(Marcos 1:1-11)
“Principio del Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. Como está escrito en Isaías el profeta:
‘He aquí, yo envío mi mensajero delante de tu faz,
el cual preparará tu camino delante de ti.’
‘Voz del que clama en el desierto:
Preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas’.
Bautizaba Juan en el desierto y predicaba el bautismo del arrepentimiento para perdón de pecados. Y salían a él toda la provincia de Judea, y todos los de Jerusalén; y eran bautizados por él en el río Jordán, confesando sus pecados. Y Juan estaba vestido de pelo de camello y tenía un cinto de cuero alrededor de sus lomos; y comía langostas y miel silvestre. Y predicaba, diciendo: ‘Viene tras de mí el que es más poderoso que yo, a quien no soy digno de desatar encorvado la correa de su calzado. Yo a la verdad os he bautizado con agua; pero él os bautizará con Espíritu Santo.’ Aconteció en aquellos días, que Jesús vino de Nazaret de Galilea, y fue bautizado por Juan en el Jordán. Y luego, cuando subía del agua, vio abrirse los cielos, y al Espíritu como paloma que descendía sobre él. Y vino una voz de los cielos que decía: ‘Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia.’”
¿Desde dónde empieza el Evangelio de Dios?
Como continuación del sermón de esta mañana, vamos a ver la Palabra del Evangelio de Marcos capítulo uno, esta tarde.
El comienzo de este pasaje dice: “El principio del Evangelio de Jesucristo, el Hijo de Dios.” Y entonces es seguido inmediatamente por la historia sobre el ministerio de Juan el Bautista. Aunque el ministerio de Juan el Bautista no puede ser comparado con la importancia del ministerio de Jesús, los autores de los cuatro Evangelios nos enseñan que el Reino de Dios comienza con el ministerio de Juan el Bautista antes de hablar del ministerio de Jesús. Es debido a que el ministerio de Dios empezó cuando el Señor tomó todos los pecados de este mundo de una sola vez al recibir el bautismo de Juan el Bautista; solo después de ello, cumplió Él su Evangelio, al llevar a la cruz aquellos pecados y ser resucitado de entre los muertos.
Por lo tanto, los autores de los cuatro Evangelios están diciendo que fue el ministerio de Juan el Bautista antes de que Jesús comenzara la vida pública de su ministerio. El ministerio de Juan el Bautista es importante porque marca el inicio de Jesucristo como el comienzo del Evangelio de Dios. Juan el Bautista, que aparece en los cuatro Evangelios es el que pasó todos los pecados del mundo a Jesús bautizándolo, y es también la persona que fue profetizada en el Libro de Isaías del Antiguo Testamento.
Está escrito:
“Voz que clama en el desierto:
‘Preparad camino a Jehová;
Enderezad calzada en la soledad a nuestro Dios’” (Isaías 40:3).
El personaje principal mencionado aquí es Juan el Bautista. En otras partes de las Escrituras, el Señor dijo: “He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí” (Malaquías 3:1). Y aquí ‘mi mensajero’ también denota Juan el Bautista.
Y como se registra en el pasaje de la Escritura de hoy, dice:
“Voz que clama en el desierto:
‘Preparad camino a Jehová;
Enderezad calzada en la soledad a nuestro Dios.’” Bautizaba Juan en el desierto y predicaba el bautismo del arrepentimiento para perdón de pecados. Y salían a él toda la provincia de Judea, y todos los de Jerusalén; y eran bautizados por él en el río Jordán, confesando sus pecados” (Mark 1:3-5).
Juan el Bautista es al que esta Palabra se refiere y da testimonio. Podemos ver que el ministerio de Juan el Bautista es guiar a la gente a Jesucristo. Seis meses antes de que Dios Padre enviara a su Hijo Jesucristo a este mundo, envió a Juan el Bautista para preparar el camino para su Hijo. Podemos ver aquí que Juan el Bautista es “el que prepara el camino para el Señor.” En otras palabras, era necesario para nuestro Señor el venir a este mundo y recibir el bautismo de Juan el Bautista, a fin de salvarnos de los pecados del mundo.
El Señor dijo que Juan el Bautista que bautizó a Él, es el Elías que prometió enviar en el Antiguo Testamento. El ministerio de Juan el Bautista estaba en “Preparando el camino y haciendo Su senda recta” Juan el Bautista fue la persona que Dios envió para hacer la obra de pasar los pecados del mundo a Jesucristo al bautizarlo (Mateo 3:15). Se debe a que Jesús fue capaz de recibir los pecados de este mundo a la vez a través de Su bautismo dado por Juan el Bautista. Este bautismo era un ministerio que era absolutamente necesario para cumplir con toda la justicia de Dios. El principal ministerio de Juan el Bautista fue pasar los pecados de este mundo a Jesucristo bautizándolo. Este bautismo de Jesucristo era la verdadera esencia del hecho de pasar el pecado de un pecador sobre el animal de sacrificio, en el sistema de sacrificio del Tabernáculo en el Antiguo Testamento. Así como el animal de sacrificio tomaba los pecados de un pecador y moría en el Antiguo Testamento, el Señor llevó los pecados del mundo a la Cruz y pagó el precio de los pecados de la humanidad con el derramamiento de su sangre en ella, porque Él llevó consigo los pecados de este mundo de una vez por todas al recibir el bautismo de Juan el Bautista. Esto significa que todas estas obras de Jesucristo, Su venida a este mundo, recibiendo el bautismo de Juan el Bautista, y siendo crucificado en la cruz, constituye su salvación que nos redimió de los pecados de este mundo.
Por lo tanto, Dios Padre envió a Juan el Bautista a este mundo antes de enviar a su Hijo para hacerlo realizar la obra de Dios. Dios Padre hizo que Juan el Bautista bautizara a Jesucristo para que tomara todos los pecados de este mundo a la vez, al recibir el bautismo de él y recibiera el juicio por todos nuestros pecados en la Cruz. Dios Padre envió a su Hijo unigénito al mundo, preparando el cumplimiento de toda justicia, al recibir el bautismo de Juan el Bautista y tomar todos los pecados del mundo sobre sí mismo. Por lo tanto, Dios Padre hizo que Jesucristo cumpliera perfectamente con su ministerio, a través de Juan el Bautista.
Podemos confirmar que Juan el Bautista es un verdadero siervo de Dios cuando vemos que hizo su ministerio en obediencia y en unidad con la voluntad de Jesús. Podemos entender que Dios obro junto con Juan el Bautista, cuando vemos que él bautizó a Jesús, para cumplir toda justicia de Dios y que Jesucristo cumplió toda la justicia de Dios al recibir el bautismo de Juan el Bautista.
El método de salvación de Dios es verdaderamente justo y bello. Juan el Bautista cumplió su ministerio sin falta, porque pasó los pecados de este mundo a Jesús bautizándolo. Por eso Jesús fue preparado esencialmente para la obra de borrar los pecados de la humanidad al convertirse en el Cordero de Dios. Por el bautismo que el Señor recibió de Juan el Bautista, Él se convirtió inmediata y adecuadamente en la ofrenda del sacrificio, como el Cordero de Dios, que expía los pecados del mundo. Para confirmar lo que sabía, lo que vio y el ministerio de pasar los pecados a Jesús Cristo al bautizarlo, Juan el Bautista dijo: “¡He aquí, el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!” (Juan 1:29). Juan el Bautista fue testigo de que Jesús es el Cordero de Dios y que debido a esto, Él es el redentor que salvará a la humanidad de sus pecados tanto por Su bautismo, como por la Cruz. Juan el Bautista fue enviado a este mundo y pasó los pecados de este mundo a Jesucristo al bautizarlo. Por lo tanto, Juan el Bautista fue un siervo de Dios, quien fue más que suficiente para dar testimonio de que Jesucristo es el Salvador de este mundo.
Espiritualmente hablando, nuestra labor de predicar el Evangelio del agua y el Espíritu ha sido posible gracias al ministerio de Juan el Bautista y el ministerio de Jesucristo. Dios Padre quiso que su Hijo Jesucristo cumpliera con la justicia de Dios al recibir el bautismo de Juan el Bautista. Por lo tanto, Jesucristo recibió de Juan el Bautista, el bautismo en cumplimiento de la justicia de Dios. La obra de Juan el Bautista, bautizando a Jesucristo en este mundo fue la de cumplir toda justicia de Dios.
Los pecados de este mundo todavía quedarían intactos si Juan el Bautista no hubiera bautizado a Jesús en el río Jordán. Si Él no fuera bautizado, ¿cómo sería posible que Jesús borrara los pecados de este mundo solo por ser colgado en la Cruz? Por lo tanto, Dios envió a Juan el Bautista seis meses antes que Jesús, e hizo la obra de pasar todos los pecados de este mundo a Jesús de una sola vez, al bautizarlo. Entonces, se hizo posible para la gente que cree en este hecho, el recibir la salvación. Y Juan el Bautista habló de sí mismo, “Viene tras de mí el que es más poderoso que yo, a quien no soy digno de desatar encorvado la correa de su calzado.” Juan el Bautista fue testigo de todo acerca de quién es Jesucristo y que Él es el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo de una vez por todas al recibir el bautismo de él. Con ello, él guía a la gente que cree en el bautismo de Jesús y su sangre de la Cruz que cumplió toda la justicia de Dios para la salvación de los pecados en el futuro. Ahora, la gente que sigue la justicia de Dios, acepta como su salvación, el testimonio del ministerio de Juan el Bautista y el de Jesucristo. La evidencia de Juan el Bautista bautizando a Jesucristo, hizo posible para nosotros el creer que Jesucristo se convirtió en el Salvador que tomó todos nuestros pecados sobre sí mismo al recibir el bautismo de Juan el Bautista.
¿Estamos nosotros también haciendo la obra justa?
Nosotros, los que creemos en el Evangelio de Dios, es decir, el Evangelio del agua y el Espíritu, estamos haciendo la obra de Dios en diversas formas y lugares, y estamos haciendo tales obras con el fin de cumplir con la justicia de Dios. Al igual que Juan el Bautista, también somos las personas que están preparando el ministerio del Señor y preparando la obra de predicar el Evangelio del agua y el Espíritu en todo el mundo. Cuando miro a las obras que Juan el Bautista había hecho en este mundo, creo que con el fin de predicar el Evangelio del agua y el Espíritu en todo el orbe, debemos predicar las obras de Juan el Bautista, bautizando a Jesús y Él tomando todos los pecados del mundo sobre sí mismo al recibir el bautismo y ser crucificado en la Cruz.
Juan el Bautista también hizo el trabajo de amonestar a la gente de deshacerse de sus ídolos y volver a Dios. Juan el Bautista señala los pecados del pueblo adorando a los ídolos y les hizo arrepentirse y volver a Dios diciendo: Ustedes deben volver a Dios y deben saber y creer que Jesucristo es el Salvador que cumplió la justicia de Dios. Sin embargo, ustedes y yo no podemos hacer la obra ahora como Juan el Bautista hizo en ese tiempo. Pero estamos siendo testigos de que Juan el Bautista pasó los pecados del mundo a Jesús de una vez por todas al bautizarlo. Creo que alguien tendría que dar testimonio de la obra de Dios si en realidad nosotros no fuéramos testigos de tales obras justas de Dios. Por lo tanto, el Señor encomendó la justicia de Dios a ustedes y a mí, que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu y nos hizo predicarlo.
La Palabra en el libro de Génesis registra genealogías de quién engendró a quién y así sucesivamente. Se dice que los siervos de Dios habían caminado con Dios por tantos años y engendraron a tal y tal, y habla de los descendientes de la fe. Dios estaba manifestando su voluntad a través de sus siervos. Por ejemplo, cuando nos fijamos en la fe de estas personas, como Noé, Abraham, Isaac o Jacob, podemos ver que Dios manifestó su voluntad y la cumplió a través de estos hombres de fe. Dios había hecho así Su obra a través de sus siervos en aquel tiempo y está haciendo la obra de la justicia, incluso en este momento a través de ustedes y de mí que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu.
Jesús envió a Juan el Bautista y luego vino a este mundo y comenzó la obra del Evangelio de la salvación, especialmente mediante la recepción de los pecados de este mundo sobre sí mismo, al recibir el bautismo de Juan el Bautista. Por lo tanto, Jesús obedeció la voluntad de Dios Padre y nos dio la salvación que cumple toda la justicia de Dios, la que fue para todo el mundo llevándose los pecados del mundo al recibir el bautismo e ir a la Cruz. Incluso ahora, Jesús está haciendo la obra de Dios a través de ustedes y de mí. Esto significa que el Señor nos hace predicar el Evangelio del agua y el Espíritu a fin de que innumerables personas se arrepientan verdaderamente.
Estos días hemos estado publicando libros de sermones sobre el Libro de Génesis para impulsar hacia adelante nuestro ministerio de literatura. Hemos terminado de traducir el capítulo 1 del Libro de Génesis y probablemente será subido a nuestro sitio web como libro electrónico esta semana. Ahora trabajaremos en el capítulo dos y lo subiremos en breve como libro electrónico. No tengo mucho tiempo para predicar en estos días, pero tengo tantos sermones que había predicado antes. Vamos a producir un libro del libro de Génesis capítulo dos, otro libro del capítulo tres, y otro libro del capítulo cuatro, también.
No estoy diciendo que es genial que muchos libros se publican a partir de mis sermones. Lo que estoy diciendo es que es maravilloso que podamos predicar la voluntad de Dios a través de la Palabra de Dios en cada capítulo del libro del Génesis. Es porque podemos predicar la voluntad de Dios en diversos relatos de varias partes de la Biblia. Estamos sacando sermones que habíamos compartido antes del almacén de la Verdad y produciendo libros electrónicos y evangelizando con ellos. Y el contenido de estos libros se centra en el mismo Evangelio del agua y el Espíritu. Predicando este Evangelio de la justicia de Dios es dar testimonio del ministerio de Juan el Bautista y del de Jesús. Todas las obras de Dios se cumplen cuando predicamos la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu a través de la Palabra de Dios, poco a poco.
Nos hemos esforzado en predicar el Evangelio del agua y el Espíritu a muchas personas hasta ahora, pero todavía quedan muchísimas personas que recibirán la verdadera salvación mediante la lectura de nuestros libros sobre el Evangelio del agua y el Espíritu y creyendo en él de corazón. El tiempo ha llegado para todas las personas de conocer y creer en el Evangelio del agua y el Espíritu y recibir la salvación de todos sus pecados. Con el fin de hacer esto, debemos trabajar dar testimonio aún más sobre el ministerio de Jesús y el papel de Juan el Bautista a través de la Palabra de Dios.
El ministerio de literatura que ustedes y yo estamos haciendo es absolutamente necesario. La tarea de predicar el Evangelio del agua y el Espíritu a todo el mundo es maravillosa. Juan el Bautista pasó los pecados de este mundo a Jesús bautizándolo, y Dios dio la verdadera salvación a la gente que cree en la justicia de Dios a través de Su obra y la obra justa de Jesús, que tomó los pecados del mundo sobre sí mismo de una sola vez al recibir el bautismo y haber pagado por ellos, con el derramamiento de sangre. Debemos saber que somos los siervos justos de Dios y que llevamos a cabo la obra de Dios por la fe. Así como Juan el Bautista preparó el camino del Señor, ustedes y yo también debemos trabajar duro para difundir el Evangelio del agua y el Espíritu por todo el mundo. Siempre debemos estar dispuestos a predicar el Evangelio del agua y el Espíritu y hacerlo con fe. No hay limpieza de pecados en el corazón de la gente sin la predicación del Evangelio del agua y el Espíritu. El mundo entero no será evangelizado sin este Evangelio, del agua y el Espíritu. Por lo tanto, debemos prepararnos aún más por la fe, si queremos extender el Evangelio de la justicia de Dios. Debemos hacer esto como la manera en que las mujeres preparan muchas cosas para dar a luz a un niño.
Predicar el Evangelio del agua y el Espíritu es precisamente lo que el Señor quiere que hagamos. ¿Que tan útil sería esta obra de Dios si hicimos Su obra conociendo la justicia de Dios y teniendo convicción absoluta en ello? Debemos predicar el Evangelio del agua y el Espíritu y orar a Dios por esta tarea. Cuanto más afrontemos este reto, más cumple Dios todas estas obras, por lo tanto, ¿que trabajo puede dar más felicidad que este? ¿Quien es en realidad la persona más feliz de este mundo? Somos nosotros, las personas que hemos recibido el perdón de todos nuestros pecados creyendo en el Evangelio del agua y el Espíritu, y somos el pueblo cosechando espiritualmente de acuerdo al esfuerzo que ponemos por la obra de la justicia de Dios. Estas son las razones por las que somos… las personas más felices.
Es una bendición el poder cosechar y comer las cosas por las que trabajamos. Estaríamos satisfechos si todas las cosas que hemos preparado se utilizaran para la predicación del Evangelio del agua y el Espíritu y muchas almas perdidas recibiendo el perdón de sus pecados. Somos la gente que hemos recibido las bendiciones de Dios. Somos el pueblo verdaderamente bendecido ante la presencia de Dios. Ustedes y yo debemos vivir para este trabajo si estamos haciendo la obra de Dios y si estamos absolutamente seguros de que hemos recibido las bendiciones de Dios. Las obras que ustedes y yo estamos haciendo ahora es la preparación para el Reino del Señor. Tal obra es hacer directamente el camino al Señor.
¿Qué tan difícil es hacer el ministerio de Jesucristo en este mundo en estos días? El ministerio verdaderamente difícil atestigua el ministerio de Juan el Bautista y también da testimonio de que Jesucristo es el Cordero de Dios. Por lo tanto, está escrito: “Enderezad sus sendas.” Esto nos dice que “el camino del Señor” es una senda muy difícil. El Señor tiene dones infinitos, pero la Escritura da testimonio de que el ministerio de Juan el Bautista era necesario para que Jesús tomara los pecados del mundo sobre sí mismo para salvarnos de los pecados del mundo. El Señor no nos obliga a hacer la obra de Dios. Él ha realizado la obra de salvar a toda la humanidad de los pecados del mundo y quiere usarnos a los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu como instrumentos de su justicia. Así que nos hemos convertido en las personas verdaderamente felices.
Por lo tanto, tenemos que predicar el Evangelio del agua y el Espíritu con la firme convicción de la fe. El ministerio de Juan el Bautista era absolutamente necesario en el cumplimiento del Evangelio del agua y el Espíritu que estamos predicando ahora. Enviamos libros que contienen el Evangelio del agua y el Espíritu, pero no hemos podido enviar muchos más en estos días. Por lo tanto, hemos seguido subiendo libros electrónicos en nuestro sitio web para predicar el Evangelio verdadero a través de Internet.
Muchas personas que viven en todo el mundo no saben lo que el Evangelio del agua y el Espíritu es en el momento. Hay tanta gente que ni siquiera ha oído hablar de este Evangelio todavía; aun cuando tratamos de predicar el Evangelio del agua y el Espíritu, tenemos que reflexionar sobre cuántos libros se deben publicar para llevar a cabo esta misión, y cuántas veces más debemos predicar este Evangelio. Tenemos que predicar el Evangelio del agua y el Espíritu y erradicar las falsas enseñanzas de la cizaña mediante la distribución de libros. Debido a que Satanás ha plantado muchos falsos Evangelios de confusión, hemos tenido que limpiar primeramente esta cizaña y luego plantar las semillas del verdadero Evangelio del agua y el Espíritu en su lugar.
¿Cuánto más trabajo tienen que hacer los siervos de la justicia de Dios para lograr esto? Si se tratara de un campo que ha sido cultivado continuamente, entonces podrían simplemente ararlo y plantar rápidamente la semilla, pero este campo, para el cultivo del Evangelio en el mundo entero, es un campo que no ha sido arado por un tiempo muy largo. Por ejemplo, en el caso de un campo que ha permanecido inactivo durante cientos o incluso miles de años, ustedes probablemente saben cuánto esfuerzo se llevaría el trabajo de arar la tierra, plantar semillas, cultivar y que crezca allí la cosecha. Estas obras no pueden ser hechas por nadie, excepto por los agricultores de la justicia de Dios.
El cristianismo genuino se inició cuando Juan el Bautista y Jesucristo vinieron a este mundo a cumplir el Evangelio del agua y el Espíritu; y duró hasta que los apóstoles y los discípulos de Jesús estaban vivos en este mundo y un poco más de tiempo a partir de entonces. Pero por desgracia el cristianismo estaba bajo una terrible persecución, hasta que éste fue anunciado como la religión oficial del Imperio Romano. Posteriormente este cristianismo se convirtió en el catolicismo y estaba envuelto en la oscuridad durante más de 1000 años. Después de este período, Martín Lutero empezó la reforma religiosa a principios del año 1500 d.C. no intencionalmente. A mediados del siglo XVI, Juan Calvino y los reformadores religiosos se unieron a este movimiento. Muchos líderes religiosos se manifestaron en Europa; y al parecer, sostienen que el cristianismo de hoy se ha producido como consecuencia de esto.
Sin embargo, esto no es del todo cierto. Cuando buscamos a través de la Historia del mundo y del cristianismo, podemos ver que el cristianismo comenzó hace más de 2000 años, cuando Jesús vino a este mundo y salvó a los pecadores de sus pecados llevándose todos los pecados del mundo a través del bautismo que recibió de Juan el Bautista y la preciosa sangre que derramó en la cruz. El cristianismo comenzó a partir de ese momento, pero la gente que había compartido esta fe de los Apóstoles comienza a desaparecer de este mundo alrededor del año 313 d.C. cuando el Edicto de Milán se emitió. Después de que las semillas del Evangelio falso se habían sembrado en este mundo. Este fue el Evangelio sin el bautismo que Jesús recibió de Juan el Bautista. Desde entonces, el verdadero Evangelio del agua y el Espíritu no se ha discutido incluso como conocimiento. Pero sólo un Evangelio deteriorado se ha sembrado en el campo de los corazones de la gente y el Evangelio se ha extendido como un arbusto espinoso. Incluso en este mundo, cosas tales como la mala hierba y gruesos matorrales espinosos crecen cuando no plantamos semillas buenas, y es lo mismo en materia espiritual.
Nosotros, los que creemos en El Evangelio del agua y el Espíritu estamos predicando este verdadero Evangelio por todo el mundo, incluso en tales circunstancias. Ahora estamos sembrando la semilla del Evangelio del agua y el Espíritu por todo el orbe. Pero con el fin de plantar las semillas del Evangelio del agua y el Espíritu en tierra sin cultivar, tenemos que extraer primero mucha mala hierba de esas tierras, pero no podemos esperar hasta que hayamos sacado todas la mala hierbas para que el suelo esté preparado para la siembra de la semilla del verdadero Evangelio. Por lo tanto, estamos haciendo tanto el trabajo de sacar la cizaña que ha cubierto todo el mundo espiritual, como el trabajo de plantar las semillas del Evangelio en todo el mundo, al mismo tiempo.
Con un número reducido de trabajadores, ahora estamos predicando al mundo el Evangelio del agua y el Espíritu que es la Verdad de la salvación. Estamos predicando el Evangelio de Dios mediante el ministerio de la literatura, es decir, a través de Internet y a través de material impreso. La mayoría de los colaboradores están trabajando para ganar dinero con el fin de apoyar el ministerio de la predicación del Evangelio del agua y el Espíritu en todo el mundo, y tal devoción… es bendita.
Incluso cuando Juan el Bautista vino a este mundo, la gente no reconoció quién era. Pero, sin embargo, Juan el Bautista, bautizó a Jesucristo y atestiguó: “He aquí, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29). Juan el Bautista dijo: “Él es el Cordero de Dios. Él es Jesucristo, el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo al recibir el bautismo de mí, él que es más poderoso que yo, a quien no soy digno de desatar encorvado la correa de su calzado.” Vivía en el desierto y predicaba la Palabra de Dios a los judíos y muchos de ellos volvieron de nuevo a Dios. Aún ahora, muchas personas han llegado a creer en Jesucristo como su Salvador después de oír hablar del testimonio de Juan el Bautista; ven su ministerio y creen en Jesucristo como el Salvador.
Debido a que Juan el Bautista hizo la obra de bautizar a Jesús, el Señor, entonces fue capaz de completar su misión. Y como Él recibió el bautismo de Juan el Bautista, pudo morir en la Cruz eficazmente, y fue resucitado de entre los muertos y ahora está sentado a la diestra del trono de Dios Padre. Desde entonces, todas las personas que viven en este mundo pueden recibir la salvación de sus pecados creyendo en el Evangelio del agua y el Espíritu. Debido a que el ministerio de Juan el Bautista era absolutamente necesario en el Evangelio del agua y el Espíritu, las personas que son testigos de esta obra, se iniciaron en la predicación de este Evangelio e hicieron que muchas personas en todo el mundo creyeran en esta Verdad. Somos afortunados en dar testimonio tanto del ministerio de Juan el Bautista, como del de Jesucristo en este mundo, en este momento. Tenemos que atestiguar del ministerio de Juan el Bautista con la fe de creer en la justicia de Dios y de Su amor. Juan el Bautista clamó: “Preparen el camino del Señor, enderezad sus sendas”, y también del mismo modo, debemos apoyar la predicación del Evangelio fielmente como siervos de Dios a fin de que el Evangelio del Señor del agua y el Espíritu se propague ampliamente en este mundo. Por otra parte, tenemos que trabajar duro para hacer que la voluntad de Dios se cumpla en este mundo. Ustedes y yo debemos orar a Dios nuestro Salvador y cumplir el ministerio de la justicia todos los días. ¿Es esto cierto, o no?
Nosotros, los siervos de Dios deseamos predicar el Evangelio del agua y el Espíritu por encima de todo
¿Cómo podríamos los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu tener algún otro propósito? Debemos ser fieles a la Palabra de Dios diciendo a sus siervos que vayan por el buen camino. No podemos aspirar a las cosas de este mundo después de creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Ya sea comiendo o bebiendo, debemos vivir por la gloria de Dios. Hagamos lo que hagamos, debemos hacerlo por la gloria de Dios. Debemos trabajar con la fe de creer en la justicia de Dios, aunque seamos débiles. ¿Ustedes también lo creen así?
Queridos hermanos creyentes, los que creen y sirven al Evangelio del agua y el Espíritu son los siervos de Dios. Debemos trabajar con una fe clara en ésto. En lugar de sólo conocer y creer en el ministerio de Juan el Bautista, debemos predicar por la fe de que Jesús se llevó los pecados de este mundo a la vez, al recibir el bautismo de Juan el Bautista. Estamos en medio de la fe de creer claramente en la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu; y por lo tanto, debe predicar la justicia de Dios. Realmente debemos tener fe en creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, la justicia de Dios, en lugar de creer ciegamente en Jesús, porque todos los demás creen en Él. Debemos hacer la obra de Dios con fe. Debemos saber realmente lo preciosa que es esta obra que estamos haciendo y saber que la voluntad del Señor es cumplida a través de nuestros esfuerzos.
Debemos hacer la obra spiritual
La voluntad del Señor es cumplida en este mundo cuando predicamos el Evangelio del agua y el Espíritu. Debemos hacer esta obra con el corazón y con fe de que estamos siendo utilizados por Dios y que estamos enderezando el camino del Señor. Ganamos espiritualmente fuerza cuando hacemos la obra de Dios por tal fe.
Hay veces en las que nos sentimos deprimidos a pesar de que estamos haciendo la obra de Dios. Es lo mismo cuando pensábamos que estábamos trabajando sólo para alimentar nuestro cuerpo físico. ¿Qué tan difícil se nos hace ello? Digamos que ustedes se fueron a trabajar para alguien durante 7 u 8 horas y les pagaron 50 dólares al día. Supongamos que utilizaron ese dinero sólo para vivir para su cuerpo físico. ¿Qué alegría podría estar en esa vida? Uno se agota cuando nos las arreglamos para vivir una vida así. Es por ello que los europeos están dispuestos a irse de viaje por un par de semanas trabajando muy duro durante todo un año. Muchos brasileños, aunque no todo el mundo, trabajan por un año y usan todo su dinero sólo en el Festival de Samba, que dura una o dos semanas.
Por supuesto, eso también sería divertido en un sentido carnal. En sus condiciones, es probable que vivan así debido al clima y la naturaleza de sus países que es tan vasta, que disfrutan de un estilo de vida de opulencia. Nosotros, no podemos vivir así en un país como el nuestro. Es difícil ganarse la vida, incluso si trabajamos muy duro todos los días, ¿Y aún que satisfacción habría si pudiéramos vivir así? ¿Qué satisfacción habría especialmente para nosotros los justos? El Señor nos reprendería si viviéramos así.
Realmente doy gracias a Dios por encomendarnos tales obras a ustedes y a mí. Le agradezco por encomendarnos así, el mismo papel que el de Juan el Bautista. Ustedes y yo estamos haciendo la obra de la justicia de Dios juntos, y me siento realmente útil haciendo esta labor. Yo me siento verdaderamente útil cuando veo que sus donaciones se usan para la predicación del Evangelio del agua y el Espíritu. ¿Ustedes también se sienten de utilidad, ya que la obra que están haciendo es beneficiosa para la difusión del Evangelio?
Podemos trabajar de esta manera porque creemos que vale la pena, de lo contrario no seríamos capaces de trabajar hasta el agotamiento de esta manera. ¿Cómo podríamos hacer este trabajo si no sintiéramos que vale la pena? Valdría la pena incluso si pudiéramos cosechar frutos sólo de lo que trabajamos, pero Dios nos devuelve la cosecha de utilidad a nosotros miles y decenas de miles de veces, aunque sólo hayamos hecho una pequeña obra para Él. También sería agradable trabajar por las cosas que nos gusta hacer en este mundo, pero el trabajo que estamos haciendo ahora verdaderamente vale la pena. Este trabajo de servir al Evangelio del Señor es un trabajo realmente de utilidad. Es realmente invaluable. De verdad que vale la pena para todos nosotros. Es verdaderamente de utilidad para mí, y disfruto haciéndolo. ¿Por qué? Hago esta obra porque vale la pena espiritualmente. ¿Qué otra razón puede haber? Nosotros hacemos la obra de Dios, porque vale la pena. Hacemos esto porque vemos personas que reciben la remisión de sus pecados creyendo en el Evangelio del agua y el Espíritu.
Queridos hermanos creyentes si este trabajo benefició gente aunque sea de una manera carnal, aunque no fuera la obra de salvar un alma humana y si realmente pudieran vivir prósperamente y ser felices por el trabajo que hacemos, aún así, que valdría la pena. Hasta las obras virtuosas carnales para la gente, se considera que son de beneficio, pero nosotros estamos haciendo la obra de salvar almas. Por lo consiguiente, ¿que tanto vale la pena esto? Es un trabajo realmente benéfico. ¿Qué trabajo en el mundo podría ser más valioso que éste? Si hubiera un trabajo más valioso que ésto, lo haríamos. Aceptaría el reto de ese trabajo. En caso de que el trabajo fuera más valioso que la obra de Dios, por ejemplo, si el trabajo de crear un cohete, lanzarlo y explorar ampliamente el espacio y descubrir que es lo que sucede en ciertos lugares valiera más la pena, yo saltaría a dichas obras. Pero no vale mucho la pena, aunque uno hiciera esos trabajos. Eso no es más que, satisfacer el ego de uno mismo, es decir, el trabajo de buscar los deseos carnales de uno mismo.
Ahora estamos haciendo la obra de salvar vidas de las personas y haciendo que reciban el perdón de los pecados y la vida eterna. Este trabajo es tan maravilloso que siento dentro de mi corazón que, los ministros y obreros que están haciendo esta labor del ministerio de la literatura, deben dar gracias a Dios, como yo lo creo, “Estoy agradecido, pero ustedes también deben estar agradecidos con Dios. Qué satisfactorio es que pudiéramos hacer este trabajo después de haber nacido en este mundo.”
No sé lo que los hermanos, hermanas y los ministros trabajando en nuestra Misión en todo el país estén pensando. Podrían creer que están atravesando por cierta dificultad en sus vidas por que han conocido a alguien como yo. Como yo estoy haciendo el ministerio de literatura en el extranjero, creo que, “cuando este libro salga, tendrá un gran impacto en los lectores espiritualmente.” Por lo tanto, me siento feliz de corazón, aunque mi cuerpo esté agotado por este trabajo. Nuestros ministros que están traduciendo o editando los documentos, todos los santos que están sentados frente a su computadora ahora y esos trabajadores que están ganando dinero para mantener la predicación del Evangelio, y todos nuestros hermanos y hermanas que están ministrando en varias partes y formas, están haciendo todos… una muy valiosa obra.
Y así entonces, les animo con estas palabras: “Debemos estar agradecidos con Dios, en lugar de sólo pensar en las cosas difíciles que enfrentemos. ¿Dónde iríamos a hacer la obra de Dios, si no es en Su Iglesia?” Y a veces los reprendo cuando se quejan y dicen que no pueden hacer el trabajo más, porque es tan difícil. Entonces ustedes pensarían: “Este muchachito, ya se está volviendo más necio. Ya paren de alardear ahora, cuando estamos teniendo un momento tan difícil, porque ni siquiera tenemos suficientes obreros de Dios.” En realidad eso es cierto. Es verdad, pero les pido que hagan un trabajo determinado, ya que es factible, y les digo que lo hagan porque debe ser hecho, y estoy diciendo que debemos seguir haciendo esto porque estamos contentos con la labor. De lo contrario, yo no les habría pedido hacer su trabajo, si este nos hiciera infelices y no beneficiara a nadie en absoluto.
Es por eso que les digo de corazón: “Den gracias a Dios. Den gracias a Dios.” Hay momentos en que se siente tan difícil, porque tenemos un cuerpo físico. De todas formas, aún debemos dar gracias en la justicia de Dios. ¿Dónde podemos ir y hacer ese trabajo de Dios? Cuando vemos a la comunidad cristiana de hoy que aún no ha nacido de nuevo, sin embargo, no son capaces de salvar ni una sola alma, incluso si trabajan muy duro para ello. Pero nosotros hacemos este trabajo y hacemos que tanta gente reciba el perdón de sus pecados. ¿Qué tan gratificante es esto? El trabajo que hacemos en casa y el que hacemos en la Iglesia de Dios son todos, obras de Dios. Me siento realmente orgulloso de esto. Pienso y creo que la labor que estamos haciendo es una obra verdaderamente grande. Creo que Dios nos ha encomendado una gran obra - trabajo para nosotros y que este trabajo que estamos haciendo es la manera de prepararse para la predicación del Evangelio del agua y el Espíritu.
Me siento realmente útil y feliz por esto. Yo a veces me siento frustrado cuando estoy enfermo físicamente o cuando la obra de Dios no va bien, pero creo y me digo: “Soy feliz. Estoy muy contento.” Hay un himno que dice: “El Señor vela por el gorrión y cuida de nosotros”, y somos de verdad, gente contenta. Ustedes y yo somos gente feliz. Estamos verdaderamente felices. Qué felices estamos de que hemos conocido al Señor después de haber nacido en este mundo; y que felices estamos de estar haciendo la obra en la que el Señor se complace. ¿Es esto cierto, o no? ¿Qué tanto vale la pena, aunque sea difícil?
Juan el Bautista nació en este mundo y comenzó la obra de Dios a la edad de treinta años, y aunque no sabemos exacto hasta qué edad vivió, sabemos que murió a la edad de treinta y tantos años, habiendo sido martirizado. En pocas palabras, él vivió una vida corta, pero completa. Entonces, ¡que feliz debe haber sido Juan el Bautista!
Qué felices debemos ser cuando estamos haciendo esta labor, tras haber encontrado la justicia del Señor. Estamos contentos de verdad. Somos gente feliz. Por lo tanto, lo que quiero decirles es que todos deben hacer las obras del Señor con la firme convicción de que están haciendo un trabajo muy alegre, independientemente del trabajo que estén haciendo. Ustedes deben hacer la obra del Señor con seguridad, en lugar de hacerlo con indiferencia. Incluso si el trabajo no está siendo terminando rápidamente, debemos de verdad hacer por lo menos un poco cada vez. Uno de los sabios de renombre de China dijo que, su lengua se desató comenzó a leer libros solo por unos días, y del mismo modo, tenemos que hacer este valiosos trabajo, aunque sea un poco cada día.
No podemos hacer tanto trabajo en un día, y el trabajo puede ser tedioso y agotador. Sin embargo, debemos saber en nuestro corazón que trabajo bendito estamos haciendo y realmente saber que somos las personas que están preparando el camino del Señor y que endereza sus sendas. Cuando Dios Padre envió a Su Hijo Jesucristo a este mundo, le dijo: “He aquí, envío mi mensajero delante de tu rostro, el cual preparará tu camino delante de ti.” Les dije que “mi mensajero”, aquí denota Juan el Bautista, pero esta palabra se aplica también a nosotros. Estamos muy agradecidos por esto.
Jesús vino de Nazaret, un pequeño pueblo de Galilea, y recibió el bautismo de Juan el Bautista en el río Jordán, y está escrito: “Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí los cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él. Y hubo una voz de los cielos que decía: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia” (Mateo 3:16-17). Cuando Jesús salió del agua, los cielos se abrieron y luego vino la voz de Dios Padre del Cielo, diciendo: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia.” Jesús cumplió la voluntad de Dios Padre. El Señor vino a este mundo para hacer esta obra. La puerta del Cielo se abrió para que el Señor hiciese esta obra. El Señor vino a este mundo para llevar a la gente que cree en Él al Cielo.
Queridos compañeros creyentes, quiero que devuelvan la gloria a Dios viviendo una vida de testimonio de Jesús, como el ministerio de Juan el Bautista por la fe en el Evangelio del agua y el Espíritu.