(Juan 8, 25-47)
«Entonces le dijeron: ¿Tú quién eres? Entonces Jesús les dijo: Lo que desde el principio os he dicho. Muchas cosas tengo que decir y juzgar de vosotros; pero el que me envió es verdadero; y yo, lo que he oído de él, esto hablo al mundo. Pero no entendieron que les hablaba del Padre. Les dijo, pues, Jesús: Cuando hayáis levantado al Hijo del Hombre, entonces conoceréis que yo soy, y que nada hago por mí mismo, sino que según me enseñó el Padre, así hablo. Porque el que me envió, conmigo está; no me ha dejado solo el Padre, porque yo hago siempre lo que le agrada. Hablando él estas cosas, muchos creyeron en él. Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres. Le respondieron: Linaje de Abraham somos, y jamás hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: Seréis libres? Jesús les respondió: De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado. Y el esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo sí queda para siempre. Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres. Sé que sois descendientes de Abraham; pero procuráis matarme, porque mi palabra no halla cabida en vosotros. Yo hablo lo que he visto cerca del Padre; y vosotros hacéis lo que habéis oído cerca de vuestro padre. Respondieron y le dijeron: Nuestro padre es Abraham. Jesús les dijo: Si fueseis hijos de Abraham, las obras de Abraham haríais. Pero ahora procuráis matarme a mí, hombre que os he hablado la verdad, la cual he oído de Dios; no hizo esto Abraham. Vosotros hacéis las obras de vuestro padre. Entonces le dijeron: Nosotros no somos nacidos de fornicación; un padre tenemos, que es Dios. Jesús entonces les dijo: Si vuestro padre fuese Dios, ciertamente me amaríais; porque yo de Dios he salido, y he venido; pues no he venido de mí mismo, sino que él me envió. ¿Por qué no entendéis mi lenguaje? Porque no podéis escuchar mi palabra. Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. El ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira. Y a mí, porque digo la verdad, no me creéis. ¿Quién de vosotros me redarguye de pecado? Pues si digo la verdad, ¿por qué vosotros no me creéis? El que es de Dios, las palabras de Dios oye; por esto no las oís vosotros, porque no sois de Dios».
Hemos leído Juan 8, 25-47. Si leemos el versículo 47, veremos que está escrito: «El que es de Dios, las palabras de Dios oye; por esto no las oís vosotros, porque no sois de Dios». El versículo 31 dice: «Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos». Está escrito que quien es de Dios escucha Sus palabras y se convierte en un verdadero discípulo del Señor. ¿En qué nos convertiremos si no escuchamos las palabras de Jesucristo, que es Dios, aunque digamos que creemos en Él? Así que todo lo que tenemos que hacer es escuchar la Palabra escrita de Dios y creer en ella. Solo entonces podemos ser verdaderos cristianos.
Pero una persona que no es de Dios no escucha la Palabra de Dios con atención ni cree en ella. La gente que cree en Jesucristo, que es Dios, como Su Salvador, escucha atentamente el Evangelio del agua y el Espíritu, que es la Verdad que sale de la Palabra de Dios, cree en ella en sus corazones, y obtiene la salvación del pecado. Todas las Palabras de Dios se convierten en el punto de referencia de nuestras vidas y en fe, y nos guían. Debemos convertirnos en personas que hacen felices a Dios al escuchar la Palabra de Dios y creer en ella. Para ello debemos escuchar lo que nos está diciendo Dios, Sus mandamientos y Sus avisos recogidos en Su Palabra, y así debemos seguirlos por fe.
Las palabras de la Biblia son la Palabra de Dios escrita hace 1600 años; casi todos los contenidos de la Palabra de Dios hablan de Jesucristo, que es Dios y nuestra salvación. El Antiguo Testamento habla de Jesucristo, que vendría en un futuro; el Nuevo Testamento habla del hecho de que el Salvador Jesucristo vino al mundo encarnado en un hombre y eliminó nuestros pecados mediante el bautismo que recibió y la sangre que derramó. También nos habla de Su resurrección, ascensión y de que volverá de nuevo. Nos habla de la obra que el Señor ha cumplido para salvarnos de todos nuestros pecados para siempre a través del Evangelio del agua y el Espíritu.
Las cosas de este mundo cambian frecuentemente. Las palabras de los filósofos y los líderes religiosos del mundo hoy en día no duran ni un siglo antes de cambiar, sobre todo porque sus palabras son imperfectas siempre y son una mezcla de sus propios pensamientos filosóficos y sus razonamientos hipotéticos. La Palabra escrita de Dios nunca cambia. La Biblia fue escrita por 40 autores diferentes, durante un periodo de aproximadamente 1.600 años. Pero el tema principal es Jesucristo, y la Biblia entera es un mensaje unificado de salvación; en otras palabras, todos esos autores escribieron acerca de la obra de Jesucristo, de Su amor y de la remisión de nuestros pecados. Las personas de Dios que escribieron Su Palabra, escribieron acerca de Jesucristo aunque cada una de ellas tenía diferentes personalidades, posiciones, costumbres y circunstancias. Entre los autores de las Escrituras que escribieron sobre Jesús en el Nuevo Testamento había un pescador, un médico e incluso una persona que había sido recolector de impuestos. Lo mismo ocurrió en el Antiguo Testamento, donde todos los profetas escribieron acerca de Jesús que vendría en el futuro.
El sistema de datación de d.C. que utilizamos ahora se hace utilizando como referencia el año en que Jesús vino al mundo. Así que la gente se refería al año en el que Jesús vino a este mundo como el 1 d.C. (abreviación de después de Cristo). Asimismo al tiempo antes de que Jesús viniese al mundo se le refiere como a.C. (abreviación de antes de Cristo). En otras palabras, la historia de este mundo empezó a través de Jesucristo.
El significado del nombre Jesucristo es Salvador, y nuestro Salvador, Jesucristo, hizo este mundo y salvó a los pecadores. Jesucristo, que es Dios, hizo este mundo y se encarnó en un hombre para venir a este mundo y poder salvar a todos los que habían caído en el mal por todos los pecados del mundo. Él hizo que la Palabra de Dios quedara escrita en las Escrituras a través de Sus siervos y se la dio a todo el mundo, hasta nuestros tiempos.
Durante 400 años antes de que Jesucristo viniese al mundo no hubo profetas de Dios, así que no hubo ningún siervo de Dios en Israel que predicase Su Palabra. En aquel entonces, los corazones de la gente estaban vacíos y confusos porque no había siervos de Dios que predicasen Su Palabra. En ese momento Jesucristo, a quién habían estado esperando, vino a salvar a la humanidad de sus pecados. La razón por la que Jesucristo tuvo que venir encarnado en un hombre fue para salvar a los pecadores que estaban muriendo de hambre espiritualmente. Esas personas estaban muriendo de hambre espiritual porque no había siervos de Dios en el mundo en aquel entonces.
Jesucristo, que es Dios, ha existido durante toda la eternidad y seguirá existiendo para el resto de la eternidad. Nuestro Señor es el Autor de este universo; hizo este mundo por Su Palabra. Cuando creó este universo y este mundo dijo: «Que haya luz» y se hizo la luz. Todas las Palabras que hay escritas en la Biblia las dijo Dios. Por tanto, Dios nos enseñó Su voluntad a través de Su Palabra.
Pero hay dos grupos de personas en el mundo: los que creen que la Biblia es la Palabra de Dios y los que no. La gente de hoy en día no cree que Jesús sea Dios y por tanto no cree en el Evangelio del agua y el Espíritu. Pero la gente que escucha la Palabra de Dios y cree en ella reconoce que el Evangelio del agua y el Espíritu es la Verdad. En esta generación también hay gente que dice creer en Jesucristo, que es Dios, y que cree en toda la Palabra de Dios recogida en la Biblia como la Verdad de salvación. El Señor dijo que los que creen en la Palabra de Dios se convierte en verdaderos discípulos de Jesucristo. Esto se debe a que el Señor dijo en Juan 8, empezando por el versículo 31: «Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres». Dios nos dijo esto personalmente. Por tanto, Dios habla a la humanidad ahora a través de Sus siervos, y todo lo que la humanidad tiene que hacer es creer en el Evangelio del agua y el Espíritu y conocer la Palabra de Dios que Sus siervos predican.
¿Busca al Señor la gente que escucha la Palabra de Dios y cree en ella?
Si escuchan la Palabra de Dios y creen en ella, recibirán la remisión de los pecados en sus corazones. La gente que cree en la Palabra de Dios recibe la remisión de los pecados. Esas personas se convierten en los verdaderos discípulos de Jesucristo. El Señor dijo: «y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres» (Juan 8, 32). La Verdad que nunca cambia es que nuestro Señor nos salvó de los pecados del mundo a través del Evangelio del agua y el Espíritu.
Esta Verdad es la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu. El Señor nos salvó a todos los pecadores de los pecados del mundo a través del Evangelio del agua y el Espíritu. La Biblia dice que la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu es la Verdad que lleva a los creyentes al Reino de los Cielos y al «camino de la justicia» (Mateo 21, 32). Recibimos la remisión de nuestros pecados y nos convertimos en los discípulos del Señor al conocer la Palabra de Dios y creer en ella.
Si miramos la obra que el Señor hizo en Juan 8, vemos que curó a enfermos en Sábado. El Sábado en el Antiguo Testamento empezaba con la puesta de sol del viernes y terminaba con la puesta de sol del sábado en el sistema actual. Como Dios decidió en la Ley que el séptimo día era de descanso, los judíos observaban el Sábado religiosamente. Así que dijeron que estaba escrito en la Ley que hay que descansar en el Sábado y acusaron a Jesús por haber curado enfermedades en Sábado. Nuestro Señor les contestó de la siguiente manera: «Él les dijo: ¿Qué hombre habrá de vosotros, que tenga una oveja, y si ésta cayere en un hoyo en día de reposo, no le eche mano, y la levante? Pues ¿cuánto más vale un hombre que una oveja? Por consiguiente, es lícito hacer el bien en los días de reposo» (Mateo 12, 11-12).
Provocaron a Jesús diciendo que no estaba cumpliendo el Sábado según la Ley. Pero el Señor dijo: «Yo soy el Hijo de Dios y era antes que vuestro padre Abraham». Inmediatamente los judíos acusaron a Jesús diciendo: «Debes estar poseído. Solo tienen treinta y tantos años; ¿en qué estás pensando? ¿Cómo vas a ser antes que nuestro padre Abraham? ¡Ge!». Si yo dijese que nací antes que el general Sunsin Yi (admirante coreano que venció a una flota japonesa durante una invasión japonesa en Corea desde 1592 hasta 1598), ¿no se pensaría la gente que estoy poseído por un demonio? Jesús dijo que era antes que Abraham, y la gente dijo que estaba poseído por un demonio y que era un trasgresor de la Ley.
El Señor les dijo: «Si de verdad sois de Dios, creeréis en Mis palabras y en Mí. Pero no creéis en Mí porque no sois de Dios; sois del Diablo». En cuanto dijo esto, contestaron: «No nacimos de la fornicación». Entonces Jesús dijo: «Decís que creéis en Dios, pero no buscáis la Palabra de Dios; solo buscáis las palabras del Diablo y por eso Me rechazáis y no aceptáis Mi Palabra». Esto significa que hay dos tipos de personas en este mundo: los que nacen de Dios y los que no.
Nuestro Señor resolvió los pecados de todo el mundo a través del bautismo de Jesús y Su sangre derramada en la Cruz. En Efesios está escrito: «Según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él» (Efesios 1, 4). En este mundo hay gente que nace a través de Dios, y hay gente que nace a través del Diablo. Debemos leer la Palabra de Dios y averiguar de dónde venimos. En Juan 8, 44 está escrito: «Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. El ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira». Dijo que una persona que nace del Diablo no escucha la Palabra de Dios. En Juan 8, 47, dijo: «El que es de Dios, las palabras de Dios oye», así que una persona que es de Dios escucha Su Palabra.
Hay personas que aceptan la Palabra de Dios es sus corazones
¿Creen que el Evangelio del agua y el Espíritu del que Jesús habló es la Palabra de Dios y la Verdad? Si es así son personas nacidas de Dios que le buscan, y Su pueblo. Pero la gente que no cree en el Evangelio del agua y el Espíritu, que es la Palabra de Dios, es del Diablo. Los siervos de Dios dan testimonio de Su Palabra en este mundo. Pero los que escuchan la Palabra de Dios se pueden encontrar en dos tipos de situaciones. Algunas personas no escuchan la Palabra de Dios y no intentan creer en ella. Este tipo de personas no creen cuando se les dice que Jesús tomó todos los pecados del mundo para siempre a través del Evangelio del agua y el Espíritu en la Palabra de Dios. No aceptan la Palabra de Dios en sus corazones. Pero algunas personas, sorprendentemente, responden de manera positiva y aceptan la Palabra de Dios en sus corazones cuando se predica. Así que es posible saber que una persona que recibe la Palabra en su corazón ha nacido de Dios, pero que una persona que no acepta la Palabra de la Verdad ha nacido del Diablo.
Dios hizo el Jardín del Edén y puso en él al hombre para que viviese allí. Cuando el hombre estaba viviendo allí, el Diablo se le apareció como una serpiente y le tentó. La serpiente encontró a Eva y la engañó diciendo: «¿Acaso ha dicho Dios «no comerás de ningún árbol del jardín»? Si comes del fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal, serás como Él». Eva no creyó la Palabra de Dios y cayó en la trampa de las palabras de Satanás.
En este mundo, el dominio controlado por los espíritus malvados coexiste con el dominio controlado por Dios. A menudo cruzamos la línea de estos dos dominios mientras vivimos en este mundo. En el Jardín del Edén, Adán y Eva escucharon la Palabra de Dios y las palabras del Diablo. Pero no creyeron las palabras de Dios, sino que creyeron las palabras del Diablo y las siguieron. Por tanto cometieron el pecado de abandonar a Dios, y ambos murieron física y espiritualmente.
En ese momento Dios les hizo vestiduras de piel para que las llevaran. Estas vestiduras de piel implican que Dios sacrificó ganado personalmente para perdonar los pecados de Adán y Eva. Así que recibieron estas vestiduras de piel por fe y las llevaron. Entonces ocurrió que todo el mundo tiene que derribar el muro de separación que les aleja de Dios por sus pecados. Pero escuchamos estos dos tipos de palabras mientras vivimos en este mundo. Escuchamos la Palabra de Dios y las palabras del Diablo. ¿Ustedes qué escuchan?
Dios nos habla de la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu a través de la Biblia. Nos dijo que la Verdad es el Evangelio del agua y el Espíritu que Jesús nos dio. Jesucristo hizo el universo, tomó todos nuestros pecados para siempre a través de Su bautismo, fue juzgado por los pecados en la Cruz, y nos salvó a todos de nuestros pecados. Esta es la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu. La Palabra de Dios de Verdad se proclama a todo el mundo a través de Su Iglesia. Este Evangelio del agua y el Espíritu se predica a través del ministerio literario y los esfuerzos de evangelización de nuestros hermanos y hermanas.
Por otro lado hay otro tipo de personas en el mundo, y estas personas no predican la Palabra de Dios, sino que dicen mentiras. Dicen: «Dios borró solamente el pecado original y por tanto nuestros pecados personales son perdonados cuando ofrecemos oraciones de penitencia». Todo lo que dicen es mentira. Después de la creación de los cielos y la tierra, Satanás fue a Eva y le dijo: «¿Acaso ha dicho Dios que no comáis del fruto de ningún árbol? Lo dijo porque estaba preocupado de que fueseis como Él». Hay personas hoy en día que siguen siendo engañadas por el Evangelio falso.
Pero Dios les hace predicar el Evangelio del agua y el Espíritu por todo el mundo por fe para que los que crean en Él puedan recibir la remisión de sus pecados y la vida eterna. El Señor hace que la gente crea en el Evangelio del agua y el Espíritu para que Satanás no les engañe. Pero Satanás les miente. Por tanto Juan 8, 44 dice: «Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer». Juan 8, 41 dice: «Vosotros hacéis las obras de vuestro padre. Entonces le dijeron: Nosotros no somos nacidos de fornicación; un padre tenemos, que es Dios». Hermanos y hermanas, ¿escuchan Su Palabra los que fueron hechos por Dios? ¿O acaso escuchan las palabras del Diablo? Todo el mundo es de Dios o del Diablo según las palabras que escuchen. ¿Lo entienden? El que la gente nazca del Diablo significa que escucha y creer sus palabras. El Diablo tiene hijos a través de sus mentiras. Una persona con el corazón correcto ante Dios escucha Su Palabra y creer en ella. Pero si el corazón de una persona no está en el lugar correcto, cree en las mentiras del Diablo y es su hija. Nosotros somos de Dios o del Diablo según en las palabras en las que creemos.
La gente que miente ante Dios ha nacido del Diablo
La gente del Diablo es la misma que la que aparece en las palabras de Juan 8, 44: «Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. El ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira». Él dijo que siempre que una persona del Diablo cree, habla de sus propios pensamientos. Si la gente no cree en la Palabra de Dios, miente. La gente miente diciendo: «La gente no se hace justa por creer en Jesús. Eso es ridículo». Siempre que la gente miente lo hace con sus propios recursos. Dicen que el Señor eliminó todos sus pecados, pero tienen pecados en sus corazones, y si se quieren librar de ellos deben ofrecer oraciones de penitencia. pero estas palabras son mentiras. Espero que sepan que la gente que dice estas mentiras son mentirosos. Estas personas engañan a los demás con sus mentiras. Siempre mienten. La gente del Diablo dice mentiras propias.
Creemos en la Palabra de Dios y en el Evangelio del agua y el Espíritu porque nuestras almas son de Dios. Ustedes y yo creemos en Dios porque hemos obtenido la remisión de nuestros pecados al creer en la Palabra de Dios escrita, o en otras palabras, el Evangelio del agua y el Espíritu. Así que recibimos protección como hijos de Dios a través de Su Palabra. La Santa Biblia es la Palabra de Dios. Pero algunas personas, mirando la misma Palabra de Dios, no creen en ella y enseñan mentiras y sus propias palabras.
En Romanos 6, 23 está escrito: «El precio del pecado es la muerte, pero el don de Dios es la vida eterna en Cristo Jesús, nuestro Señor». Hebreos 9, 27 dice: «Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio». Dios Padre, en vez de dejarnos morir por nuestros pecados, hizo que Su Hijo Jesús fuese bautizado en el río Jordán por Juan el Bautista y que así tomase todos los pecados del mundo. Jesús entonces recibió el juicio en la Cruz por nosotros y nos salvó. Al tomar todos nuestros pecados para siempre y sufrir el juicio del pecado al ser colgado en la Cruz, Jesús se convirtió en nuestro Salvador eterno. Es nuestro Salvador, quien nos permitió recibir la remisión de nuestros pecados y no el juicio del pecado, al recibir la transferencia de los pecados de la humanidad a través de Su bautismo y recibir el juicio de nuestros pecados. ¿Creen en esta Verdad?
Pero también hay personas que no creen en el Evangelio del agua y el Espíritu, y hay personas que no creen en él aunque lo conozcan. Este tipo de personas dicen que creen en el Señor, pero la verdad es que no creen en Dios, sino que prefieren creer en las palabras de Satanás. Todas estas personas buscan los pensamientos de Satanás.
Dios prometió firmemente la salvación a través de Su Palabra, cumplió esa promesa completamente a través del Evangelio del agua y el Espíritu, y completó eternamente la obra de eliminar todos los pecados, incluyendo los que se cometerán en el futuro. La gente debe creer en el Dios de estas Palabras, pero como no pueden hacerlo, muchas personas creen que Jesús no ha eliminado todos sus pecados. La gente que enseñó estas falsas creencias son mentirosos. Hay muchos pecadores en el cristianismo actual. Los pecadores cristianos son personas que no creen en la Palabra de Dios. Hay muchas personas en este mundo que no tienen el Espíritu de Dios y escuchan las palabras del Diablo y mienten porque están poseídas por espíritus malvados. El Diablo entra en los corazones de esas personas, les enseña ilusiones a través de sus obras, les hace hablar en lenguas extrañas y les hace ser inestables emocionalmente. Dan testimonio de que Jesús se les apareció y les lanzó una bola de fuego a sus corazones. Pero esta es la obra del Diablo.
El Señor hizo obras desde la creación de los cielos y la tierra hasta ahora y seguirá haciendo estas obras a través de Su Palabra solamente. No hace obras a través de este tipo de milagros falsos. Durante un tiempo en el Nuevo Testamento, el Señor hizo milagros para hacernos creer que Jesucristo es Dios. En esta generación, en la que la Palabra de Dios ha sido completada, Dios no obra a través de milagros.
La gente engañada por el Diablo no cree en el Señor como su Salvador. Así que es pecadora hasta que muere. Ahora es igual que el Diablo, el padre de las mentiras. ¿Acaso no mentimos también? Cuando las cosas van en nuestra contra, mentimos. La gente normal dice que no suele mentir, pero cuando las cosas son están a su favor, dicen mentiras para tener une ventaja. Pero las mentiras de las que habla la Biblia no designan las mentiras que salen de las personas mientras viven; sino que habla de las mentiras que niegan o pervierten la Palabra de Dios. Siempre enseñan mentiras. Todas las personas que dicen que el Señor no eliminó los pecados aunque lo hiciera a través del Evangelio del agua y el Espíritu son mentirosas, y además dicen que una persona es pecadora aunque crea en Jesús.
Algunas personas dicen: «¿No dijo el Apóstol Pablo que era el mayor pecador?». Dicen esto, por tanto, por mucho que crea la gente en el Evangelio del agua y el Espíritu, no puede haber nadie justo. Dicen: «Creemos en Jesús, pero somos pecadores hasta que morimos». Pervierten todo el Evangelio de Dios y mienten. Pero si miramos el contexto desde principio a fin en la Palabra de Dios, veremos que el Apóstol Pablo estaba reflexionando acerca de que era el mayor de los pecadores anteriormente, pero el Señor le encontró, le salvó, le consideró leal y le hizo predicar el Evangelio. El Apóstol Pablo era así antes, pero después llegó a creer en el Evangelio del agua y el Espíritu y se convirtió en una persona justa. Como llegó a conocer la Verdad de que el Señor era su Salvador a través de la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu, se convirtió en una persona justa y en un verdadero discípulo a través de la fe. Dio testimonio de su fe, de que se había convertido en un verdadero siervo de Dios que proclamaba la Verdad de que Jesús había eliminado todos los pecados. El Apóstol Pablo dijo: «Al considerarme lealmente a mí, que era el mayor de los pecadores, y al quererme, el Señor me ha hecho siervo Suyo». Debemos conocer el verdadero significado de estas palabras: «Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero» (1 Timoteo 1, 15).
Hoy en día hay muchos cristianos que mienten bien con sus propios pensamientos
Es una mentira decir que se es pecador aunque se crea en Jesús. Hermanos y hermanas, ¿borró Jesús todos los pecados del mundo o no? Jesús tomó todos los pecados del mundo al ser bautizado y morir en la Cruz. ¿Conocen esta Verdad? ¿Conocen el hecho de que el Señor ha eliminado todos sus pecados? Una persona que sabe esto cree en el Evangelio. Pero una persona que no conoce esta Verdad debe aprenderla.
En Juan 8, 31-32 está escrito: «Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres». ¿Quiénes son los siervos del Señor? Los que creen en Su Palabra son Sus siervos. Los que dan testimonio de Su Palabra son Sus siervos. Y los que han sido librados de los pecados, o en otras palabras, los que conocen la Verdad y creen en ella, son Sus siervos. El camino hacia la libertad del pecado no depende de si las acciones propias son buenas o malas; sino que depende de si se conoce la Verdad y se cree en ella. La gente libre que ha recibido la libertad de sus pecados por fe en la Verdad es el pueblo de Dios. Pero hay muchas personas en este mundo que no conocen la Verdad. Jesús es la Verdad, como está escrito: «Yo soy el camino, la verdad y la vida» (Juan 14, 6).
Si creen en el Señor, que es el Camino y la Verdad, irán al Cielo. Él ha eliminado todos nuestros pecados a través del Evangelio del agua y el Espíritu. Esto es cierto. Si la gente conoce al Señor correctamente y creen en Él, reciben la remisión de sus pecados, se convierten en hijos de Dios sin pecado y entran en el Reino de los Cielos para vivir allí. Como la Palabra de Dios es vida, la gente que crea en ella y nace de nuevo, nunca muere. Por tanto creemos en la Palabra de Dios y nos convertimos en discípulos de Jesucristo a través de la fe; creemos en la Palabra de Dios sabiendo que es la Verdad. ¿Son ustedes personas que se han convertido en verdaderos discípulos de Jesús al conocer la Verdad? ¿O acaso son personas del Diablo que no conocen la Verdad? Debemos pensar sobre si somos de la Verdad o del Diablo.
En Génesis 1, 1-2 está escrito: «En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas». Esto significa que los corazones de las personas estaban confundidos porque no sabían lo que era la Verdad. Estar vacío significa que la gente no estaba satisfecha. Si la gente no conoce la Verdad, sus corazones están confusos y vacíos, y los pecados no pueden desaparecer. Por tanto, tienen que conocer la Verdad y creer en ella. Si de verdad quieren recibir la remisión de sus pecados, deben vivir en la Palabra del Señor.
Durante la exposición de libros de Nathanael en la Universidad de Gangwon, fui a un restaurante a comer algo, y una hermana me dijo que había perdido su cuaderno. ¿Cómo íbamos a encontrar ese cuaderno en un campus tan grande como ese? Así que le dije que escribiese lo siguiente en un trozo de papel y lo pegase en la pared: «He perdido el cuaderno de contabilidad en este establecimiento. Recompensaré a la persona que lo encuentre». En ese momento me vino a la mente lo siguiente: «Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús» (Filipenses 4, 6-7). Así que oré al Señor: «Señor, por favor, encuentra mi cuaderno. Creo en Ti». La Palabra me estaba diciendo que creyese que el Señor podía encontrarlo y que se lo pidiera. Así que oré con convicción: «Creo en el Señor». Entonces hicimos todo lo que estaba en nuestras manos. Fuimos al cuarto de noticias, pusimos el anuncio y esperamos. Después de un tiempo, la hermana vino y nos dijo que lo había encontrado.
Hermanos y hermanas, ¿cómo nos convertimos en los verdaderos discípulos del Señor? La Palabra del Señor debe estar dentro de nosotros. Esto significa que debemos conocer la Palabra de Dios y creer en ella. Solo entonces nos convertimos en los verdaderos discípulos del Señor y recibimos la remisión de nuestros pecados y salvación. Todas las personas que viven en la Palabra reciben la salvación.
El Señor eliminó todos sus pecados y los míos para siempre a través del Evangelio del agua y el Espíritu. ¿Dónde está la prueba de que ha eliminado nuestros pecados? Está en el Evangelio del agua y el Espíritu, que es la Palabra de Dios. Está todo escrito en la Biblia que el Señor eliminó todos los pecados en el río Jordán. Si leemos las palabras en Mateo 3, 15, dice: «Permíteme hacer ahora pues conviene así que cumplamos toda justicia». Si vivimos por esas Palabras sabremos que nuestros pecados y los pecados del mundo se pasaron a Jesús a través de Juan el Bautismo. Entonces podemos conocer el hecho de que somos personas sin pecado. «Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres» (Juan 8, 31-32). ¿Se han convertido en verdaderos discípulos del Señor a través de la fe en la Palabra? No solo recibiremos la salvación a través del conocimiento y la fe en la Palabra del Señor, sino que también nos convertimos en Sus verdaderos discípulos.
No puedo ni imaginar cuántos mentirosos hay en nuestro país. Algunos mentirosos les dicen a sus congregaciones: «Puede que no tengan dinero para dar $100 de diezmo, pero si pagan $300 por fe, ganarán $3.000». Esto puede parecer posible, pero es una mentira. Si la defensa de una persona quedan expuestas por un mentiroso, su propiedad desaparecería pronto. Si escuchan a los mentirosos una vez, perderán sus almas. La remisión de sus pecados y la vida eterna que el Señor les ha dado desaparecerá con sus posesiones. Hay muchas denominaciones en nuestro país que a veces insisten en celebrar una reunión de resurgimiento conjunta denominada «Gran Reunión Nacional». Los pastores de estas reuniones son todos mentirosos. Consigan una cinta de sus sermones y escúchenlos por un momento. Dicen que una persona nace de nuevo si solo cree en Dios de cualquier manera. Construyen grandes capillas, alardean de eso, y oran con elocuencia. Pero son personas que no predican la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu, porque no creen en ella.
El predicador debe subirse al púlpito y decir la Verdad, aunque solo diga una frase. Aunque una persona no pueda conseguir nada grande, debe conocer la Palabra de Dios, vivir en ella, creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, y predicar la Verdad. Este tipo de personas son los discípulos verdaderos del Señor y santos verdaderos. A veces la gente escoge la iglesia a la que van a ir cuando miran los edificios o el número de miembros de la congregación.
Pero la apariencia grandiosa de una iglesia o el número de miembros no es importante. Debemos distinguir si una iglesia tiene la Iglesia de Dios o las palabras de Satanás. Una iglesia debe tener la Palabra de Dios que viene por el Evangelio del agua y el Espíritu para poder llevar almas a Dios.
Deben conocer de verdad la Palabra de Dios, creer en ella, y convertirse en verdaderos discípulos a través del Evangelio del agua y el Espíritu. Solo entonces pueden poseer el Reino de los Cielos por fe. Hermanos y hermanas, ¿creen en esto? Deben seguir en las cosas que han aprendido y de las que les han asegurado (2 Timoteo 3, 14).
Todos alabamos a nuestro Señor. Damos gracias y alabamos al Señor que nos enseñó la Palabra de Dios y nos salvó de todos nuestros pecados.