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Tema 21: Evangelio de Marcos

[Capítulo 3] No blasfemen contra el Espíritu Santo por negarse a creer en el Evangelio original (Marcos 3:7-30)

No blasfemen contra el Espíritu Santo por negarse a creer en el Evangelio original(Marcos 3:7-30)
“Más Jesús Se retiró al mar con sus discípulos, y le siguió gran multitud de Galilea. Y de Judea, de Jerusalén, de Idumea, del otro lado del Jordán, y de los alrededores de Tiró y Sidón, oyendo cuán grandes cosas hacía, grandes multitudes vinieron a él. Y dijo a sus discípulos que le tuviesen siempre lista la barca, a causa del gentío para que no le oprimiesen. Por que había sanado a muchos; de manera que por tocarle, cuantos tenían plagas caían sobre él. Y los Espíritus inmundos, al verle, se postraban delante de él, y daban voces, diciendo: ‘Tú eres el Hijo de Dios.’ Más él les reprendía mucho para que no le descubriesen. Después subió al monte, y llamó a sí a los que él quiso; y vinieron a él. Y estableció a doce, para que estuviesen con él, y para enviarlos a predicar, y que tuviesen autoridad para sanar enfermedades y para echar fuera demonios: a Simón, a quien puso por sobrenombre Pedro; a Jacobo hijo de Zebedeo y a Juan hermano de Jacobo, a quienes apellidó Boanerges, esto es, ‘Hijos del trueno’: a Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Jacobo hijo de Alfeo, Tadeo, Simón el cananista, y Judas Iscariote, el que le entregó. Y vinieron a casa. Y se agolpó de nuevo la gente, de modo que ellos ni aún podían comer pan. Cuando lo oyeron los suyos, vinieron para aprenderle; por que decían: ‘está fuera de sí.’ Pero los escribas que habían venido de Jerusalén decían que tenía a Belcebú, y que por el príncipe de los demonios echaba fuera los demonios. Y habiéndolos llamado, les decía en parábolas: ‘¿Cómo puede Satanás echar fuera a Satanás? Si un reino está dividido contra sí mismo, tal reino no puede permanecer. Y si una casa está dividida contra sí misma, tal casa no puede permanecer. Y sí Satanás se levanta contra sí mismo, y se divide, no puede permanecer, sino que ha llegado su fin. Ninguno puede entrar en la casa de un hombre fuerte y saquear sus bienes, si antes no le ata, y entonces podrá saquear su casa. De cierto os digo que todos los pecados serán perdonados a los hijos de los hombres, y las blasfemias cualesquiera que sean; pero cualquiera que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tiene jamás perdón, sino que es reo de juicio eterno.’ Por que ellos habían dicho: ‘Tiene Espíritu inmundo.’”
 
 
El pasaje de las Escrituras de hoy se extrae de Marcos 3:7-30. Previo a esto Jesús había curado un paralítico y un hombre con una mano atrofiada y entonces, en una serie de conversaciones que surgieron en el transcurso de estos eventos, él les enseñaba a los líderes religiosos de la época que podrían ser verdaderamente salvados de sus pecados sólo si cambiaban sus mentes. Así, mientras que nuestro Señor ministraba en este mundo, no sólo realizó muchos milagros y señales para curar al enfermo y liberar del demonio al poseído, sino que Él también convirtió los corazones de las personas religiosas de sus días y les enseñó de qué verdadera fe se trataba. Como resultado de ello, innumerables personas llegaron a creer en Jesús y le siguieron, tal como está escrito en el pasaje de las Escrituras de hoy: “Oyendo cuan grandes cosas hacía, grandes multitudes vinieron a él” (Marcos 3:8).
Podemos entender por qué tantas personas estaban siguiendo a Jesús así, si nos fijamos en las condiciones socio-económicas y espirituales de aquellos días. En ese momento, Israel era una colonia del Imperio Romano, y tenía que pagar impuestos a Roma por cada actividad comercial. Debido a que la mayoría de los ingresos era pagada en los impuestos, la escasez de alimentos era común, y los israelitas sufrieron muchas enfermedades derivadas de la desnutrición. En pocas Palabras, el pueblo de Israel fue como un rebaño de ovejas perdidas que sufrían sin un pastor. Por lo tanto, muchos de ellos estaban esperando el Salvador que les salvara de su sufrimiento. Al final de esta larga espera, Jesucristo apareció en la tierra de Israel y comenzó a guiar a su pueblo. Él curó muchas personas enfermas, liberó poseídos del demonio y también proveyó a sus seguidores abundante comida, como cuando realizó el milagro de los cinco panes y dos peces. Por lo tanto para las innumerables personas de Israel que se enfrentaban a la represión constante del Imperio Romano como sus súbditos coloniales, era natural el seguir a Jesús como su líder.
Cuando los enfermos se enteraron de los milagros de Jesús y señales, muchos de ellos fueron buscándolo desde todo Israel. Había tantas personas enfermas en aquellos días que era muy difícil para ellos obtener atención de Jesús para ser curados por Él. Por supuesto, Jesús había curado no sólo las dolencias físicas de las personas, sino también las enfermedades de sus corazones. Sanaba y salvaba hasta las almas de los poseídos por los Espíritus impuros. Los demonios se inclinaban ante Jesús y le rogaban que les permitiera ir a otros lugares, llorando, “¡Tu eres el Hijo de Dios!” Jesús, entonces, reprendió a los demonios manifestando así quien era Él y ordenándoles que dejaran completamente a sus víctimas.
Para salvar a más gente de pecado, Jesús llamó a doce discípulos y les encomendó el mismo trabajo de expulsar demonios, la curación de los enfermos y la predicación del Evangelio a todo el mundo. Una vez, cuando Jesús y sus discípulos estaban en una cierta casa, muchas personas acudieron a Él, que tuvo que dejar su comida para curarlos. Entonces, de repente, los familiares de Jesús llegaron a la casa a esperarlo, gritando, “¡Hay un hombre llamado Jesús en esta casa, y está poseído por el demonio!” Los parientes de Jesús habían llegado a llevárselo porque pensaban que estaba fuera de su mente. Y los escribas que habían venido desde Jerusalén también se aliaron con estos parientes y denunciaron a Jesús, acusándolo a Él de echar fuera demonios por el poder de Belcebú, el gobernante de todos los demonios.
El Señor había realizado muchos milagros en este mundo, curando innumerables personas enfermas y echando fuera demonios, y entonces los escribas estaban denunciando a Jesús y alegando que echaba fuera demonios por el poder de Belcebú, el líder de los demonios. Por lo que Jesús les dijo a ellos en respuesta: “¿Cómo puede Satanás echar fuera a Satanás? Si un reino está dividido contra sí mismo, tal reino no puede permanecer. Y si una casa está dividida contra sí misma, tal casa no puede permanecer. Y sí Satanás se levanta contra sí mismo, y se divide, no puede permanecer, sino que ha llegado su fin” (Marcos 3:23-26). Esto significa que nadie puede realmente echar fuera un demonio confiando en el poder de otro demonio.
 
 

El Señor salva aquellos que son oprimidos por Satanás

 
En Marcos 3:27 de la lectura de la Escritura de hoy, Jesús dijo: “Ninguno puede entrar en la casa de un hombre fuerte y saquear sus bienes, si antes no le ata, y entonces podrá saquear su casa.” ¿Qué significa este pasaje? Esto significa que no importa que tan fuerte sea un ladrón, él no puede robar cualquier cosa de una casa, a menos que primero someta a sus residentes completamente. Así, como Jesús había llegado a este mundo como Dios Todopoderoso, que creó el mundo y todo en él para salvar completamente a la gente de los pecados del mundo, primero sometió demonios y los echó fuera. Sin embargo, la gente en esos días denunció dichas obras del Señor que fueron hechas para su propia salvación, acusándolo de expulsar demonios por el poder del líder de los demonios. Esta acusación había insultado completamente al Señor, igual que es totalmente ofensiva para nosotros. A pesar de que Jesús había tolerado una gran cantidad de abusos de la gente de su época, Él no podía soportar el escucharlos acusándolo de estar poseído por el demonio y de echar fuera demonios obedeciendo a su líder.
Nuestro Señor, por tanto, dijo a los que lo acusaban de posesión del demonio, “De cierto os digo que todos los pecados serán perdonados a los hijos de los hombres, y las blasfemias cualesquiera que sean; pero cualquiera que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tiene jamás perdón, sino que es reo de juicio eterno. Porque ellos habían dicho: Tiene Espíritu inmundo” (Marcos 3:28-30). Jesucristo había llegado a este mundo encarnado en la carne de hombre y había hecho obras maravillosas con el Espíritu Santo. Sin embargo muchas personas fueron denunciando su Ministerio, acusándolo de ser poseído por un Espíritu impuro. Refiriéndose a estas personas, nuestro Señor dijo que no fue nadie más que ellos los que blasfemaron la obra del Espíritu Santo. Y también dijo que quienes blasfemen el Espíritu Santo nunca pueden ser perdonados de este pecado de blasfemia y en su lugar se someterán a la condena eterna. A pesar de que los otros pecados pueden ser perdonados, el pecado de blasfemar contra el Espíritu Santo, en este caso, acusando a Jesús de ser poseído por el demonio y echar fuera demonios por obedecer al jefe de los demonios, nunca puede ser perdonado. Todo lo que hizo el Señor en este mundo fue la obra gloriosa de Dios. Por lo tanto, es obvio que el pecado de blasfemar esta obra justa de Dios nunca podría ser perdonado sino que encara la condena eterna.
Mientras que en este mundo, Jesús echó fuera muchos demonios. En esta época presente, también hay muchos cristianos expulsando demonios en el nombre de Jesús. Entonces la pregunta es: “¿Es su trabajo también la obra de Dios, así como era la obra del Señor?” No trato de abordar este asunto en esta hora. En la época del Nuevo Testamento, el Señor llegó a este mundo por el Evangelio del agua y el Espíritu, y perdonó todos nuestros pecados. Y como podemos ver aquí en el pasaje de las Escrituras de hoy, Él nos ordenó no blasfemar contra el Espíritu Santo. Él nos enseñó a no blasfemar su obra.
Pero por desgracia demasiados cristianos en esta época y tiempo están cometiendo exactamente este pecado de blasfemar el Espíritu Santo. A pesar de que Jesús ha salvado toda la raza humana de su juicio y destrucción por ser bautizado por Juan el Bautista, muriendo en la Cruz y resucitando de entre los muertos, los pecadores cristianos de hoy no reconocen esta obra de salvación que el Señor nuestro Salvador ha hecho por ellos. Por eso estoy diciendo aquí que ellos han caído en el pecado de blasfemia del Espíritu Santo. De hecho, innumerables pastores están en contra del Evangelio del Señor del agua y el Espíritu, a pesar del hecho de que ellos saben muy bien que el Señor ha salvado a la raza humana de todos sus pecados a través de este verdadero Evangelio. Este es el mero pecado de blasfemar el Espíritu Santo. El pecado de blasfemia al Espíritu Santo no es nada más que el negarse a creer en el ministerio del Evangelio del agua y el Espíritu que Jesús realizó por nuestra salvación. Y nuestro Señor dice claramente aquí que, este pecado de blasfemar el Espíritu Santo nunca puede ser perdonado.
Ahora estamos predicando el Evangelio del agua y el Espíritu por todo el mundo por que creemos plenamente en este verdadero Evangelio. Al mismo tiempo, al hacer esto estamos enfrentando muchos obstáculos de las denominaciones cristianas llamadas “Corriente-principal” denunciándonos de herejes. Este pecado nunca puede ser perdonado, y todos sus perpetradores serán condenados para siempre por este pecado. Ahora en esta era actual, el Señor ha llamado a sus discípulos y los ha hecho predicar el Evangelio del agua y el Espíritu, y a través de este Evangelio, Él ha condonado todos los pecados de la humanidad y salvado a todos los que creen en este verdadero Evangelio. Nadie sino nosotros los que estamos reunidos aquí ahora, somos esos discípulos del Señor trabajando junto con Él. Si alguien nos acusa a nosotros de estar poseídos por el demonio o de herejes por difundir el Evangelio del agua y el Espíritu, Dios juzgará seguramente todas esas personas por el pecado de blasfemar el Espíritu Santo. Todos ellos estarán ante el trono del juicio como los blasfemos del Espíritu Santo y serán condenados por este pecado. Como absolutamente no hay manera de que puedan ser perdonados de este pecado de blasfemia, todo lo que les espera es un castigo terrible. Así, absolutamente no hay forma para alcanzar la salvación para todo aquel que está contra el Evangelio del agua y el Espíritu en lugar de creer en él.
No creer en el Evangelio del agua y el Espíritu es no creer en la obra de salvación que el Señor ha hecho por nosotros. Esto constituye el pecado de blasfemia del Espíritu Santo, y por lo tanto, quien no cree en el Evangelio del agua y el Espíritu no tiene otra opción sino el ser arrojado al fuego eterno del infierno. Si hay algunos que todavía estén blasfemando la obra de Dios, deben arrepentirse de inmediato, escuchar el Evangelio del agua y el Espíritu de los siervos de Dios y creer en este Evangelio, el castigo que se procesa por el pecado de blasfemar el Espíritu Santo no es sólo un castigo temporal, sino es un castigo eterno. Pero a pesar de esto si alguien sigue negándose a arrepentirse con un corazón obstinado, entonces hay sólo una consecuencia: esa gente nunca recibirá el perdón de sus pecados, sino que enfrentarán la condenación eterna por sus pecados. Todos nosotros debemos darnos cuenta aquí de, cuán grave es este pecado de no creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, y cuán grande su castigo.
El Señor dice claramente aquí en el pasaje de las Escrituras de hoy. “Pero cualquiera que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tiene jamás perdón, sino que es reo de juicio eterno.” (Marcos 3:29). Recuerden este pasaje claramente, que no es algo que una simple criatura como nosotros dice, pero es lo que Dios Todopoderoso mismo dijo. Todas y cada una de las Palabras del Señor para siempre son ciertas. A pesar de que la bendita Palabra de Dios no conoce fronteras, su condenación del pecado también implica maldiciones infinitas. Por lo tanto, ustedes y yo debemos considerar esta Palabra hablada por Dios con sumo cuidado y meditar en ella una y otra vez. En otras Palabras, ustedes deben darse cuenta claramente de lo que constituye el pecado de blasfemar el Espíritu Santo, por lo que pueden evitar cometer este pecado que los sujeta a condena eterna.
Nuestro Señor es Dios mismo, entonces Él vino a este mundo encarnado en la misma carne del hombre como la nuestra. Este Señor, entonces, tomó todos los pecados de la humanidad al ser bautizado por Juan el Bautista, y fue crucificado a muerte en nuestro lugar para llevar el juicio de todos nuestros pecados. Y resucitando de entre los muertos, ha salvado a ustedes y a mí a la perfección. Así, Jesucristo ha borrado todos los pecados de la humanidad al venir a este mundo por el Evangelio del agua y el Espíritu y todos los que creemos en esta obra de salvación no sólo hemos sido salvados por el Señor mediante esta fe, sino que también hemos recibido el don del Espíritu Santo. El Señor misericordioso nos ha salvado de todos nuestros pecados, y nos ha dado el bendito Espíritu Santo en nuestros corazones. Por lo tanto, cualquier persona que no cree en este Evangelio del agua y el Espíritu que constituye la obra del Señor de la salvación, o blasfema el ministerio de proclamar este verdadero Evangelio, es alguien que está contra la obra de Dios de la salvación. Ustedes y yo somos los que estamos predicando el Evangelio del agua y el Espíritu de esta época y tiempo, y nadie más que aquellos que obstaculizan nuestro ministerio, son los blasfemos del Espíritu Santo.
Ahora nosotros estamos predicando el Evangelio del agua y el Espíritu en todo el mundo a través de nuestro ministerio de literatura, utilizando tanto papel como publicaciones electrónicas. Sin embargo, algunos pastores que han visitado nuestro sitio web nos acusan de herejía y advierten a sus congregaciones de no leer nuestros libros. Estos pastores no sólo nos insultan llamándonos herejes, sino que también dicen esto a todos los que conocen. Pero esto es claramente un comportamiento estúpido. Si el Evangelio del agua y el Espíritu engañara como dicen, entonces, esto significaría que Jesucristo, que ha cumplido este Evangelio, también es falso. Por lo tanto, cuando dicen a sus seguidores que no crean en el Evangelio del agua y el Espíritu, están realmente diciendo que no crean en el Señor, el Maestro de este verdadero Evangelio y nuestro Salvador. Por supuesto, hay muchos entre los destinatarios de nuestros libros que han recibido el perdón de los pecados a través del Evangelio del agua y el Espíritu y ahora están llevando sus vidas con agradecimiento a este Evangelio que es bíblicamente sólido y fácil de entender. Pero también hay algunas personas que se han puesto del lado de Satanás al oponerse al Evangelio del agua y el Espíritu que nosotros creemos y proclamamos con todo nuestro corazón.
A todas estas personas, Dios dice que están cometiendo el pecado de blasfemar el Espíritu Santo, no sólo por negarse a creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, sino que también sus predicadores obstruyen y hacen que sea imposible para otros el creer en este Evangelio. Dios nos está advirtiendo también que nunca debemos cometer este pecado de blasfemar el Espíritu Santo, ya que nunca puede ser perdonado. De hecho, los pecados que cometemos ante Dios por nuestras deficiencias y debilidades no son el problema. Gracias a nuestro Señor, todos esos pecados pueden perdonarse por creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Pero hay un pecado que nunca puede perdonarse, y es el pecado de blasfemia al Espíritu Santo. Todo aquel que cometa este pecado no será nunca perdonado, sino que tendrá condena eterna.
 
 

¿Qué es el pecado de blasfemar el Espíritu Santo?

 
No es otro sino blasfemar la justicia de Dios y estar contra ella. Esto es porque el Espíritu Santo es Dios mismo. Nuestro Señor vino en este mundo concebido por el Espíritu Santo con el fin de perdonar todos nuestros pecados a través del Evangelio del agua y el Espíritu. Habiendo llegado a este mundo, Él tomó consigo todos nuestros pecados a través de su bautismo, murió en la Cruz en nuestro lugar, resucitó de entre los muertos en tres días y ascendió al cielo. Y él nos ha dado el perdón de los pecados y el don del Espíritu Santo. Con el Espíritu Santo, el Señor ha sellado los corazones de todos los que creen en la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu a través de la Palabra escrita de Dios; Nos ha dado el perdón de todos nuestros pecados y el don del Espíritu Santo. El Señor ha dicho a todos nosotros: “Es de verdad correcto para ustedes el nacer de nuevo a través de su fe en el Evangelio del agua y el Espíritu.” El Señor que había llegado a este mundo para salvarnos de todos nuestros pecados, ha entrado ahora en los corazones de todos nosotros que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu, y él nos ha sellado con el Espíritu Santo. En otras Palabras, el Espíritu Santo, que ahora habita en nuestros corazones no es otro que el Espíritu de Jesucristo nuestro Salvador.
La triste realidad entre los cristianos de hoy es que muchos de ellos realmente están cometiendo el pecado de blasfemia al Espíritu Santo, que es lo mismo que blasfemar a Dios. En esta época del Nuevo Testamento, quienes blasfeman el Espíritu Santo son aquellos que obstruyen el ministerio de los creyentes y predicadores del Evangelio del agua y el Espíritu. Estas personas afirman que el Evangelio del agua y el Espíritu es falaz, nos acusan de herejía, y estas personas son igual que los escribas del pasaje las Escrituras de hoy, acusando a Jesús de ser poseído por el demonio y alegando que su milagros fueron hechos por poderes demoniacos. Aquellos que denuncian a los creyentes y los predicadores del Evangelio del agua y el Espíritu como herejes, han caído en el pecado de blasfemar la obra del Espíritu Santo, y estoy completamente seguro de que nunca serán perdonados sino que van a encarar eterna condena por sus pecados, en el infierno. Todos los que estamos reunidos aquí debemos darnos cuenta de ello claramente y tener mucho cuidado de no caer nunca en tal pecado.
 
 

Examinen el Evangelio del agua y el Espíritu Estrechamente en base a ambos Testamentos

 
El Señor llegó a este mundo encarnado en hombre por ninguna otra razón más que para salvar toda la raza humana a través del Evangelio del agua y el Espíritu. Si se examinan el Evangelio del agua y el Espíritu profundamente en base a la Palabra de Dios, entonces se darán cuenta que el mismo Todopoderoso Señor salvó personalmente la raza humana con este Evangelio. El Evangelio del agua y el Espíritu constituye la obra del Señor de la salvación, y es completamente la Verdad impecable y perfecta.
Pero a pesar de todo esto, muchas personas todavía no creen en el Evangelio del agua y el Espíritu, y es porque aún no tienen una comprensión clara de este Evangelio. También es debido a razones históricas que tantos cristianos ignoran el Evangelio del agua y el Espíritu. A pesar de que había sido predicado este Evangelio del agua y el Espíritu en su forma pura durante la época de la Iglesia Primitiva, después de haber pasado este período, nadie sabía más de él y por lo tanto, no podían predicarlo. Esto sucedió porque los cristianos posteriores se aferraron a un Evangelio corrupto, medio-soportado, proclamando la sangre de la Cruz solamente. Como resultado de ello, los cristianos de hoy también desconocen el Evangelio del agua y el Espíritu. Pero su ignorancia no hace a la Verdad, menos cierta. El Evangelio del agua y el Espíritu es la verdadera Palabra de Dios que es fiel a las sagradas Escrituras. Que el Señor eliminó todos los pecados de la humanidad de una vez por todas al ser bautizado por Juan el Bautista en este mundo es la Verdad innegable. Que el Señor vino a este mundo encarnado en hombre, tomó todos los pecados de la humanidad al ser bautizado por Juan el Bautista, derramó su sangre hasta la muerte en la Cruz para pagar el precio de todos estos pecados, resucitó de entre los muertos y con ello salvó a ustedes y a mí, es la obra del Evangelio del agua y el Espíritu, y es la propia obra del Dios Todopoderoso y majestuoso.
Pero lejos de creer en esta obra innegable de salvación que Jesús ha hecho para salvarnos de los pecados del mundo y borrarlos todos, muchos cristianos blasfeman realmente su obra. ¿Qué pasará entonces a todas estas personas? Así como dijo Dios aquí en el pasaje de las Escrituras de hoy, nunca serán perdonados de este pecado de blasfemia al Espíritu Santo sino que afrontarán la condena eterna. Este destino les espera a todos los que no creen en el Evangelio del agua y el Espíritu, e incluso lo conocen; y la misma suerte también les espera a todos aquellos que abandonan este Evangelio después de creer en él durante un tiempo. Ninguno de ellos puede escapar nunca de la condenación eterna del pecado.
¿Qué tan largas son nuestras vidas aunque viviéramos mucho tiempo? ¿Viviríamos mil años? No, nuestras vidas son cortas y efímeras. Estamos aquí en este mundo sólo durante un corto tiempo. Si no pueden darse cuenta de esta Verdad en este corto período de tiempo que tienen en este mundo, y en su lugar se ponen contra la Verdad, es decir, si se niegan a creer que Dios ha salvado a toda la raza humana de todos sus pecados a través del Evangelio del agua y el Espíritu, entonces, ustedes estarían blasfemando a Dios Todopoderoso. Y puesto que habrían cometido el pecado de blasfemar a Dios, nunca serán perdonados de este pecado. Todos nosotros debemos comprender esto claramente. Y debemos recordar esta lección en todo momento, de que debemos ser muy cuidadosos de nunca cometer el pecado de blasfemar el Espíritu Santo. Si aún creen que es difícil de creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, entonces, sigan leyendo la Palabra de Dios con diligencia y oren intensamente a Dios para que les de la verdadera fe. Y crean simplemente en la Palabra de Dios. El Señor hizo claro aquí que, no creer en este Evangelio del agua y el Espíritu es el pecado imperdonable.
Hoy en día, muchos cristianos dicen realizar milagros y señales en el nombre del Señor, aun cuando no conocen el Evangelio del agua y el Espíritu y creen sólo en la sangre de la Cruz, es decir, un Evangelio a la mitad. Así como son claramente pecadores y en cuyos corazones permanece el pecado, obstaculizan nuestro ministerio de difundir el Evangelio del agua y el Espíritu diciendo que este Evangelio es incorrecto. A pesar de que estas personas dicen realizar muchos milagros y se describen a sí mismos como los verdaderos seguidores del Señor, no se dan cuenta que ellos realmente están en contra de la justicia del Señor.
Fue para salvar a la raza humana de todos sus pecados, que el Señor sanaba a los enfermos y expulsaba demonios mientras estaba en este mundo, y por este propósito fue bautizado por Juan el Bautista y crucificado hasta la muerte. Realizó todas estas maravillas y milagros para salvarnos de todo nuestro pecado perfectamente; no había venido a este mundo sólo para curar a los enfermos y expulsar demonios. Fundamentalmente hablando, Él vino a salvar a todo el mundo de todos sus pecados, bendecir a todo el mundo con la vida eterna y hacer a todos, los propios hijos de Dios. La obra milagrosa que el Señor demostró en este mundo era enseñarnos que Él mismo nos había salvado personalmente de los pecados del mundo a través del Evangelio del agua y el Espíritu. De hecho, es a través del Evangelio del Señor, es decir, del Evangelio del agua y el Espíritu, que todo el mundo llega realmente a salvarse. Aquí se encuentra la razón de por qué cada cristiano debe creer en el Evangelio del agua y el Espíritu.
En esta edad y tiempo demasiados auto-nombrados “cristianos” con arrogancia afirman tener el poder de curar a los enfermos y están contra el Evangelio del agua y el Espíritu que fue dado por el Señor. ¿Por qué se comportan tan ridículamente? Es porque estas personas no se dan cuenta de que son ‘falsos profetas’, que aún no han recibido el perdón de sus pecados. Es ridículo para un falso profeta el decir que sana al enfermo. Todos los signos aparentemente milagrosos manifestados a través de estas personas son falsos, y por lo tanto, no merecen la fe de nadie en lo absoluto.
Quien no cree en el Evangelio del agua y el Espíritu u obstruye y está contra los predicadores de este verdadero Evangelio, está destinado a la destrucción. Así como dijo Dios, todas esas personas serán maldecidas a enfrentarse a sufrimientos inimaginables. Sin embargo, todavía piensan ustedes: “Bueno, no estoy demasiado preocupado en la destrucción. Dado que muchas personas van al infierno, me incluiría junto con ellos. No es para tanto” Si esto es lo que piensan, entonces no saben nada más sobre cómo es Dios. Es lo que piensan los tontos. Dios dice claramente que todos los que no creen en el Evangelio del agua y el Espíritu, y todos aquellos que obstruyen a los predicadores de este verdadero Evangelio, se irán al fuego eterno del infierno. Todos ellos serán echados para siempre al ardiente fuego del infierno para sufrir por toda la eternidad. El sufrimiento será tan grande que la Biblia dice que va a ser como ser salados con fuego (Marcos 9:49).
¿Alguna vez han estado en un sauna? Cuando vas a un sauna, es tan caliente ahí que incluso si se sienta uno allí sólo durante un corto tiempo; le empieza a sudar inmediatamente todo el cuerpo, y hasta se te enchina la piel. Algunas personas van al sauna para perder peso, y algunas personas temerarias, incluso se meten al sauna hasta el punto de conseguir deshidratarse totalmente. Pero al menos estas personas pueden salir del sauna, cuando ya no aguantan más el calor. Imagínense lo que pasaría si fueran encerrados en el sauna y no pudieran salir. Obviamente sufrirían mucho. Ahora imaginen que tiene que soportar tal sufrimiento para siempre. El dolor será tan grande que, podrían ni morirse incluso si lo desearan. Tal sufrimiento es lo que deben soportar los blasfemos del Espíritu Santo en los fuegos del infierno.
Pónganse ustedes en sus zapatos y piensen acerca de lo que les sucedería si fueran arrojados al fuego del infierno a ser castigado para siempre por sus pecados. ¿Aún creen que sus corazones se consolarían de alguna manera si tuvieran a alguien sufriendo con ustedes, incluso si el sufrimiento es tan grande que gritan del dolor? No, ¡por supuesto que no! Podrían estar tranquilos, sólo cuando su sufrimiento sea al menos soportable. Si el dolor es tan intolerable que te hace rechinar los dientes, este dolor no será aminorado sólo porque tengan alguien sufriendo con ustedes a su lado.
Sin embargo muchas personas son propensas a pensar muy a la ligera del castigo que Dios dijo que daría a los pecadores. Y muchas personas no aprecian tampoco la bendición maravillosa, la cual es que Dios les haya borrado todos sus pecados con el Evangelio del agua y el Espíritu y los hizo sus propios hijos. Sin embargo, cuando menos los que estamos reunidos aquí deberíamos valorar la gravedad del castigo de Dios y la grandeza de su bendición. A pesar de que Dios está dispuesto a perdonar todos los otros pecados, Él nunca perdona el pecado de derogar la obra de Jesús como un trabajo del diablo. Dijo claramente aquí en el pasaje de las Escrituras de hoy que, quienquiera que blasfeme contra el Espíritu Santo nunca puede recibir el perdón de los pecados, sino que sufrirá por la eternidad.
Ahora estamos predicando el Evangelio del agua y el Espíritu dado por el Señor a toda la gente del mundo entero a través de nuestros libros electrónicos e impresos. Recientemente, una mujer coreana-americana en los Estados Unidos se ofreció para traducir nuestros libros. Tan pronto como pasó nuestra prueba para medir sus habilidades de traducción, le enviamos un sermón sobre el Evangelio de Mateo. Después de un tiempo, ella llamó para hacernos saber que había terminado de traducir el sermón, y he tenido oportunidad de hablar con ella mientras, ya que hablaba coreano. Le pregunté si había encontrado difícil de traducir el sermón, pero dijo que era una alegría para ella trabajar en él y que disfrutó ella misma del sermón. También dijo que este sermón fue fácil de entender, que le gustaba más que los sermones difíciles que solía escuchar en su iglesia.
De hecho, nuestros libros predican la verdadera Palabra de Dios, en un lenguaje fácil y sencillo para que la gente de todo el mundo pueda entenderlo. Por lo tanto no molesta en absoluto cuando algunas personas señalan que mis sermones a veces son demasiado contundentes y no lo suficientemente sofisticados. Nadie debería negarse a creer en el Evangelio que Dios nos ha hecho predicar sólo porque mis sermones sobre este Evangelio sean muy sencillos. Después de cumplir con el Evangelio del agua y el Espíritu que nuestro Señor nos dio, nos ha hecho comprenderlo, creer en él y predicarlo para todos en el mundo entero. Entonces, habiéndonos por lo tanto convertido en los discípulos del Señor, estamos predicando este Evangelio del agua y el Espíritu por todo el mundo. Sin embargo algunas personas aún se niegan a creer en este Evangelio diciendo que es una falacia, dogmático y un Evangelio herético. Peor aún, algunos de ellos no sólo se niegan a creer en nuestro Evangelio, pero incluso blasfeman acusándolo de herejía para otros. Todas esas personas serán condenadas para siempre como la Palabra de Dios dice en el pasaje de las Escrituras de hoy. Todos nosotros aquí debemos darnos cuenta de ello claramente y hacer todo lo posible para nunca caer en tal pecado.
 
 

La historia de la iglesia abarca más de 2000 años

 
En la mayor parte de la Historia de la Iglesia, los cristianos han servido y predicado el Evangelio de la sangre de la Cruz solo. A pesar de que el Evangelio del agua y el Espíritu había estado en existencia desde antes del año 313 D.C., cuando el emperador romano emitió el Edicto de Milán para declarar el cristianismo como religión de estado de Roma, desde entonces sólo se ha predicado la sangre de la Cruz. Es porque la mayoría de los cristianos no están conscientes de esta historia, que no han podido predicar el Evangelio del agua y el Espíritu; no es porque este Evangelio sea de alguna manera un falso Evangelio que ellos lo hayan ignorado. El Evangelio real es el Evangelio del agua y el Espíritu. Los cristianos falsos son aquellos que ignoran este verdadero Evangelio del agua y el Espíritu y predican sólo la sangre de la Cruz. Así, como la sangre de la Cruz ha sido predicada como el Evangelio de todos estos años, a muchos cristianos les resulta difícil aceptar inmediatamente el Evangelio del agua y el Espíritu que nosotros estamos predicando. Si ustedes son cristianos así, entonces lean nuestros libros sobre el Evangelio del agua y el Espíritu, recurran a la Biblia para comprobar nuestras enseñanzas con la Palabra de Dios, comprueben por si mismos la Verdad y entonces, crean en ella con el corazón, si les resulta convincente. Ustedes no deben negarse a creer en el Evangelio verdadero por la pura ignorancia y la incapacidad para comprenderlo, ni deben nunca impedir a otros creer en este Evangelio.
El Evangelio del agua y el Espíritu proclama que Jesús eliminó todos los pecados de la humanidad, de una vez por todas, al ser bautizado por Juan el Bautista, y cualquier Evangelio que deja fuera el bautismo de Jesús como uno de los elementos indispensables de la salvación, es un falso Evangelio. Aún a pesar de ello, por más de mil años, desde la emisión del Edicto de Milán a la época medieval, los cristianos creían sólo en la sangre de la Cruz como su salvación y la servían y predicaban sola. Incluso cuando se inició la reforma protestante, los reformadores protestantes también creían así, y predicaban sólo la sangre de la Cruz. Pero no es como los católicos en la época medieval y los reformistas religiosos en aquellos días, que creían que el Evangelio del agua y el Espíritu era un falso Evangelio. No es por ello qué no lo predicaban. Más bien, no podían predicar este Evangelio del agua y el Espíritu porque no sabían que era el verdadero Evangelio. De hecho, incluso no sabían que existía tal perfecto Evangelio.
Algunas personas pueden entonces considerar extraño que tantos cristianos han creído en un falso Evangelio por más de mil años, y que es sólo en esta época presente que el Evangelio del agua y el Espíritu, el Evangelio de la verdad, es que se predica. Pero primero deben ellos recurrir a la Biblia para ver si nuestro Evangelio es correcto o no, y si es correcto, entonces deben todos creer en él. La Biblia dice del pueblo de Berea: “Y eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la Palabra con toda solicitud, escudriñando cada día de las Escrituras para ver si estas cosas eran así” (Hechos 17:11). Este pasaje muestra que el pueblo de Berea examinó las enseñanzas de Pablo basadas en la Palabra de Dios, y cuando vieron que las enseñanzas de Pablo eran bíblicamente impecables, creyeron en ellos. Como estas personas de Berea, así deben todos creer en el Evangelio del agua y el Espíritu.
El Evangelio del agua y el Espíritu es el verdadero Evangelio. Por supuesto, la sangre de la Cruz también constituye un elemento del Evangelio del agua y el Espíritu. Pero creer en esto solamente y servirlo así, es creer y servir a la mitad un falso Evangelio. Incluso ahora, todos los cristianos a lo largo de todo el mundo deben retractarse de su fe inútil y retomar el Evangelio perfecto del agua y el Espíritu. Es por eso que ahora estamos predicando esta Palabra de la Verdad del Evangelio a toda la gente del mundo. El sermón de hoy también es traducido a muchos idiomas para ser difundido en todo el orbe. Por lo tanto este sermón que les estoy dando ahora no es sólo dirigido a ustedes aquí reunidos. Lo que les estoy predicando ahora realmente es predicado a personas de todo el planeta.
Lo que dice la Palabra de Dios en la Biblia es lo que es importante; las ‘circunstancias de nuestra fe’ no son importantes. ¿Qué está entonces Dios diciendo? A todos en estos tiempos y época, los que están contra aquellos que predican el Evangelio del agua y el Espíritu, el Señor les está diciendo que, quien blasfema el Espíritu Santo nunca puede ser perdonado, sino que encarará la condena eterna. Todos y cada uno de los cristianos deberían recordar siempre esta advertencia del Señor.
Todos en este mundo deben creer en Jesucristo, que vino por el Evangelio del agua y el Espíritu, como su Salvador, y todo el mundo también debe darse cuenta y creer que Cristo eliminó y perdonó todos los pecados de la humanidad de una vez por todas a través de este verdadero Evangelio. Es incorrecto para ustedes oponerse a este Evangelio del agua y el Espíritu sólo porque lo ignoran; y también es erróneo para ustedes el pensar sólo en la sangre de la Cruz únicamente por saber esto. Lo que es absolutamente importante es la sabiduría para discernir cuál es la Verdad real, y si entienden y creen o no en el Evangelio del agua y el Espíritu. ¿Lo que otros creen, no es lo que es realmente importante? ¿Cuál es el verdadero Evangelio que nos dio el Señor? ¿Es el Evangelio del agua y el Espíritu el Evangelio real, o sólo la sangre de la Cruz constituye el verdadero Evangelio? Lo importante es que ustedes se planteen esas preguntas y, de estas preguntas, lleguen a entender lo que es el verdadero Evangelio y creer en éste. No preste ninguna atención a lo que creen sus vecinos y cómo ellos creen, o de ese asunto, que creen los cristianos de la “corriente principal” de hoy. La única cosa que es importante para todos aquellos que verdaderamente cree en Dios, es conocer y creer en el Evangelio del agua y el Espíritu del que habla Dios en la Biblia. Por lo tanto pido a todos y cada uno de ustedes que crean en la Palabra del Señor y crean en el Evangelio del agua y el Espíritu que se manifiesta claramente en esta Palabra, y así reciban el perdón de sus pecados. No cometan el pecado de blasfemar el Espíritu Santo. No quiero que ninguno de ustedes cometa este pecado de blasfemia del Espíritu Santo y nunca sea perdonado, y que sufra para siempre la condena eterna.
Los días de esta presente era están contados. Recientemente en Francia, dos de los hijos de familias de inmigrantes se electrocutaron al intentar huir de la escena después de robar en una tienda. A pesar de que muchos de los inmigrantes en Francia hacen todo lo posible para proporcionar una buena educación a sus hijos y prepararlos para el mercado laboral, parece que no hay muchos empleos disponibles para los inmigrantes en este país. Están bajo el círculo vicioso de la pobreza. Es por ello que estos hijos de dos inmigrantes se habían dedicado al robo. Un determinado miembro del gabinete del Gobierno francés llamó a esos niños de segunda y tercera generación de inmigrante: “basura”. ¿Cómo Suponemos que los hijos de estos ciudadanos inmigrantes reaccionaron a esto? ¿Era natural que reaccionaran con alboroto, diciendo, “entonces no somos ciudadanos franceses sino sólo basura? Nacimos en Francia, hablamos francés, hemos sido educados en Francia y hemos obedecido la ley francesa. ¿Cómo puede alguien entonces decir que no somos ciudadanos franceses sino basura? ¿Cómo puede un miembro del gabinete decir tal cosa?” Por lo tanto, los ciudadanos de segunda y tercera generación de familias de inmigrantes se levantaron en protesta, y estallaron disturbios por todo el país hasta llegar a una situación de emergencia en crisis de serias proporciones.
Por supuesto, también nosotros podemos decir algunas cosas desagradables cuando nos enfadamos, pero es claramente un error que cualquiera pueda decir esas cosas insultantes a las minorías, y que no digan nada de un ministro del gabinete. Ese Ministro tenía que haberse disculpado inmediatamente, y dijo: “Todos son ciudadanos de Francia. Tienen los mismos derechos como cualquier otro ciudadano francés. Pero no es correcto que manifiesten su frustración con la violencia. Si desean dirigir sus quejas al Gobierno, deben expresarlo de manera pacífica y legal.” De hecho, el Gobierno francés no era totalmente inocente de desencadenar tales desafortunados eventos, ya que no había podido dar oportunidades de empleo adecuadas a sus ciudadanos inmigrantes.
En relación con el fin de los tiempos, la Biblia dice que se levantarían las naciones contra las naciones y los reinos contra reinos, y a mí me parece que se está acercando. El mundo ya está para discordias culturales y conflictos raciales y étnicos con cada grupo entre ellos mismos. Tal como está escrito en la Biblia, justo ante nuestros propios ojos, vemos las naciones contra las naciones, reinos contra reinos y hambrunas y desastres surgiendo. Estas cosas están sucediendo alrededor de todo el mundo. Estoy seguro de que ya pueden ustedes sentirlo; el mundo en que estamos viviendo es extremadamente duro y caótico. Nuestro Señor dijo que cuando esas cosas se empiezan a desarrollar, debemos comprender que Su retorno es inminente. Una vez que estos desastres comienzan a reventar, crecen como una rodante bola de nieve. Desafiando cualquier intento de controlarlos, se propagan rápidamente en un grado cada vez mayor.
Pero, mis compañeros creyentes, no teman, por que Dios nos dijo: “Yo daré la lluvia de vuestra tierra a su tiempo, la temprana y la tardía” (Deuteronomio 11:14). La “lluvia temprana” aquí se refiere a la Iglesia Primitiva. Durante la Iglesia Primitiva, cuando el Señor hizo caer la lluvia temprana, la impresionante obra del Evangelio del agua y el Espíritu surgió en muchos lugares e infinidad de personas llegaron a creer en este Evangelio y recibir el perdón de los pecados en sus corazones.
¿Entonces, cuando traerá Dios esta “lluvia tardía”? No es otra, sino en la presente época que estamos viviendo, cuando el Señor está trayendo la lluvia tardía. Con el Evangelio del agua y el Espíritu, el Señor está ahora trayendo la última lluvia del Espíritu Santo. Tal como Él había hecho durante la edad de la Iglesia Primitiva, el Señor ha levantado creyentes en el Evangelio del agua y el Espíritu en esta edad presente también, y ha hecho que los siervos de Dios prediquen este Evangelio a todo el mundo. Esta edad actual es la época de la lluvia tardía. Y estas últimas bendiciones de Dios llueven a través del Evangelio del agua y el Espíritu. Se trata de la bendición de la salvación y de la vida eterna.
Ustedes y yo debemos sumergirnos en esta bendita lluvia del Evangelio del agua y el Espíritu que el Señor está enviando sobre nosotros. En esta época, cuando el fin de los tiempos se acerca más y más, todos nosotros debemos creer en el Evangelio del agua y el Espíritu que el Señor nos dio. Si resulta difícil para ustedes comprender este verdadero Evangelio, consulten la Biblia, pregunten a los siervos de Dios en detalle y crean en este Evangelio. No pueden esperar más; deben conocer el Evangelio del agua y el Espíritu ahora, porque Dios ha dicho claramente que pueden entrar a su Reino sólo si son nacidos de nuevo por este verdadero Evangelio. Aunque sus padres y amigos no crean en el Evangelio del agua y el Espíritu y les digan que este Evangelio es falso, no se perturben por ello. Lo que otros dicen no tiene nada que ver con su salvación. Si hay pecado en sus corazones, entonces deben ser liberados y salvados de todos sus pecados por creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, sin importar quienes sean ustedes. Con ello, deben recibir la vida eterna y convertirse en el hijo perfecto del Señor. Ahora no es momento de indecisión ni de preocuparse de cómo otros creen en Jesús. Todos y cada uno de los cristianos deben creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Todo mundo en todo el planeta debe creer en este verdadero Evangelio. En esta edad y tiempo cuando el Señor está trayendo en abundancia esta última lluvia, cuando el Evangelio del agua y el Espíritu está siendo predicado incesantemente, ustedes deben creer en este Evangelio… ya que todavía pueden.
El Evangelio del agua y el Espíritu es la Verdad única, y conociendo y creyendo en este Evangelio, todos los seres humanos pueden ser completamente liberados del pecado mortal de blasfemar el Espíritu Santo. El Señor dejó en claro que, quien blasfema el Espíritu Santo nunca puede ser perdonado de su pecado. Esto significa que quien blasfema el Espíritu Santo será sometido a la condena eterna por el precio de este pecado. Si ustedes todavía no pueden creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, ¿entonces dónde y cómo recibirían el perdón de todos sus pecados? ¿Pueden recibir el perdón de los pecados de Dios sólo por creer en la sangre de la Cruz por sí sola? No… ¡esto es completamente imposible!
Dios Todopoderoso nos ha salvado sólo a través de Su Hijo, enviándolo a este mundo para nuestra salvación. Dios nos ha salvado a través de la obra de salvación que Cristo Jesús cumplió al venir a este mundo, ser bautizado por Juan el Bautista, muriendo en la Cruz y resucitando de entre los muertos. En resumen, el Señor nos ha salvado a través del Evangelio del agua y el Espíritu. Con este Evangelio del agua y el Espíritu, Dios ha borrado todos los pecados de toda la raza humana trascendiendo en el tiempo y en el espacio. Si ustedes no han recibido todavía el perdón de los pecados, deben darse cuenta ahora de que, son pecadores ante Dios. Y deben comprender y creer que el Señor ha perdonado todos sus pecados a través del Evangelio del agua y el Espíritu. Se trata de la única manera de que verdaderamente pueden recibir salvación del Señor.
Ya que ahora viven el fin de los tiempos, ustedes no deben titubear más y creer en el Evangelio del agua y el Espíritu con todo su corazón. Ustedes deben creer en este Evangelio, y una vez que lo hagan, deben predicarlo a todos los demás en lugar de conservarlo sólo para ustedes. Realmente no quedan muchos días para que podamos aún predicar el Evangelio del agua y el Espíritu. Recuerden aquí, que todo el mundo está cambiando, al igual que el Señor lo había profetizado.
Ya es noviembre, y el invierno está a la vuelta de la esquina. Así pasa el tiempo tan rápido que, a menudo ni nos damos cuenta. Pero aunque el tiempo parezca pasar sin rumbo fijo, ustedes y yo, al menos creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu, y por lo tanto somos la gente más feliz de este mundo. No tenemos ningún problema, no importa cuando ni cómo regrese el Señor. Si hay una cosa que me preocupa, es que hay algunas personas que no sólo están contra el Evangelio del agua y el Espíritu, sino que también engañan a otras para que se opongan a este verdadero Evangelio.
Mi única preocupación es por estas gentes desorientadas, por que están cometiendo el pecado de blasfemia al Espíritu Santo y por lo tanto enfrentarán condena eterna, así como dijo el Señor. Entonces, es nuestra responsabilidad el orar aún más por estas personas, predicar el Evangelio aún con más energía y enseñar a todo el mundo el no cometer tal pecado mortal. Tengo plena confianza en que Dios evitará que innumerables personas que viven en este planeta Tierra, cometan el pecado de blasfemar el Espíritu Santo, y que los guiará a nacer verdaderamente de nuevo por creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Entonces, a esta hora, elevemos nuestras oraciones de intercesión por cada alma perdida alrededor de todo el mundo, para que todos puedan conocer el verdadero Evangelio del agua y el Espíritu y… recibir el perdón de todos sus pecados.