Search

उपदेश

Tema 24: SERMONES PARA LOS QUE SE HAN CONVERTIDO EN NUESTROS COLABORADORES

[24-44] Solo los que nacen de la Palabra de la Promesa son los Hijos de Dios (Génesis 17, 1-22)

(Génesis 17, 1-22)
«Era Abram de edad de noventa y nueve años, cuando le apareció Jehová y le dijo: Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de mí y sé perfecto. Y pondré mi pacto entre mí y ti, y te multiplicaré en gran manera. Entonces Abram se postró sobre su rostro, y Dios habló con él, diciendo: He aquí mi pacto es contigo, y serás padre de muchedumbre de gentes. Y no se llamará más tu nombre Abram, sino que será tu nombre Abraham, porque te he puesto por padre de muchedumbre de gentes. Y te multiplicaré en gran manera, y haré naciones de ti, y reyes saldrán de ti. Y estableceré mi pacto entre mí y ti, y tu descendencia después de ti en sus generaciones, por pacto perpetuo, para ser tu Dios, y el de tu descendencia después de ti. Y te daré a ti, y a tu descendencia después de ti, la tierra en que moras, toda la tierra de Canaán en heredad perpetua; y seré el Dios de ellos. Dijo de nuevo Dios a Abraham: En cuanto a ti, guardarás mi pacto, tú y tu descendencia después de ti por sus generaciones. Este es mi pacto, que guardaréis entre mí y vosotros y tu descendencia después de ti: Será circuncidado todo varón de entre vosotros. Circuncidaréis, pues, la carne de vuestro prepucio, y será por señal del pacto entre mí y vosotros. Y de edad de ocho días será circuncidado todo varón entre vosotros por vuestras generaciones; el nacido en casa, y el comprado por dinero a cualquier extranjero, que no fuere de tu linaje. Debe ser circuncidado el nacido en tu casa, y el comprado por tu dinero; y estará mi pacto en vuestra carne por pacto perpetuo. Y el varón incircunciso, el que no hubiere circuncidado la carne de su prepucio, aquella persona será cortada de su pueblo; ha violado mi pacto. Dijo también Dios a Abraham: A Sarai tu mujer no la llamarás Sarai, mas Sara será su nombre. Y la bendeciré, y también te daré de ella hijo; sí, la bendeciré, y vendrá a ser madre de naciones; reyes de pueblos vendrán de ella. Entonces Abraham se postró sobre su rostro, y se rió, y dijo en su corazón: ¿A hombre de cien años ha de nacer hijo? ¿Y Sara, ya de noventa años, ha de concebir? Y dijo Abraham a Dios: Ojalá Ismael viva delante de ti. Respondió Dios: Ciertamente Sara tu mujer te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Isaac; y confirmaré mi pacto con él como pacto perpetuo para sus descendientes después de él. Y en cuanto a Ismael, también te he oído; he aquí que le bendeciré, y le haré fructificar y multiplicar mucho en gran manera; doce príncipes engendrará, y haré de él una gran nación. Mas yo estableceré mi pacto con Isaac, el que Sara te dará a luz por este tiempo el año que viene. Y acabó de hablar con él, y subió Dios de estar con Abraham».
 
 
¿Quién era Abraham y qué hizo Dios con Abraham?
 
Hoy voy a hablar de Abraham, es decir el padre de la fe; quiero pensar en el quién era y qué hizo Dios con él. Dios se le apareció a Abraham a menudo después de dejar su ciudad natal, Ur de los Caldeos. La primera vez que Dios se le apareció a Abraham fue cuando llegó a un lugar entre Ai y Betel. Cuando Dios le dio Su Palabra a Abraham, invocó el nombre del Señor, construyó un altar y le ofreció un sacrificio a Dios.
En Génesis 14, Dios ayudó a Abraham durante la Guerra, y en el capítulo 15, Dios se le apareció a Abraham de nuevo en una visión y dijo: «Después de estas cosas vino la palabra de Jehová a Abram en visión, diciendo: No temas, Abram; yo soy tu escudo, y tu galardón será sobremanera grande» (Génesis 15, 1). Pero Abraham le dijo a Dios: «Y respondió Abram: Señor Jehová, ¿qué me darás, siendo así que ando sin hijo, y el mayordomo de mi casa es ese damasceno?» (Génesis 15, 2). Lo que Abraham estaba diciendo aquí es: “Señor, Dios, no me has dado descendencia. No tengo otro remedio que hacer que Eliezer sea mi heredero”. El Señor contestó: «No te heredará éste, sino un hijo tuyo será el que te heredará». Entonces lo sacó y le dijo: “Mira hacia el cielo y cuenta las estrellas para ves si puedes contarlas todas. Así de grande será el número de tus descendientes”. Y Abraham creyó en nuestro Señor, y le fue contado como justicia. Entonces le dijo: «Yo soy Jehová, que te saqué de Ur de los caldeos, para darte a heredar esta tierra».
Entonces Abraham preguntó: “Señor Dios, ¿cómo sabré que la voy a heredar?”. Dios le contestó: “Tráeme a una becerra de tres años, a una cabra de tres años y a un carnero de tres años, una tórtola y un palomino”. Entonces le llevó todas estas cosas (Génesis 15, 8-9) ¿Qué dijo Dios finalmente cuando vio la fe auténtica de Abraham? Le hizo una promesa a Abraham para bendecirle y para que todos sus descendientes fuesen esclavos en Egipto durante cien años, pero después salieran en masa con muchas posesiones y formasen una gran nación.
Abraham era un hombre espiritual. Podemos saberlo porque dijo: “Si tu vas a la derecha, yo iré a la izquierda” cuando su sobrino Lot discutió con él acerca de sus posesiones. Abraham creyó que Dios era su Dios y creyó en todas Sus Palabras porque confió en Él por completo. Vivió con su fe verdadera en Dios, y con esta fe obedeció a Dios en todo lo que le dijo que hiciese. Entonces, Dios le dijo a este fiel Abraham: “Yo soy tu escudo y tu recompensa enorme”. Cuando Abraham escuchó esto, dijo: “Señor Dios, ¿qué estás intentando decirme? No tengo ninguna esperanza. Aunque me des algo, mi heredero no es mi verdadero hijo. Así que no vale la pena”. Entonces, Dios le contestó: “Este no va a ser tu heredero, sino que tu propio hijo lo será. Mira las estrellas del cielo. Te daré tanta descendencia como estrellas hay en el cielo”.
En Génesis 16, vemos que este Abraham, aunque creyó en la promesa de Dios, se acostó con la sierva de Sara y tuvo un hijo llamado Ismael. Abraham tenía 75 años cuando se fue de Ur de los Caldeos e Ismael nació cuando tenía 86 años. Esperó 11 años para tener un hijo desde que se marchó. Sin embargo, Dios le prometió que su heredero sería uno que saldría de su propio cuerpo y que su descendencia sería tan numerosa como las estrellas del cielo, pero 11 años después no tenía hijos y tenía 86 años. Por supuesto, no pudo evitar las complicaciones después de tener a Ismael. Surgieron conflictos graves entre su mujer Sara y su sierva Agar, quien dio a luz a Ismael, y al final Agar tuvo que marcharse.
Cuando Abraham cumplió los 99 años de edad, Dios se le apareció de nuevo. Y le hizo la misma promesa:
«Era Abram de edad de noventa y nueve años, cuando le apareció Jehová y le dijo: Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de mí y sé perfecto. Y pondré mi pacto entre mí y ti, y te multiplicaré en gran manera. Entonces Abram se postró sobre su rostro, y Dios habló con él, diciendo: He aquí mi pacto es contigo, y serás padre de muchedumbre de gentes. Y no se llamará más tu nombre Abram, sino que será tu nombre Abraham, porque te he puesto por padre de muchedumbre de gentes. Y te multiplicaré en gran manera, y haré naciones de ti, y reyes saldrán de ti. Y estableceré mi pacto entre mí y ti, y tu descendencia después de ti en sus generaciones, por pacto perpetuo, para ser tu Dios, y el de tu descendencia después de ti. Y te daré a ti, y a tu descendencia después de ti, la tierra en que moras, toda la tierra de Canaán en heredad perpetua; y seré el Dios de ellos» (Génesis 17, 1-8).
Queridos hermanos, ¿qué significa esta Promesa de Dios? El Señor Dios, que aparece en Génesis 15, se le apareció de nuevo a Abraham en Génesis 17 y le aseguró que cumpliría esta promesa. Sin embargo, esta vez le dio a Abraham una promesa más detallada. Dios dijo: «Será circuncidado todo varón de entre vosotros. Circuncidaréis, pues, la carne de vuestro prepucio, y será por señal del pacto entre mí y vosotros» (Génesis 17, 10-11). Dios dijo que cualquier varón de 8 días debía ser circuncidado, ya fuese nacido de israelita o no, es decir, cualquier varón que nace en la casa de cualquier extranjero comprado con dinero también debía ser circuncidado. Le advirtió que, los que no fuesen circuncidados serían expulsados de entre Su pueblo, porque no habían cumplido la alianza.
Esto es correcto. Dios, que le había prometido un hijo a Abraham en Génesis 15, le aseguró de nuevo en Génesis 17 que no solo le daría una descendencia tan numerosa como las estrellas del cielo, sino que también sería el Dios de sus descendientes. Además, Dios le dio a Abraham una Palabra de bendición específica de que sería el padre de muchas naciones, que reyes saldrían de sus descendientes y que Dios haría muchas naciones de la descendencia de Abraham.
Si es así, ¿cómo se cumple la Palabra de Dios al final? A través de la circuncisión: «Y estableceré mi pacto entre mí y ti, y tu descendencia después de ti en sus generaciones, por pacto perpetuo, para ser tu Dios, y el de tu descendencia después de ti» (Génesis 17, 7). ¿Qué significa esto? Significa que la circuncisión es la prueba de la alianza de Dios con Abraham. Esto significa que quien crea en la alianza debe ser circuncidado sin falta. Dios nos está diciendo que no sería el Dios de los que se niegan a ser circuncidados, porque la circuncisión era una prueba verdadera de la promesa de Dios. Sin la circuncisión, la promesa de Dios no se cumpliría. Pero si eran circuncidados, entonces Dios sería su Dios como con Abraham.
Dios le dijo a Abraham en Génesis 17, 15 que le daría un hijo a su mujer Sara y que su nombre sería Isaac. Dios le aseguró mediante una promesa que le daría a Abraham un hijo a través de su mujer Sara. Le dijo: «Mas yo estableceré mi pacto con Isaac, el que Sara te dará a luz por este tiempo el año que viene» (Génesis 17, 21). Esto es lo que Dios le había prometido.
 
 

La Alianza con Abraham se centraba en la circuncisión

 
A partir de Génesis 17 en adelante vemos la promesa de Dios a Abraham de que sería Su Dios y el de sus descendientes basándose en la circuncisión. Dios no se convirtió en el Dios de cualquier persona por cualquier motivo. De la misma manera en que el Señor se convirtió en el Dios de los que creyeron en el Evangelio del agua y el Espíritu en esta era del Nuevo Testamento, en el Antiguo Testamento, Dios se convirtió en el Dios de los que fueron circuncidados solamente. El Dios del Antiguo Testamento también se convirtió en el Dios de Abraham y en el Dios de Isaac y Jacob y en el de todos los descendientes, todo basado en la alianza de la circuncisión que había hecho con la gente de fe. Dios les pidió a Abraham y a sus descendientes que fuesen circuncidados sin falta, prometiéndoles que si lo hacían sería Su Dios. Dios cumplió Su promesa y se convirtió en el Dios de Israel, es decir, de los descendientes de Abraham que habían sido circuncidados por la fe. Y hasta este día, Dios sigue siendo Dios para nosotros, a los que hemos sido circuncidados en nuestros corazones. De esta manera, Dios hizo la alianza de la salvación a través de la circuncisión. Sé que se ha convertido en Dios para nosotros, los que hemos recibido la salvación a través del Evangelio del agua y el Espíritu.
El significado de la circuncisión está escrito en muchos sitios en la Biblia. Por ejemplo, aquí en Romanos 9, 6-8 leemos:
«No que la palabra de Dios haya fallado; porque no todos los que descienden de Israel son israelitas, ni por ser descendientes de Abraham, son todos hijos; sino: En Isaac te será llamada descendencia. Esto es: No los que son hijos según la carne son los hijos de Dios, sino que los que son hijos según la promesa son contados como descendientes». Como Dios le prometió que salvaría a los israelitas a través de la alianza de la circuncisión y que sería el Dios de los que han sido circuncidados, dijo que no todos los descendientes de Jacob eran Suyos, y que no toda la simiente de Abraham le pertenecía. ¿Qué significa esto? Significa que no todos los descendientes biológicos de Abraham podían convertirse en hijos verdaderos de Dios, sino solo los que cumpliesen el mandamiento de la circuncisión establecida por Dios podían convertirse en Sus hijos.
 
 
Espiritualmente, ¿quiénes son los verdaderos hijos de Abraham?
 
Abraham recibió la promesa de Dios a los 75 años y tuvo un hijo con la sierva de su mujer a los 86 años. Pero este hijo no podía convertirse en su hijo legítimo porque Dios le había dicho a Abraham que tendría un hijo con Sara, pero la impaciencia le hizo tener un hijo con la sierva de Sara. A pesar de esto, Dios cumplió Su promesa y le permitió tener un hijo, a quien llamó Isaac. En aquel entonces tenía cien años y tuvo un hijo real que Dios le había prometido 14 años después de tener su primer hijo. Así es como tuvo dos hijos, el primero, Ismael, y el segundo, Isaac.
Hay una cosa importante que recordar. Espiritualmente, Ismael no era el hijo de Abraham. Sin embargo, biológicamente era su hijo, pero espiritualmente no era el hijo verdadero de Abraham. Dios le había dicho anteriormente que le daría un hijo con Sara, su mujer legítima. Aunque Abraham tuvo un hijo con Agar, esto no fue reconocido por Dios según la promesa que le hizo.
¿Qué nos está diciendo Dios a través de esto? Solo los que han recibido la remisión de los pecados al creer en la Palabra de Dios se convierten en verdaderos hijos de Dios. En otras palabras, los que han nacido de la Palabra de Dios de la promesa son sus hijos espirituales auténticos. Está escrito: «Porque no todos los que descienden de Israel son israelitas, ni por ser descendientes de Abraham, son todos hijos; sino: En Isaac te será llamada descendencia». Por tanto, los verdaderos hijos de Dios son los que han nacido de nuevo al creer en la Palabra de Dios tal y como es.
Esta circuncisión es aplicable a nosotros. Piensen en esto. Hay muchas personas que creen en Jesús, pero la mayoría no ha recibido la remisión de los pecados porque no cree en el Evangelio del agua y el Espíritu. Como resultado, no pueden convertirse en los verdaderos hijos de Dios. Esta promesa de que Dios salvaría a los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu también fue mencionada en el Antiguo Testamento. Dios le dijo a Abraham las mismas cosas. Dijo: “Solo si se circuncidan, seré su Dios. Si obedecen, seré su Dios y el de sus descendientes. La gente que no obedece no será Mi pueblo. Solo los que son circuncidados son Mi pueblo”. Por tanto, quien reciba la remisión de los pecados al creer en la promesa de Dios se convierte en hijo de Dios sea cual sea la era en la que viva.
“Su simiente será llamada en Isaac” significa que los hijos nacidos de la carne humana no pueden convertirse en hijos de Dios automáticamente. Los que nacen de padres que han recibido la remisión de los pecados al creer en que Jesús cargó con todos los pecados del mundo no pueden convertirse en hijos de Dios automáticamente si no creen en la Palabra de promesa por sí mismos. Por eso los descendientes físicos de Abraham tenían que ser circuncidados por fe. Los descendientes de Abraham parecían ser los hijos de Dios, pero no podían convertirse en el pueblo de Dios en un sentido espiritual sin la señal de la fe verdadera, que era la circuncisión. Incluso aproximadamente 4000 años desde entonces, esta circuncisión también es requerida de nosotros.
Romanos 9, 11-13 dice: «(pues no habían aún nacido, ni habían hecho aún ni bien ni mal, para que el propósito de Dios conforme a la elección permaneciese, no por las obras sino por el que llama), se le dijo: El mayor servirá al menor. Como está escrito: A Jacob amé, mas a Esaú aborrecí». Este pasaje de las Escrituras nos dice claramente a quién adopta Dios para que sean Sus hijos en esta generación. Dios adopta a los que son honestos ante Dios y entienden sus debilidades y pecados, reconocen la Palabra de Dios en sus corazones y creen que han sido salvados correctamente a través del Evangelio del agua y el Espíritu.
 
 

¿A quién escogió Dios?

 
Dios dijo: “El mayor servirá al menor cuando todavía estén en el seno materno”. Algunas personas malinterpretan este versículo por ignorancia diciendo: “Aquí se dice que Dios tiene favoritos aunque todavía estén en el seno materno. No se convierten en hijos de Dios al ser convencidos por Dios, sino al ser elegidos al azar”. Algunas personas pueden tener estos pensamientos erróneos, pero la verdad es la verdad. Esta noción se suele llamar la doctrina de la elección incondicional. La elección incondicional es una enseñanza calvinista que enseña que, antes de que Dios crease el mundo, escogió salvar a algunas personas al azar según sus propios criterios sin ninguna condición.
Por supuesto, es importante saber a quién escoge Dios. Cuando Jacob y Esaú estaban en el vientre de Rebeca, Dios ya sabía cómo serían en el futuro. Así que dijo: “El mayor servirá al menor”. Dicho de otra manera, el Dios Omnisciente sabía de antemano que Esaú sería un hombre carnal, mientras que Jacob sería un hombre espiritual. En este contexto, Dios dijo: “A Jacob amé, pero a Esaú le odié”. Dios amó y llamó a Jacob. Pero, ¿cómo era Jacob? Por supuesto, mientras que Esaú era incrédulo, egoísta y se rebeló contra Dios, Jacob tenía también sus debilidades. Aunque confiaba completamente en la Palabra de Dios y deseaba Sus bendiciones, era astuto y estaba lleno de debilidades. Entonces, ¿qué dijo Dios? Dios dijo que no había venido a llamar a los perfectos ni a los justos, sino a los pecadores. Dijo que llamaría a los pecadores para hacerlos justos. El Señor también dijo: «Respondiendo Jesús, les dijo: Los que están sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento» (Lucas 5, 31-32). De la misma manera, Dios no escogió a los que están completos. Dios llama a los que tienen corazones enfermos de pecado porque son los que pueden recibir la remisión de los pecados y convertirse en nacidos de nuevo al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu.
¿Quién puede convertirse en un hijo de Dios entre la gente de este mundo? ¿Quién fue un hijo verdadero de Dios, Ismael o Isaac? Dios le dio a Abraham Su Palabra y permitió que Abraham se convirtiese en el padre de una gran nación al darle a Isaac cuando no podía ser padre en el sentido físico. 24 años después de que Dios hiciese Su primera promesa, permitió a Abraham que tuviese un hijo. Y se convirtió en el padre de una nación. Por tanto, los verdaderos hijos de Dios son los de Isaac, los que han nacido de la Palabra de la promesa de Dios. Por tanto, los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu nacen de la promesa de la Palabra de Dios.
 
 

Dios llamó a la gente como Jacob

 
En este mundo hay muchas personas que dicen ser cristianas. Si es así, ¿se convierten todas en hijos de Dios? No. Como saben, Dios envió a Jesucristo a este mundo y cumplió el Evangelio del agua y el Espíritu, que nos permite nacer de nuevo. Tomó todos nuestros pecados para siempre a través de Su bautismo y nos salvó completamente al llevar estos pecados a la Cruz donde fue crucificado en nuestro lugar. El Señor explicó esta verdad, diciendo que solo los que han nacido de nuevo al creer en este Evangelio del agua y el Espíritu celestial pueden convertirse en los verdaderos hijos de Dios. De esta manera, solo Dios llamará hijos Suyos a la gente. Llama a la gente como Jacob. Invita a los que son débiles y están llenos de fallos y a los que reconocen Su Palabra, y elimina sus pecados completamente con el agua y la sangre, y solo entonces los adopta como hijos Suyos. Dios sigue escogiendo a los que son pecadores y reconocen Su Palabra Santa. Es la voluntad de Dios llamar a los que son insuficientes y están enfermos de pecados y convertirlos en justos para adoptarles como hijos Suyos. Está haciendo esto ahora mismo, ya que esta es la voluntad obvia e inamovible de Dios.
Por desgracia, la gente no entiende Su voluntad muy bien. Muchos israelitas en el Antiguo Testamento no se convirtieron en el pueblo de Dios porque solo estaban circuncidados de manera física, pero no espiritual. Hoy en día ocurre lo mismo. Para convertirse en hijos de Dios verdaderos, deben creer en Dios de corazón por fe, no solo con palabras vacías o sentimientos. No lo olviden. Para ser hijos de Dios debemos tener fe en Su alianza que nos ha limpiado mediante Su bautismo y sangre derramada en la Cruz.
Nuestro Dios misericordioso tuvo compasión de nosotros y bajó a este mundo para cargar con nuestros pecados a través del bautismo y entonces cargó con nuestros pecados y murió en la Cruz para salvarnos a todos. Dios prometió que vendría a este mundo encarnado en un ser humano. 700 años después de esta promesa hecha a través del Profeta Isaías, Jesucristo llegó a la tierra y cumplió esta promesa. Y cuando cumplió los 30 años fue bautizado para cargar con todos los pecados sobre Sí mismo, y derramó Su sangre en la Cruz, de la misma manera en que los chivos expiatorios eran utilizados para tomar los pecados de la gente en el Antiguo Testamento. De esta manera, tomó todos nuestros pecados, murió por nosotros y se levantó de nuevo de entre los muertos para convertirse en nuestro Salvador. Estoy seguro de que solo los que creen en esta obra completa del Señor están circuncidados espiritualmente y se han convertido en hijos de Dios. 
Por tanto, tenemos que entender la justicia de Dios completamente. Solo entonces podremos distinguir entre los cristianos carnales y los espirituales. Esta fe viene del corazón. Debemos convertirnos en personas de fe. Debemos estar circuncidados espiritualmente; debemos empezar a entender la justicia de Dios completamente y debemos saber quién es un verdadero cristiano y quién no. Debemos ser conocidos por Dios como verdaderos cristianos.