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Tema 26: Levítico

[26-10] Cómo rumiar la Palabra de Dios en nuestras vidas (Levítico 11:1-12)

Cómo rumiar la Palabra de Dios en nuestras vidas(Levítico 11:1-12)
“Habló Jehová a Moisés y a Aarón, diciéndoles: Hablad a los hijos de Israel y decidles: Estos son los animales que comeréis de entre todos los animales que hay sobre la tierra. De entre los animales, todo el que tiene pezuña hendida y que rumia, éste comeréis. Pero de los que rumian o que tienen pezuña, no comeréis éstos: el camello, porque rumia, pero no tiene pezuña hendida, lo tendréis por inmundo. También el conejo, porque rumia, pero no tiene pezuña, lo tendréis por inmundo. Asimismo, la liebre, porque rumia, pero no tiene pezuña, la tendréis por inmunda. También el cerdo, porque tiene pezuñas, y es de pezuñas hendidas, pero no rumia, lo tendréis por inmundo. De la carne de ellos no comeréis, ni tocaréis su cuerpo muerto; los tendréis por inmundos. Esto comeréis de todos los animales que viven en las aguas: todos los que tienen aletas y escamas en las aguas del mar, y en los ríos, estos comeréis. Pero todos los que no tienen aletas ni escamas en el mar y en los ríos, así de todo lo que se mueve como de toda cosa viviente que está en las aguas, los tendréis en abominación. Os serán, pues, abominación; de su carne no comeréis, y abominaréis sus cuerpos muertos. Todo lo que no tuviere aletas y escamas en las aguas, lo tendréis en abominación”.
 
 
Hoy me gustaría examinar la vida que viven los cristianos que han nacido de nuevo al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. A través de los animales limpios y sucios distinguidos aquí en Levítico 1, Dios está enseñándonos lecciones espirituales importantes. Está escrito: “Habló Jehová a Moisés y a Aarón, diciéndoles: Hablad a los hijos de Israel y decidles: Estos son los animales que comeréis de entre todos los animales que hay sobre la tierra. De entre los animales, todo el que tiene pezuña hendida y que rumia, éste comeréis. Pero de los que rumian o que tienen pezuña, no comeréis éstos: el camello, porque rumia, pero no tiene pezuña hendida, lo tendréis por inmundo” (Levítico 11:1-4). En este pasaje Dios nos está diciendo a los verdaderos cristianos cómo debemos vivir. Hablando de manera más específica a los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu, esta Palabra nos enseña una verdad espiritual indispensable para todos los caminos de nuestras vidas.
 
 
El significado espiritual de los animales limpios
 
¿Cuáles eran los animales limpios que el pueblo de Israel podía comer? Dios dijo en primer lugar: “De entre los animales, todo el que tiene pezuña hendida y que rumia, éste comeréis”. Aunque esto era aplicable al pueblo de Israel en realidad, hablando espiritualmente, también se puede aplicar a nosotros. En la Biblia podemos encontrar más animales definidos como limpios además de ganado y ovejas. Pero, como saben bien, el ganado y las ovejas se utilizaban como ofrendas para Dios. Dios le estaba diciendo a Su gente que comiese ganado u ovejas que rumiaban y tenían pezuñas hendidas. Hablando espiritualmente, los animales que rumian se refieren a la comida espiritual, mientras que los que tienen pezuñas implican que los santos tienen que vivir sus vidas de fe separados del mundo.
Como sabemos, una vaca tiene cuatro compartimentos en su estómago. La cámara más grande es donde se ablanda la comida inicialmente, se separa en capas de sólidos y líquidos y los sólidos se vuelven a soltar y a masticar de nuevo, un proceso conocido como rumiar. Por eso el Señor dijo que los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu son rumiantes. En el pasaje de las Escrituras de hoy, en otras palabras, Dios nos está diciendo a los creyentes del Evangelio del agua y el Espíritu que pensemos en Su Palabra en todo momento.
¿Quién vive esta vida de fe rumiante en el Nuevo Testamento? Estas personas son las que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu y los que rumian la Palabra todo el tiempo. Es muy importante que entendamos aquí que, en el presente, Dios se complace por aceptar la fe de los que creen en la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu y rumian por fe. En otras palabras, la gente de fe aceptada por Dios es la que sabe cómo rumiar la Palabra de la justicia de Dios por fe.
Es absolutamente indispensable que los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu rumiemos la Palabra de Dios. Como los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu, nuestras vidas de fe no acaban con la salvación del pecado, sino que seguimos adelante rumiando la Palabra de Dios por fe. La Palabra que debemos rumiar continuamente es la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu que ha borrado todos nuestros pecados para siempre. Esta Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu es la Verdad que todo pecador debe conocer y creer. Cuando nuestro Señor vino al mundo, cargó con todas las iniquidades de la raza humana a través del bautismo recibido de Juan el Bautista y por eso tuvo que ser condenado por los pecados del mundo en la Cruz cuando cargó con ellos. Al haber recibido el bautismo de Juan el Bautista y morir en la Cruz, nuestro Señor se levantó de entre los muertos al tercer día y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios Padre para siempre. Mientras vivimos en este mundo, cuando nuestros corazones y cuerpos caen en las debilidades, podemos renovar nuestras vidas gracias a esta fe en la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu del Señor.
Por tanto, debemos confiar en la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu que nuestro Señor nos ha dado y vivir pensando en esta Palabra por fe, porque el Señor nos ha permitido renovar nuestras almas rumiando la Palabra de Dios cuando caemos en las debilidades de la carne. l hacernos recibir la remisión de los pecados mediante el Evangelio del agua y el Espíritu de todo corazón, el Señor nos está renovando en todo momento al hacernos rumiar la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu en nuestras vidas. Esto se debe a que esta Palabra de salvación nos limpia cuando nuestras debilidades quedan expuestas. Esto se debe a que nuestro Señor ha eliminado todos nuestros pecados al ser bautizado y derramar Su sangre en la Cruz. Por eso el Señor nos está diciendo que pensemos en el Evangelio del agua y el Espíritu. Y así es como el Señor está renovando nuestras almas para que encontremos fuerzas. Los justos debemos vivir estas vidas de fe.
En Israel había más animales a parte de los que se podían comer. Pero Dios le dijo al pueblo de Israel que solo podía comer ciertos animales. Los animales comestibles estaban separados. Estos animales tenían que rumiar y tener pezuñas hendidas. Sin embargo, Dios también dijo que, si un animal tenía pezuñas hendidas, no debía comerse si no rumiaba. Es absolutamente importante que todos recordemos esto.
 
 
¿Qué animales rumiaban pero no tenían pezuñas hendidas?
 
Está escrito en Levítico 11:4: “Pero de los que rumian o que tienen pezuña, no comeréis éstos: el camello, porque rumia pero no tiene pezuña hendida, lo tendréis por inmundo”. Hablando espiritualmente, los animales que no tienen pezuñas hendidas se refieren a las vidas de los que viven vidas incorrectas. Es absolutamente que nos demos cuenta de esto, que debe convertirse en el lema de nuestras vidas: Cuando Dios prohibió al pueblo de Israel que comiese cualquier animal que rumiase pero no tuviese pezuñas hendidas, nos estaba avisando de los que no sirven a la justicia de Dios a pesar de haber recibido la remisión de los pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Dicho de otra manera, Dios nos está diciendo que no solo debemos tener fe en Su Palabra sino también vivir por su justicia.
A pesar de esta enseñanza tan clara, vemos que algunos de los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu no están sirviendo a la justicia de Dios por fe en sus vidas. El pasaje de las Escrituras de hoy nos está avisando de los que viven en el mundo entre nosotros que no viven por la fe en la justicia de Dios y no están unidos con Su Iglesia. Estas personas deben ser despertadas y empezar a servir a la justicia de Dios en sus vidas ahora. Dios nos está diciendo que, incluso entre los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu, no debemos tener relación con los que rumian este Evangelio. Debemos recordar que Dios nos dijo que no solo creyésemos en Su Palabra de la justicia, sino que también viviésemos separados del mundo. Dios quiere que los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu vivamos con fe en Su justicia solamente. Con el pasaje de las Escrituras de hoy, sacado del Antiguo Testamento, el Señor nos está mostrando Su voluntad para los que vivimos en el Nuevo Testamento.
 
 

Los justos no deben vivir una vida carnal

 
Cuando leemos Levítico 11:7-8: “También el cerdo, porque tiene pezuñas, y es de pezuñas hendidas, pero no rumia, lo tendréis por inmundo. De la carne de ellos no comeréis, ni tocaréis su cuerpo muerto; los tendréis por inmundos”. Todo el mundo sabe cómo son los cerdos, ¿verdad? Como el ganado, los cerdos tienen pezuñas hendidas. Sin embargo, a diferencia del ganado, los cerdos no tienen cámaras diferentes en sus estómagos para rumiar. Una vaca puede rumiar porque tiene varios compartimentos en su estómago. Pero un cerdo no tiene un estómago que le permita rumiar, aunque tenga pezuñas hendidas.
El cerdo aquí se refiere a los que no están viviendo vidas de fe y no conocen el Evangelio de la Verdad del agua y el Espíritu que constituye la justicia de Dios. En otras palabras, Dios está hablando a los que no han nacido de nuevo. Los que no conocen el Evangelio del agua y el Espíritu no pueden rumiar la Palabra de Dios, aunque quieran hacerlo. Solo podemos rumiar la Palabra de Dios si tenemos el Evangelio del agua y el Espíritu en el corazón. Esto nos lo permite el Espíritu Santo. Sin embargo, es posible que la gente vida una vida de fe que finge rumiar la Palabra de Dios. Incluso estas personas pueden ir a la iglesia, orar y adorar a Dios con piedad. También pueden hacer donaciones, dar el diezmo, orar a Dios a diario y servirle todos los días de sus vidas.
De alguna manera, por fuera parece que estén viviendo una vida piadosa de fe mejor que los que creen en la Palabra del agua y el Espíritu. Esto se debe a que la pezuña de un cerdo está dividida y hendida. La apariencia externa de las pezuñas de una vaca y un cerdo es similar. Sin embargo, esto no significa que la vaca y el cerdo sean iguales. De la misma manera, solo porque algunas personas crean en Jesús no significa que tengan la verdadera fe. Por el contrario, el Señor no aprueba la vida de fe que vive esta gente que no conoce el Evangelio del agua y el Espíritu.
 
 

Los justos que viven en el Nuevo Testamento deben rumiar la Palabra de Dios siempre

 
Dios ama a los seres humanos tanto que ha eliminado todos los pecados de este mundo para siempre mediante el Evangelio del agua y el Espíritu. Sin embargo, mientras vivimos nuestras vidas en este mundo, no podemos evitar seguir pecando por nuestras debilidades. Por tanto, es extremadamente importante que los justos rumiemos el Evangelio del agua y el Espíritu en nuestras vidas. ¿Cómo hacemos esto entonces? Los justos admiten sus transgresiones contra Dios cuando sus debilidades quedan expuestas y rumian la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu por fe. Solo cuando hacemos esto podemos seguir viviendo nuestras vidas de fe. Por tanto, debemos rumiar el Evangelio del agua y el Espíritu, la Palabra de Dios de la salvación, todos los días por fe. Al hacer esto podemos ser sanados de nuestras heridas de iniquidades y ser alimentados necesariamente en nuestras vidas nuevas.
Sin embargo, los que no han nacido de nuevo porque no conocen el Evangelio del agua y el Espíritu no pueden rumiar esta Palabra de salvación de fe. Los pecadores que no conocen la justicia de Dios no pueden rumiar esta Palabra porque no tienen el conocimiento de la justicia de Dios en sus corazones, no pueden rumiar esta justicia de Dios, aunque quieran. ¿Cómo puede esta gente que no ha nacido de nuevo rumiar la Palabra de Dios? No pueden hacerlo si no se arrepienten y creen en el Evangelio del agua y el Espíritu. Pero, como estas personas piensan erróneamente que Dios no ha eliminado todos sus pecados no pueden rumiar el Evangelio del agua y el Espíritu por fe, la Verdad de salvación de Dios.
Piensan que, aunque Dios ha eliminado su pecado original, tiene que borrar todos sus pecados personales que están cometiendo ahora, y por eso están entregados a su noción carnal de que ofrecer oraciones de penitencia es absolutamente indispensable. Esto se debe a que sus corazones no tienen la Palabra de Dios para rumiar. Por eso viven como pecadores todos los días, aunque creen en Jesús como su Salvador. Así, como estas personas que no conocen el Evangelio del agua y el Espíritu no tienen la Palabra de Dios en sus corazones, y como su fe está corrupta y se ha convertido en una mera religión, no pueden rumiar la Palabra de Dios, aunque quieran. Su fe es en vano, aunque le digan a Dios: “Señor, aunque me hayas salvado, he pecado de nuevo. Como he pecado, soy pecador de nuevo. Aunque hayas eliminado mis pecados hasta ayer, hoy soy un pecador otra vez”.
Por esta razón, todos los que no han nacido de nuevo deben eliminar sus pecados para siempre al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Sin embargo, se convierten en cerdos espiritualmente. Para mantener su vida, un cerdo tiene que comer constantemente casi todo el tiempo día sí y día no. Como estos cerdos, los que no conocen el Evangelio del agua y el Espíritu, aunque digan creer en Jesús como el Salvador, no tienen otro remedio que comer la comida de la muerte en vez de la comida de la vida. Por el contrario, los justos pueden rumiar la Palabra de Dios correctamente y su fe es diferente a la del resto. Los justos siempre se alimentan del Evangelio del agua y el Espíritu por fe, rumiando la Palabra de Dios que está en sus corazones por fe en todo momento.
Nuestro Señor nos dijo que ha eliminado todos los pecados de este mundo para siempre mediante el Evangelio del agua y el Espíritu. El Evangelio del agua y el Espíritu es la Verdad de la salvación, y al haber aceptado este Evangelio en nuestros corazones al creer en esta Palabra de Dios, debemos rumiar siempre. A medida en que los justos que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu viven sus vidas en este mundo, cuando nuestras debilidades quedan expuestas, y cuando tenemos una necesidad, debemos rumiar desde nuestros corazones la Palabra de que el Señor ha eliminado todos nuestros pecados para siempre con el Evangelio del agua y el Espíritu. Así es como hemos recibido la bendición de Dios. Como personas que se han convertido en justos a los ojos de Dios, cuando rumiamos el Evangelio del agua y el Espíritu una y otra vez y pensamos en su profundo significado, le damos gracias a Dios por Su gracia una vez más. Esta es la fe de los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu y la fe distinta vivida por ellos. Esta fe, y esta vida de rumiante, es la vida de fe de los justos.
Dios le dijo a Moisés y Aarón y a todo el pueblo de Israel: “De entre todos estos animales, solo comeréis los que rumian y tienen pezuñas hendidas. No comeréis ningún otro animal”. Dios también dijo que no se debían comer los animales que no cumplían alguno de los dos criterios. Aunque esta Palabra de Dios nos enseña acerca de la vida de los justos, al mismo tiempo enseña a los pecadores acerca de la verdadera fe.
 
 
¿Qué y quién es aceptable para Dios?
 
Los animales aceptados por Dios son los que rumian y tienen pezuñas hendidas. Estos animales son aceptados por Dios y estos son los animales que come Su gente. Los que no han nacido de nuevo dicen: “Aunque haya sido lavado de mis pecados pasados, tengo que obtener la remisión de los pecados que cometo en el presente”. Sin embargo, esto es algo que solo dicen los que no pueden rumiar. El hecho de que no puedan rumiar indica que son pecadores. Por tanto, la noción de que hay que recibir la remisión de los pecados a diario es una creencia errónea ante Dios. Es una creencia que no tiene sentido cuando se mira desde el punto de vista del Antiguo Testamento.
Nuestro Señor dijo en 1 Juan 1:9: “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”. ¿Qué significa este versículo? Significa que, como el Señor ya había cargado con todos los pecados al ser bautizado por Juan el Bautista, debemos confesar nuestros pecados por creer en esta Verdad. En otras palabras, Dios ha borrado todos los pecados del mundo para siempre con el Evangelio del agua y el Espíritu, erradicando todos los pecados cometidos por todos nosotros. De hecho, Dios nos ha hecho Su pueblo que puede rumiar el Evangelio del agua y el Espíritu. Sin embargo, a pesar de esto, por su ignorancia del Evangelio del agua y el Espíritu, algunas personas intentan recibir la remisión de los pecados al arrepentirse una y otra vez. Solo porque le roguemos al Señor para que nos perdone, ¿puede Dios perdonar nuestros pecados todos los días sin el Evangelio del agua y el Espíritu? No, no lo es.
Si es verdad que tenemos que ser perdonados a diario, entonces nuestro Señor tendría que perdonar nuestros pecados a diario. Si fuera así, no tendríamos tiempo de hacer otra cosa. Y la Verdad es que el Señor ha eliminado todos nuestros pecados para siempre con el Evangelio del agua y el Espíritu no sería verdad. El Señor está ahora sentado y descansando en el Reino de los Cielos. Ha completado Su obra al eliminar todos nuestros pecados para siempre con el Evangelio del agua y el Espíritu.
¿Cómo están viviendo sus vidas los que no han nacido de nuevo? No pueden rumiar la Palabra de Dios en sus vidas. Van de un lado a otro constantemente siendo pecadores un día y justos otro día pensando que son justos en el momento en que se arrepienten, pero convirtiéndose en pecadores en el momento en que pecan de nuevo. Pero ¿ha eliminado Dios todos nuestros pecados a través de oraciones de penitencia? ¿Nos salvaría el Señor de nuestro pecado original y después nos diría que volvemos a ser pecadores cuando cometemos un pecado nuevo? No, por supuesto que no. Cuando creemos en Su Palabra, Dios sella nuestros corazones con el Espíritu Santo enseguida. Esto significa que, cuando recibimos la remisión de los pecados por fe, es para siempre.
Pero, a pesar de esto, muchos cristianos están metidos en movimientos espirituales en vano. Hay tantos movimientos hoy en día, desde el movimiento del arrepentimiento Mizpa, al movimiento del reconocimiento y de los discípulos, etc. Pero ¿puede alguien ser hijo de Dios por ser parte de uno de esos movimientos? ¿Se eliminan los pecados de esta manera? ¿Se convierte la gente en hijos de Dios por participar en estos movimientos religiosos? ¿Puede alguien ser hijo de Dios por ser parte de uno de esos movimientos de arrepentimiento? Si fuera así, todo lo que tendríamos que hacer es arrepentirnos todos los días. Sin embargo, no hay nada escrito en la Biblia que diga: “Te convertirás en una persona de Dios si participas en el movimiento del arrepentimiento”.
La Palabra de la remisión de los pecados es la promesa clara de Dios y la noción de que la remisión de los pecados debe recibirse todos los días no tiene ningún sentido. Como el Señor ha eliminado todos los pecados perfectamente, como ha erradicado todos los pecados para siempre, cuando no vivimos por Su gloria, debemos rumiar la Palabra de Dios, reafirmar que Dios ha eliminado todos nuestros pecados y darle gracias una vez más. Esta es la vida diaria de los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu.
Los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu debemos rumiar la Palabra de Dios. Debemos rumiar el Evangelio del agua y el Espíritu que está en nuestros corazones y rumiar de nuevo. Las Escrituras dicen que ningún animal que no rumie puede comerse. ¿Esto se aplica solamente al pueblo de Israel? No, no es así. Toda la Palabra del Antiguo Testamento también se nos dio a nosotros en el Nuevo Testamento. Toda esta Palabra de Dios es la Palabra de la promesa para la humanidad.
Dios prometió que eliminaría todos los pecados del mundo al enviar a Su Hijo, el Mesías, diciendo: “Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana” (Isaías 1:18). Y cuando llegó el momento, Dios envió a Jesucristo a este mundo, transfirió todos los pecados del mundo a Su Hijo y así eliminó todos nuestros pecados. Asimismo, Dios también dijo que solo aceptaría a los que reciben la remisión de los pecados en sus corazones al creer en esta Palabra de Dios y rumian. La cara opuesta de esta moneda es que Dios nunca aceptará a quien no crea en Su Palabra y no pueda rumiarla.
La Palabra de Dios escrita en el Pentateuco trata de la remisión de los pecados. Si es así, podemos decir que en el Nuevo Testamento todos los pecadores cristianos que no creen en la Palabra de Dios según el Evangelio del agua y el Espíritu no han nacido de nuevo todavía. Aunque multitud de cristianos digan vivir vidas de fe y digan que han nacido de nuevo, en realidad, no nacen de nuevo porque no pueden rumiar el Evangelio del agua y el Espíritu, la Palabra de Dios. Aunque tengan pezuñas hendidas, no pueden rumiar porque no tienen un estómago para rumiar.
Los que no han nacido de nuevo a través del Evangelio del agua y el Espíritu son como cerdos en su carne. Están satisfechos si se hacen ricos al creer en Jesús. La prosperidad material en el presente es todo lo que importa, aunque digan creer en Jesús. Si están sanos y tienen prosperidad, dicen que todo va bien. Aunque acaben en el infierno al final, están satisfechos siempre y cuando sus negocios vayan bien y tengan dinero. Pero ¿qué les pasará cuando mueran después de vivir así? Si no nacen de nuevo y pueden rumiar la Palabra de Dios, acabarán en el infierno. Es muy importante que nos demos cuenta de la voluntad de Dios escondida en Su Palabra.
Esta Palabra de Dios no es algo relevante solo para nosotros. Es algo que es aplicable para todos los seres humanos. Dios dijo que nunca aceptará a ningún animal que no rumie. Entonces, ¿qué hay de nosotros? ¿Estamos rumiando la Palabra de Dios? Es absolutamente importante que rumiemos la Palabra de Dios. Esto significa rumiar la Palabra cuando la necesitemos y rumiarla para que se convierta en nuestra carne y sangre. Hemos sido salvados al darnos cuenta con nuestras mentes de que nuestro Señor ha eliminado todos nuestros pecados para siempre con el Evangelio del agua y el Espíritu al creer de corazón. Aunque hemos sido salvados de todos nuestros pecados, las faltas de la carne siguen presentes en nuestras vidas. En estos momentos debemos rumiar la Palabra con la que el Señor ha eliminado todas nuestras transgresiones. En otras palabras, debemos rumiar por fe con la Verdad de que el Señor ha eliminado todos nuestros pecados cometidos por nuestras debilidades en nuestras vidas diarias.
Aunque creamos en el Evangelio del agua y el Espíritu, ¿todavía tenemos debilidades y todavía cometemos transgresiones a diario a pesar de haber recibido la remisión de los pecados? En realidad, todos pecados todos los días. Precisamente porque pecamos de esta manera debemos reafirmar el Evangelio del agua y el Espíritu y el hecho de que el Señor ha eliminado todos nuestros pecados para siempre. Así es como podemos disfrutar de la libertad en nuestros corazones y escapar de la condena de los pecados. De esta manera, los justos deben rumiar la Palabra de Dios todos los días. Por fe en el Evangelio del agua y el Espíritu podemos vivir una vida nueva. Dios nos ha convertido en personas que rumian Su Palabra y por eso le doy gracias a Dios. Aunque los justos seamos débiles, al rumiar la Palabra de Dios, nos hemos convertido en santos que Dios aprueba.
 
 

No somos justos por no pecar

 
No somos justos porque no hayamos pecado. En realidad, nos hemos convertido en animales completamente limpios, es decir, en santos a los ojos de Dios, aunque pequemos todavía porque creemos en la Palabra de que el Señor ha eliminado todos nuestros pecados y rumiamos por fe cuando caemos en nuestras debilidades. El que los justos rumien la Palabra de Dios es tan importante para nosotros, los cristianos, que no podemos expresarlo con palabras. Si los justos tuviesen que rogar a Dios para que les perdonase cada vez que pecasen en este mundo, serían como cerdos. Serían como los cerdos que no rumian a pesar de tener pezuñas hendidas. Dios ordenó al pueblo de Israel que no comiese cerdos. Dios no aceptaba ningún holocausto hecho con cerdos. Dios dijo claramente que los cerdos son impuros. Así que, incluso ahora, el pueblo de Israel no come cerdo. Es un insulto invitar a los judíos a comer y servirles cerdo. Aunque comen cordero, cabra y ternera, no comen cerdo.
Aunque los cerdos tienen pezuñas hendidas, como no rumian, no podían ser ofrecidos a Dios. Es absolutamente importante que se den cuenta de que por muy apasionados que sean en sus vidas de fe y sigan la voluntad de Dios, si esta persona no ha nacido de nuevo, esta vida es inválida. Es una vida completamente inútil. Las Escrituras hablan claramente de esto y por eso no es bíblico afirmar que una persona puede ser redimida de sus pecados diarios al arrepentirse todos los días sin nacer de nuevo. ¿Podemos arrepentirnos de todos los pecados que cometemos? No, no lo es. Después de nacer de nuevo todavía tenemos problemas con el pecado, y por eso ¿cómo puede alguien que no ha nacido de nuevo pensar que sus oraciones de penitencia eliminan sus pecados?
¿Hay algún día en el que un cerdo esté limpio? ¿Puede estar limpio durante un solo día? Por supuesto que hay momentos en el que se limpia la pocilga, quitando los excrementos sucios y limpiando la pocilga con detergente. Pero ¿qué pasa en medio día cuando el cerdo vuelve a la pocilga? Que se ensucia de excrementos enseguida. Así que no hay ni un solo día en el que un cerdo esté limpio. Lo mismo es cierto para los que no han nacido de nuevo. Por mucho que intenten vivir sus vidas con pezuñas hendidas, es decir, vivir en santidad, no están limpios. Un corral está tan sucio como una pocilga, pero las vacas y los cerdos son diferentes. Las vacas también producen excrementos. Pero, al contrario que los cerdos, las vacas rumian. Por eso Dios aceptaba a las vacas, pero no a los cerdos.
Los justos también cometemos errores ante Dios. Sin embargo, los justos sabemos cómo rumiar la Palabra de Dios y Dios nos acepta completamente como Sus santos justos. Como rumiamos la Palabra de Dios estamos limpios. Sin rumiar, los justos no pueden estar limpios. Pero ¿qué dicen los que no han nacido de nuevo? A pesar de que no han nacido de nuevo y no pueden rumiar la Palabra de Dios correctamente, dicen que pueden recibir la remisión de los pecados al arrepentirse todos los días. Esta afirmación es completamente errónea y no tiene ningún sentido.
La vida cristiana consiste en rumiar la Palabra de Dios. Los justos han sido librados de todos sus pecados al rumiar la Palabra de Dios y al hacerlo pueden crecer en sus vidas. Por eso la Iglesia de Dios habla a menudo acerca de rumiar. Aunque nos encontremos con este aspecto en nuestras vidas diarias, es reconfortante escucharlo todos los días. Los nacidos de nuevo también siguen la voluntad de Dios claramente, de la misma manera en que la pezuña está hendida. Una pezuña hendida simboliza claramente una posición absoluta de fe. Aunque los justos todavía tienen muchas debilidades, se unen a la Iglesia nacida de nuevo, escuchan la Palabra de Dios y buscan la voluntad de Dios que le complace. De esta manera, los nacidos de nuevo viven separados del mundo claramente. Por el contrario, los que no han nacido de nuevo no pueden seguir la voluntad de Dios. Como se sienten inseguros cuando llegan a la Iglesia nacida de nuevo, no pueden seguir la voluntad de Dios completamente.
Aunque los justos no son perfectos, conocen la voluntad de Dios, y también tienen el deseo de vivir según la voluntad que complace a Dios. El Espíritu Santo, que vive en sus corazones, se regocija. El Espíritu Santo en los corazones de los nacidos de nuevo quiere que vivan una vida que complace a Dios. Por muy llenos de debilidades que estemos en apariencia, tenemos al Espíritu Santo en nuestros corazones. Cuando Abel y Caín llevaron una ofrenda a Dios, la Biblia dice que Abel ofreció el primogénito de su rebaño y su gordura. Cuando el holocausto del Antiguo Testamento se ofrecía, la carne del animal del sacrificio tenía que cortarse en trozos sin falta. Con el cuerpo cortado, las partes sucias, como las entrañas se sacaban y se tiraban, mientras que los riñones y la grasa del hígado, es decir la grasa de las entrañas, se eliminan sin falta. Esta grasa no se eliminaba, sino que se quemaba en el altar.
La grasa aquí se refiere al Espíritu Santo. Este Espíritu Santo está dentro de los justos nacidos de nuevo. Aunque nuestra carne tiene muchas debilidades, gracias al Espíritu Santo, tenemos el deseo de vivir una vida que complace a Dios. Gracias al Espíritu Santo estamos viviendo la vida de las pezuñas hendidas. En otras palabras, estamos viviendo una vida santa y siguiendo a Dios en nuestras vidas. Solo los justos viven así. Por supuesto, los pecadores también pueden intentar vivir una vida santa. Pero lo hacen con sus ambiciones personales, para establecer su propia justicia. Los justos son diferentes. Los justos se niegan a sí mismos y solo siguen la voluntad de Dios, aunque no sea su preferencia, no porque quieran establecer su propia justicia, sino porque es lo que Dios quiere y le complace. Esta es la vida que viven los nacidos de nuevo.
 
 
“Esto comeréis de todos los animales que viven en las aguas”
 
Pasemos a la Palabra de Dios de nuevo: “Esto comeréis de todos los animales que viven en las aguas: todos los que tienen aletas y escamas en las aguas del mar, y en los ríos, estos comeréis. Pero todos los que no tienen aletas ni escamas en el mar y en los ríos, así de todo lo que se mueve como de toda cosa viviente que está en las aguas, los tendréis en abominación. Os serán, pues, abominación; de su carne no comeréis, y abominaréis sus cuerpos muertos. Todo lo que no tuviere aletas y escamas en las aguas, lo tendréis en abominación” (Levítico 11:9-12). Dios dijo aquí que cualquier tipo de pez que no tenga escamas no se puede comer. Estaba diciendo básicamente: “De todo lo que hay en la tierra, comed solo los animales que rumien y tengan las pezuñas hendidas. Y, de todos los que nadan en el agua, solo comed los tengan escamas”.
¿Por qué dijo Dios aquí que comiésemos los peces que tienen escamas y prohibió que comiésemos peces que no tengan escamas? Los peces que no tienen escamas, como las anguilas y los peces de barro, se esconden en la tierra con su cabeza metida en el barro. Aquí, los peces que tienen escamas se refieren a los que están viviendo una vida de fe correcta. Dios también habló acerca de lo que se puede comer y lo que no se puede comer entre las aves del cielo. Esto también nos enseña a los creyentes del Evangelio del agua y el Espíritu a vivir por fe. Dios está diciendo aquí que no aprueba a los que no viven por fe. Cuando se trata de las vidas de los santos nacidos de nuevo, ¿a quién aprueba Dios? Dios aprueba a los que viven por fe. Dios está diciendo aquí que no todos los que tienen fe (2 Tesalonicenses 3:2) y esto es algo que solo tienen los justos.
De hecho, solo los justos viven su fe de esta manera. Solo viven en este mundo confiando en Dios. Incluso entre los justos, Dios no aprueba a cualquier persona que no viva por fe. Esto significa que Dios no aprueba la fe de cualquiera que finja seguir y obedecer a Dios. Dios solo acepta a los que rumian, tienen pezuñas hendidas y escamas. ¿Qué significa esto? Significa que Dios solo aprueba a los que viven con fe. Aunque rumien y tengan pezuñas hendidas, es decir, aunque hayan nacido de nuevo, si no viven con fe de esta manera, todo es en vano. Son aprobados por Dios y son utilizados para Su obra solo si viven con fe. Es absolutamente importante que los justos utilicemos nuestra fe. Los peces que no tienen escamas se esconden detrás de las piedras en el barro. Por el contrario, los peces que tienen escamas no se pueden enterrar de esta manera. ¿Por qué? Esto se debe a que sus escamas se mueven cuando nadan. Si los peces con escamas se enterrasen en el barro, el barro se quedaría pegado entre las escamas y no podrían respirar a través de sus branquias. Los peces con escamas no pueden sobrevivir escondidos en el barro.
Debemos vivir por fe. Aunque nuestra fe sea tan pequeña como una semilla de mostaza, los nacidos de nuevo deben vivir por esta fe. Los cristianos debemos darnos cuenta de que debemos vivir por fe y vivir por esta fe. Debemos superar todos los retos por fe. Aunque el reto parezca formidable, debemos superarlos confiando en Dios de todo corazón. Solo entonces podemos conseguir nuestros objetivos. Y entonces Dios nos aprueba por la vida de fe que estamos viviendo. Nos dará una vida de fe aún más grande y nos bendecirá para vivir por esta fe. Sin embargo, hay muchas personas que no están viviendo por fe a pesar de haber nacido de nuevo. Piensan que pueden cuidar de sí mismos con lo que tienen ahora sin pedirle ayuda a Dios, se niegan a ejercitar su fe, diciéndole a Dios: “Señor, estoy muy agradecido porque has eliminado todos mis pecados y los has redimido. ¿Qué más te voy a pedir? Cuidaré de mí mismo como he hecho siempre”. Piensan de esta manera y no ejercitan su fe ante el Señor. Cuando tienen un problema, confían en sus propios recursos para resolverlo. Así que no tienen ningún motivo para vivir por fe.
Dios nos dijo a los nacidos de nuevo que solo comiesen los peces que tienen escamas. Pero, aunque un pez tenga escamas, ¿cuántas puede tener? La mayoría de los peces tienen escamas diminutas. Los peces como las carpas doradas tienen escamas tan diminutas que, si les quitásemos las escamas con un cuchillo, las escamas parecerían partículas blancas finas. Los peces con escamas están deliciosos. Sé algunas cosas sobre los peces porque viví junto al mar durante mucho tiempo. Algunos de ustedes pueden pensar que conocen algunas especies de peces fuertes con escamas duras. Estos peces son los que saben mejor. Algunos peces, como el pargo, tienen escamas muy afiladas. Yo he pescado algunos pargos. Después de quitarles las escamas y cortarlos, me los comí como sashimi. Tienen un sabor muy diferente. Hay otro tipo de pez en Corea que también es fácil de pescar y tiene escamas. Pero sus escamas son muy frágiles, tanto que se resbalaría si lo intentasen agarrar con sus manos. Pero el pergo, por el contrario, tiene unas aletas tan robustas que podrían cortarles las manos. Pero el sashimi de pergo es lo mejor. Tiene un sabor diferente a todo lo que hayan comido.
Es cierto que todos los justos hemos nacido de nuevo por igual. Aunque todos tengamos fallos y no podamos vivir por fe al 100%, si aceptamos el reto confiando en la Palabra de Dios y caminamos y vivimos por fe, Dios nos aprobará por vivir nuestra fe así. Y Dios confiará Su obra a estos santos y cumplirá Su voluntad a través de ellos. Por el contrario, la voluntad de Dios no puede ser confiada a cualquier pecador que no viva por fe. ¿Por qué? Porque estas personas hacen todo por su cuenta con sus medios y esfuerzos humanos, porque han enterrado sus cabezas en el barro y no tienen escamas; y por eso son incapaces de cumplir la voluntad de Dios correctamente.
Las Escrituras dicen claramente que solo los peces con escamas se pueden comer. Se dice que los Adventistas del Séptimo Día no comen pescado que no tenga escalas. A muchos de nosotros nos gusta la sepia, pero los adventistas ni la tocarían. No se preocupen, yo me comeré toda la sepia que no quieran. Sin bromear, Dios nos está diciendo aquí, en el pasaje de las Escrituras de hoy, que no deberíamos comer peces sin escamas. Pero Dios nos está diciendo que volemos por fe ante Él y vivamos por fe a Sus ojos. En otras palabras, Dios nos está enseñando a los justos cómo podemos vivir espiritualmente a través de estos versículos de las Escrituras.
Aunque los justos no ejerciten su fe mucho al principio, cuanto más crece la fe en ellos, cuanto más escuchan la Palabra de Dios y a más dificultades se enfrentan, más confiarán en su fe, diciéndole a Dios: “Señor, por favor, haz esto por mí. ¿Qué te complace? ¿Cuál es Tu voluntad?”. De esta manera, los justos que tienen las pezuñas hendidas ejercitan su fe y caminan en la dirección que le complace a Dios. Caminan en esta dirección, aunque parezca que les está llevando a la ruina. Pero, no hace falta decir que nunca serán arruinados siempre y cuando vivan por fe. Las vidas de los santos justos rumian la Palabra de Dios, siguiendo Su voluntad y viviendo por fe. Solo los justos, el pueblo de nuestro Dios, pueden vivir una vida así. Entonces Dios aprobará estas vidas de los justos con gozo. Sin embargo, hay muchos animales que Dios ha prohibido que se coman. Habló de estas cosas refiriéndose a los pecadores. Los que son viscosos y sin escamas como el pez del barro no viven por fe. ¿Qué está ocurriendo en las iglesias de nuestro alrededor? La competición para ganar miembros es tan dura que están intentando quitarse las congregaciones los unos a los otros.
Todos han visto iglesias pequeñas en sus barrios. Hay muchas iglesias que solo tienen un puñado pequeño de miembros adultos y muchos niños. Se dice que en Corea se abren más de 10,000 iglesias en solo un año. De estas 10,000 iglesias nuevas, 7,000 iglesias suelen abandonar y cerrar. ¿Por qué hay tantas nuevas iglesias que cierran tan pronto? Porque no son viables económicamente. Hoy en día, se necesita mucho dinero para mantener una iglesia abierta. Por ejemplo, hay que pagar el alquiler y las facturas y hoy en día el alquiler no es barato ni para una iglesia.
Así que, cuando alguien abre una iglesia nueva, prepara un presupuesto para los dos o tres años siguientes e invierte decenas de miles de dólares pensando que saldrá ganando si puede atraer a suficientes miembros durante ese tiempo. Sin embargo, si una iglesia nueva no atrae a suficientes miembros durante este período de tiempo, la iglesia tiene que cerrar porque no puede permitirse tantas pérdidas económicas. Como ya he dicho anteriormente, de las 10,000 iglesias nuevas que abren cada año, 7,000 de ellas acaban cerrando. Incluso entre las 7,000 iglesias que sobreviven solo diez de ellas son sostenibles, mientras que el resto tienen pocas esperanzas de futuro. Las iglesias se tienen que cerrar cuando se les acaba el dinero y no pueden reunir más recursos económicos. La fe no se trata de esto. Pero, esta es la realidad del cristianismo de hoy.
Por eso tantos movimientos cristianos han aparecido en las comunidades cristianas pidiendo que la gente viva una vida piadosa o cualquier otra cosa. Por supuesto, estos movimientos no son malos en sí. Sin embargo, antes de unirse a uno de estos movimientos, tenemos que recibir la remisión de todos los pecados. Antes de abrir una iglesia nueva, debemos obtener la remisión completa de los pecados de Dios.
 
 

Las vidas de los justos tratan de la fe

 
Los que viven sus vidas de fe correctamente, hacen la obra de Dios por fe, aunque no tengan nada propio. Viven sus vidas diarias confiando en Dios y aceptan el desafío de Su obra al creer que Dios salvará a las almas. Dios los salvará. Mientras prediquemos la Palabra de Dios por fe, las almas que nos escuchan serán salvadas sin falta. Esto es posible porque somos justos. Aunque el mundo entero diga que la Iglesia de los justos no es la verdadera, los justos se mantienen firmes en la fe y vivirán sin vergüenza. Esto se debe a que tienen fe. Esto se debe a que Dios les hace vivir de esta manera. Y esto se debe a que confían en Dios. Pero ¿qué ocurriría si no tuviésemos fe? Temblaríamos de miedo en el momento en que alguien dijese algo negativo acerca de nosotros. Solo temblamos porque no tenemos fe.
Sin embargo, si creemos que este es el camino que Dios ha establecido para nosotros, seguimos Su voluntad y vivimos por esta fe y confiamos en que Dios lo cumplirá todo por nosotros, ¿qué tenemos que temer? Dios dijo: “Los justos vivirán por fe” (Romanos 1:17). Las Escrituras no deben cambiarse según las interpretaciones personales. No hay ningún sitio en la Biblia que diga que los pecadores vivirán por fe. Está escrito claramente que los justos vivirán por fe. De hecho, solo los justos viven por fe. Solo los justos pueden ejercitar su fe y solo ellos pueden vivir con fe. Ningún pecador puede vivir por fe. ¿Vamos a cambiar este pasaje para que dice que los pecadores vivirán por fe? Los pecadores pueden cambiarlo así, pero las Escrituras no pueden alterarse por mucho que quieran. Quien digan las Escrituras que es justo es justo, quien digan las Escrituras que es pecador, es pecador, y esto no puede cambiar.
¿Qué tipo de vida estamos viviendo los justos? Es una vida que se vive con convicción y seguridad, pensando en la Verdad de que, aunque tenemos muchas debilidades en este mundo, el Señor ha redimido todos nuestros pecados para siempre. En segundo lugar, seguimos la voluntad de Dios a pesar de nuestras debilidades. La voluntad de Dios está clara para nosotros y seguimos esta voluntad sin dudar, aunque seamos imperfectos. En tercer lugar, aunque tengamos una fe enorme, o aunque sea tan pequeña como una semilla de mostaza, debemos vivir por fe, confiando en que Dios lo hará todo por nosotros y nos dará todo lo que necesitemos. Esta es la vida que viven los justos. Esta es la vida que viven los verdaderos santos. Y esta es nuestra vida.
Por el contrario, ¿cómo es la vida de fe que viven los que no han nacido de nuevo, que son como las anguilas? Sus vidas son tan suaves como la lana. Los que no han nacido de nuevo, es decir, los que no conocen a Jesús, viven una vida que es escurridiza como una anguila grasosa en hierba mojada. Aunque la fe de los justos sea tan pequeña como la semilla de una mostaza, todavía buscan a Dios y viven por esta fe. Y Dios dijo claramente que solamente aprueba a los que viven por fe de esta manera.
Por tanto, todos los justos debemos vivir por fe. Todo el que no viva por fe morirá. Estas personas serán rechazadas por Dios. No solo debemos aprender a tener fe, sino que debemos ejercitar esta fe también. Todos los polluelos tienen un par de alas, pero no las pueden usar todavía. Van caminando sobre sus dos patas. Caminan porque no saben que tienen alas. Sin embargo, cuando un polluelo va salta de un lugar que está demasiado alto, abre las alas sin darse cuenta. No puede volar, por supuesto, pero aun así abre sus alas. Se caerá, aunque mueva las alas, pero aun así utiliza las alas. Al mover sus alas, se reduce la posibilidad de ser herido. Cuando un polluelo está en peligro, utiliza sus alas. Lo mismo nos pasa a nosotros. Ejercitamos nuestra fe cuando nos encontramos en peligro. Nosotros somos como el polluelo que mueve las alas.
¿Entienden ahora qué tipo de vida tienen que vivir? Nadie que no haya nacido de nuevo puede vivir por fe. Nada cambiará así, aunque tengan alas artificiales. Los justos son diferentes. Como tienen fe, deben vivir por esta fe. Solo entonces pueden escapar la destrucción. El sermón de esta tarde trata de la vida de los justos.
¿De qué trata la vida de los justos? En primer lugar, se trata de pensar en la Palabra de Dios. En segundo lugar, se trata de seguir la voluntad de Dios. Y por último, se trata de vivir por fe. Los que piensan en la Palabra de Dios sacan de dentro de sí la redención del Señor. Como creen en el Señor, quien ha venido por el agua, la sangre y el Espíritu, elevan el Evangelio que proclama que el Señor ha eliminado todos sus pecados. Esta verdadera Palabra y fe del Señor sale de ellos. Así que piensan en el Señor, diciéndole: “Señor, aunque esté lleno de faltas, me has hecho completo. Aunque sea imperfecto, Tú eres perfecto. Por eso me he convertido en una persona justa al creer en Ti, Señor”. La vida que estamos viviendo como justos consiste en rumiar estas cosas. Cuando piensan en la Palabra de Dios, les pido que les pregunten a los que no han nacido de nuevo si pueden rumiar como ustedes. Si alguien les critica por no arrepentirse de sus pecados, díganles: “¿Piensan en la Palabra de Dios? ¿Pueden meditar?”.
Es muy importante que hablemos de esto a la gente de nuestro alrededor. Cuando les miro y pienso, estoy completamente convencido de que están en este lugar porque han pensado en la Palabra de Dios. Ninguno de ustedes ha venido aquí si no ha pensado profundamente. Piensen en esto. ¿Podrían estar aquí sentados si sus corazones todavía tuviesen pecados? Aunque tengan muchas debilidades, como piensan en la Palabra de Dios, es decir, como recuerdan que el Señor ha eliminado todos sus pecados a pesar de sus debilidades, pueden venir aquí, alabar a Dios, orarle y ser uno con Él. Si fuesen incapaces de rumiar la Palabra de Dios, no podrían estar aquí sentados.
Lo mismo ocurre conmigo. Solo porque he rumiado la Palabra de Dios puedo he podido vivir hasta este día. Habría muerto hace mucho tiempo si no hubiese podido rumiar. ¿Qué hay de ustedes? ¿No es eso cierto de ustedes también? Si no hubiesen rumiado la Palabra de Dios, habrían caído en la desesperación y habrían muerto. Gracias a que rumiamos, los justos hemos podido vivir hasta ahora. Y seguiremos rumiando la Palabra de Dios. ¿Por qué? Esto se debe a que, a los ojos de Dios, los justos son Su ganado, Sus ovejas, Su pueblo y Sus santos aceptables para Él. Por eso debemos seguir rumiando la Palabra de Dios. Además, aunque los justos somos imperfectos por nuestra cuenta, como tenemos pezuñas hendidas, seguimos la voluntad de Dios.
Los que hemos nacido de nuevo al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu no buscan los intereses de su propia carne. Cuanto más madura y crece su fe, más buscan el interés de Dios solamente. Ellos mismos no tienen importancia por muchas dificultades que tengan. Sabiendo que la gloria de Dios es mucho más importante, siguen a Dios completamente. Se rebajan hasta lo más bajo mientras exaltan a Dios a lo más alto. Así, los nacidos de nuevo viven solo por fe. Todos nosotros somos el pueblo de Dios. Somos los santos que rumian la Palabra de Dios. Somos las personas que siguen la voluntad de Dios. Dios nos ha dado a los justos esta fe para que vivamos nuestras vidas en el mundo por fe y una vida justa en cuerpo y espíritu. Por tanto, es absolutamente indispensable que ejercitemos esta fe.Los justos debemos reconocer la voluntad de Dios en todas las cosas y debemos vivir confiando en Dios siempre. Dios nos ha salvado perfectamente para que podamos recibir todos nuestros deseos y necesidades de Dios durante el resto de nuestras vidas. Dios acepta la fe de los justos y responde todas nuestras oraciones y nos ha dado bendiciones maravillosas a Su propio pueblo. Por tanto, es imperativo que ejercitemos nuestra fe. Aunque no hayan vivido por fe hasta ahora, nunca es demasiado tarde. De ahora en adelante deben utilizar su fe. Deben ejercitar su fe y ver por sí mismos cómo las bendiciones de Dios empezarán a llenarles, ya que la vida diaria de los nacidos de nuevo trata de la fe, una que está separada del mundo.