(Génesis 1, 14-19)
«Dijo luego Dios: Haya lumbreras en la expansión de los cielos para separar el día de la noche; y sirvan de señales para las estaciones, para días y años, y sean por lumbreras en la expansión de los cielos para alumbrar sobre la tierra. Y fue así. E hizo Dios las dos grandes lumbreras; la lumbrera mayor para que señorease en el día, y la lumbrera menor para que señorease en la noche; hizo también las estrellas. Y las puso Dios en la expansión de los cielos para alumbrar sobre la tierra, y para señorear en el día y en la noche, y para separar la luz de las tinieblas. Y vio Dios que era bueno. Y fue la tarde y la mañana el día cuarto».
Jesucristo, nuestro Señor
Aunque no tengamos poder, como la Palabra tiene poder, cuando la Palabra cae en el suelo, produce frutos sin falta. Como la Palabra de Dios está viva, podemos observar que es la misma hoy y mañana y siempre. Las palabras del hombre cambian constantemente, pero la Palabra de Dios nunca cambiar porque es fiel. Cuando Dios habla, cumple exactamente todas Sus Palabras. Como la Palabra de Dios tiene poder, cuando Dios dijo: «Que haya luz», hubo luz, y cuando dijo: «Que haya una luz mayor y una menor», se cumplió lo que dijo.
Este universo desaparecerá, pero la Palabra de Dios nunca desaparece. Como la Palabra de Dios es la Verdad, distinguimos esta Palabra de las palabras del hombre, porque esta es la más importante. Cuando Dios dijo: «Que haya luz», la luz apareció en este universo. Cuando Dios ordenó que hubiese dos luces en el universo, se cumplió Su Palabra.
Dios dividió las aguas de encima del firmamento, de las de debajo. Dios llamó al firmamento, cielo. El cielo parece infinito. Cuando los astronautas viajan por el espacio y miran al planeta tierra desde arriba, dicen que es absolutamente bello. Los astrónomos dicen que hay unos 100.000 millones de cuerpos celestiales en una galaxia, 100.000 millones de galaxias en el universo. No podemos ni imaginar el universo entero en nuestras mentes pequeñas, pero Dios los creó con tan solo decir: «Que sea».
Debemos darnos cuenta de lo poderosa que es la Palabra de Dios. Aunque no tengamos poder, como la Palabra de Dios tiene poder, todo se puede cumplir si se ordena por la Palabra de Dios. Cuando la Palabra de Dios ordenó que las aguas de encima del firmamento se dividieran de las de debajo del firmamento, se hizo así.
La Palabra de Dios es la Verdad eterna. En esta Verdad la gente sigue naciendo, viviendo y muriendo. Con la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu, que Dios nos ha dado, ha separado a Su pueblo de la gente que no es Suya, y ha dividido la siguiente vida entre Cielo e infierno. Gracias a la luz que Dios creó, este mundo está iluminado, y a través de este Evangelio del agua y el Espíritu todas las almas están salvadas.
Estas obras se han cumplido en Jesucristo, que es el Hijo de Dios, y nuestro Creador y Salvador. ¿Quién es el Dueño de todo el universo? Jesucristo, el Rey de reyes, Jesucristo es nuestro Salvador y nuestro Dios. Es nuestro Señor, nuestro Salvador, nuestro Pastor y nuestro Dios que nos creó. Jesucristo vive en los corazones de los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu que Él les ha dado, y es nuestros Pastor y Dios santo. Reina en todo el universo y sobre nosotros.
En Génesis 1, 14 Dios dijo: «Haya lumbreras en la expansión de los cielos para separar el día de la noche; y sirvan de señales para las estaciones, para días y años». De la misma manera en que la tierra recibe vida de la luz solar, nuestras almas humanas obtienen nueva vida al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu que Jesús nos ha dado. Dios Padre nos dijo que Jesucristo está cumpliendo todas Sus obras en Su Providencia. Jesucristo cumple las señales y las estaciones, los días y los años en este mundo.
Nuestras vidas y bendiciones se basan en Jesucristo. Empezamos nuestras vidas en Jesucristo y las completaremos en Jesucristo. En otras palabras, mis queridos creyentes, nos hemos convertido en nuevas criaturas en Jesucristo. De la misma manera en que la tierra recibe calor del sol, los que creemos en Jesucristo, en el Evangelio del agua y el Espíritu, encontramos gracia y nos dejamos guiar por Él.
Hay cuatro estaciones en nuestras vidas espirituales: la primavera espiritual, el verano espiritual, el otoño espiritual y el invierno espiritual. Cuando encontramos el Evangelio del agua y el Espíritu en Jesucristo, nacemos de nuevo en Jesucristo, y cuando nos alimentamos de la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu, la Verdad espiritual, nuestras almas empiezan a dar frutos de nueva vida. Cuando nuestras almas encuentran a Jesucristo, a través del Evangelio del agua y el Espíritu, el verano está en nosotros. Cuando vivimos con el Señor en la Palabra de Dios, y en la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu, estamos completos.
Jesucristo gobierna nuestras vidas
Mis queridos hermanos, la historia de este universo y del mundo es la historia de Jesús. La palabra historia en inglés, history viene de His story que significa Su historia. El mundo cuenta sus años basándose en el día en que Jesucristo vino. En otras palabras, la historia se divide en a.C. (antes de Cristo) y d.C. (después de Cristo). Nada está fuera de la soberana autoridad de Jesucristo. Todo en este universo pertenece a Jesucristo.
A través de Jesucristo, las luces mayores (Génesis 1, 16), Dios dividió las cuatro estaciones. Cuando nacemos de nuevo en este mundo y encontramos a Jesucristo, estamos en la primavera espiritual, y cuando crecemos en Jesucristo, estamos en el verano espiritual, y cuando damos los frutos de la vida eterna, estamos en el otoño espiritual. Cuando recogemos las cosechas del otoño en Jesucristo y podemos vivir para siempre en el granero del Cielo, estamos en nuestro invierno espiritual, donde recibimos la vida eterna.
Jesucristo es el Hijo de Dios, el Creador que nos hizo, nuestro Pastor y el Gobernador que tiene dominio sobre todos los aspectos de nuestras vidas. ¿Creen en esto? Puede que sigan luchando con sus pensamientos, pero no pueden escapar del amor de Jesucristo. Cuando nos descubrimos a nosotros mismos en Jesucristo, y cuando nos presentamos ante Él, nos damos cuenta del verdadero significado de nuestras vidas. En Jesucristo podemos ser salvados en cuerpo y espíritu, dar la flor de la vida y frutos reales.
Por desgracia, ahora mismo, hay demasiadas personas en este mundo que no tienen ni idea de por qué nacieron o por qué deben morir. No conocen el verdadero significado de sus vidas. Aunque muchas personas sienten que la vida es algo más de lo que se puede ver, sentir o degustar, todavía viven con angustia, porque no pueden nacer de nuevo. Sin embargo cuando nacemos de nuevo de la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu, podemos darnos cuenta de por qué hemos nacido y adónde vamos. Sabemos por qué debemos vivir. Por tanto, todos debemos darnos cuenta de cómo Dios nos ha formado.
Cuando conocemos el Evangelio del agua y el Espíritu que el Señor nos ha dado, y nacemos de nuevo, nuestras vidas cambiarán. En mi caso, antes de encontrar el Evangelio del agua y el Espíritu y nacer de nuevo, mi vida no tenía ningún significado. En aquel entonces mi vida estaba completamente vacía, sin satisfacción, y mis pensamientos estaban confusos. Sin embargo, cuando buscaba mi vanidad sin conocer la Verdad de salvación, nuestro Señor me enseñó el Evangelio del agua y el Espíritu a través de la Palabra de Dios de Verdad.
Incluso ahora, Jesucristo está iluminando este mundo con el Evangelio del agua y el Espíritu
Está escrito en Génesis 1, 15: «Sean por lumbreras en la expansión de los cielos para alumbrar sobre la tierra. Y fue así».
Incluso hoy en día, Jesucristo está iluminando este mundo con la luz de salvación. Incluso en este momento, nuestro Señor sigue haciendo que la luz de la vida nos ilumine. Pero la Biblia también dice: «La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella» (Juan 1, 5). En otras palabras, el problema es que no todo el mundo acepta la Palabra de Verdad, pero Dios da la luz de salvación, es decir el Evangelio del agua y el Espíritu, para que todos la acepten.
Pasemos a Génesis 1, 16: «E hizo Dios las dos grandes lumbreras; la lumbrera mayor para que señorease en el día, y la lumbrera menor para que señorease en la noche; hizo también las estrellas».
La Luna no emite luz por sí misma; solo refleja la luz que procede del Sol. Este pasaje implica que Jesucristo alumbra nuestra naturaleza humana con la Ley, y que nos está iluminando con Su amor verdadero. Dios creó la luz mayor en el cielo para que gobernara el día, y la luz menor para que gobernara la noche, y estas luces se refieren al Evangelio del agua y el Espíritu y la Ley.
Jesucristo tiene dominio sobre todo el mundo. Dios no ha permitido que el Evangelio del agua y el Espíritu se difunda por todo el mundo a través de Su Iglesia. Aunque parezca que los justos que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu estén gobernados por este mundo, en vez de gobernarlo ellos, al final gobernarán todo el universo. Del mismo modo en que Jesucristo reina sobre todo el universo y todo lo que hay en él, los nacidos de nuevo reinarán sobre todo lo que hay en este mundo. Ahora la gente de este mundo confía en las soluciones políticas para gobernar el mundo, pero esto no vale para nada.
La gente de este mundo no escucha la Palabra que estamos predicando. Esto se debe a que los falsos maestros les han engañado. Muchas personas se niegan a acercarse al Evangelio del agua y el Espíritu que predicamos. Pero si lo escuchasen, creyesen en él y lo aceptasen, encontrarían la verdadera felicidad y satisfacción.
Jesucristo quiere conseguir todas estas cosas a través de nosotros. Dios quiere reinar sobre los santos nacidos de nuevos a través de Sus siervos. Dios quiere reinar sobre los que no han nacido de nuevo. ¿Quieren que Dios gobierne nuestras vidas? Si han nacido de nuevo, ¿quieren que Jesucristo reine sobre ustedes?
Aunque queramos vivir según nuestros propios deseos después de haber nacido de nuevo, esto no es correcto. Mis queridos hermanos, cuando el Padre reina sobre nosotros después de haber nacido de nuevo, lo hace con amor, no como si fuésemos sus esclavos. Por eso debemos dejar que Jesucristo reine sobre nuestros corazones. Dios gobierna sobre los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu. Dios nos guía y nos bendice a través de Sus siervos.
Dios guía y gobierna a los nacidos de nuevo
Les voy a dar un ejemplo. Un hermano en nuestra iglesia solía trabajar en un billar, al que acudía más gente durante nuestros cultos, y que no cerraba los domingos. Así que un siervo de Dios le dijo: «No creo que debas trabajar en ese sitio. Deja tu trabajo y busca otro que te permite vivir tu vida con fe». El hermano obedeció y dejó su trabajo en el billar, después encontró otro trabajo que le permitía ir a la iglesia. Escuchó como Dios le guiaba. Dios gobierna nuestras vidas. Este dominio de Dios es lo que nos guía y nos cuida.
Dios creó la lumbrera mayor para que reinase el día, y la menor para que reinase sobre la noche. Dios nos está guiando con estas dos lumbreras. Él guía a los nacidos de nuevo con la lumbrera mayor, es decir con el Evangelio del agua y el Espíritu, y al resto del mundo con la Ley, que es la lumbrera menor. Aunque pensemos que nadie tiene dominio sobre nosotros, debemos darnos cuenta de que debemos dejarnos gobernar por Dios.
Mis queridos hermanos, debemos dejarnos gobernar por Dios. Yo también tengo que dejarme gobernar por Dios, y todos ustedes también. Cuando creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu, debemos dejarnos gobernar por Dios, debemos seguirle y vivir en Él, en vez de vivir como queramos. Nuestros hermanos y hermanas viven en Jesucristo y se dejan gobernar por la Iglesia. Esta es la vida que Jesucristo ha preparado para nosotros. Esta es la voluntad de Dios para nosotros, y es la manera en la que Dios ha establecido Sus reglas para nosotros. ¿Se dan cuenta de esto ahora?
Solo Él es el camino y la Verdad. En Él, en Jesucristo, se encuentra toda la verdad. Todo está incluido en Su plan, en el plan de Jesucristo. Como nacimos en este mundo, debemos vivir en Él, y siempre pensar en Él en todo lo que hagamos. En otras palabras, no tenemos un plan para cada uno de nosotros, sino que nuestro plan viene de Jesucristo. No podemos escapar de la autoridad de Jesucristo, ni debemos intentarlo. Solo podemos conseguir la verdadera felicidad y el verdadero amor si vivimos en Cristo. De hecho, el debe gobernarnos, y nosotros debemos encontrar nuestra felicidad en Él, nuestro valor, y debemos vivir una vida justa en Él. La Biblia dice que cuando Jesucristo nos gobierna, también gobierna el día y la noche a través de nosotros.
Dios nos hizo gobernar sobre la gente de este mundo. En otras palabras, Dios quiere que gobernemos sobre todos el mundo, sobre los nacidos de nuevo y los que no han nacido de nuevo. Dios dice que nos hará trabajadores Suyos y siervos para que gobernemos sobre otras personas y las guiemos por el buen camino. ¿Se dan cuenta de esto? Dios tiene un plan maravilloso para nosotros.
Dios hizo las estrellas del Cielo
Pasemos a Génesis 1, 16-19: «E hizo Dios las dos grandes lumbreras; la lumbrera mayor para que señorease en el día, y la lumbrera menor para que señorease en la noche; hizo también las estrellas. Y las puso Dios en la expansión de los cielos para alumbrar sobre la tierra, y para señorear en el día y en la noche, y para separar la luz de las tinieblas. Y vio Dios que era bueno. Y fue la tarde y la mañana el día cuarto».
Dios creó todas las estrellas en los cielos. Dios las puso en el firmamento de los cielos para iluminar la tierra, para gobernar el día y la noche, y para dividir la luz de la oscuridad. Estas estrellas se refieren a los siervos de Dios. A través de este pasaje de las Escrituras, debemos darnos cuenta de que los siervos de Dios están iluminando la tierra con la luz del Cielo. Debemos recordar que los siervos de Dios, las estrellas, iluminan con la verdadera luz.
Debemos darnos cuenta de que estos siervos de Dios dividen a los salvados de los perdidos. Hoy en día, algunos pastores enseñan lo siguiente: «¿Cómo podemos distinguir a los salvados de los perdidos? Esto es algo que solo Dios sabe y que solo Dios tiene el derecho de saber». Sin embargo, no dirían esto si supieran la función que Dios les confió a las estrellas del Cielo.
Dios creó las estrellas y las puso en el firmamento, y así iluminó la tierra. Nuestro Dios creó estas estrellas, y las puso en el firmamento para iluminar la tierra y así gobernar el día y la noche. En otras palabras, hizo todo a través de las estrellas. Les he dicho que Dios dividió el día de la noche a través de la luz, y que gobernó el día y la noche a través de la luz. Entonces creó las estrellas y las puso en el firmamento para iluminar la tierra.
¿Cómo se manifiesta la luz de la Verdad en la tierra? La luz de la Verdad se manifiesta a través de los siervos de Dios que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu. ¿Cómo se revela la voluntad de Dios en la tierra? La voluntad de Dios en la tierra se revela a través de Su Palabra, que sale de las bocas de Sus siervos, que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu. ¿Creen en esto, queridos hermanos?
Después de crear las estrellas del Cielo, Dios las puso en el firmamento para iluminar la tierra. El que Dios crease las estrellas, significa que obra a través de Sus siervos. Si no hubiera siervos de Dios en este mundo, la voluntad de Dios no se predicaría, y nadie podría ser salvado. Por eso Dios obra a través de Sus siervos y revela Su voluntad y la cumple a través de ellos.
Las estrellas no están ahí sin motivo alguno. Todas las estrellas del mundo cumplen una función. La luz existió porque Dios dijo «que haya luz», y las estrellas también existieron porque Dios las creó. En la Biblia, estas estrellas se refieren a nosotros, es decir, a los que han sido llamados para ser obreros del Señor. Debemos recordar la importancia del hecho de que Dios crease estrellas en el cielo.
Dios crea a los siervos de Dios
Debemos darnos cuenta de que Dios creó a Sus siervos. Dios interviene en las vidas de Sus siervos y los guía. Dios habla a Sus siervos y los sigue formando para que sean instrumentos Suyos.
Hay una gran diferencia entre lo que Dios creó y lo que no creó Él. Por ejemplo, cuando un cristiano le pregunta a un pastor que no ha nacido de nuevo por el Evangelio del agua y el Espíritu: «Dime cómo debo vivir», este pastor pone las manos sobre la cabeza de esa persona y finge profetizar: «Te vas a convertir en un valioso siervo de Dios. He tenido una visión mientras oraba, y en ella te vi con un rebaño de ovejas en un pasto verde, y tú eras el pastor que llevaba las ovejas». Una hermana me dijo una vez que un pastor le había dicho esto antes de ser salvada. Así que siempre pensó en su mente que nació como sierva de Dios. Hay muchas personas piensan esto. Mis queridos hermanos, las personas que profetizan de esta manera no son siervos de Dios. No nos convertimos en siervos de Dios solo por profetizar así.
Entonces, ¿cómo nos convierte Dios en Sus siervos? Primero Dios nos hace nacer de nuevo al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, y entonces nos convierte en Sus siervos a través de los siervos de la Iglesia. Dios hace que le obedezcamos y nos sometamos a Él, y hace que dejemos de lado nuestros pensamientos erróneos. Dios nos guía continuamente por el camino de la justicia.
Dios nos convierte en trabajadores de la justicia con Su Verdad. Es maravilloso ver cómo Dios nos moldea y nos convierte en Sus trabajadores. En Su amor podemos crecer con la Verdad, nuestra fe y nuestro objetivo en la vida se establece, y podemos obedecer la Palabra de Verdad. Cuando vemos cómo Dios usa a Sus siervos, y cuando vemos las vidas de la gente de fe en la Biblia, nos damos cuenta de la providencia de Dios para Sus siervos.
Los siervos de Dios no nacieron como tales desde el principio. Al principio fueron salvados y hechos santos al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. La primera condición para convertirse en siervos de Dios es creer en el Evangelio del agua y el Espíritu y nacer de nuevo. Solo después de haber nacido de nuevo al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu podemos convertirnos en siervos de Dios. A través de los que fueron siervos de Dios antes que nosotros, Dios guía a los nacidos de nuevo en Su Iglesia. A través de Su Palabra y Sus planes, Dios convierte a todo el mundo en siervos Suyos.
La Palabra de Dios es muy completa. Mediante Su Palabra completa, Él forma a los nacidos de nuevo y los convierte en Sus siervos. Nuestro Señor interviene en nuestras vidas, y forma a los siervos de Dios. Esta obra es maravillosa. Incluso los nacidos de nuevo tropiezan, pero siempre se levantan de nuevo en el Señor. Después de un tiempo se examinan a sí mismos y testifican: «El Señor me hizo así». Así es como dios convierte a los nacidos de nuevo en Sus siervos. A través de diferentes sucesos y episodios, Dios los convierte en Sus siervos y los establece firmemente en Su Palabra.
Mientras vivimos en la Palabra de Dios por fe, Él nos convertirá en Sus siervos. Un herrero pone un trozo de metal en la forja para calentarlo, y después le da forma con un martillo para convertirlo en la herramienta que desea. Del mismo modo, Dios nos refina para convertirnos en herramientas. El herrero utiliza el martillo para dar forma al trozo de hierro y convertirlo en un cuchillo, un hacha, o cualquier otra cosa.
Así nuestro Dios nos da forma a los que viven en Su palabra y actúan según Sus deseos. Dios desea hacer que los santos nacidos de nuevo que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu sean siervos Suyos, y sigue formándolos. Si no nos damos de esta verdad y nos alejamos de los brazos de Dios, la voluntad de Dios para nosotros no se cumplirá.
Mis queridos hermanos, debemos aceptar lo que Dios está haciendo en nuestras vidas. Si Dios nos moldea, debemos dejarnos moldear. Haga lo que haga, debemos seguir Su voluntad. Entonces empezaremos a ver cómo estamos hechos según el deseo de Dios. Aunque seamos completamente inútiles en este mundo, el gran poder de Dios para nosotros, nos convertirá en Sus siervos.
Alguien que tiene una buena posición en el mundo, puede ser la persona más baja en la Iglesia. Dios crea siervos entre los miembros de Su Iglesia. En otras palabras, el poder de Dios convierte a la gente de esta Iglesia en siervos de Dios. Por eso Dios nos dijo que iluminásemos al mundo con Su luz de Verdad. En otras palabras, Dios nos ha hecho como estrellas que adornan el cielo por la noche y que iluminan la tierra con su luz.
Recuerden que Dios nos está formando según Su deseo. Dios tiene un plan para todos nosotros. Dios nos está convirtiendo en Sus siervos según Su deseo. ¿Creen en esto, queridos hermanos? Dios no nos llamó por accidente, sino que nos creó y ahora obra en nuestras vidas según Su plan.
Aunque fuimos creados como estrellas en el cielo, también nos encontramos con dificultades. Probablemente no quieren que su ego se venga abajo en este proceso. Pero tenemos que estar pacientes y obedientes mientras Dios rompe sus justicias. Dios no nos forma según nuestros deseos, sino según Sus deseos. Esto se debe a que nuestras naturalezas no pueden ser utilizadas por Dios y el tiene que moldearnos para poder usarnos. Esta es Su voluntad.
Dios es el Ser Omnipotente. Él nos moldea porque el Todopoderoso. ¿Pueden ver con sus ojos cómo Dios nos está convirtiendo en la gente de fe? Cuando examinamos nuestras vidas, podemos ver cómo Dios nos convierte en los siervos que Él desea. Dios nos moldea y lo hace perfectamente. Si somos demasiado arrogantes, Él nos hace humildes. Si somos demasiado tímidos, Él nos hace valientes y tenaces.
¿Piensan que todo el mundo puede ser un siervo de Dios con tan solo graduarse en un seminario? No nos convertimos en siervos de Dios por ir a un seminario. Cuando nos dejamos guiar por la Palabra de Dios en la Iglesia y vivimos para servir al Evangelio, podemos convertirnos en Sus siervos. Del mismo modo en que los discípulos de Jesucristo fueron moldeados como siervos de Dios, los que sirven al Evangelio en la Iglesia de Dios se convierten en siervos de Dios. Deben poner especial atención en el hecho de que no nos convertimos en siervos de Dios al graduarnos en un seminario.
¿Cuánto tarda Dios en moldearnos? Nos moldea hasta que nos convertimos en Sus siervos, y hasta que está satisfecho. Nos lleva a Su Iglesia y nos moldea hasta que lo considera oportuno. Cuando nos convierte en Sus siervos, podemos ejercer como siervos Suyos. Solo podemos ser siervos Suyos si Dios nos convierte en siervos.
A través de Sus siervos, Dios ha revelado Su voluntad en este mundo. Nos ha hecho Sus siervos para gobernar el día y la noche. Dios separa la luz de la oscuridad, y confía a Sus siervos la tarea de gobernar lo espiritual de lo no espiritual.
¿Qué es realmente espiritual? ¿Qué es para Dios? ¿Qué complace a la carne y qué complace a Dios? ¿Qué es para el Evangelio, para las almas y qué es vivir según la Palabra de Verdad? Los siervos de Dios guían a la gente espiritualmente al distinguir lo que es espiritual de lo que es carnal. Los siervos de Dios llevan a la gente por el camino de la justicia para vivir una vida espiritual sirviendo a Dios y a Su Evangelio. Esto es lo que Sus siervos deben hacer.
Ahora en nuestra Iglesia, los justos se han reunido. Ustedes no tienen lo que es espiritual, solo cosas carnales. Sin embargo, si son refinados por la Palabra de Dios y sus ojos se abren a lo espiritual, podrán tener todo lo que Dios ha permitido para vivir una vida espiritual. Dios nos guía para que podamos convertirnos en Sus instrumentos de justicia.
Antes, éramos personas completamente inútiles que no podían hacer nada bueno en este mundo. Cuando ganábamos dinero en el mundo, solo lo podíamos gastar en comer y beber. Sin embargo, Dios ha puesto a gente como nosotros en Su Iglesia, y ha alimentado a esta Iglesia para que haga Su obra, y para que le sirva y le siga. Esto es lo que hace Dios. Nos hace vivir espiritualmente, vivir por Él y por lo que es correcto.
Cuando se convierten en pastores, son líderes que guían al rebaño por el buen camino, que van por el buen camino. Cuando los pastores guían al rebaño por el buen camino, los que desobedecen a estos pastores, están desobedeciendo a Dios. Debemos darnos cuenta de por qué Dios creó las estrellas y cómo reina nuestras vidas espirituales. Les pido que recuerden que Dios les está moldeando a todos para ser Sus siervos.
Aunque solo hay un Sol y una Luna, hay muchas estrellas. Debemos recordar que Dios nos está convirtiendo en Sus siervos. Esta es la Palabra de Dios que Él dio a todo el mundo. Dios hizo las estrellas. Incluso en este momento, Dios nos está convirtiendo en Sus siervos. Dios hace que Sus siervos iluminen al mundo con la luz del firmamento. Estas estrellas permiten que muchos vuelvan al lugar correcto.
La función de las estrellas es distinguir lo que es espiritual de lo que no lo es. Los siervos de Dios separan la luz de la oscuridad. A través de Sus siervos, Dios divide a los que han recibido la remisión de los pecados de los que no. Dios divide lo bueno de lo malo.
Puede que se pregunten: «¿Cómo saben los siervos de Dios que han recibido la remisión de los pecados quién ha sido redimido y quién no? ¿Cómo distinguen a los que han nacido de nuevo de los que no? ¿Cómo los guían correctamente?». Mis queridos hermanos, al recibir el poder de Dios, Sus siervos pueden distinguir estas cosas y guiar a las almas correctamente.
Los que no han nacido de nuevo no pueden guiar a las almas correctamente. Por muchos creyentes que haya por debajo de ellos, siguen siendo pecadores. Una vez vi a un cristiano que estaba sentado en una roca al amanecer y que estaba mirando al sol naciente. Estaba llamando el nombre del Señor en lenguas. Mientras invocaba el nombre de Señor, en realidad estaba adorando al Sol. Si su pastor viese esto y no hiciera nada, y solo dijera: «Está bien, ya que tiene muchos dones distintos», ¿cómo podemos decir que su pastor es un siervo de Dios?
Mis queridos hermanos, las verdaderas estrellas deben poder distinguir lo espiritual de la carne, el bien del mal. Si un creyente adora al Sol, o hace algo oscura, las estrellas deben alumbrarle y hablarle sobre la oscuridad, y llevarle a la luz para que pueda vivir espiritualmente por Dios. Esto es lo que los siervos de Dios deben hacer, pero los pastores pecadores no pueden diferenciar el bien del mal y los dejan solos, porque no son siervos de Dios. Muchos siguen siendo pecadores aunque creen en Jesús, y los siervos de Dios no deben dejarles hacer lo que quieran.
Un conocido mío estaba atormentado por sus pecados y por eso se quitó la vida quemándose vivo. Nunca podré olvidarle. Era un buen cristiano que iba a una iglesia. Entonces, ¿por qué subió a una montaña y se prendió fuego aunque creía en Jesús? Estaba agonizando tanto por dentro por culpa de sus pecados, que acabó suicidándose para erradicar sus pecados. Por muchas oraciones de penitencia que ofreciera, sus pecados no desaparecían, y por eso intentó redimirse de esta manera. Como no conocía la Palabra de Dios, cayó en la trampa de las buenas obras, y como no pudo hacer buenas obras, se subió a una montaña y se prendió fuego.
Su deseo de creer en Jesús correctamente debe respetarse. Sin embargo, intentó vivir con pureza y tener cuidado con lo que decía, pero esto no le ayudó a borrar sus pecados y su conciencia no pudo seguir soportándolo, y por eso se suicidó. Mis queridos hermanos, si hay gente así entre nosotros hoy, con esta Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu que hemos predicado, espero que les hayamos dejado sin pecado.
Está escrito: «E hizo Dios las dos grandes lumbreras; la lumbrera mayor para que señorease en el día, y la lumbrera menor para que señorease en la noche; hizo también las estrellas. Y las puso Dios en la expansión de los cielos para alumbrar sobre la tierra, y para señorear en el día y en la noche, y para separar la luz de las tinieblas. Y vio Dios que era bueno» (Génesis 1, 16-18).
Las estrellas gobiernan la oscuridad junto con la lumbrera menor. La Iglesia de Dios y Sus siervos dividen a los nacidos de nuevo de los que no lo son. Después de esto, le enseñan lo que es correcto y lo que es malvado. Los líderes de fe enseñan la oscuridad como oscuridad y guían a la gente a la luz. Para esto Dios creó las estrellas. Los siervos de Dios llevan a cabo esta obra.
Mis queridos hermanos, debemos darnos cuenta de que las estrellas de que Dios creó las estrellas del cuarto día y debemos creer en la verdad implicada en esta creación. Debemos darnos cuenta de que Dios nos está convirtiendo en las estrellas de los cielos.
Cuando las impurezas de nuestros corazones han sido eliminadas por la Palabra de Dios, hemos encontrado paz y nuestras caras se han iluminado. Dios nos está haciendo siervos Suyos. Nos está haciendo nuevas criaturas.
Dios está moldeando a los que han nacido de nuevo por el Evangelio del agua y el Espíritu y los está convirtiendo en Sus siervos. Ya ha empezado a hacer esto. Cuando Dios atrae a la gente hacia Él, hace que nazca de nuevo. Después de esto, no deja a los nacidos de nuevo solos, sino que los alimenta y los guía por el buen camino. Les pido que recuerden que Dios nos está moldeando continuamente.