(Juan 10:1-18)
“‘De cierto, de cierto os digo: El que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que sube por otra parte, ése es ladrón y salteador. Mas el que entra por la puerta, el pastor de las ovejas es. A éste abre el portero, y las ovejas oyen su voz; y a sus ovejas llama por nombre, y las saca. Y cuando ha sacado fuera todas las propias, va delante de ellas; y las ovejas le siguen, porque conocen su voz. Mas al extraño no seguirán, sino huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños.’ Esta alegoría les dijo Jesús; pero ellos no entendieron qué era lo que les decía. Volvió, pues, Jesús a decirles: ‘De cierto, de cierto os digo: Yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que antes de mí vinieron, ladrones son y salteadores; pero no los oyeron las ovejas. Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos. El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia. Yo soy el Buen Pastor; el Buen Pastor su vida da por las ovejas. Mas el asalariado, y que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, ve venir al lobo y deja las ovejas y huye, y el lobo arrebata las ovejas y las dispersa. Así que el asalariado huye, porque es asalariado, y no le importan las ovejas. Yo soy el Buen Pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen, así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas. También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor. Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar. Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre.’”
Todos los seres humanos son hechos del Espíritu, la carne, y la mente. Las personas que han recibido la remisión de los pecados en sus corazones por el Señor pueden distinguir el Espíritu, la carne, y la mente, pero las personas que no han recibido la remisión de los pecados no pueden distinguir estos e interpretan mal el pensamiento de la carne, como pensamiento espiritual.
El Evangelio de Juan capítulo 10, que hemos leído hoy, muestra muy claramente cómo el Señor ha salvado nuestras almas. Nuestro Señor realmente vino a este mundo y salvó nuestras almas de todos los pecados al recibir el bautismo y derramar Su sangre en la Cruz. Cada vez que pienso en mí, me doy cuenta que es realmente una gran bendición que mi alma haya recibido la remisión de los pecados ante la presencia de Dios así. Estoy seguro de que ustedes también están muy agradecidos con Dios. Por lo tanto, entendiendo cómo Dios completamente ha borrado todos los pecados de nuestras almas, es la tarea correcta de nosotros los que hemos recibido tan grande bendición. Hoy, vamos a tener tiempo para entender todas estas cuestiones a detalle a través de la Palabra del Evangelio de Juan capítulo 10.
Nos hemos convertido en las ovejas del Señor, y el Señor se ha convertido en la puerta de las ovejas
Nuestro Señor dijo en el Evangelio de Juan capítulo 10 versículos 1-2, “De cierto, de cierto os digo: El que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que sube por otra parte, ése es ladrón y salteador. Mas el que entra por la puerta, el pastor de las ovejas es.” Y él dijo en Juan 10:9, “Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos.” Como podemos ver en esta Palabra, el Señor dijo que Él es la puerta de las ovejas y nosotros somos sus ovejas. Y el Señor dijo que Él preparó el Cielo y Él es la puerta del Cielo. El Señor dice que Él es la puerta misma de la salvación, porque el Señor ya ha pagado por todos nuestros pecados completamente.
Dios creó los primeros seres humanos, Adán y Eva. Él hizo a Adán con el polvo de la tierra, y sopló en su nariz la vida y el hombre se convirtió en un ser viviente. Esto significa que se convirtió en un ser humano que no muere eternamente. Pero el hombre que fue hecho a imagen y semejanza del majestuoso Dios cayó en la tentación de Satanás, el diablo y cometió pecado. Mientras que el hombre estaba luchando en el pecado, que Dios planeó borrar el pecado que se infiltraba en nuestras almas. El Señor ya tenía el plan de ser la puerta de la salvación para nosotros personalmente de ese momento. Y la promesa del Señor de borrar todos nuestros pecados se registra en muchos lugares en las Escrituras.
Por ejemplo, Génesis capítulo 3 verso 15 dice: “Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya: esta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar.” Aquí dice que el descendiente de una mujer le herirá la cabeza. Entonces, ¿qué significa esto? Significa que Jesús vendría a este mundo en carne y destruiría y eliminaría a Satanás el diablo. Y la palabra “y tú le herirás en el calcañar” significa que el Señor, que recibió el bautismo y derramó sangre en la Cruz y cumplió la salvación justa salvaría nuestras almas del pecado. Es la promesa del Señor que Él nos salvaría y se convertiría en la puerta de la salvación, la puerta de las ovejas, y el Pastor de las ovejas para nosotros. De esta manera, la verdad de que nuestro Señor se convertirá en la puerta de la salvación para nosotros es el plan de Dios que se estableció incluso antes de la fundación del mundo, por supuesto, antes de la caída del hombre por la tentación de Satanás el diablo.
De esta manera, nuestro Dios, quiso ser nuestro Pastor y el Salvador desde el momento en que creó los seres humanos. Dios tenía el plan antes de la fundación del mundo de convertirse en el Buen Pastor de nosotros y hacernos recibir vida inmortal entrando y saliendo y recibir el pan de vida eterna y alcanzar la bendición. Nuestro Dios se convirtió en el Buen Pastor y nos condujo al camino correcto en vez de dejarnos solos. El Evangelio de Juan capítulo 10, versículo 9 dice: “Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos.” Esto nos dice este plan y la promesa del Señor. Como nos dice esta Palabra, recibimos una nueva vida, fuerza y bendiciones espirituales y físicas a través del Señor, que es la puerta a todas nuestras bendiciones. Por lo tanto, Dios es realmente nuestro Dios y Salvador, que se convirtió en el Dios amistoso a quien el diablo no puede separar de nosotros sin importar cuanto lo intente. Verdaderamente el Señor es nuestro Buen Pastor y Señor de la vida y el Señor del juicio.
Dios borró los pecados de nuestro Espíritu de una vez y nos limpió a través del Evangelio del agua y el Espíritu y nos hizo a los creyentes su pueblo. Nos hemos convertido en hijos perfectos de Dios sin pecado y en las amadas ovejas de Dios sólo a través de la justicia de Dios, no a través de nuestro esfuerzo. Nuestro Señor personalmente recibió el bautismo en Su cuerpo de Juan el Bautista y por lo tanto, tomó los pecados del mundo sobre Él, al mismo tiempo para convertirse en el salvador perfecto de aquellos que creen en Él, renunciando a su cuerpo para ser clavado en la Cruz y ser resucitado de la muerte. Fuimos capaces de convertirnos en las ovejas del Señor y de llamarle nuestro Buen Pastor por tal obra de salvación que el Señor ha cumplido. No se olvide de este hecho.
Nuestras almas todavía estuvieran atadas al pecado y no podríamos haber recibido el perdón de los pecados para siempre si no hubiera sido por nuestro Señor. Nuestro Señor salvó nuestras almas a la perfección de los pecados del mundo. Hemos sido capaces de convertirnos en el pueblo del Señor y el Señor se convirtió en nuestro Buen Pastor porque Él nos ha salvado a usted y a mí del pecado a través del Evangelio del agua y el Espíritu. Nosotros, los humanos, tenemos Espíritu, mente y cuerpo. Aunque el cuerpo no tiene más remedio que vivir en este mundo cometiendo pecados, el alma ha recibido la salvación por la fe de creer en la obra justa del Señor: para expiar los pecados del mundo, ha recibido el bautismo y derramó Su sangre sobre la Cruz. Y usted y yo, que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu que el Señor nos ha dado, nos hemos convertido en el pueblo de Dios y los hijos del Señor eternamente. No hay nada en el universo que no lleve un rumbo, y más bien, todo ha sido creado para manifestarse la gloria de Dios. Quiero que sepa que la razón de que usted y yo también hayamos nacido en este mundo como criaturas está dentro de la voluntad de Dios, y su objetivo es hacer que nos convirtamos en hijos de Dios en última instancia.
Convirtámonos en creyentes agradecidos
El Señor dijo que todos aquellos que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu son hijos de Dios. Y usted y yo nos hemos convertido en hijos de Dios perfectamente por creer en el Evangelio del agua y el Espíritu que Jesús nos ha dado. Como he dicho antes, toda esta obra de la salvación estaba dentro del plan de Dios que se estableció antes de la creación. Hemos nacido en este mundo dentro del plan de salvación en Jesucristo y hemos recibido la verdadera remisión de los pecados al creer en Jesucristo, que vino por el Evangelio del agua y el Espíritu. Ahora, vamos a entrar en el Reino de Dios que el Señor ha preparado cuando llegue el momento para nosotros de dejar este mundo, algún día. Siempre debemos recordar el hecho de que nuestras almas han recibido la remisión de los pecados a través del Evangelio del agua y el Espíritu ante la presencia de Dios y darle gloria al Señor.
Nosotros, los humanos no tenemos más remedio que seguir los criterios carnales en vez de los espirituales en todas las cosas que pensamos, porque los seres humanos somos seres con un cuerpo. Pero es muy malo el seguir estos criterios carnales incluso en el asunto de la justicia del Señor y la fe. Por ejemplo, es erróneo pensar, “Esto es bueno para mí. He recibido la bendición del Señor de nuevo” cuando nuestras cosas carnales van bien, o pensamos, “¿Por qué estoy pasando en este sufrimiento, cuando he creído en Jesús?” cuando nuestra carne está enferma y en problemas. La carne es siempre inestable y pasa por muchos cambios. Pero seríamos sacudidos todos los días como la paja arrastrada por el viento si ponemos nuestro criterio en esa carne cuando seguimos al Señor.
De esta manera, nuestra carne es imperfecta y debe ser cambiada totalmente en el futuro, pero ¿cómo son nuestras almas? Nuestras almas han recibido la salvación de los pecados del mundo a la vez a través del Evangelio del agua y el Espíritu que el Señor nos ha dado. Es por eso que podemos alabar la justicia de Dios y vivir felices en el Señor. A pesar que nuestra carne comete pecados mientras vivimos en este mundo, nosotros, los que nos hemos convertido en el pueblo de Dios no debemos juzgar a los demás con los criterios de la carne y creer que están bien. Tenemos que ir ante la presencia de Dios creyendo en la justicia del Señor, que ha salvado nuestras almas de todos los pecados del mundo. Sé que debemos ser las ovejas que siempre dan gracias al Señor por la fe.
No se olviden del hecho de que se han convertido en los corderos de Dios. Y no tomen ninguna decisión basada en criterios carnales, pero piensen primero ante de la presencia de Jesús sobre la salvación de nuestras almas que el Señor nos ha dado y agradezcan con la fe de creer en esto. A través de Jesucristo, verdaderamente hemos recibido la remisión de los pecados por el Evangelio del agua y el Espíritu y recibido el privilegio especial de convertirnos también en los hijos de Dios. Debemos tener siempre en mente el propósito del Señor y la bendición de que nos dio el nacimiento en este mundo y convertirnos en los santos que saben cómo llegar ante la presencia de Dios y ofrecer el servicio de adoración de acción de gracias.
Aunque somos débiles
Hemos experimentado muchas cosas al vivir en este mundo. Hubo muchos sufrimientos, cosas tristes, cosas buenas, y también las cosas de Dios entre esas experiencias. Pero tenemos que pensar en todas las cosas carnales que hemos experimentado por la supervivencia en este mundo como simples cosas carnales, cuando venimos ante la presencia de Dios. Creo que primero debemos pensar en la gracia de la salvación de que Dios ha salvado nuestras almas de todos los pecados y alabar a Dios y darle gracias y gloria. Dios realmente ha dado a usted y a mí una bendición que no se puede expresar con palabras. Por lo tanto, debemos escuchar la Palabra de Dios y recibir nuevas fuerzas en nuestras almas para entrar y salir de su redil. Tenemos que convertirnos en las ovejas de aquella fe cuyas almas alaban a Dios y le dan gracias con sinceridad.
No debemos tomar una decisión basada en el pensamiento carnal sin importar lo que hagamos, porque somos todos sus hijos que hemos recibido la gracia de la salvación de Dios. Echemos una ojeada a la Palabra en Génesis capítulo 1 para ayudar a su comprensión.
Dios creó el universo. Dios creó la luz en el mundo que estaba en caos en el primer día de su creación, y vio Dios que la luz era buena. A continuación, dividió las aguas que estaban sobre el firmamento de las aguas que cubrían la tierra en el segundo día. Y unió las aguas que cubrían la tierra en un solo lugar en el tercer día y se descubrió la tierra gradualmente y dividió la tierra seca del agua en el océano. Y llamó Dios a lo seco tierra, y a la reunión de las aguas llamó Mares. Y vio Dios que era bueno. Y Dios dijo: “Produzca la tierra hierba verde, hierba que de semilla: árbol de fruto que de fruto según su genero. Y vio Dios que era bueno.” Dice claramente aquí que Dios vio todo lo que Él había creado y que era bueno.
Entonces ¿qué pasa con nosotros que vivimos en este mundo como el pueblo de Dios? ¿Nuestra apariencia es buena para Dios cuando Él nos ve? No, no lo es. El pensamiento carnal y el pensamiento espiritual corren hacia adelante y hacia atrás al igual que la forma en que el agua del océano se precipita hacia atrás y adelante hacia la costa. El pensamiento carnal se eleva sin cesar, como el flujo y reflujo de las mareas van y vienen sin cesar, aunque el pensamiento espiritual surja en nosotros y alabemos a Dios cuando escuchamos la Palabra de Dios. Los sentimientos carnales, la tristeza, el dolor y cosas así surgen a veces inconscientemente, incluso mientras estamos haciendo la obra espiritual y pensando en cosas espirituales.
En un cierto momento en que nos consumimos con el pensamiento carnal que sube como el flujo de mareas, debemos entender el hecho de que este no es nuestro verdadero yo, a pesar de que estamos propensos a pensar de esa manera. Esto es sólo el agua de mar, es decir, el pensamiento carnal. Estoy diciendo que no es el yo verdadero, sino sólo un pensamiento momentáneo que surge de la carne, la emoción y la codicia.
Cuando el agua del océano alcanza la marea alta, si la tormenta de marea crea olas, la costa es lavada por las olas, de mas de 10 m. de altura. Y los árboles de la orilla del mar mueren a causa de la sal que se vierte sobre ellos cuando el agua del océano monta al viento e invade la tierra. Esto es lo mismo con los pensamientos carnales de nosotros los humanos. Los pensamientos carnales surgen a menudo porque vivimos en este mundo con la carne. Y la gente cuya esencia es muy amigable con la carne, a veces malinterpretan esos pensamientos carnales que surgen de vez en cuando como los de su propio ser y su propia esencia. ¿Qué pasaría si no se vence esto con la fe? Cada vez que su debilidad se manifiesta, se miran a sí mismos débiles y hacen juicio erróneo de que son la sangre de las semillas del mal, que no pueden dejar su fe. Caen en tal desesperación y, finalmente, se apartan del Señor.
La verdad de la salvación es siempre igual para nosotros los humanos. No hay otra manera. La carne tiene sus limitaciones. Cualquier cosa variable no puede ser la verdad absoluta de la salvación. Debemos darnos cuenta de que la carne no es santificada a pesar de que hemos recibido la remisión de los pecados, pero es nuestra alma instalada con buena conciencia la que se dirige hacia Dios, como está escrito en 1 Pedro 3:21, “El bautismo que corresponde a esto ahora nos salva (no quitando las inmundicias de la carne, sino como la aspiración de una buena conciencia hacia Dios) por la resurrección de Jesucristo.”
Como nunca hubo un momento en que se secara el agua de los acéanos y nunca hubo un momento en que el flujo y reflujo de las mareas dejara de fluir, el Señor siempre nos ama. Pero nuestra carne siempre trata de llevarnos a la muerte con pensamientos egoístas. Sin embargo, usted y yo no somos la gente que vivirá en la derrota contra la carne. Nosotros somos de Dios. La esencia de usted y yo que hemos recibido la salvación del pecado eternamente al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu es que somos gente de Dios y que somos Sus hijos y las ovejas del Señor.
Nosotros, los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu somos en realidad personas maravillosas ante la presencia de Dios, pero las emociones y la codicia de nuestro propio yo antiguo sube y baja de vez en cuando, porque tenemos la carne. Y las emociones de la carne nos sacuden e incluso confunden a nuestras almas cada vez que el pensamiento carnal surge. ¿Por qué es esto así? Es porque el pensamiento carnal nos lastima como la forma en que el agua del océano llega a la costa y las plantas se secan y mueren a causa de la sal del agua del océano.
Tenemos que reparar el daño con la fe de creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Y definitivamente tenemos que recordar que somos las personas que han recibido la salvación del pecado eternamente de Dios. Esa es la única manera en que podemos evitar sumergirnos en los sentimientos carnales y hacernos daño, y nos volvemos aun más formidables con fe. Debemos vivir con la fe de creer en la justicia de Dios antes que con nuestras emociones. Tenemos que vivir con la fe en la Palabra de Dios registrada, en lugar de confiar en el pensamiento carnal que crece en nuestro interior. Sólo entonces podremos alabar los Santos la justicia de Dios. No podemos dejar de ser un perdedor al final en la lucha contra la carne y encarar la muerte eternamente si no vivimos de acuerdo a la Palabra de Dios, sino vivir de acuerdo con el pensamiento carnal. Entonces no seríamos capaces de llevar la vida espiritual de la fe correctamente y no seríamos capaces de dar gracias a Dios, ni capaces de recibir el alimento espiritual de Él. Podemos recibir el alimento espiritual sólo cuando tenemos la fe de creer en la justicia de Dios. Recibimos el alimento para nuestros corazones y recibimos la vida nueva, fuerza y la bendición a través de la Palabra de Dios registrada de la bendición y el pan de vida al reunirnos con los siervos de Dios en Jesucristo.
¿Cómo está usted cuando los pensamientos carnales surgen en su corazón? ¿Cree que no puede seguir adelante por más tiempo a pesar de que ha vivido por la gracia de Dios hasta ahora? ¿No ha pensado que le gustaría renunciar a su vida espiritual de fe, por eso? ¿No ha decidido volver a la vida anterior como Pedro volvió a la pesca otra vez? Regresaríamos si pudiéramos, pero ya nos hemos convertido en las ovejas de Dios nacidas de nuevo al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Debido a que hay una tierra mejor, es decir, la celestial, para nosotros los nacidos- de nuevo, tenemos que mirar esa tierra y soportar el estado actual a medida que avanzamos por este mundo. Los que realmente han recibido la remisión de los pecados creyendo en el bautismo de Jesús y su sangre de la Cruz nunca pueden volver a su antigua vida.
Dos tipos de guerra: La guerra espiritual y la guerra física
Una persona justa que regresa al mundo significa llegar a ser el siervo de este mundo que representa la muerte del alma. Esta persona quiere ser uno de los israelitas atados a la cadena del emperador egipcio: habían trabajado desesperadamente como esclavos de Egipto sólo para obtener un pedazo de pan para su carne todos los días. Por lo tanto nosotros, los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu no podemos volver al mundo anterior y no queremos hacerlo tampoco. La única diferencia es que nosotros que hemos recibido la remisión de los pecados a través del Evangelio del agua y el Espíritu deberíamos vivir en dos mundos simultáneamente y eso es una cosa algo difícil. Así es como son la vida física y la vida espiritual.
Nuestras almas siempre son consoladas cuando vivimos con la fe de creer en la Palabra de Dios y no con nuestro pensamiento carnal. El Espíritu Santo en nosotros nos da la confirmación, diciendo: “¡Sí, es cierto!” Y nos da nueva fuerza cuando recibimos la Palabra de Dios sin importar el pensamiento carnal. De esta manera, nuestras almas viven en un mundo espiritual tranquilo y confortable sin tener nada que ver con la carne.
Pero, ¿cómo es nuestro pensamiento carnal que vive en el mundo de la carne? Se opone al pensamiento espiritual con la actitud, “¿Qué quiere decir que es correcto? Nunca se puede vivir así.” Es por eso que la guerra espiritual y la guerra física hacen erupción ferozmente entre el Espíritu y la carne. ¿Cuántas personas cree que puedan luchar contra estas dos guerras y ganar con su propia fuerza? No hay nadie más que la gente de fe que cree en la justicia de Dios que pueda ganar estas guerras.
Nunca podremos ganar la guerra espiritual y la guerra física si tratamos de ganar estos dos tipos de guerra con la fuerza carnal solamente. La victoria en esta guerra sólo es posible a través de la fe de creer en la justicia de Dios. Puede parecer que nuestros deseos de la carne son ilimitados, pero en realidad no es así. Puede parecer que podríamos devorarnos todo el universo, cuando estamos muy hambrientos, pero nuestra carne se satisface cuando se nos dan dos tazas de arroz cocido, dos platos de sopa, y dos vasos de agua. Esto significa que podemos ser liberados de la carne y no vivir como esclavos de la carne, siempre y cuando acabemos siguiendo la codicia carnal. Pero nuestra alma no se puede enderezar por nuestros propios esfuerzos. Podemos vivir espiritualmente sólo con la fe de creer en la justicia de Dios. A pesar de ello, ponemos más énfasis en los deseos de la carne que pudiéramos superar con nuestro propio esfuerzo.
No pierda la lucha espiritual sólo por sus deseos de comida, ropa, techo y otros pensamientos carnales que crecen como las olas. Nuestro Señor dijo que no debemos preocuparnos por las cosas de comer y para vestirnos. Y Él dijo: “Consiederad los lirios, como crecen; no trabajan, ni hilan; mas os digo, que ni aún Slomón con toda su Gloria se vistió como uno de ellos” (Lucas 12:27).
Eso es. Echa un vistazo a las flores. Todas y cada una muestran su cara sonriente al máximo. De esta manera, es deber de nosotros criaturas el revelar siempre la gloria de Dios al Creador y estar satisfechos con nuestras circunstancias actuales. Si Dios les ha dado satisfacción a todas las flores humildes del campo así, entonces ¿cuánto más Dios nos concede por creer en el Evangelio del agua y el Espíritu? El Señor nos viste y nos alimenta y sacia nuestra sed. El Señor ya nos ha llenado de cuerpo y Espíritu, y Él seguirá llenándonos en el futuro también.
La gente se concentra demasiado en su carne y no puede pensar en el futuro de sus almas, porque no tienen la fe de creer en la justicia de Dios. Andan deambulando por el pensamiento carnal, porque no saben muy bien que sus almas han recibido la remisión de los pecados de Dios y lo preciosa que es esa remisión de pecados. Sin embargo, usted y yo no deberíamos ser así en nuestra fe y en nuestra vida espiritual de la fe. El ser verdaderamente importante es la persona interior, el alma, no la persona externa de la carne que es satisfecha con un poco que se alimente.
Nuestro Señor planeó y dio el verdadero plan de salvación en el Evangelio del agua y el Espíritu para salvarnos de todos los pecados del mundo. En realidad nos salvó de una sola vez a través del Evangelio del agua y el Espíritu. El Señor vino a este mundo personalmente y nos salvó a los que creemos en Él, llevándose consigo nuestros pecados de una vez por el bautismo recibido de Juan el Bautista y muriendo en la Cruz para pagar el precio por los pecados del mundo y resucitando de la muerte. Nuestro Señor se convirtió en el Salvador perfecto para usted y para mí de esta manera y se convirtió en la puerta de las ovejas y en el Buen Pastor en nuestra vida.
El Buen Pastor lleva sus ovejas a los pastos verdes y a alimentarse de la hierba y también a darles agua llevándolos junto a mansas aguas. Desde el punto de vista humano, nos puede parecer que estamos viviendo con nuestra propia fuerza. Pero si vemos mas a fondo, podemos ver que en realidad vivimos con las cosas del Señor, que nuestro Señor nos da. Vivimos así ahora, porque el Señor nos dio el aire fresco, agua limpia, y todas las circunstancias y también la fuerza para trabajar y la capacidad de ganar dinero, y porque el Señor nos protege de esa manera. Eso es cierto. Somos los únicos que no somos conscientes del hecho de que seguimos viviendo, porque el Señor se ha convertido en nuestro Pastor. Por lo tanto, usted y yo debemos creer en el Señor y seguir su voz, y debemos pensar en el hecho de que hemos recibido todas las bendiciones espirituales y físicas y vivimos con el corazón de acción de gracias ante la presencia del Señor.
El Señor dijo que es natural que nuestra carne reciba alimentos del Señor en todas las cosas, si nuestras almas han recibido la remisión de los pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. No necesitamos preocuparnos por las necesidades carnales más, si creemos en esta Palabra a fondo. No debemos estar decepcionados incluso si las cosas que hemos anhelado no se cumplen en breve y no debemos ni siquiera mirar al mundo sólo con pensamientos carnales. La vida espiritual de las personas que han nacido de nuevo por medio del Evangelio del agua y el Espíritu es la vida solo por el Evangelio. Por lo tanto, ¿cómo podría una naturaleza imperfecta de la carne concordar con una vida espiritual? La guerra entre el Espíritu y la carne que existe en nosotros es una guerra eterna. Sólo necesitamos saber que sólo la justicia de Dios que nos salvó de los pecados del mundo es hermosa y que sólo el Evangelio del agua y el Espíritu que nos dio la vida eterna a nuestras almas es precioso. Por lo tanto, si sólo hacemos la obra de Dios tranquilamente con esos conocimientos, estará bien. Y nosotros, que hemos nacido de nuevo de esa manera podemos recibir el pasto de Dios en todo aspecto.
Usted y yo debemos ser tratados preciadamente porque nos hemos convertido en almas agraciadas desde el momento en que nacimos de nuevo al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. También debemos dar prioridad a nuestra alma, más que a nuestra carne, y considerarla preciosa y tratarla tiernamente. Entonces, el Señor que es la puerta de las ovejas y el Buen Pastor protegerá aún más nuestras almas y nos conducirá por el buen camino. Tenemos que dar gracias por la fe al Señor que es nuestro Pastor y tenemos que seguir viviendo en este mundo siguiendo la voz del Pastor. El Señor planeó ser nuestro Pastor, aún antes de la creación. Vamos a recibir la verdadera comida para la vida eterna ante el Señor en todo sentido cuando creamos en el Buen Pastor que salvó nuestras almas… como Dios.
Todavía hay muchas ovejas que no son de este Rebaño
El Señor dijo en el pasaje de las Escrituras que hay muchas ovejas que no son de este redil todavía. Y el que es el Buen Pastor, dijo que daría su propia vida por las ovejas y los salvaría. Usted y yo, que nos hemos convertido en ovejas del Señor, el Buen Pastor, al recibir su amor ahora debemos unir nuestros corazones con el pastor para la obra de guiar a las ovejas que todavía no han entrado en nuestro rebaño. Reiterando esto, estoy diciendo que debemos vivir nuestra fe con la fe espiritual; no debemos creer en el Señor solo así como la gente practica sus religiones. A veces me temo que usted no fuera capaz de vivir por la fe y se adhiriera demasiado a su debilidad física y las deficiencias y, finalmente, renunciara a llevar una vida espiritual. Pero está claro que una vez que una persona se haya convertido en justa, lo será eternamente ante la presencia de Dios y nosotros tenemos tal fe. Eso es lo que yo creo.
Nuestro Señor recibió el bautismo para llevarse todos nuestros pecados y convertirse en nuestro verdadero Salvador al morir en la Cruz. Doy gracias de nuevo al Señor que nos ha dado tan grande fe. Esta obra de salvación que Dios ha dado a usted y a mí es algo precioso y eterno. Como la salvación es tan preciosa, el alma que ha sido salvada debe ser tratada también muy preciadamente. Cuando damos de comer a animales y los cuidamos, y los alimentamos cuidadosamente, es un deber para nosotros que somos las ovejas de la fe preciosa, el dar el alimento espiritual a las almas que aún no han llegado al redil del Señor y compartir el Evangelio del Señor con ellos para que puedan recibir la remisión de los pecados.
Nosotros, los que hemos recibido la remisión de los pecados en este mundo a través del Señor no somos personas que regresemos a la perdición. No somos personas que serán destruidas y morirán. Más bien, somos gente que tiene la preciosa vida eterna. Nuestras almas son tan valiosas y preciadas cuando pensamos en ellas ante la presencia de Dios aun cuando el hombre exterior pueda parecer imperfecto y no tenga nada que mostrar. Por lo tanto, no es necesario desanimarnos incluso si nuestra carne no cumple con las expectativas de la obra espiritual. Estamos agradecidos sólo de avocarnos a la obra de seguir la justicia del Señor. Hay momentos en que nuestros corazones están heridos porque tenemos que deshacernos de los deseos de la carne, pero realmente nos podemos convertir en preciosos seres que llevan beneficios a la gente si nos mantenemos firmes en esto y hacemos la obra de Dios con amor y fe. Quiero decir que en nuestro interior surgirá la buena conciencia y la fe de compartir el alimento espiritual al seguir la justicia del Señor. Doy gracias de nuevo a Dios que nos ha hecho tales personas justas.
Nunca vea su debilidad física y se desaliente. El Señor es su Pastor y la puerta de la salvación y su eterno Salvador. Ahora somos sus hijos y su pueblo desde que el Señor ha borrado todos nuestros pecados y nos ha hecho justos. Nosotros siempre seremos brillantes y llenos de vida si tenemos esta fe a pesar de que vivimos en este mundo que es como el desierto. Quiero que confíen siempre en el Señor con fe y oren al Señor y vivan en unidad con la Iglesia de Dios. Deseo que sean felices con fe y no se desanimen debido a su carne. Las bendiciones del alma también se transmitirán a la carne, y llegará un momento en que la guerra entre el Espíritu y la carne desaparecerá cuando vive de acuerdo a su fe.
Queridos compañeros creyentes, somos las personas verdaderamente bendecidas. Somos la gente que no se desanimará por tales cosas carnales. Creo que nosotros los que somos así, debemos vivir con la fe de creer en la justicia de Dios, incluso para el bien de nuestra propia alma y también compartir el Evangelio del Señor a las almas que no han entrado en este redil todavía. Que hemos recibido la remisión de los pecados antes que ellos han venido a nosotros como acción de gracias en lugar de una carga. No olvidemos que tenemos la responsabilidad de compartir el amor misericordioso de Dios con ellos.
La verdadera fe crece gradualmente a medida que pasa el tiempo: como un año, dos años, tres años, y cuatro años pasan, su fe crecerá en consecuencia. Siempre, el presente no es el fin del crecimiento espiritual. Recibimos más alimento espiritual y nuestra fe crece tanto en todas las cosas que hacemos según pasa el tiempo. Quiero que sigan la voz del Señor y tengan su mente puesta en la preciosa obra y vivan la vida de compartir el alimento espiritual con personas basadas en esa fe.