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Tema 16: Evangelio de Juan

[Capítulo 9-2] ¿Debemos ir a lavarnos en el estanque de Siloé? (Juan 9:1-12)

¿Debemos ir a lavarnos en el estanque de Siloé?(Juan 9:1-12)
“Al pasar Jesús, vio a un hombre ciego de nacimiento. Y le preguntaron sus discípulos, diciendo: ‘Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que haya nacido ciego?’ Respondió Jesús: No es que pecó éste, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él. Me es necesario hacer las obras del que me envió, entre tanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie puede trabajar. Entre tanto que estoy en el mundo, luz soy del mundo.’ Dicho esto, escupió en tierra, e hizo lodo con la saliva, y untó con el lodo los ojos del ciego, y le dijo: ‘Ve a lavarte en el estanque de Siloé’ (que traducido es, Enviado). Fue entonces, y se lavó, y regresó viendo. Entonces los vecinos, y los que antes le habían visto que era ciego, decían: ‘¿No es éste el que se sentaba y mendigaba?’ Unos decían: ‘El es’; y otros: ‘A él se parece’. El decía: ‘Yo soy.’ Y le dijeron: ‘¿Cómo te fueron abiertos los ojos?’ Respondió él y dijo: ‘Aquel hombre que se llama Jesús hizo lodo, me untó los ojos, y me dijo: Ve al Siloé, y lávate; y fui, y me lavé, y recibí la vista.’ Entonces le dijeron: ‘¿Dónde está Él?’ El dijo: ‘No sé.’”
 
 
Estos pasajes de las Escrituras hablan de Jesús según iba pasando, que al encontrarse con un hombre que era ciego de nacimiento, le abrió los ojos.
Una persona ciega se sentiría inmensamente mal y reprimida por no ser capaz de ver lo que está en frente. Este hombre que se menciona en el pasaje de las Escrituras de hoy era ciego de nacimiento, así que desde el punto de vista carnal, ¿no cree que su vida estaba muy condenada? El haber sido ciego de nacimiento, ha de haber sido muy duro para el. Sin embargo, los discípulos continuaban preguntando: “Rabí, ¿quién pecó, éste hombre, o sus padres, para que haya nacido ciego?” ¿Así, que tanto le dolieron esas palabras? Sin embargo, los discípulos de Jesús y las personas cercanas a Él, le preguntaban, sin importarles la causa de su ceguera, como si eso no fuera asunto de ellos. El no se quedó ciego por que quiso, sin embargo ahora tendría que vivir una vida muy dura para el resto de su vida. Entonces, si se entendiera que tendría que seguir viviendo como un ciego durante toda su vida a causa de los pecados de sus padres, o por cierta persona, o por alguien más, este ciego tal vez seguiría teniendo resentimiento por esa persona por toda su vida. De todas maneras, el sentimiento de malestar que tiene que pasar la persona ciega al ser señalada por la gente, sería inexpresable.
 
 

¿Por qué los seres humanos han nacido como el ciego espiritual?

 
El Señor dijo: “No es que pecó éste, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él” (Juan 9:3). Esto significa que él se había quedado ciego a fin de que se manifestaran las obras de Dios. Por lo tanto, todo lo que el ciego tiene que hacer es ver qué tipo de obras son las que Dios quiere manifestar, en lugar de resentirse de sus padres u otra persona.
Entonces, ¿qué significa el pasaje que dice que este ciego tenía que haber nacido así de nacimiento? Este pasaje significa que era la voluntad de Dios para todo el mundo, el nacer esencialmente como un pecador, cuando él o ella haya nacido en este mundo. La Biblia dice que todo el mundo nace como pecador desde su nacimiento, y que todo mundo se ha convertido en un pecador a causa del pecado de un hombre, Adán (Romanos 5:12). Por lo tanto, ¿qué otra cosa podía ser un pecador, sino es que un ciego espiritual fundamentalmente? ¿Que tan sofocante es el ser ciego espiritualmente? A pesar de tener los ojos de la carne abiertos, los ojos espirituales están cerrados, y la persona es ciega, y aunque la persona lea la Biblia, esa persona es incapaz de darse cuenta del Evangelio verdadero del agua y el Espíritu. Y así, esa persona no sabe el significado y la intención de la Palabra de Dios y entonces, ¿Qué tan duro podría ser esto para la persona? Desde el nacimiento, la gente está espiritualmente ciega, y puesto que el ciego no puede conocer la Palabra de Dios por si mismo, debe realmente sentirse mal hasta morir.
Mas aún, a sus curiosos discípulos, nuestro Señor respondía: “No es que pecó éste, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él”. Entonces, ¿qué cree usted que es exactamente la obra que Dios quiere manifestar? Si una persona va a permanecer espiritualmente ciega, antes de saber claramente la razón, lo único que la persona puede hacer es llevar una vida llena de enigmas.
¿Por qué la gente tiene que nacer como pecadora en este mundo desde el nacimiento? ¿Por qué fue que no podían nacer más que como pecadores fundamentales? Si tuviéramos que interpretar esta Palabra abiertamente, no pudiéramos más que decir que, la razón por las que las personas nacen como pecadoras es el manifestar la gloria de Dios. Esto significa que estaba incluido en el plan de Dios. Si es así, debemos averiguar qué clase de plan para nosotros era el plan de Dios.
 
 

Es claramente la voluntad de Dios que había hecho nacer a los seres humanos, esencialmente como ciegos espirituales

 
Esa voluntad recae sobre nosotros convirtiendo un hijo de Dios sin pecado al creer en el perdón de los pecados, es decir, nuestro Señor habiendo bajado a este mundo por nosotros, a perdonar nuestros pecados por el agua y la sangre. Si Dios hubiera hecho que la gente naciera como justa desde el nacimiento, ¿qué habría pasado? el plan de Dios no se habría ejecutado. Además, Dios no habría podido demostrar su justicia para nosotros, su creación. Si hubiéramos nacido como justos, no hubiera habido necesidad de conocer su justicia.
La obra que Dios quiere hacer es así. En el principio, Dios hizo todas las creaciones. Y en el sexto día, Dios creó al hombre a imagen de Dios con el polvo de la tierra. Y con el Espíritu de Dios soplado en la nariz del hombre, este se convirtió en ser viviente. Dios creó al hombre a semejanza de su imagen, porque quería vivir con la gente en el hermoso edén, dándole un corazón que anhela la eternidad (Eclesiastés 3:11). Y, a sabiendas de que las personas caerían en el pecado, Dios hizo planes para vestir a la gente con la bendición de ser Sus hijos mediante el envío de su Hijo unigénito a la humanidad y limpiando sus pecados por el agua, la sangre, y el Espíritu. Y así, es por eso que Dios nos hizo a usted y a mí, nacer como pecadores en la tierra. Entonces, por esta razón, Jesús dijo que las personas nacen ciegas no por los pecados de sus padres o por sus propios pecados, sino sólo porque Dios quiere manifestar las obras que desea en ellos. Por lo tanto, dentro del Evangelio del agua y el Espíritu, debemos convertirnos en los que traen la enorme gloria a Dios, llevando en nuestro corazón la voluntad de Dios y obedeciéndola.
 
 
La obra que Dios quiere realizar en los seres humanos
 
La obra que Dios quiere hacer es convertir a todos los pecadores en hijos de Dios, haciéndolos nacer de nuevo por el Evangelio del agua y el Espíritu. Las personas son nacidas del vientre de la madre, pero una vez que la gente cree en el Evangelio del agua y el Espíritu dado por Jesús y recibe la remisión de los pecados, llega a nacer de nuevo como hijos de Dios. Esto significa que las almas de las personas muertas son devueltas a la vida cuando sus ojos espirituales se abren por el poder de la Verdad del Evangelio. Al igual que una larva se convierte en una cigarra, una persona también nace de nuevo creyendo en el Evangelio del agua y el Espíritu de Jesucristo de corazón, después de haber nacido una vez como un ser humano. Y, al ser limpiados de todos los pecados de uno como la blanca nieve, se puede llegar a ser una persona justa, un hijo de Dios. En otras palabras, creyendo en el Evangelio del agua y el Espíritu, una persona se convierte en hijo de Dios que es partícipe de la naturaleza divina. Dios dijo esto es volver a nacer.
Podemos ver fácilmente en el ambiente natural que una larva en el agua se convierte en una libélula y que un gusano se convierte en una mosca. De igual manera, a pesar de que las personas han nacido en este mundo llevando un cuerpo, hay una manera de nacer de nuevo. Y eso es llegar a ser del pueblo de Dios al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Los que han nacido de nuevo como gente de Dios pueden ir a vivir feliz y eternamente al Reino de Dios. Por eso, en el Evangelio de Juan se dice que una persona que no nace de nuevo no puede ver el Reino de Dios.
La gente tiende a pensar en ambos, gusanos y moscas como algo sucio y espeluznante, pero un gusano, desearía la transformación prontamente, al ver a las moscas volando en el cielo. Y por haber pasado por esa transformación, habría querido volar libremente en el cielo. Es lo mismo con una larva. Ya que su vida como cigarra, sólo duraría unas pocas semanas, y una larva vive bajo tierra aproximadamente unos seis años. E incluso después de haber pasado ese tiempo, no se convierte en una cigarra de inmediato. Después de haber estado bajo tierra durante un período tan largo de tiempo, tendrá que subir a un árbol arduamente y, a continuación, tiene que permanecer como polilla durante un tiempo. Minuciosamente se convierte en una cigarra, pero entonces sólo emite fuertemente un sonido durante una sola temporada de verano y muere. Incluso una simple creación anhela volver a nacer así.
Dios nos permitió nacer de nuevo como su gente. Sin importar si uno lo desea o no, Dios dio el Evangelio del agua y el Espíritu a la toda la humanidad, proveyendo justamente la manera de ser nacidos de nuevo en Jesucristo. Y Dios dijo claramente que la manera de que un pecador se convierta en justo, no es otra que el Evangelio del agua y el Espíritu. En realidad, tanto un pecador naciendo de nuevo, como nosotros volviéndonos hijos de Dios, o yéndonos al cielo, todo esto es por la soberanía de Dios. Que una larva se convierta en una cigarra es algo que se lleva a cabo fundamentalmente por la voluntad del Creador. Del mismo modo, el que usted y yo hayamos nacido en este mundo, se debe también a Dios.
Una persona no puede recibir la remisión de los pecados, incluso si no comete pecados. Además, una persona no puede convertirse en justa por cumplir con la ley a la perfección. Como se dice en el Libro de Eclesiastés capítulo 7, versículo 20, “Ciertamente no hay hombre justo en la tierra que haga el bien y nunca peque”, no hay nadie que no cometa pecado. Por lo tanto, tenemos que nacer de nuevo como justos, aceptando la voluntad de Dios. Y ese método está, precisamente, en el Evangelio del agua y el Espíritu que Dios nos ha dado. Dios nos hace justos. Usted debe entender claramente que no podemos llegar a ser justos por no cometer pecados, sino más bien, es posible porque Dios nos ha hecho justos por el Evangelio del agua y el Espíritu. Quiero reiterar una vez más: podemos llegar a ser justos sólo por el Evangelio del agua y el Espíritu dado por Dios.
¿Qué tipo de obra hizo Dios en nosotros? Antes de tratar de llegar a ser justos por nuestros propios esfuerzos, debemos saber qué tipo de obra Dios hizo en nosotros, con el fin de hacernos nacer de nuevo a los pecadores. Para ello, debemos escuchar cuidadosamente la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu que Dios nos ha dado y también tenemos que observarlo con cuidadosa atención. Debido a que Dios nos ha salvado con el Evangelio del agua y el Espíritu, podemos ser salvos creyendo en esa Verdad. Sin embargo, la mayoría de los cristianos siguen una vida religiosa con fervor, sin darse cuenta de la Palabra de Dios. Tienden a pensar que mientras se esfuercen en todo lo que puedan hacer, ya se trate de la oración y el ayuno, las donaciones, las obras misioneras, o el voluntariado, recibirán la salvación. También hay muchas personas que piensan que la salvación se puede explicar con la siguiente ecuación: Fe en Jesús Cristo + Propios méritos de uno = Salvación. Sin embargo, esta función y respuesta son incorrectas.
En relación a que un pecador nazca de nuevo, ni siquiera un 0.1% de los propios actos de uno tienen que ver. Para que un pecador nazca de nuevo, es por que ha sido enteramente obra de la redención de Dios. El que nos convirtamos en justos e hijos de Dios, es por la gracia de Dios y nada más. Añadiendo apenas un 0.1% de nuestros méritos, eso no ayudaría para nada.
Nuestro Señor nació en este mundo para hacer que los pecadores nacieran de nuevo, y como Él vivió en este mundo como 33 años, terminó tal misión a través del Evangelio del agua y el Espíritu. Sin embargo, la gente no puede nacer de nuevo, ya que ni conocen ni creen en la obra realizada por Jesús. Debido a que se encuentran en un estado de ceguera espiritual, no pueden entender el verdadero significado de la Palabra de Dios, ni aún si leen la Biblia con sus propios ojos. Dios ya ha perfeccionado la salvación y claramente la ha registrado en la Biblia. Por lo tanto, debemos abrir nuestros ojos espirituales y perfectamente ver el Evangelio que Dios nos ha dado.
El pasaje de las Escritura de hoy muestra la obra que nuestro Dios quiere desempeñar en los pecadores. Para curar al ciego, nuestro Señor escupió en el suelo, hizo lodo con la saliva, y se lo untó en los ojos. Jesús es Dios y el Creador. Todo lo que Jesús tenía que hacer, era decir una sola frase: “¡Sea sanado!” Sin embargo, ¿cree que Jesús curó al ciego por escupir en el suelo, amasar y pegarle lodo en sus ojos sin tener poder? ¡No! En este pasaje, lo que el Señor quiere decirnos a través de Él está mostrado. El Señor amasó la tierra con su saliva y abrió los ojos del ciego, de manera que no sólo los que estaban viendo el ciego siendo sanado, sino también gente de esta generación actual, fueran capaces de conocer el secreto de la purificación del pecado, que se muestra en el pasaje y luego recibir la remisión de los pecados.
Tras haber el Señor escupido en el suelo, hizo lodo con la saliva, y ungió los ojos del ciego. Él dijo: “Ve a lavarte en el estanque de Siloé” (Juan 9:7). La traducción de la palabra ‘Siloé’ significa ‘Enviado’.Supongamos por un momento que hay una persona ciega a tu lado ahora mismo. ¿Si yo fuera a ungir sus ojos con un poco de arcilla amasada con mi saliva y luego, si la persona ciega fuera a lavarse en el estanque de Siloé, ese ciego verdaderamente abriría los ojos? Tal método no es el camino para que una persona ciega abra los ojos. En su lugar, debemos encontrar un significado espiritual. Este pasaje nos dice, qué tan condenados estamos los seres humanos, comenzando desde el momento en que nacimos en este mundo y también nos dice, qué tipo de maldición hemos nacido destinados a recibir. En otras palabras, este pasaje nos habla de los pecados de nosotros los seres humanos y el juicio por ellos mismos.
Nacimos con pecados de nacimiento, y si tenemos pecados, entonces ¿cuál es su precio? Es precisamente la muerte espiritual. No importa lo extravagante que vivamos y que tanto sepamos de la Biblia, si alguien todavía tiene pecados en su corazón por no haber vuelto a nacer, entonces ¿qué sería de el/ella en el futuro? La persona irá al infierno. La persona no puede ser más que echada al lago que arde con fuego y azufre. Esa vida está maldita. El Señor nos está diciendo que si nosotros, que nacemos como pecadores, no recibimos el perdón de los pecados, nuestras vidas mismas… serán malditas.
 
 
¿Podría uno saber nuestro propio pecado?
 
A través del libro de Levítico capítulo 13, voy a explicar como son los pecados de la gente. Levítico capítulo 13 muestra cómo los sacerdotes deben discernir la lepra, lo que es algo peculiar. Dios dijo que si la llaga de lepra en una persona es solo un poco, entonces esa persona es impura, pero si la lepra le cubre toda la piel, entonces esa persona es muy pura.
Echemos un vistazo a el libro de Levítico capítulo 13, versículos del 9 al 17.
“Cuando hubiere llaga de lepra en el hombre, será traído al sacerdote. Y éste lo mirará, y si apareciere tumor blanco en la piel, el cual haya mudado el color del pelo, y se descubre asimismo la carne viva, es lepra crónica en la piel de su cuerpo; y le declarará inmundo el sacerdote, y no le encerrará, porque es inmundo. Mas si brotare la lepra cundiendo por la piel, de modo que cubriere toda la piel del llagado desde la cabeza hasta sus pies, hasta donde pueda ver el sacerdote, entonces éste le reconocerá; y si la lepra hubiere cubierto todo su cuerpo, declarará limpio al llagado; toda ella se ha vuelto blanca, y él es limpio. Mas el día que apareciere en él la carne viva, será inmundo. Y el sacerdote mirará la carne viva, y lo declarará inmundo. Es inmunda la carne viva; es lepra. Mas cuando la carne viva cambiare y se volviere blanca, entonces vendrá al sacerdote, y el sacerdote mirará; y si la llaga se hubiere vuelto blanca, el sacerdote declarará limpio al que tenía la llaga, y será limpio.”
En los tiempos del Antiguo Testamento, los sacerdotes examinaban a los que tenían lepra. Debido a que la enfermedad era contagiosa, una vez que un sacerdote confirmaba que una persona tenía lepra, entonces esa persona tenía que ser aislada de los demás. Así como los sacerdotes del Tabernáculo examinaban si una persona tenía lepra o no, ahora los siervos de Dios examinan si una persona es un pecador o una persona justa. Sólo los justos que se han convertido en personas del pueblo de Dios pueden discernir si una persona es o no pecadora.
Si la piel de una persona determinada mostraba manchas de color volviéndose rojas, que se propagaban y se hundían hacia adentro, se decía en un principio que la persona era impura y a continuación, esa persona se le encerraba en su casa. Era porqué la persona estaba bajo sospecha de tener lepra. Después de eso, la persona se encerraba por siete días, y una vez más, la persona era examinada. Si las manchas de color no se habían extendido, entonces se decía que la persona era “limpia” ya que no era lepra. Sin embargo, si la piel se había hundido con el brote y propagación de manchas blancas, la persona era lanzada fuera de la ciudad ya que era lepra.
 
 
¿Qué tipo de leproso es usted espiritualmente?
 
Aquí en Levítico 13:12-13, está escrito: “Mas si brotare la lepra cundiendo por la piel, de modo que cubriere toda la piel del llagado desde la cabeza hasta sus pies, hasta donde pueda ver el sacerdote, entonces éste le reconocerá; y si la lepra hubiere cubierto todo su cuerpo, declarará limpio al llagado; toda ella se ha vuelto blanca, y él es limpio.”
Hay una diferencia entre la Palabra de Dios y lo que normalmente consideramos como sentido común. Dios dijo que un pequeño brote la propagación de la lepra era inmundo, pero que si la lepra había brotado y cubierto toda la piel del paciente de pies a cabeza, entonces era proclamado limpio. ¿Qué piensa usted? Entre una persona contagiada de lepra en todo el cuerpo y una con un poco de lepra, cual cree usted que es más inmunda? Debemos pensar en el significado de este criterio. En el pasaje, Dios les dijo a los sacerdotes que echaran fuera a los que tenían un poco de la lepra en cualquier parte de su cuerpo porque estaban inmundas. Los pacientes leprosos que no fueron arrojados fueron los que tenían la lepra en todo su cuerpo de pies a cabeza y por lo tanto, que se había vuelto blanca.
En la fase incipiente de la lepra, se dice que la piel se vuelve excesivamente delgada y fina. El síntoma inicial de la lepra es que la piel se torna tan fina, que ni siquiera la aplicación de maquillaje de alta calidad la harían así. Entonces, la piel se vuelve de color blanco lechoso, y luego empiezan a brotar llagas. Las mejillas se revientan, así como las orejas. Y empezando con el exudado de las llagas, el cuerpo comienza a pudrirse, y así, todas las articulaciones del cuerpo, empiezan a caer una por una. Sin haber sentido dolor, uno perdería las cejas, la nariz, las uñas, los dedos y los dedos del pie. Así, el sacerdote del Tabernáculo juzgaba a los leprosos, que sus cuerpo habían sido cubiertos por bacilos de la lepra, extendiéndose de cabeza a pies, para ser limpiados.
Esta es una parte que no puede ser entendida por el pensamiento humano. Uno no puede dejar de preguntarse cómo es que alguien que estaba cubierto con un poco de lepra era echado, sin embargo, alguien que estaba cubierto por completo con la lepra era juzgado como limpio, pero el secreto de la Biblia de la remisión de los pecados y la Verdad de Dios está precisamente contenido aquí.
 
 

Todos los humanos eran pecadores ante Dios

 
Una vez que brota la lepra por todo el cuerpo, se puede ver que la persona es leprosa, incluso si un médico no diagnostica la enfermedad de la persona como tal. Y así, incluso si alguien cercano no dice nada de ello, uno puede pensar por uno mismo, “¡Ay, tengo lepra! ¡Tengo que recibir algún tratamiento!” Sin embargo, con sólo un pequeño brote de lepra, uno no lo toma en serio, diciendo: “No puede ser lepra. Voy a estar bien. Solo es una llaguita. Probablemente es sólo una simple enfermedad de la piel.”
Aquí, tenemos que reflexionar sobre nosotros mismos en la forma en que vemos los pecados. Las personas que se reconocen como pequeños pecadores creen que todo está bien, ya que solo han cometido unos cuantos pecados; estas personas no quieren escuchar el Evangelio del agua y el Espíritu y recibir la salvación rápidamente. Tales personas no pueden recibir la remisión de los pecados. Y es por eso que Dios dice que alguien así es más inmundo.
Entonces, ¿qué clase de personas pueden recibir la remisión de los pecados? No son más que aquellos que se admiten como perfectos pecadores, desde la parte superior de su cabeza hasta las plantas de los pies. Aquellos que llegan a recibir la salvación por el Evangelio del agua y el Espíritu son los que dicen: “Yo soy un verdadero pecador. No puedo más que ir al infierno. No hay nada justo en mi, ni bondad, ni ninguna cosa de que jactarme. Por favor, Dios, sálvame de todos estos pecados.”
La Biblia es un libro de la salvación de la humanidad. La Biblia es un libro acerca de Jesucristo, es la Palabra de la remisión de los pecados, es el libro de los planes de Dios para nuestra salvación. La Biblia habla de la remisión de nuestros pecados, y nos muestra el propósito de Dios para la creación de los humanos y la verdad acerca del Cielo. Para aceptar perfectamente esta Palabra, tenemos que saber qué clase de persona nosotros somos ante Dios.
Hay mucha gente en este mundo que cree en Jesús. Si uno subiera a un lugar alto a altas horas de la noche, sería capaz de ver que hay tantas iglesias que nos rodean, mirando las innumerables cruces de luz roja de neón. Sin embargo, entre los que creen en Jesús de esa manera, hay muchas personas que creen ser ‘pequeños pecadores.’ Estas personas tratan de recibir la remisión de los pecados acercándose a Dios, con que han cometido pocos pecados y pidiendo perdón: “Querido Dios, he cometido tales y tales pecados. Eso es todo. Por favor, perdóname de estos pecados.” En lugar de tratar de recibir la remisión de los pecados y nacer de nuevo, fundamentalmente, creyendo en el Evangelio del agua y el Espíritu, solo están pidiendo perdón por aquellos pecados particulares que se auto reconocen.
¿Ese tipo de gente es aceptada ante de Dios? ¿Son de los que creen en Jesús correctamente? Dios no aprueba esa clase de personas, como sus hijos. A la vista de Dios, los verdaderos pecadores son los que han de nacer de nuevo. Si usted sigue pensando que es un pecador pequeño, trate de pensar en algunas cosas una vez más. Usted ha cometido un pecado el día de hoy, pero ¿cree usted que no lo cometerá mañana? Además, ¿cree que puede ir al Cielo siempre y cuando usted tenga una remisión sólo del pecado que ha cometido hoy? Usted estará cometiendo pecados todos los días a medida que siga viviendo en el futuro. ¿Ud. Puede decir: “Querido Dios, por favor perdóname solo este pecado?” Dios ha expiado nuestros pecados de una vez por todas con el Evangelio del agua y el Espíritu. Sin embargo, si estamos tratando de recibir la remisión de los pecados todos los días, ¿debe Jesús repetir a diario la labor de recibir el bautismo de Juan el Bautista y la muerte vicaria en la cruz? Quiero que piensen en esto una vez más.
Nuestro Señor no expió nuestros pecados, solo por sus labios. Él expió nuestros pecados de una vez por todas, completando el Evangelio del agua y el Espíritu. Si usted cree en esto, no es necesario pedir la remisión de los pecados día tras día, porque usted ya ha recibido la remisión de todos sus pecados. Es como decir que usted continuará viviendo sin cometer pecados a partir del momento en que Dios le perdonara solamente uno o dos pecados cometidos.
Dios ha borrado todos nuestros pecados de una vez por todas, entonces, ¿por qué trataría de borrar los pecados restantes con su propia justicia? Dios ha borrado todos nuestros pecados 100% a la perfección por el Evangelio del agua y el Espíritu.
Pero las personas que no están muy conscientes de sí mismos de ser verdaderos pecadores, rezan y lloran, diciendo: “Querido Dios, he cometido mucho este pecado hoy. Por favor, perdónamelo.” Así es como lo hacen, siguen clamando que uno debe recibir la remisión de los pecados todos los días. Sin embargo, aun si estas personas creen en Jesús, no pueden recibir el perdón de los pecados. Aunque tengan una clara fe en la cruz en la que Jesús ha muerto, porque no tienen fe en el bautismo con el cual Jesús se hubo llevado los pecados, no llegan a recibir la remisión. La gente llega a recibir la salvación sólo creyendo claramente que el Señor llegó a este mundo y borró todos los pecados del mundo por el agua y la sangre. Sin embargo, si la gente fuera a pensar que son sólo pequeños pecadores, entonces no van a poder recibir la remisión de los pecados, porque no han pasado todos los pecados a Jesús a la perfección. Cuando Jesús estaba tomando los pecados del mundo de Juan Bautista a través del bautismo, ¿Se ha llevado solo un poco de ellos? ¿Dijo: “Tú, Juan Bautista, dame solo un poco de pecados y dile a la gente que ellos mismos se quiten los que les queden”? Eso nunca fue así. En aquel tiempo, Jesús tomó todos los pecados de la humanidad sin dejar ni uno solo.
Dios salvó a los pecadores graves que no podían dejar de ir al infierno y recibir maldición al 100%, y no a los que se puede salvar con un poquito de su ayuda. Un pecador puede ser salvado solamente por la fe, si Dios expía todos sus pecados. En el nombre de Jesucristo, espero que todos los pecadores de este mundo que estén leyendo este sermón, sepan que son 100% pecadores y que ya sus pecados fueron atendidos de una vez por todas, al creer en el agua del bautismo recibido por el Señor y su sangre.
Nuestro Dios ha borrado los pecados que llenaban a las personas pecadoras al 100%, desde la parte superior de su cabeza hasta las plantas de sus pies. Es porque Dios nos quiere enviar al Cielo. Tenemos que buscar el corazón de Dios a través de las Escrituras, y entender nuestros corazones. Si no es así, no vale para nada. El tener compañerismo entre todos, es compartir nuestros corazones. No es conversando del mundo, ni intercambiando bromas. Es hablarle al corazón con sinceridad. Y así, escuchando al corazón de los demás, es como intercambiar los corazones. Además, es conocer con el corazón lo que hay que hacer para con el prójimo. Esta es la comunión real, y el verdadero amor.
Dios nos dijo: “Ustedes no tienen otra, más que ir al infierno. Si no los hubiera salvado de los pecados por el Evangelio del agua y el Espíritu, no habrían tenido más remedio que recibir maldición.” Se dice que la gente mira la apariencia externa, pero Dios mira el centro del corazón de la persona. Por eso dijo: “Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio. Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón.” (Mateo 5:27-28).
¿Son ustedes o no 100% pecadores que han cometido toda clase de pecados en sus corazones, así como de actos? ¿O son 50% pecadores? Somos 100% pecadores. ¿Pero, si nuestro Dios ha expiado por completo y al 100% nuestros pecados, entonces somos o no personas perfectamente justas? Debido a que el Señor ha expiado los pecados al 100%, ahora somos justos. Nos hemos perfeccionado de una vez por todas al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu.
Si pensáramos en qué clase de personas éramos para Dios antes de haber nacido de nuevo creyendo en el Evangelio del agua y el Espíritu, no podemos menos que reconocer que, habíamos sido de los que fueron completamente inútiles y destinados a ir al infierno. Para Dios, los que han pecado en su corazón, aunque sea sólo en un 1 %, no son hijos de Dios. Y así, se dice que nuestro Señor vino a este mundo para salvar a los pecadores. ¿Que tan pecadores son esos pecadores? Son ciento por ciento pecadores. Nuestro Señor vino a salvar a los pecadores al 100%. Aceptemos o no el Evangelio del agua y el Espíritu, a la vista de Dios, somos pecadores al 100% porque nacimos con el pecado heredado de nuestros padres, incluso si no cometemos pecados. Queridos compañeros creyentes, ¿comprenden esto? A la vista de Dios, somos pecadores 100%. Por esta razón, nuestro Señor ungió el barro hecho con su saliva en los ojos del ciego. Y Él le dijo que fuera a lavarse en el estanque de Siloé.
 
 

La fe correcta

 
¿Por qué el Señor dijo al ciego que fuera a lavarse en el estanque de Siloé? Sabemos que los apóstoles aparecen en el Nuevo Testamento. La palabra ‘Apóstol’ significa un enviado de Dios. Siloé también significa “enviado”. Para recibir la remisión de los pecados genuina, hay que ir a lavarse en el agua con la que Jesús recibió el bautismo. Una persona no está bien, solo por ir y lavarse en el estanque de Siloé sin saber nada acerca de la Verdad. Por supuesto, el hombre ciego fue sanado por haber obedecido la palabra del Señor, pero en realidad, nuestro Señor le había dado al pecador el perdón del pecado, lo que permitió al pecador el ser sanado de la enfermedad de los pecados, por escupir en el suelo y hacer lodo con la saliva. Hemos recibido la remisión de los pecados al creer en esto.
Sólo cuando las personas conocen a los siervos de Dios que han recibido la remisión de los pecados, es decir, aquellos que han sido enviados por Dios, es obvio que pueden claramente descubrir que son verdaderos pecadores y que si murieran ahora, irían al infierno. Después de ello, deben escuchar el Evangelio del agua y el Espíritu que los siervos de Dios les dicen. Al igual que, sólo al escuchar el Evangelio del agua y la sangre con la que nuestro Señor nos ha hecho nacer de nuevo, hace a uno recibir la remisión de los pecados y tener los ojos abiertos brillantemente. Así como el ciego tenía los ojos abiertos a la perfección después de haber sido ungido con el barro hecho con la saliva de Jesús y luego lavarse los ojos en el estanque de piscina de Siloé, también tenemos que abrir nuestros ojos espirituales al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu en el que Jesús recibió el bautismo y murió vicariamente en la cruz por nosotros. El Señor nos está diciendo eso. ¿Pueden entenderlo?
No importa que tan atroz y malvado puede ser un pecador, si esa persona fuera a escuchar y creer en el Evangelio del agua y el Espíritu contado por aquellos que han nacido de nuevo por el Evangelio del agua y el Espíritu, la persona puede recibir la remisión de los pecados. Así como un ciego no puede leer la Biblia, aunque lo intente, un pecador no puede interpretar la Palabra de Dios por sí mismo ni comprender la verdad contenida en la Biblia. Por esta razón, esa persona tiene que escuchar y creer en la Palabra de Dios dicha por aquellos que verdaderamente han nacido de nuevo creyendo en el Evangelio del agua y el Espíritu.
En el segundo libro de Reyes capítulo 5, un comandante llamado Naamán aparece. Él era el comandante del ejército de Siria, un hombre grande y honorable a los ojos de su amo, porque una vez había dado la victoria al rey de Siria. También era un hombre valeroso y poderoso, pero con lepra. A pesar de que tenía todas las cosas necesarias en este mundo, era miserable, por su enfermedad. Y así, para curarse, fue a buscar a Eliseo, un siervo de Dios. Según creía Naamán, la lepra le sería curada solo si viniera Eliseo personalmente, le impusiera sus manos sobre la cabeza, y orara en lenguas, diciendo: “La-la-la, la-la-la.” Así que fue, cabalgando largo camino a Israel.
Eliseo no vio al comandante, sino que envió a decirle a Naamán, a través de su siervo llamado Giezi, que fuera a lavarse en el Jordán siete veces. Al principio, cuando Naamán escuchó esto, se enojó. Desde una perspectiva humana, él tenía toda la razón de estar enojado, ya que Eliseo solo le había pasado las palabras necesarias, mediante el envío de un servidor en lugar de venir a darle la bienvenida, como comandante del ejército de un gran país. Así que, trató de regresar a su país.
Pero en ese momento, uno de los siervos le disuadió de hacerlo. Los siervos persuadieron al comandante Naamán diciéndole: “Padre mío, si el profeta le hubiera dicho que hiciera algo grande, ¿no lo hubiera hecho? ¿Entonces que más, si el dice: “Lávate, y serás limpio?” El criado le estaba diciendo a Naamán que probara una vez, para que no se le hiciera demasiado tarde para regresar a Siria, traer al ejército, y luego aniquilar este país, en caso de que sus palabras no fueran mas que mentiras. Al escuchar esas palabras, el comandante de Naamán juzgó que había algo cierto en ello. Entonces, diciendo: “Bueno”, voy a intentarlo una vez, fue al río Jordán, se quitó la ropa y se lavó siete veces. En ese momento, sano de su lepra, y su carne se volvió como la carne de un niño pequeño.
De esta manera, los pecados de la gente sólo pueden ser limpiados por el agua y la sangre, no por hablar en lenguas o algunas maravillas. Por lo tanto, las aguas del río Jordán a través del cual se recibe la purificación del pecado están escritas en el Antiguo Testamento. Este Evangelio del río Jordán es el secreto del bautismo de Jesús, naciendo de nuevo, y la remisión de los pecados. Lo que puede salvar a los pecadores de todos sus pecados es precisamente… “El Evangelio del agua y el Espíritu.”
 
 

Usted debe creer en el Evangelio del agua y el Espíritu para nacer de nuevo.

 
¿Usted cree en el bautismo del agua que Jesús había recibido en el Río Jordán? Jesús dijo que Él ha salvado a todos los pecadores por el agua, la sangre, y el Espíritu. Jesús salvó perfectamente a Ud. Y a mí por el agua y el Espíritu. Y dice que sólo aquellos que han nacido de nuevo por creer en esta verdad pueden entrar en el Reino de Dios.
Al igual que el comandante Naamán, los que aún no han nacido de nuevo tratan sólo de ir hacia atrás en vez de obedecer la Palabra de Dios, pensando que la Palabra difiere de sus pensamientos. Vienen para recibir el perdón de los pecados, pero entonces tratan de regresar pensando que ello no va con sus pensamientos, diciendo: “Creo que la remisión de los pecados es como algo parecido a lo siguiente: tiene que ser como fuego dentro de mi corazón, y también, tiene que ser como imposición de manos de un gran manera, sonidos de tambor, llorando y rezando en voz alta.” Sin embargo, Dios no salvó a la humanidad a través de su plenitud emocional. Si se trata de recibir la salvación a través de la plenitud emocional, entonces eso es una salvación falsa.
Si desea recibir la remisión de los pecados, debe deshacerse de sus propios pensamientos. Si se atreve a tratar de recibir la remisión de los pecados con sus propios pensamientos, fallará siempre. Si no deshecha sus pensamientos y ni siquiera cree en el Evangelio del agua y el Espíritu con el que Jesús ha expiado todos tus pecados, se irá al infierno infaliblemente. Sabiendo el ciego que Jesús iba a ungirle en los ojos barro hecho con su saliva, se hubiera resistido diciendo que no quería, pero no hubiera podido abrir los ojos. Si él hubiera pensado, “¡incluso sin eso, he sido tratado con desprecio como alguien que nació ciego, y ahora vas a ungirme los ojos con barro hecho con la saliva!” Realmente, ¿cree usted que un ciego no tiene autoestima?”. Habría dicho, con un orgullo herido, “Aunque no pueda abrir los ojos, deja que sea así. No puedo tomar parte en un acto tan sucio. No lo haré.” Y luego, si hubiera seguido así de terco y negado obedecer al Señor, él nunca habría sido capaz de abrir los ojos a lo largo de su vida. Pero el ciego se encomendó totalmente a Jesús.
También debe desechar su autoestima con el fin de recibir la remisión de los pecados. Los que hicieron que Naamán el comandante escuchara el Evangelio fueron una niña pequeña y Giezi. Los siervos de Dios que hacen sus obras pueden parecer como inútiles con un aspecto lamentable en el exterior. Pero Dios obra de una manera que es diferente del pensamiento humano. Nuestro Señor tampoco mostró su majestuosidad cuando vino a la Tierra. En verdad, nuestro Señor se mostraba humilde, aún más que la gente común, y por ello, conoció e hizo amistad con los pobres, enfermos, y lúgubres. Y además, los salvó de todos sus pecados. También en esta época, nuestro Señor quiere perdonar los pecados de la gente. Así como Él había estado con los humildes, cuando estuvo en este mundo hace mas de 2000 años, todavía quiere estar junto a aquellos que tienen un corazón humilde, dándose cuenta de que ellos mismos son verdaderos pecadores.
Quiero que sepa este hecho. Estoy hablando del hecho de que para recibir la remisión de los pecados, debe deshacerse de sus propios pensamientos. La gente, sin importar quiénes sean, tienen sus propios pensamientos y normas. ¿Tiene Ud. alguna norma que diga: “Uno va a recibir la remisión de los pecados de tal o cual manera”? Usted debe desechar eso. Para nacer de nuevo, usted debe desechar todos los estilos, estándares y propios pensamientos. Debe quitárselos todos, para poder recibir el Evangelio del agua y el Espíritu que Dios le da.
El Señor dijo al ciego: “Ve a lavarte en el estanque de Siloé.” Esto significa que debemos conocer a los apóstoles enviados por Dios, en otras palabras, las personas que fueron enviados por Dios. Los pecadores deben conocer a los justos enviados por Dios. Esto, en otras palabras, significa que usted debe conocer aquellos que han recibido la remisión de los pecados por el Evangelio del agua y el Espíritu antes que Ud. Cuando conoce a una persona justa que ha recibido la remisión de los pecados por el Evangelio del agua y el Espíritu, usted puede recibir la remisión definitiva de los pecados. “Siloé” se refiere a los siervos de Dios que están propagando el Evangelio de la justicia de Dios. Y los ciegos se refiere a los pecadores que tienen que recibir la remisión de los pecados. Todo pecador debe conocer a los que están propagando el Evangelio del agua y el Espíritu sin falta.
El pasaje de las Escrituras de hoy en el libro de Juan capítulo 9 se habla sobre esto. En este capítulo, todo lo que el ciego hizo fue escuchar la Palabra de Jesús en la que se le dijo que fuera al estanque de Siloé, y se lavara allí, luego volvió sanado de la vista. Así, se dijo: “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.” (Romanos 10:17), si vas a la iglesia de los nacidos de nuevo, los pecados en tu corazón son limpiados por completo. Al escuchar y creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, te vuelves como el pasaje de las Escrituras en el libro de Isaías que dice: “Si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana.” (Isaías 1:18). Al igual, nuestro Señor ha limpiado por completo todos nuestros pecados a través del Evangelio del agua y el Espíritu.
Los discípulos de Jesús eran todos justos. ¿Ahora mismo en este mundo, hay gente justa? Sí, la hay. No son más que aquellos que han nacido de nuevo por el Evangelio del agua y el Espíritu. Jesús vino a este mundo en carne humana y se llevó todos nuestros pecados a través del bautismo que había recibido de Juan el Bautista. Entonces, para que nosotros los pecadores nos reconciliemos, se entregó como propiciación. Nuestro Señor nos ha hecho justos por el agua y la sangre. Por lo tanto, debemos saber que los seres humanos somos pecadores desde el nacimiento. Debemos darnos cuenta de que Jesús ha lavado todos los pecados, dándonos, a los nacidos como pecadores, el agua y la sangre y vicariamente recibiendo todo el juicio por nosotros, Él ha hecho a los que creen en esta verdad, hijos de Dios nacidos de nuevo.
¿Qué clase de pecadores somos los seres humanos? Somos los peores pecadores que cometen innumerables pecados de corazón, que retienen los pecados en su interior, y que cometen pecados a través de actos hasta morir. Sin embargo, porque el Señor amó tanto a tales pecadores como a nosotros, Él limpió todos nuestros pecados por el Evangelio del agua y el Espíritu. A través del relato de un hombre ciego que regresó viendo, después de haberle dicho el Señor que fuera a lavarse en el estanque de Siloé, Él nos habló acerca de la salvación dada por el agua y el Espíritu. De esta forma, un pecador llega a recibir la remisión de los pecados por creer en Jesús a través del Evangelio del agua y el Espíritu. Todo lo que tiene que hacer es ir a lavarse en el estanque de Siloé.
Me gustaría hablar con usted de cómo me había ido a lavar los ojos en la piscina de Siloé. Ahora han pasado unos 30 años desde que había empezado a creer en Jesús. Pero, durante los primeros 10 años de la vida cristiana, yo había vivido como un cristiano pecador. Durante esos 10 años, que yo estaba estudiando Teología, estaba en agonía constante a causa de los pecados dentro de mi corazón. Pero el Señor se reunió conmigo.
Antes de nacer de nuevo, cuando leía la Biblia, no podía entender el verdadero significado de la palabra porque había espiritualmente estado ciego, tan severamente que, lo que era negro eran sólo letras y lo que era blanco era sólo de papel. A veces, he leído con emoción plena, pero la plenitud emocional no duró mucho. Y en la mayoría de ocasiones, me quedaba pensando: “¿Lo que es negro son sólo letras y lo que es blanco es sólo papel?” Hay una característica común en todos los que creen en Jesús sin haber nacido de nuevo: en el principio de su fe en Jesús, creer en Él los hace sentirse realmente bien, pero en cuanto mas creen y creen, se cansan, por aquellos pecados que todavía permanecen en sus corazones. Alguien que esté en agonía por los pecados, atormentándose en su interior del corazón a pesar de tener fe en Jesús, es una prueba clara de que la persona no ha nacido de nuevo. En ese entonces, porque yo creía sólo en la sangre de la Cruz, sin estar consciente del Evangelio del agua y el Espíritu, tampoco fui capaz de recibir la remisión de los pecados.
Sin embargo, una vez que obtenga la remisión de los pecados a través del Evangelio del agua y el Espíritu, ya no se preocupará por los problemas del pecado. Ya que todo ha sido resuelto. Con el fin de recibir la remisión de los pecados, usted debe examinar cuidadosamente si se reconoce claramente como un pecador que realmente no tenía otra, más que ir al infierno. Sólo de esta forma, puede recibir la remisión de los pecados al escuchar el Evangelio. Si no sabe qué tan pecador es usted porque los pecados más profundos de su corazón no se le han salido, no puede convertirse en una persona perfectamente justa, al 100%.
Nosotros, los seres humanos no vivimos todos los días en la virtud, y luego por alguna razón, por accidente, cometemos pecados. Más bien, cometemos pecados, porque los 12 tipos de pecados dentro de nosotros se manifiestan (Marcos 7:21-23). Alguien puede parecer tan virtuoso que puede ser que la persona no cometa ningún pecado. Pero es porque la persona oculta el pecado en el interior del corazón con actos virtuosos y e imágenes justas. Los seres humanos, independientemente de quiénes sean, son esencialmente aquellos que cometen pecados hasta la muerte. Desde una perspectiva espiritual, los pecados que todavía no ha cometido usted, son en realidad los mismos pecados que ya ha cometido. También se incluyeron en los pecados del mundo que había pasado Juan el Bautista a Jesús a través de la imposición de manos.
Y así, nuestro Dios ha borrado todos nuestros pecados. Y el Señor nos ha mostrado el secreto de la remisión de los pecados a través del milagro de abrir los ojos del ciego. Si desea recibir la remisión de los pecados, como este hombre ciego, debe conocer a nuestro Señor, y como Él ordena, ir a los que han sido enviados por Dios y escuchar su Palabra. El Señor nos ha dado el relato del hombre ciego para enseñarnos acerca de esto.
Entender la Palabra de Dios correctamente no es difícil. Si usted cree en la palabra clave dada por Dios para ser nacido de nuevo, el Evangelio del agua y el Espíritu, puede nacer de nuevo de una vez. Y, al escuchar la Palabra de Dios cada vez más, usted será capaz de entender lo que esta Palabra del Evangelio, mediante el cual usted ha recibido la purificación de los pecados, está diciendo.
Dentro del cristianismo de hoy y de esta era, hay muchos ministros que continúan ministrando sin haber nacido de nuevo. Como siguen ministrando sin haber nacido de nuevo, ni siquiera saben si sus seguidores han nacido o no de nuevo. Si echamos un vistazo a las Escrituras, los falsos pastores que no pueden discernir espiritualmente las ovejas de las cabras se les conoce como empleaduchos. Nosotros, los siervos nacidos de nuevo somos precisamente, el estanque de Siloé mencionados en el pasaje de las Escrituras de hoy. Sin importar que sea él o ella, cualquier persona ciega puede ser limpiada, yendo a lavarse al estanque de Siloé, según lo instruido por el Señor. El lugar para el perdón de los pecados es el estanque de Siloé.
El Evangelio del agua y el Espíritu, según el cual Jesús recibió el bautismo y murió vicariamente en la Cruz, es la fuente de la salvación. Por eso nuestro Señor dijo: “Mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna” (Juan 4:14). La fuente del agua que brota para la vida eterna es tal que, cuanto más se obtiene de ella, más regocijante se vuelve para usted, y el agua sale más bella y agradable. Usted también comprenderá esto, una vez que obtenga la remisión de los pecados.
Queridos hermanos creyentes, ¡vayan y lávense en el estanque de Siloé! ¿No quieren abrir sus ojos yendo a lavarse en el estanque de Siloé tras haber tenido el lodo que hizo Jesús con su saliva ungido en los ojos? En cuanto a todos ustedes, por favor, nazcan de nuevo abriendo sus ojos espirituales viniendo a la Iglesia de Dios ahora mismo, y escuchar y creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Mientras ustedes tiene la fe adecuada para aceptar que son verdaderos pecadores, también serán capaces de oír la Palabra de Dios y tener una remisión completa de tantos pecados, que son como una espesa nube. Para ello, hay que ir y limpiar sus pecados espiritualmente en el estanque de Siloé.
Espiritualmente, el estanque de Siloé significa ‘aquellos que han sido enviados por Dios.’ Ahora mismo, ustedes deben creer en el Evangelio del agua y el Espíritu a través de los que creen en la justicia de Dios desde antes que usted. Esto es porque que si ustedes creen en el Evangelio del agua y el Espíritu, sus pecados les serán perdonados totalmente.