siendo bautizado y derramando Su sangre, Jesús ha hecho que todos desaparezcan. Es por creer en este evangelio del agua y el Espíritu, la verdad que nos libera del pecado, el que podamos recibir nuestra salvación eterna y encontrar la libertad de esta salvación verdadera.
Al cumplir este evangelio del agua y el Espíritu, nuestro Señor ha abierto la puerta del Cielo a todo lo ancho. Nuestro Señor vino a esta tierra, fue bautizado, murió sobre la Cruz y se levantó de entre los muertos en tres días, esta verdad, el evangelio del agua y el Espíritu, nos ha colocado cerca de Dios, y nos ha permitido hacer que el Cielo sea nuestro en un futuro cercano. Ahora, si tú deseas entrar al Cielo, así como ser libre del pecado y llegar a ser hijo de Dios, entonces debes recibir tú remisión del pecado creyendo en el bautismo de Jesús y en la sangre de la Cruz. Es esta fe la que té permitirá recibir la remisión del pecado y guiarte hacia la puerta del Cielo.
El Señor conoce todo acerca de nosotros. Él sabe cuando nacimos y Él sabe todo acerca de los pecados que hemos cometido y que vamos a cometer. Y Él también sabe que sin importar cuanto lo intentemos, no podemos hacer desaparecer nuestros pecados por nosotros mismos. Debido a que el Señor nos conoce tan bien, Él Mismo ha borrado todos nuestros pecados con Su bautismo y con la sangre de la Cruz.
 

 
¿Por qué Vino Jesús a Esta Tierra?

 
El nombre Jesús significa Salvador. Jesús nació sobre esta tierra debido a que nuestra salvación del pecado no es realizable por ningún ser humano, sino que solo recae dentro de la provisión del poder divino. De esta manera, el nacimiento de Jesús tenia un propósito claro. Es por eso que para salvar a la humanidad de todos sus pecados, Jesús nació sobre esta tierra a través del cuerpo de una virgen. En otras palabras, Jesús nació a través del cuerpo de una mujer por amor a los pecadores que heredaron el pecado debido a la trasgresión de Adán y Eva. Para convertirse en el Salvador que salva a todos los pecadores de este mundo de todas sus iniquidades, el Señor vino a este mundo, concebido en el cuerpo de una virgen por el poder de Dios.
Nuestro Señor nació en esta tierra a través del cuerpo de Su propia creación para que Él Mismo pudiera ser nuestra ofrenda sin mancha. Y cuando el tiempo llego, paso a paso Él procedió con Su plan para traernos la salvación. Cuando nuestro Señor cumplió 30, fue bautizado en el Río Jordán. Para lograr el propósito de Su nacimiento en esta tierra, Jesús tuvo que aceptar los pecados del mundo siendo bautizado, y así se cumplió esta tarea el que Él fuera bautizado por Juan (Mateo 3:13-17).
Cuando pasaron tres años desde que Jesús aceptara los pecados del mundo a través de Su bautismo, fue crucificado. Debido a que nuestro Señor fue bautizado y a que tomó los pecados del mundo, Él fue condenado vicariamente por nuestros pecados. A través del bautismo dado por Juan el Bautista y a Su sangre de la Cruz, el Señor ha hecho desaparecer todos los pecados, y por lo tanto Él ha permitido a aquellos que creen ser salvos de sus pecados.
No importa en que clase de ignorancia se encuentre a si misma la gente, en que debilidades estén atrapados o la clase pecadores que puedan ser. Dios nos ha capacitado a nosotros creyentes del evangelio del agua y el Espíritu entrar al Cielo, el Reino del Señor. Fue para dar la paga por el pecado el que Jesús fuera bautizado en el Río Jordán y derramó Su sangre sobre la Cruz. Debido a la salvación que Jesús ha completado pagando la deuda de nuestros pecados y sacrificándose a sí Mismo, aquellos de nosotros que creemos ahora pueden ser lavados solo por la fe en el evangelio del agua y el Espíritu. Esta es la verdad fundamental del Cristianismo y el centro de la remisión del pecado.
El Señor vino a este mundo para convertirse en el Salvador de todos los pecadores de este mundo. Y el Señor ciertamente ha salvado a todos nosotros del pecado. El Señor ha concedido a todos los pecadores, sin importar quienes sean, entrar al Cielo por creer en Sus obras.
Este es el amor del Señor. Se debe a que nuestro Señor nos amó tanto que Él fue bautizado y derramó Su sangre para salvarnos. Para liberarnos del pecado, a nosotros quienes Él amó tanto como a Su propio cuerpo, nuestro Señor completó la salvación siendo bautizado y derramando Su sangre. Fuimos pecadores que continuaríamos pecando hasta el día de nuestra muerte. Atormentados por nuestros pecados, solo continuábamos alejando de Dios más y más. Para salvar a tal gente como nosotros, el Señor tuvo que completar las obras de la salvación que nos permite estar unidos a Él.
Nuestro Señor nos ha salvado con el amor de Dios a nosotros que erramos pecadores. Para salvarnos a nosotros pecadores de nuestras iniquidades, Él ha completado la justicia y el amor de Dios recibiendo Su bautismo y derramando Su sangre. Nosotros quienes creemos en este evangelio estamos tan agradecidos por lo que el Señor ha hecho que las palabras simplemente son insuficientes para expresar la gratitud en fe mientras nos inclinamos ante Él. La verdad de la remisión del pecado que nuestro Señor nos ha dado es un amor tan noble y absoluto que no tiene palabras lógicas, ni las palabras dulces podrían describirlo nunca.
Hace mas de 2,000, ninguno de nosotros había nacido en ese tiempo. Fue hace aproximadamente 2,000 años que el velo del Templo terrenal y el Templo celestial del Reino de Dios se abrieron. No estábamos ni siquiera en la matriz de nuestra madre en ese tiempo, pero el Señor ya sabia todo acerca de nosotros. Él sabía que naceríamos y que todos viviríamos de acuerdo a nuestra propia manera independiente. Y el Señor me ha amado –no solo a mí, sino que Él te ha amado a ti y a todos de igual manera. El Señor nos ha amado tanto que Él ha concedido a todos los pecadores entrar al Cielo creyendo en el evangelio del agua, la sangre y el Espíritu (el bautismo de Jesús y Su sangre de la Cruz), Jesús ha completado nuestra salvación del pecado.
El que el velo del Templo sé rasgó de arriba a abajo es verdaderamente un evento sorprendente. ¿Cómo pudo este velo del Lugar Santísimo rasgarse, solo porque Jesús murió? Este velo era como las alfombras de hoy. Tenia un tejido grueso y sólido. En Palestina, aún en la actualidad podemos encontrar estos velos gruesos tejidos como las alfombras. Están tejidos tan solidamente que se dice que se requieren cuatro caballos jalando en direcciones opuestas para romperlos. ¿Qué tan fuerte es un caballo? Sin embargo el velo que era tan fuerte que hubiera requerido cuatro caballos para rasgarlo de arriba hacia abajo cuando murió Jesús.
¿Por qué fue rasgado el velo? Fue rasgado porque Jesús había lavado los pecados que estaban en los corazones de la humanidad, fue rasgado debido a que Jesús había completado todas Sus justas obras siendo bautizado y crucificado a muerte. Aceptando los pecados del mundo a través de Su bautismo y siendo condenado sobre la Cruz, Jesús abrió el camino para aquellos que creen en la entrada al Cielo. Todo lo que tú tienes que hacer ahora es tan solo creer. El Señor ha abierto la puerta al Cielo para que tú puedas entrar tan solo creyendo.
 
 

¿El Bautismo y la Sangre, Ambos, son Esenciales para Nuestra Salvación?


Fue de acuerdo al método de salvación planeado aún antes del tiempo del Antiguo Testamento en que manos fueron impuestas sobre la cabeza de Jesús, un ritual que estaba reservado solo para la ofrenda del sacrificio. Debido a que fue la ley de la salvación puesta por Dios para que la ofrenda del sacrificio aceptara todos los pecados con la imposición de manos y con la muerte, Jesús, viniendo a salvarnos por siempre como nuestra ofrenda del sacrificio, pudo borrar todos nuestros pecados solo por recibir Su bautismo, una forma de la imposición de manos. Es por eso que para entrar al Lugar Santísimo, aún el Sumo Sacerdote tenía que asegurarse de llevar la sangre de la ofrenda del sacrificio la cual había tomado los pecados con la imposición de manos.
Entonces, ¿por qué el Sumo Sacerdote tenía que entrar en este lugar con la sangre? Porque la vida de la carne está en la sangre, Dios se la dio al Sumo Sacerdote para hacer expiación por su alma antes de entrar ante Su presencia (Levítico 17:11). Toda la gente tenía que morir por sus pecados, pero debido a que Jesús tomó todos los pecados de la humanidad al ser bautizado en el Río Jordán (todos los pecados fueron pasados sobre Jesús con Su bautismo) y los cargó todos, Jesús fue crucificado y de esta manera nos salvó con la sangre que Él derramó, con Su propia vida. Esto nos dice que cuando los pecadores vienen ante Dios, ellos ciertamente deben llevar consigo la fe que cree en el agua y en la sangre. Solo cuando creemos de todo corazón en el agua del bautismo de Jesús y en la sangre que Él derramó podemos escapar de la condenación por nuestros pecados.
Ahora, Jesús ha lavado todos los pecados, para que nadie tenga que ofrecer oraciones de arrepentimiento, o ayunos, o dar ofrendas por su remisión del pecado. No tenemos que hacer oraciones de arrepentimiento, ni tenemos que ser castigados por nuestros pecados, ya que Jesús ya ha dado la ofrenda de la remisión del pecado y de la condenación. Todo lo que tenemos que hacer es creer con nuestro corazón en la salvación manifestada en los hilos azules, púrpura y carmesí.
Todo lo que todos tienen que hacer es creer en el bautismo que Jesús recibió representado por el hilo azul que se usó para el Tabernáculo del Antiguo Testamento, y creer en la sangre que Jesús derramó sobre la Cruz como su hilo carmesí. Y en la verdad que está manifestada en el hilo púrpura usado para la Puerta del Tabernáculo de que Jesús es el Rey en Su esencia fundamental. Como tal. Si somos lavados de nuestros pecados creyendo en la remisión del pecado manifestados como los hilos azules, púrpura y carmesí, y creemos que toda nuestra condenación ha terminado ya, entonces cualquiera de nosotros ahora puede entrar al Reino del Cielo. Este evangelio es el mismo evangelio del agua y el Espíritu.
 


¿Porqué Fue rasgado el Velo del Templo Cuando Jesús Murió sobre la Cruz? Consideremos Esto Una Vez Más


¿Porqué Fue rasgado el Velo del Templo Cuando Jesús Murió sobre la Cruz? Consideremos Esto Una Vez MásLos hilos azules, púrpura y carmesí manifestados en el Antiguo Testamento son el evangelio que trae la bendición de recibir la remisión del pecado y de entrar en el Reino del Cielo a aquellos que creemos. Es por eso que el velo fue rasgado cuando Jesús, habiendo sido bautizado, murió sobre la Cruz. Para aquellos que creemos en Jesús, esta es la verdad del evangelio del agua y el Espíritu dado por Dios Mismo. Ah, se debe a que Jesús fue bautizado por Juan en lugar mío y el que Él haya derramado Su sangre y muriera sobre la Cruz, y de esta manera haya dado saldado el pago a la muerte, la paga del pecado. Al morir sobre la Cruz, Jesús dijo, “consumado es,” y fue en este momento que Él abrió el camino para que nosotros entráramos en el Reino del Cielo.
Jesús vino a esta tierra para salvar a aquellos que estaban separados de Dios por la muralla de pecados que ellos no podían evitar sino seguir construyendo. Esta fue la propia voluntad de Dios, pero al mismo tiempo también fue la orden de Dios Padre y Su amor hacia nosotros. Obedeciendo la voluntad del Padre, Jesús recibió el bautismo que pasó los pecados del mundo sobre Su propio cuerpo. Fue debido a que Jesús cargó los pecados del mundo a través de Su bautismo por lo que Él fue a la Cruz, fue crucificado, derramó Su sangre y murió, sé levantó de entre los muertos en tres días, y de esta manera completó Sus obras para la salvación. Estos son los ministerios manifestados en los hilos azules, púrpura y carmesí, la remisión del pecado que libra a los pecadores de sus iniquidades, y el cumplimiento del sistema de sacrificios.
Se debe a que Jesús a completado la salvación con Sus ministerios el que la puerta del Cielo, la cual hasta el momento ningún hombre ha podido cruzar, ahora ha sido abierto. Esto demuestra que la puerta de la salvación ya no se abre con la imposición de manos o con la sangre de un animal que era usado para la ofrenda del sacrificio del Antiguo Testamento, pero ahora esta abierta con la fe que cree en el bautismo que Jesús recibió y con la sangre que Él derramó sobre la Cruz. El que el velo se haya rasgado manifiesta el cumplimiento de la salvación, el que Dios haya en este tiempo capacitado a cualquiera que conozca y verdaderamente crea en el evangelio del agua y el Espíritu completado por el Señor para entrar al Cielo. Es por eso que el velo del Templo tuvo que ser rasgado.
Tú debes entrar en el Reino del Cielo con la fe que cree en el bautismo de Jesús y en la sangre de la Cruz. Jesús quien no tuvo pecado en lo mas mínimo vino a esta tierra encarnado en semejanza de hombre y fue bautizado por Juan para aceptar todos nuestros pecados (Mateo 3:15). Aún más, nuestro Señor dio la vida de Su cuerpo como la paga de nuestros pecados y se ha convertido en la ofrenda eterna de expiación que debemos tomar con nosotros cuando nos acercamos a Dios. Por lo tanto, todos nosotros debemos creer en esta sangre que Jesús derramó después de haber sido bautizado como nuestra salvación. Para liberar a la humanidad del pecado y convertirlos en el propio pueblo de Dios, Jesús abrió la puerta del Cielo rasgando Su propio cuerpo.
Cuando se habla de que Jesús nos salvó, debemos saber que Él no solamente derramó Su sangre sobre la Cruz. Tres años antes de morir sobre la Cruz, Él ya había tomado los pecados al ser bautizado en el Río Jordán. Así que Jesús fue bautizado por Juan por amor de toda la humanidad y entonces fue crucificado por soldados Romanos. Aún antes de que tú y yo naciéramos en este mundo, Jesús ya había limpiado todos nuestros pecados al ser bautizado y al derramar Su sangre.
El que Jesús fuera bautizado por Juan fue el método de salvación que Él completó con toda certeza para tomar de antemano nuestros pecados de una sola vez. Y la sangre que Él derramó fue el pago por la deuda de todos esos pecados. Debido a que Jesús es Dios Mismo, el bautismo que recibió y la sangre que derramó sobre la Cruz ciertamente constituyen nuestra salvación del pecado. Este fue el sacrificio perfecto que Él realizó por la salvación de toda la humanidad. ¿Crees que la Palabra del evangelio del agua y el Espíritu ha limpiado nuestros pecados y nos ha liberado de todos nuestros pecados y de la condenación?
 


A través del Bautismo de Jesús y de la Sangre de la Cruz, Todos los Pecados de la Humanidad Ahora Han Sido Lavados

 
Fue para lavar los pecados de la humanidad el que Jesús fue bautizado por Juan. Si observamos los ministerios de la salvación de Jesús y hacemos de lado este bautismo de Jesús de Su vida publica, entonces la salvación de la humanidad planeada en Jesucristo antes de la fundación del mundo se convertiría en mentira. Aun antes de la fundación, Jesús estaba preparando el ser bautizado para tomar los pecados de la humanidad y derramar Su sangre.
Es por eso que Jesús fue bautizado por Juan el Bautista, el representante de toda la humanidad, y de esta manera aceptó todos los pecados (Mateo 11:11-12; Mateo 3:15). Para que Jesús lavara las iniquidades de los pecadores el ser bautizado fue el método de salvación. Jesús tomó las iniquidades de los pecadores y las lavó, y en vez de que muriéramos por nuestros pecados, Él murió vicariamente en nuestro lugar, y al hacerlo de esta manera ha liberado de todos sus pecados y condenación a aquellos que creen en esto. A través de este método (el método de ser bautizado), Jesús pudo tomar todos los pecados de la humanidad derramando Su sangre sobre la Cruz. «Porque así conviene que cumplamos toda justicia» (Mateo 3:15). El que Jesús haya sido bautizado en el Río Jordán significo que Él tomó todos los pecados de nosotros pecadores.
Hermanos y hermanas, son incapaces de creer que Jesús vino a esta tierra hace más de 2,000 años, que Él fue bautizado cuando cumplió 30, y que Él derramó Su sangre por ustedes, ¿solo porque no vieron esto con sus propios ojos? Pero conociendo todas nuestras deficiencias, Dios ya había planeado nuestra salvación con el agua y con la sangre desde antes de la fundación del mundo, y enviando a esta tierra a Jesucristo con Juan el Bautista de acuerdo a este plan, Él ha completado la salvación de todos nosotros. Para capacitarnos y darnos cuenta y conocer toda esta verdad, Dios ha hecho que Sus siervos escribieran Su Palabra. A través de Su Palabra escrita, Dios ha revelado todo acerca del plan de salvación y su cumplimiento a toda la humanidad. Él ha permitido a cualquiera el darse cuenta a través de la Palabra escrita de Dios la verdad acerca del bautizo de Jesús por Juan en el Río Jordán para tomar todos nuestros pecados.
Ahora todos nosotros debemos creer en el bautismo que Jesús recibió y en la sangre que Él derramó sobre la Cruz como nuestra propia salvación. Aunque no lo hemos visto con los ojos de la carne, debemos creer en nuestros corazones. La verdadera fe viene a nosotros cuando está basada sobre Su Palabra. El Señor le dijo a Tomás: «Bienaventurados los que no vieron, y creyeron» (Juan 20:29). Jesús te ha salvado a ti y a mí con el bautismo que Él recibió y con la sangre que Él derramó. Dios ha permitido que cualquiera que crea en esto entre en el Cielo.
Es por eso que Dios rasgó el velo del Templo cuando Jesús murió sobre la Cruz. Jesús derribó la muralla de pecado que nos había bloqueado a nosotros la humanidad de Dios. Lo que Jesús hizo fue más que suficiente para derribar todo el muro de pecado. Él lo ha hecho posible para que todos entren al Cielo sin impedimentos totalmente solo creyendo en este evangelio del agua y el Espíritu con el corazón. Yo doy gracias a nuestro Señor por darnos esta verdad, para que todos verdaderamente entremos en el Cielo si tan solo creemos con el corazón.
¿Cuan grande este evento, el que Jesús haya nacido sobre esta tierra en el cuerpo de una simple criatura para salvar a los pecadores? Realmente es un evento impresionante, aún cuando lo comparamos con Su creación del mundo. Desde luego es un asunto de que el Señor, el Creador quién hizo todas las cosas, creara Su creación, pero el que Creador llegara a ser igual que una de Sus creaciones, tomara los pecados del mundo al ser bautizado y fuera crucificado, no puede ser cualquier otra cosa que el gran acontecimiento de la salvación. 
¿Cómo el Creador Mismo pudo convertirse en una de Sus creaciones? Sin embargo Jesús, Dios Mismo, sé humilló a sí Mismo a tal grado que aún fue bautizado por Juan el Bautista, el representante de la humanidad, en el Río Jordán. ¿Cuan sorprendente es este acontecimiento? Pero esto no es el final, ya que Jesús sé humilló hasta lo sumo, obedeciendo al punto de Su muerte, para soportar innumerables sufrimientos sobre la Cruz, para derramar Su sangre y morir. Todas estas cosas no pueden ser otra cosa que el amor de Dios, Su misericordia y Su inmerecida gracia.
Todos los pecados de la humanidad fueron completamente lavados de una sola vez con el bautismo del Señor y con Su sangre en la Cruz. Y habiendo rasgado el velo del Templo, Jesús se levantó de entre los muertos en tres días, y ahora Él desea encontrarnos en la verdad a todos aquellos que la creemos. De esta manera, las obras del Señor que han salvado a los pecadores son un evento que es mayor y más grande que todas Sus obras de la creación que hizo este universo y todas las cosas en él. El nacimiento de Jesús, Su bautismo, Su muerte sobre la Cruz, Su resurrección, ascenso y regreso, y que Él nos haya hecho Sus propios hijos son obras del amor de Dios.
Nuestro Señor te ha salvado a ti y a mí de todos los pecados. Nuestro Señor te ha liberado a ti y a mí de una sola vez de los pecados del mundo a través del evangelio del agua y el Espíritu. Por lo tanto, conviértete en justo por fe y da gracias a Dios. Dios ha distribuido sobre nosotros Su bendición en su totalidad. ¿Lo crees?
Hermanos y hermanas, tú y yo hemos sido gente que no podía evitar el ser arrojados en el infierno. Hemos sido de aquellos que no podían evitar ser destruidos por nuestros pecados y de vivir nuestras vidas en tristeza, pero el Señor nos ha salvado del pecado con la salvación que Él planeo aún antes de la fundación del mundo. No teníamos otra opción que la de vivir nuestras vidas sentados en medio de nuestros pecados, lamentando, resintiendo y maldiciendo nuestro destino, pero para capacitar a tal gente como nosotros para entrar al Reino del Cielo, el Señor nos ha liberado de todos nuestros pecados. Nuestro Señor así se ha convertido en el Señor de nuestra salvación.
Jesús nos ha dado el evangelio del agua y el Espíritu, y Él también ha garantizado nuestra remisión del pecado. Jesús Mismo se ha convertido en el Señor de la salvación. Jesús tomó los pecados del mundo en nuestro lugar, por nosotros, y de esta manera se ha convertido en nuestro perfecto Salvador.
 
 
¿Crees en el Bautismo que Jesús Recibió y en la Sangre que Él Derramó?
 
Nuestra liberación del pecado es completada creyendo en el bautismo que Jesús recibió y en la sangre de la Cruz. Para salvar a los pecadores creyendo en Jesús como el Salvador, deben asegurarse de considerar en orden Su bautismo y la Cruz, y ellos deben creer que es por la unión de estos dos que la perfecta salvación es cumplida.
De casualidad, ¿estas considerando no creer que Jesús fue bautizado y que murió sobre la Cruz? ¿No estas ignorando el bautismo que Jesús recibió de Juan y te rehúsas a creer en ello? La justicia de Dios fue completada debido al bautismo que Jesús recibió y fue el proceso a través del cual Él tomó las iniquidades de los pecadores, y de la muerte que Él sufrió derramando Su preciosa sangre fue la condenación de nuestros pecados. Como tal, cuando tú y yo profesamos creer en Jesús, debemos creer en ambos, en Su bautismo y en la sangre de la Cruz como una sola salvación.
Dios escribió la necesidad del bautismo y del derramamiento de la sangre de Jesús en Su Palabra, y sin embargo mucha gente aún insiste que ellos solo necesitan creer en la sangre de la Cruz para ser salvos. Si tú eres uno de ellos, entonces debes reconsiderar seriamente tus creencias, darte la vuelta, y creer en ambos, los dos son básicos. Si tu no lo haces, sino que solo crees en la sangre de la Cruz, entonces terminaras convirtiendo los ministerios de la vida pública del Señor en vanidad. Si de casualidad tienes esta fe, entonces debes volverte de esta fe defectuosa y tener la verdadera fe de la que se habla a través de toda la Biblia. Sin Su bautismo, ¿qué importancia tendría Su muerte sobre la Cruz para nosotros? Si Jesús no hubiese sido bautizado por Juan el Bautista, Su muerte no hubiese tenido nada que ver con nuestros pecados.
Hermanos y hermanas, si ustedes borrasen sus nombres de una deuda, ¿acaso no tendrían que llevar dinero real y pagarle a quien le deben? Los deudores tienen que entregar dinero por la cantidad correspondiente a sus deudas, y solo entonces pueden borrar sus nombres de la lista. De igual manera, para dar el pago de nuestros pecados, Jesús aceptó tales pecados e iniquidades nuestras a través de Su bautismo y los borró derramando Su sangre.
A través del bautismo que Él recibió, el Señor ciertamente quitó todos nuestros pecados, y por esto Él pudo ser condenado por todos nuestros pecados derramando Su sangre. Para pagar una deuda, el sentido común dicta que uno debe traer un valor que corresponde a esta deuda. Si los deudores no traen el dinero y tan solo afirman haber pagado sus deudas y demandan que sus nombres sean borrados de la lista, ¿borraran sus nombres? Sin importar cuan seriamente crean que sus nombres han sido borrados, la realidad es que sus nombres aún permanecen grabados en la deuda.
Así como los deudores pueden ser liberados de sus deudas únicamente cuando pagan, para que nosotros pecadores recibamos la remisión del pecado, debemos tener en nuestros corazones la fe que cree que nuestros pecados fueron pasados a Jesús a través del bautismo que Él recibió. Nosotros mismos no dimos este bautismo que pasó nuestros pecados sobre la cabeza de Jesús.
Pero a través de un intermediario llamado Juan el Bautista, fuimos capaces de pasar nuestros pecados sobre Jesús. Jesús quién fue bautizado por Juan el Bautista cargó sobre Sus hombros los pecados del mundo, fue a la Cruz, derramó Su sangre y murió. Creyendo en Su bautismo, lo que corresponde y recibiendo la salvación, a través de la cual Jesús tomó nuestros pecados y nos ha salvado, podemos recibir la prueba de nuestra salvación. Creyendo en lo que nuestro Señor ha hecho por nosotros en nuestro corazón, ahora podemos recibir la remisión del pecado. ¿Por qué? Porque a través de Su bautismo y sangre, nuestro Señor nos ha dado vida nueva.
Cuando Jesús murió sobre la Cruz, el velo del Lugar Santísimo fue rasgado en dos partes, la tierra tembló, las rocas rodaron, las tumbas fueron abiertas y muchos cuerpos de los santos que habían dormido se levantaron. A través de estos eventos, Dios mostró que Él levantaría a aquellos que creen en Su Palabra, que Jesucristo vendría y borraría todos los pecados de la humanidad. Él mostró que Jesús ciertamente sé levantó de entre los muertos y que aquellos que creen en Jesús ciertamente resucitarían. Jesús no solamente nos salvó del pecado, sino que Él también nos ha dado vida nueva a nosotros que estábamos espiritualmente muertos. Fue para darnos vida nueva el que Jesús fue bautizado, murió sobre la Cruz y vivió nuevamente. Dios nos permitido entrar en Su Santa Ciudad y que vivamos ahí por siempre. Yo doy mi verdadero agradecimiento a Él con mi fe.
El lugar en el que vivirán aquellos que han recibido la remisión es el Cielo. Así que cree que aquellos que han recibido la remisión del pecado sobre esta tierra entraran todos en el Cielo y vivirán en él. El Cielo pertenece a aquellos que han recibido la remisión del pecado. Creer en el evangelio del agua y el Espíritu y nacer de nuevo no son dos cosas separadas, sino que es lo mismo.
Si alguien cree en el evangelio de la Palabra del agua y el Espíritu, entonces esta persona nace de nuevo en el mismo instante en que cree. Cuando los pecadores reciben la remisión del pecado, se convierten en los propios hijos de Dios, y, a Sus hijos, Dios otorga el Cielo como obsequio. Aunque en la carne no tenemos obras propias, viendo una sola cosa, nuestra fe que cree en el Salvador, nuestro Señor nos ha dado la remisión del pecado y el Cielo como Sus regalos para nosotros.
El hecho de que nuestro Señor vino a esta tierra, que Él fue bautizado y que Él derramó Su sangre, es toda verdad. Cuando Jesús murió sobre la Cruz, Él ya había tomado los pecados del mundo con Su bautismo. Antes de que Jesús fuese crucificado, habiendo sido bautizado de antemano por Juan, Él ya estaba cargando los pecados del mundo. Así que se debió a que Jesús llevó sobre Sus hombros todos los pecados del mundo al ser bautizado por lo que tuvo llevar el castigo de la ley declarando que la paga del pecado es muerte. Para que Jesús salvara a la humanidad del pecado, Él tuvo que morir sobre la Cruz mientras que cargaba los pecados del mundo que tomó con Su bautismo.
Cuando Jesús fue crucificado, la gente que lo clavó a Él no era judía, sino que eran soldados Romanos. Jesús fue crucificado por soldados Gentiles. Derramando toda Su sangre por causa de nuestros pecados, Jesús clamó. “¡Consumado es!” con Su último aliento. En el mismo instante, el velo del Templo fue rasgado en dos de arriba abajo. Más aún, la Biblia también nos dice que la tierra tembló, las rocas se partieron y las tumbas fueron abiertas; y que muchos de los cuerpos de los santos que habían dormido también se levantaron (Mateo 27:51-52). Cuando el centurión y los soldados Romanos vieron lo que pasó cuando Jesús murió sobre la Cruz, ellos dieron testimonio: «Verdaderamente éste era Hijo de Dios» (Mateo 27:54). Dios hizo que la boca de estos soldados Gentiles testificara, “Jesús era el Hijo del Dios viviente.”
Ahora, aquellos que deben testificar el verdadero evangelio por todo el mundo somos ni más ni menos que nosotros, los creyentes del evangelio del agua y el Espíritu. Es a través del evangelio el agua y el Espíritu que todo el mundo es cambiado. Cuando la gente recibe la remisión del pecado de Jesús, son transformados espiritualmente sin siquiera tratar, porque el Espíritu Santo viene a habitar en sus corazones. Y los corazones de los justos nacidos de nuevo son renovados cada día, ya que en la Iglesia de Dios constantemente escucha el evangelio del agua y el Espíritu. Ellos llegan a oír la Palabra, alaban a Jesús, y mientras ellos alaban, experimentan que las letras son grabadas en sus corazones, de esta manera renovando sus corazones cada día. Los justos tienen sus corazones transformados continuamente y ellos pueden sentir estos cambios tangibles en ellos mismos.
Y viendo nuestras vidas cambiadas, quienes han llegado a ser justos, los incrédulos vienen a dar testimonio, “Ellos realmente son salvos. Son verdaderamente Cristianos, el pueblo de Dios.” De esta manera, nuestra remisión del pecado no es la clase de salvación que solamente es probada por nosotros. El centurión Romano y los soldados testificaron esta verdad, que Jesús como el Hijo de Dios salvó a los pecadores de sus pecados del mundo cuando Él fue crucificado. De esta manera, Dios Mismo dio testimonio a aquellos que creen en la verdad de que Jesús nos ha salvado de todos nuestros pecados con el agua y con la sangre.
 


El Evangelio del Agua y el Espíritu que Hizo que aún el Demonio se Rindiera

 
El evangelio del agua y el Espíritu es la salvación ante la cual aún el Demonio se ha rendido. Cuando Jesús dijo: «Consumado es» en Su muerte, el Demonio pudo haber dicho, “¡Ah, esto es mortificante, pero no hay nada que pueda hacer! Él esta en lo correcto. Ya no existe pecado en este mundo. ¡Todo el mundo esta completamente limpio sin excepción! ¡Me carcome el corazón, pero nada puedo hacer al respecto!”
En otras palabras, el Demonio mismo no pudo evitar reconocer esta salvación que Jesús completó. Pero él aún continua tratando de estorbar que vivan sus vidas de fe a aquellos que han recibido la remisión del pecado. Ya que aquellos que creen en el evangelio del agua y el Espíritu completado por Jesús son hijos de Dios, ellos se esfuerzan en vivir para Él. Pero para el Demonio, esto solo puede significar que hay menos siervos suyos que están esclavizados en el pecado, así que trata de evitar que los siervos de Dios esparzan esta verdad por todo el mundo.
Si aquellos que han recibido la remisión del pecado continúan predicando el evangelio del agua y el Espíritu, entonces habrá aún más gente que sea remitida del pecado. Es por eso que Satanás hunde sus dientes en las debilidades de la gente y no la suelta, estorbándolos para que al menos una persona sea desviada de seguir a Jesús.
Incitando los corazones de la gente al decirles, “¡Maten a Jesús!”, el Demonio hizo que le crucificaran a Él. Pero justo cuando el Demonio pensó que todo terminaba, Jesús, crucificado y muriendo, clamó a gran voz, «¡Consumado es!» Satanás estaba impactado por esto. Lejos de desviarlo, al tomar los pecados a través de Su bautismo en el Río Jordán y muriendo sobre la Cruz, Jesús había completado justamente la salvación que libra a la humanidad del pecado y de la condenación, el Demonio estaba en la ignorancia acerca de esta sabiduría de Dios. Él pensó que todo terminaría si tan solo mataba a Jesús sobre la Cruz, pero este no fue el caso. Después de tomar los pecados del mundo a través de Su bautismo, Jesús completo la remisión del pecado de los pecadores al dar Su cuerpo sobre la Cruz y morir.
Jesús ya ha pagado toda la deuda del pecado. Así que, el pecado ya no puede encontrarse en la gente. ¿Por qué? Porque de acuerdo a ley que declara que la paga del pecado es muerte, Jesús ya ha muerto en lugar de los pecadores. Debemos creer que fue debido a que Jesús tomó todas las iniquidades de los pecadores en el Río Jordán que Él pudo morir vicariamente en lugar de los pecadores.
«Consumado es» Esto es lo que Jesús gritó sobre la Cruz con Su último aliento. Debido a que Jesús murió, el Demonio ya no puede decirnos, “Tu tienes pecado, ¿o no?” Debido al nacimiento de Jesús, Su bautismo, Su muerte sobre la Cruz, Su sangre y resurrección, el Demonio sufrió una aplastante derrota ante Jesús. Aunque el Demonio ha dañado nuestra relación con Dios haciéndonos pecar todo el tiempo, al final, debido a la sabiduría de Jesús el Hijo de Dios, Su lavamiento del pecado y la condenación, finalmente no pudo evitar el ser derrotado totalmente.
Cuándo tú crees en el bautismo de Jesús y en la sangre de la Cruz, ¿aún tienes pecado? ¡Claro que no! El decir que no tenemos pecado es algo que simplemente no puede ser dicho con la conciencia de la carne, pero creyendo en el bautismo y en la sangre de Jesús, ahora somos capaces de declarar atrevidamente que estamos limpios. ¿Crees en la verdad de que Jesús tomó nuestros pecados siendo bautizado en el Río Jordán, murió sobre la Cruz en lugar nuestro, y por lo tanto nos ha salvado? Por nuestra fe en esta verdad, ahora podemos decir que no tenemos pecado. Y de hecho, no puede existir pecado para nada en nuestros corazones, ni siquiera uno pequeño como una monedita. Es por eso que los corazones agradecidos saltan en nosotros ante Dios, dando gracias con fe.
“Dios, mi fe puede no ser tan grande, pero aún con una fe que es tan pequeña como un grano de mostaza, aún así yo te doy gracias. Yo era alguien que no podía entender Tú gran amor, pero aún así Tú entraste en mi corazón, y así con mi fe que cree en el evangelio del agua y el Espíritu, ahora yo tengo Tú amor en mi corazón. Mi corazón está agradecido contigo cada día, ya que Tú Señor habitas en mi corazón y estas conmigo. Por darme este corazón, yo doy toda mi gratitud a Ti.” De esta manera, nuestro Señor nos ha dado corazones agradecidos. Y nuestro Señor nos bendice diariamente.
Así que no solo yo, sino también cualquiera que escucha y cree en la verdad de Su perfecta salvación, claramente todos están sin pecado en sus corazones. Debido a que creemos en la verdad del agua y el Espíritu, hemos recibido la bendición de la salvación, nos convertirnos en los propios hijos de Dios. Y Dios de todo corazón quiere que todos se den cuenta que no hay forma de que ellos sean salvos de todos sus pecados si no creen en el nacimiento de Jesús y en Su bautismo y sangre, de volverse a Él y creer en esta verdad.
Hechos 4:12 declara: «Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos». Nosotros creemos en Jesús como nuestro Salvador. En aquellos que creen en esto, saltan los corazones agradecidos. Por lo tanto, tenemos corazones agradecidos con el Señor. Nuestro Señor nos ha dado la salvación y también Él nos ha dado corazones agradecidos. El Señor nos ha dado vida eterna. No podemos evitar glorificar al Señor con nuestra gratitud por darnos a todos estas abundantes bendiciones.
Aún si nuestra fe es tan pequeña como un grano de mostaza, si aun continuamos creyendo lo que Jesús ha hecho por nosotros en nuestro corazón, todos podemos ser salvos. Ruego a todos se den cuenta que no hay nada más que hacer por nuestra salvación que solo creer, conocer esta salvación que Dios nos ha dado gratuitamente y creerla. Se debe a que la remisión del pecado no puede ser obtenida a través de nuestro propio esfuerzo, por eso Dios unilateralmente borró todos nuestros pecados por Sí Mismo y nos ha dado Su salvación a aquellos de nosotros que creemos. Ahora, todo lo que queda por hacer es recibir la remisión del pecado por fe.
Hay un dicho en Corea que dice, “Si te gustan mucho las cosas gratuitas, te quedaras calvo.” En la lengua inglesa, su equivalente podría ser, “No existe un almuerzo gratuito.” Esto es ciertamente correcto; nada en la vida nos llega gratis. Y ridiculizamos a aquellos que esperan recibir regalos sin dar nada. Sin embargo, ser salvo e ir al Cielo se logra creyendo en el evangelio del agua y el Espíritu. El atrevimiento para recibir el regalo de Dios es una bendición ante Dios. Yo oro para que te des cuenta que Dios se regocija al ver nuestros corazones limpios, y que ver esto, provoca que Él nos tome en Sus brazos.
Amamos la gracia gratuita de Dios. Y no podemos evitar dar gracias a Dios: Nuestro Señor vino a esta tierra, recibió Su bautismo por agua, derramó Su sangre la Cruz. Y de esta manera abrió la puerta del Cielo. Al rasgar el velo del Lugar Santísimo de arriba a bajo, Él ha concedido que cualquiera que nazca de nuevo por creer en el evangelio del agua y el Espíritu entre en el Reino del Cielo. Tú, también, debes entrar al Cielo creyendo en este evangelio del agua y el Espíritu en tu corazón.
Yo agradezco que nuestro Señor se bautizara, derramara Su sangre, se levantara de entre los muertos, y por la gracia que de esta manera abrió la puerta de la remisión del pecado para nosotros.
 
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El TABERNÁCULO: Un Retrato Detallado de Jesucristo (II)