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Tema 16: Evangelio de Juan

[Capítulo 8-10] Debemos saber que Jesús es Dios y creerlo (Juan 8, 48-59)

Debemos saber que Jesús es Dios y creerlo(Juan 8, 48-59)
«Respondieron entonces los judíos, y le dijeron: ¿No decimos bien nosotros, que tú eres samaritano, y que tienes demonio? Respondió Jesús: Yo no tengo demonio, antes honro a mi Padre; y vosotros me deshonráis. Pero yo no busco mi gloria; hay quien la busca, y juzga. De cierto, de cierto os digo, que el que guarda mi palabra, nunca verá muerte. Entonces los judíos le dijeron: Ahora conocemos que tienes demonio. Abraham murió, y los profetas; y tú dices: El que guarda mi palabra, nunca sufrirá muerte. ¿Eres tú acaso mayor que nuestro padre Abraham, el cual murió? ¡Y los profetas murieron! ¿Quién te haces a ti mismo? Respondió Jesús: Si yo me glorifico a mí mismo, mi gloria nada es; mi Padre es el que me glorifica, el que vosotros decís que es vuestro Dios. Pero vosotros no le conocéis; mas yo le conozco, y si dijere que no le conozco, sería mentiroso como vosotros; pero le conozco, y guardo su palabra. Abraham vuestro padre se gozó de que había de ver mi día; y lo vio, y se gozó. Entonces le dijeron los judíos: Aún no tienes cincuenta años, ¿y has visto a Abraham? Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy. Tomaron entonces piedras para arrojárselas; pero Jesús se escondió y salió del templo; y atravesando por en medio de ellos, se fue».
 
 
El estudio de las Escrituras de hoy es la última parte del capítulo 8 del Evangelio de Juan. Este pasaje de las Escrituras nos dice claramente que los judíos no sabían quién era Jesús. Por tanto empezaron a discutir con Él: «¿No decimos bien nosotros, que tú eres samaritano, y que tienes demonio?». Jesús contestó: «Yo no tengo demonio, antes honro a mi Padre; y vosotros me deshonráis».
No solamente en el capítulo 8, sino también en el capítulo 1 del Evangelio de Juan, Dios habla de este asunto tan importante, es decir, ¿quién es Jesucristo? Jesucristo es la sustancia de la luz y la Vida; el universo entero fue creado por Él. Jesucristo es el Hijo de Dios, el Creador de todas las cosas, y el Maestro de todo. Al venir a nosotros como Salvador y habernos salvado de todos nuestros pecados, nos ha hecho hijos Suyos.
 
 

¿Quién creen que es Jesús?

 
¿Cuál sería la prueba más evidente que nos ayudaría a creer en Jesús como el Salvador? Esto depende de si conocemos y reconocemos a Jesús y creemos en Él. Podemos tener una fe perfecta si ponemos los cimientos de nuestra fe en el hecho de que Jesús es el Hijo de Dios y el Salvador que vino a salvarnos del pecado. En otras palabras, debemos entender perfectamente quién es Jesús realmente. ¿Es el Creador de todo el mundo y el universo? Si no es así, ¿es una mera creación? Por tanto deben darse cuenta de que Jesucristo es el Hijo de Dios y que al venir por el Evangelio del agua y el Espíritu se convirtió en nuestro verdadero Salvador. Solo si creemos en esto podremos tener una fe verdadera. Como creemos en Jesús como el Salvador y tenemos las respuestas correctas a las preguntas de si Jesucristo es el Creador y el verdadero Dios, tenemos la verdadera fe.
Una de las preguntas más importantes para los cristianos de hoy es: «¿Es Jesús realmente Dios? ¿Es el Hijo de Dios?». Si los cristianos no tienen las respuestas correctas para estas preguntas, no podrán conocer el Evangelio del agua y el Espíritu en su estado perfecto, y si esto ocurre su fe no tendrá nada que ver con Dios, sino que será una fe inventada por los humanos. Por culpa de esta situación trágica la gente no puede creer. Por tanto, si de verdad quieren tener la verdadera fe de todo corazón, deben entender correctamente quién es Jesús. Debemos creer que Jesús es Dios, el Creador y el Salvador. Si tenemos este conocimiento y fe correctos, podremos encontrar el Evangelio del agua y el Espíritu. Sin embargo, si no se conoce la divinidad de Jesús correctamente, no se puede ser un cristiano aprobado por Dios, sino que se acaba siendo un seguidor de la religión del mundo. Estas personas se convierten en un grupo de buscadores de la verdad necios que buscan a Dios por su voluntad y su propio conocimiento. Como ya tenemos la Verdad de salvación gracias al Evangelio del agua y el Espíritu, si somos personas que buscan otras verdades de salvación, a pesar de haber encontrado la verdad, no podremos encontrar la Verdad nunca.
Desde que nacemos buscamos la verdad, y en particular la Verdad de salvación. Hay muchas personas que se convierten en obreros fieles de Dios al creer en la Palabra de Jesucristo y al llegar a la verdadera salvación al saber, a través del Evangelio del agua y el Espíritu, quién es Jesús. Jesús es el Dios Santo, el Creador y nuestro Salvador. Sin embargo, los que no han conocido el Evangelio del agua y el Espíritu, como no tienen el conocimiento correcto de Jesús, tienen una fe que se deteriora y se hace inútil al final. Las personas así se pierden espiritualmente y aunque intentan buscar al Dios de la Verdad, van dando vueltas sin rumbo y mueren sin saber quién es Jesús y dónde pueden encontrarle.
Por tanto, todo el mundo debe tener el Evangelio del agua y el Espíritu en sus corazones, que es la brújula de sus vidas y establece la meta y la dirección que debemos seguir. Cuando nos movemos en esa dirección, podemos vivir con bendiciones para siempre al haber conocido al que nos da la vida eterna. Por tanto, todo el mundo, sea quien sea, debe saber quién es Jesús realmente al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu.
Jesús dijo: «Yo honro a Mi Padre. Por tanto digo la Verdad, porque digo lo que Dios Padre Me ha mostrado». El Señor dijo frecuentemente: «Dios Padre Me ha enviado. Dios Padre da testimonio de Mí». Entonces algunos judíos incrédulos decían que Jesús era un samaritano y otros que estaba poseído por un demonio. Estas palabras podrían haber herido el orgullo de Jesús. Decirle a un judío que era un samaritano en aquellos tiempos era lo peor que se le podía decir. Para ellos era como decir: «No eres humano. No queremos ni conocerte. Eres un estafador, un vividor y un borracho». Llamar a alguien samaritano era un insulto. Por tanto los judíos llamaron a Jesús samaritano porque le odiaban. Aún más, dijeron que Jesús estaba poseído por un demonio.
La condición de los corazones de los judíos entonces no es diferente a la condición de los corazones de los seguidores de la religión actuales. Estas personas no creen en la divinidad de Jesús, ni que Jesús sea Dios. Además no creen que Jesús sea el Salvador que vino por el Evangelio del agua y el Espíritu. Las personas religiosas no creen en la justicia de Dios, y por desgracia no creen correctamente en Jesucristo, quien vino por el Evangelio del agua y el Espíritu. Las personas así solo fingen creer en Jesús como el Salvador según sus propias ideas y para su propio beneficio físico.
Cuando analizamos a los seguidores de las religiones del mundo, vemos claramente que no son más que hipócritas. Ellos crean dioses con su propia imaginación y los utilizan para su propio beneficio. Estas personas, desde el punto de vista de Dios, están burlándose de Dios. En este mundo hay un Dios Jehová, y Jesucristo reside en los corazones de los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu. Pero como estas personas religiosas creen en dioses que han creado, y se postran ante ellos y los sirven, su fe es inútil. Estas personas son enemigas de Dios. Para ellas no hay un Dios que las haya creado. Son personas vulgares que creen en espíritus malvados que han creado para su propio beneficio. Para toda la creación hay un Dios, pero para la gente así no hay Dios. Dicen creer en Dios aunque no tienen Dios. Los que viven sin Dios deben darse cuenta de su error.
Si su fe es como la de los seguidores de las religiones del mundo, deben despertarse y arrepentirse para volver al Evangelio del agua y el Espíritu sin falta. Las personas que no creen en la Palabra de Jesús sobre el Evangelio del agua y el Espíritu y no saben que Jesús es el Maestro de toda la Creación, y que creó todas las cosas, son enemigos de Dios aunque crean. Si creyésemos en Jesús como el Salvador sin tener la fe que reconoce que Jesús es Dios, nuestra fe sería como un árbol sin raíces. ¿Por qué? Porque Jesús no podría salvarnos de todos los pecados del mundo si no fuese el Dios que nos ha creado a nosotros y todo lo que hay en el universo, y que por tanto es el Dios perfecto. Si Jesucristo no fuese el Dios verdadero, habríamos creído en alguien que no es el Dios Salvador y nuestra fe habría sido una mentira. Esta fe sería completamente incorrecta.
 
 

Realmente Jesús es el Dios que creó el universo

 
En el Evangelio de Juan, capítulo 1 está escrito: «En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho» (Juan 1, 1-3). En algunas versiones la palabra él aparece con mayúscula, Él. Aquí la palabra él se refiere al único que existía en el universo, es decir, Jesús. Jesucristo es nuestro Salvador, y es nuestro Dios y el Creador y el Maestro del universo.
Algunas personas dicen que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu, y aún más personas dicen que conocen este verdadero Evangelio. Sin embargo, conocer la divinidad de Jesucristo debería ser más importante que conocer la Verdad del Evangelio. Nuestra fe se hace perfecta solo cuando creemos que Jesucristo es nuestro Dios y Salvador. Si su fe es así podrán convertirse en hijos de Dios.
Entre los que creen en Jesús, ¿qué porcentaje creen que tienen una fe así? Seguramente una minoría. Si tenemos en cuenta que hay 1000 millones de cristianos actualmente, ¿qué porcentaje entre ellos cree que Jesús es Dios? Lo que les estoy preguntando es qué porcentaje de personas creen que conoce el Evangelio del agua y el Espíritu y cree en él. Quizás el 0,1% de los cristianos como mucho. Hay pocas personas que puedan contestar las siguientes preguntas con fe: «¿Creen en la Verdad de que Jesús es realmente Dios que ha creado los cielos y la tierra? ¿Creen que Jesús es nuestro Dios, el Salvador? ¿Creen que Jesucristo es el Redentor y la Verdad?». Muchos teólogos cristianos en este mundo enseñan teología sin creer que Jesús es Dios. Esta situación trágica es cierta.
Si creemos en la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu, sabiendo que Jesús es Dios, podremos creer en todas las Palabras de Jesús en la Biblia. Entonces ninguna parte de la Biblia será increíble o difícil. Si sabemos que Jesús es Dios y creemos que el Evangelio del agua y el Espíritu de Dios es la Verdad, podemos creer. Cuando se tiene la verdadera fe en la divinidad de Jesús, es fácil obtener la salvación del pecado y la vida eterna al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu.
Pero la situación trágica es que la mayoría de las personas duda cada Palabra de Jesús y por eso no puede creer en ellas aunque crea que Jesús es Dios. Como la gente terca no sabe que Jesús es Dios, no puede creer en el Evangelio del agua y el Espíritu entre las Palabras de Jesús y por eso intentan entender solo lo que pueden, pero se niegan a creer en el resto de Sus Palabras que no pueden comprender fácilmente con sus pensamientos carnales. Por eso, la mayoría de los grandes teólogos del mundo dicen cosas similares a esta: «Si alguien cree en Jesús va al Cielo, pero si cree en otra religión que no sea el cristianismo, aún puede ir al Cielo si vive con rectitud». Estas personas son pluralistas religiosos. ¿Por qué creen que los pluralistas religiosos hacen estas afirmaciones tan absurdas? Porque no creen que Jesús sea Dios ni creen en el Evangelio del agua y el Espíritu. Por tanto la gente que sigue a estos teólogos y pastores que no han nacido de nuevo no puede recibir la remisión de los pecados. Debemos saber que no todos los cristianos reciben la salvación. ¿Por qué? Porque algunos creen en las enseñanzas falsas de los que no han nacido de nuevo.
Si es así, ¿quiénes son los que tienen el Espíritu Santo en sus corazones? Son los que saben que Jesús es Dios y que el Evangelio del agua y el Espíritu es el único verdadero Evangelio. Cuando alguien que cree en el Evangelio del agua y el Espíritu, lo predica a otras personas, este Evangelio limpia sus pecados. El Espíritu Santo obra con los que creen en la Palabra de Dios, y por eso da la remisión de los pecados y vive en los corazones de los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu. Gracias a que el Espíritu Santo nos ha dado la verdadera fe a través de la Palabra de Dios, los creyentes del verdadero Evangelio podemos recibir la verdadera salvación por nuestra fe en la Palabra de Dios.
Estas personas que no pueden creer en que Jesús sea Dios al final caen en la destrucción porque no pueden recibir la remisión de todos sus pecados. Esto se debe a que no pueden creer en el Evangelio del agua y el Espíritu de Dios. Cuando los pastores que son incrédulos dan sus sermones, aunque utilicen la Palabra de Dios, palabra por palabra, estos sermones les dan a sus seguidores una fe errónea. Todas sus palabras son hipotéticas. Sus sermones están basados en la carne y en mentiras. Por eso debemos darnos cuenta de que tenemos la fe correcta y verdadera porque creemos que Jesús es Dios y que el Evangelio del agua y el Espíritu es la única Verdad de salvación.
Solo porque alguien tenga un diploma de una escuela teológica no quiere decir que esa persona conozca toda la Palabra de Dios. Graduarse en una universidad de Teología con un diploma de cuatro años solo significa que se ha aprendido lo básico de la Teología, y nada más. No quiere decir que se sepa todo acerca de la justicia de Dios. En el seminario teológico lo único que se aprende es una serie de términos técnicos creados por los teólogos. La realidad trágica es que todo lo que se aprende de una universidad de Teología son cursos generales de ciencias del mundo. Esto no es nada especial. Hoy en día, graduarse en una universidad de Teología no es nada más que un tipo de aprendizaje. Por eso cada persona debe saber quién es Jesús. Pero gracias a Dios nosotros ya sabemos que Jesús es Dios y creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu.
Pero a pesar de esto me gustaría preguntarles: «¿Es el Evangelio del agua y el Espíritu del Señor creíble en sus corazones?». Si alguien no ha nacido de nuevo al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu todavía, siento decir que esa persona sigue bajo la maldición de la Ley. Muchas personas creen en Jesús y van a la iglesia, pero los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu de Jesús escuchan la verdadera Palabra de Dios y para ellos es dulce y un beneficio para sus corazones y almas. Pero los que no han nacido de nuevo no reciben ningún beneficio de la Palabra de Dios. A estas personas les parece una reprimenda decirles que tienen que creer de otra manera. Estas personas olvidan la Palabra poco después de haberla oído. La razón por la que no pueden recibir la Palabra de Dios en sus corazones es que no creen que Jesús sea Dios. Aunque van a la iglesia al final siguen los valores de este mundo y consideran el cristianismo como otra religión del mundo.
Cuando leemos libros escritos por pastores y teólogos famosos encontramos muchas mentiras que hacen que nos confundan. Esto se debe a que sus palabras son invenciones de sus pensamientos carnales que están completamente confundidos. Sus investigaciones y su fe están llenas de errores y cuando vemos a estas personas que parecen decir cosas ciertas y que publican sus libros confusos, puede que su habilidad para vender y promocionarse parezcan tremendas. En realidad es intrigante. Nosotros llamamos a estas personas encantadoras de serpientes.
Hoy en día hay muchas personas como estas en el cristianismo, especialmente entre teólogos. Pero la verdad es que ni ellos mismos saben exactamente de qué están hablando. Si intentamos analizar una frase de sus libros, no podemos ver cuáles son sus intenciones porque hablan de manera muy confusa. Sus palabras no sugieren ninguna respuesta correcta, sino que son abstractas y llegan a una conclusión de manera poco sincera. Parece que intenten explicar algo con un poco de eso y un poco de aquello, como una persona que sabe un poco de todo pero no sabe mucho de nada. Si estas personas conocieran el Evangelio del agua y el Espíritu, sus escritos no serían tan confusos.
Yo me siento extraño porque parece que me esté elevando por encima de ellos, pero cuando veo a personas así mi corazón se hace pesado. Algunas personas nos dicen que las enseñanzas de nuestra Iglesia son heréticas, pero yo les digo: «Si dicen eso acerca de nosotros, les invito a reunirnos y hablar del conocimiento académico que poseen. ¿Qué Teología estudiaron? ¿Qué aprendieron de sus estudios de Teología?». Cuando les hago estas preguntas, confiesan que no saben nada importante, sino solo que han estudiado de teología. Entonces les empiezo a preguntar: «Yo estudié Teología calvinista durante 10 años. ¿Qué ideología han aprendido ustedes? ¿Después de todo no han aprendido que Jesús es Dios?».
La fe cristiana más importante es creer en la divinidad de Jesús y en el Evangelio del agua y el Espíritu. El tema escolástico en la Teología cristiana actual es el estudio de las ideologías y los términos teológicos. La gente que ha aprendido Teología utiliza terminología teológica para hacer que los que no la conocen se sientan ignorantes. Por esta actitud condescendiente, los laicos no pueden decir que la fe de estos líderes cristianos es incorrecta. Pero como nosotros hemos nacido de nuevo de verdad y creemos que Jesús es Dios, podemos distinguir esta fe y decir que las palabras de estos teólogos no son nada, ya que tenemos fe en el verdadero Evangelio.
En Juan 8, 51 Jesús dijo: «De cierto, de cierto os digo, que el que guarda mi palabra, nunca verá muerte». Jesús puede decir palabras como estas porque es Dios. Piensen de nuevo. ¿Quién puede decir palabras así? ¿Quién puede decir: “que el que guarda mi palabra, nunca verá muerte”? ¿Puede Buda decir eso? ¿Pueden Sócrates o Confucio decir eso? Solo Jesucristo, que es Dios, puede decir algo así. Solo alguien como Jesucristo, que tiene el poder sobre el universo, puede decir eso. Y como ustedes creen en el Evangelio del agua y el Espíritu, están muy bendecidos. ¿Pueden decir como Jesús dijo que si guardan su palabra la gente no morirá? ¿Tienen la seguridad y confianza para decir eso? No pueden decirlo. Además aunque lo dijeran no podrían garantizarlo ni creerlo. Y además se les consideraría psicópatas.
Así que cuando los judíos le dijeron a Jesús que estaba poseído por un demonio, Jesús los reprendió. Jesús estaba muy decepcionado. Los judíos le consideraban un mero ser humano y por eso sus corazones estaban llenos de odio, porque pensaban que Jesús estaba siendo condescendiente con ellos. «Cuando nos miras, piensas que somos basura». Por eso sus sentimientos humanos estaban heridos y estaban llenos de ira. Pero como Jesús es Dios, pudo decir estas palabras cuando quiso.
Es importante creer que Jesús es Dios. Cuando creemos en Jesús, debemos conocer el Evangelio del agua y el Espíritu. Y hablamos como si tener fe fuera tan fácil. Por tanto debemos reconocer que la fe en la divinidad de Jesús es la premisa para nuestra fe en el Evangelio del agua y el Espíritu. En otras palabras, nuestra fe en que Jesús es Dios es obligatoria para poder creer correctamente en el Evangelio del agua y el Espíritu. Como hemos aceptado la divinidad de Jesús, hemos podido recibir la salvación al venir al mundo, ser bautizados, morir en la Cruz y resucitar de entre los muertos. Con la premisa de que Jesucristo es Dios, debemos creer que nos ha salvado de todos nuestros pecados por el Evangelio del agua y el Espíritu. Esta es la fe correcta. Ustedes deben reconocer que viven una vida de fe entre grandes personas, y escuchan la Palabra como ellas hicieron.
El hecho de que nos reunamos aquí, es decir, el haber establecido una reunión para el Señor, es algo grande. Lo que la Iglesia de Dios nos enseña no lo podemos escuchar en cualquier otra parte en el mundo. Decir algo malo en medio de un sermón es bueno. Cuando estaban en el mundo no podían ser insultados. Por tanto, debemos siempre trazar una línea definida entre los nacidos de nuevo y los que no han nacido de nuevo. Las personas que no han nacido de nuevo no pueden hacer la obra de la Iglesia. No podemos juntarnos con cualquiera. No podemos saludar a cualquiera. Cuando los judíos ven a un gentil, lo que ven son perros. Y cuando un judío es asesinado por uno de esos perros, lanzan sus aviones de guerra y eliminan completamente a estos perros que asesinaron a uno de los suyos. ¿Por qué? Porque creen que los gentiles son perros. Piensan que no hay nada malo en matar perros en grandes cantidades. Para ellos matar a un perro es lo mismo que matar a 5000 perros.
Lo hacen porque creen que son descendientes de Abraham. Pero la verdad es que nosotros somos los descendientes espirituales de Abraham. Espiritualmente somos los verdaderos descendientes de Abraham. Por esta razón no podemos juntarnos con cualquiera. En la escuela hay muchos que no han nacido de nuevo, pero están benditos por el hecho de que hablemos con ellos, porque así podrán escuchar el Evangelio del agua y el Espíritu cuando pasen el tiempo libre con nosotros.
 
 

Los judíos no creían que Jesús fuera Dios

 
En Juan 8, 53, los judíos estaban enojados y dijeron: «¿Eres tú acaso mayor que nuestro padre Abraham, el cual murió? ¡Y los profetas murieron! ¿Quién te haces a ti mismo?». Por entonces estaban completamente enojados. «Abraham está muerto y los profetas están muertos. ¿Quién te haces a ti mismo? ¿Quién eres?». Se enojaron porque no podían creer que Jesús fuese Dios. Ha habido muchos profetas, como Isaías y Ezequiel. Moisés también era un profeta; por lo tanto los judíos creen que Moisés era el mayor profeta. Así que insistieron: «¿Eres mayor que Moisés? ¿Eres mayor que los profetas? ¿Quién eres? Abraham es considerado el mayor de todos, pero tú nos dices que eres mayor que él. Abraham está muerto y todos los profetas también están muertos. ¿Quién eres tú?».
Jesús y los judíos estaban discutiendo fervientemente sobre este tema. Jesús es Dios, pero como estas personas no le creyeron, se enojaron cuando escucharon las Palabras de Jesús. Aunque Jesús estaba diciendo que los que le escuchan nunca mueren, los judíos le ridiculizaron diciendo que era un samaritano y que estaba poseído por un demonio. Eran polos opuestos. Si Dios tuviese una conversación con los seres humanos, Su creación, ¿no creen que nos entenderíamos? El que está por encima de todas las cosas con poder omnipotente puede entender todas las cosas y hablar con conocimiento, ¿pero creen que un ser humano puede entender la Palabra de Dios con su propia lógica? Solo podemos creer en la Palabra de Dios porque es verdad. No podemos hacer nada más.
En Juan 8,54 leemos: «Respondió Jesús: Si yo me glorifico a mí mismo, mi gloria nada es; mi Padre es el que me glorifica». Aunque algunos llamen a Dios el “dios del cielo”, el hecho es que Jesús llamó a Dios, “Mi Padre”. Entonces Jesús es el Hijo de Dios a quién conocemos, y este Jesús creó el universo como Dios. Él nos ha creado y nos ha salvado del pecado. Los que creen en esto pueden entender la Palabra de Dios con tan solo mirarla. Todos los cristianos llaman a Dios, ¿pero qué profundidad tiene la autoridad de ese Dios en el que la gente cree? Lo que estoy diciendo es ¿qué grande es la autoridad del Hijo de Dios? Si pueden entender lo que digo un poco, lo entenderán.
Cuando estamos en peligro buscamos a Dios. Dios es el Creador, y Jesús llama a ese Dios, “Mi padre”. Si es así, ¿cómo de inmenso es Su poder? ¿Qué tipo de entidad creen que es el Hijo de Dios? ¿Creen que es una mera creación como nosotros? Es Dios. En el Reino de Dios, los hijos de Dios seremos dioses para el resto de la creación. La Biblia nos dice que seremos llamados dioses en el futuro (Juan 10, 34-35). Todavía no tenemos esta autoridad, pero en el futuro entraremos en el Reino Milenario o los nuevos cielos y la nueva tierra, y practicaremos esa autoridad. Tenemos esta esperanza en nosotros.
Como Jesús habla como Dios y como el Salvador que vino a salvar a la humanidad de sus pecados, es difícil encontrar a personas que entiendan esta Palabra. En el versículo 56 se dice: «Abraham vuestro padre se gozó de que había de ver mi día; y lo vio, y se gozó». Esto significa que Abraham estaba contento de ver la obra que Jesús había hecho y esperó con paciencia para ver ese día de Jesús, y cuando lo vio, se gozó. Esto significa que Jesús lo sabía. Entonces los judíos hablaron con razón: «Aún no tienes cincuenta años, ¿y has visto a Abraham?». Entonces Jesús les dijo: «De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy» (Juan 8, 58).
Esta declaración era escandalosa. Los judíos estaban llenos de ira. Si hubiese habido hospitales psiquiátricos en aquel entonces muchos de ellos tendrían que haber tomado medicación por el estrés que les provocó escuchar estas palabras. Perder una batalla de palabras duele en el orgullo. «Antes que Abraham fuese, yo soy». En otras palabras, esto significa que Jesús había existido hace miles de años. Como los judíos no entendieron Sus palabras, intentaron matarlo en el versículo 59: «Tomaron entonces piedras para arrojárselas; pero Jesús se escondió y salió del templo; y atravesando por en medio de ellos, se fue». Como no podían vencerle con palabras, conspiraron juntos: «Un hombre así debe morir apedreado. Es la mejor solución» y entonces alguien tomó una piedra. Con espuma saliendo de sus bocas, gritaron: «Tiene que morir. Si sigue hablando no podremos soportar el estrés. Si lo eliminamos de la faz de la tierra podremos vivir en paz y así ayudaremos a que otras personas no se estresen». Y al final lo eliminaron, ¿no es así? ¿No es cierto que estas personas que estaban enojadas se juntaron y gritaron con odio que lo crucificasen?
Pero antes de ser crucificado, Jesús dijo: «Destruid este templo, y en tres días lo levantaré». Entonces los judíos dijeron: «En cuarenta y seis años fue edificado este templo, ¿y tú en tres días lo levantarás?». Pero Jesús no estaba hablando del templo de manera material, sino que hablaba de Sí mismo. Estaba diciendo: «Matadme y resucitaré en tres días». Cuando los fariseos mataron a Jesús clavándolo en la Cruz, recordaron estas palabras.
Y por eso fueron al gobernador romano y le dijeron: «Dijo que resucitaría en tres días, y aunque esto es imposible, Sus discípulos quizás robarán Su cuerpo y dirán que ha resucitado. Si esto ocurre no podremos soportar el estés». Entonces el gobernador envió a algunos soldados para que guardasen la tumba de Jesús y la taparon con una piedra enorme. Hicieron guardia día y noche. Pero a pesar de todos sus esfuerzos humanos, unos ángeles bajaron y quitaron la piedra que bloqueaba la entrada a la tumba. Jesús resucitó de entre los muertos. Esto causó gran conmoción entre los soldados romanos que salieron corriendo temerosos.
 
 
Jesucristo es Dios, quien creó los Cielos y la tierra
 
Jesús es el verdadero Dios (1 Juan 5, 20). Jesús no es una creación. No es como Confucio, Buda, Sócrates o cualquier sabio del mundo. Jesús creó a todos los seres humanos y es Dios. ¿Pero por qué se le llama Jesús? Porque Dios vino con Su poder para salvarnos del pecado y la muerte, y le llamamos Jesús. Dios vino como Jesús, el Salvador, como está escrito: «Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados» (Mateo 1, 21)
Por tanto, creer en Jesús es creer en Dios. Deben tener esta fe. Cuando escuchan mis sermones con la Palabra, suelen pensar: «Siempre es la misma historia y la conclusión es obvia». Pero no es así. La Palabra de Dios nos da la Verdad y la Vida en nuestras almas. Esta Palabra nos la dio el Salvador, que es Dios. ¿Qué es lo más importante para nosotros? La Palabra de Dios.
Jesucristo, el Hijo de Dios, hizo que Sus Palabras de profecía se escribieran a través de los profetas, y al venir al mundo encarnado en un hombre y cumplir la justicia según la Palabra, nos ha dado la verdadera salvación. Ha hecho posible que sepamos quién es Dios al leer la Palabra de Dios sin tener que escuchar a Dios directamente. Por tanto, la Palabra de Dios es una carta de amor de Dios, la Palabra de Verdad.
Jesucristo es la Verdad eterna. No será ignorado por nadie. Ninguna criatura puede ser Su rival. Somos Su pueblo porque hemos recibido la salvación de nuestros pecados al creer en que Jesús es Dios y nuestro Salvador. Dios, cuyo poder es perfecto, nos ha hecho Su pueblo mediante la salvación. Los que no han nacido de nuevo deben tener esta fe en que Jesús es Dios. Espero que todo el mundo tenga esta fe.