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उपदेश

Tema 6: Herejía

[6-20] No matarán a los nacidos de nuevo (Génesis 9, 1-7)

No matarán a los nacidos de nuevo(Génesis 9, 1-7)
«Bendijo Dios a Noé y a sus hijos, y les dijo: Fructificad y multiplicaos, y llenad la tierra. El temor y el miedo de vosotros estarán sobre todo animal de la tierra, y sobre toda ave de los cielos, en todo lo que se mueva sobre la tierra, y en todos los peces del mar; en vuestra mano son entregados. Todo lo que se mueve y vive, os será para mantenimiento: así como las legumbres y plantas verdes, os lo he dado todo. Pero carne con su vida, que es su sangre, no comeréis. Porque ciertamente demandaré la sangre de vuestras vidas; de mano de todo animal la demandaré, y de mano del hombre; de mano del varón su hermano demandaré la vida del hombre. El que derramare sangre de hombre, por el hombre su sangre será derramada; porque a imagen de Dios es hecho el hombre. Mas vosotros fructificad y multiplicaos, procread abundantemente en la tierra, y multiplicaos en ella».
 

Cuando Noé y su familia salieron del arca, Dios los bendijo aún más. Les dijo que fructificasen y se multiplicasen para llenar la tierra. Antes del diluvio, la gente no comía carne, sino que era vegetariana. Pero cuando Noé y su familia salieron del arca, Dios les dijo que podían comer animales, peces, y pájaros. Está escrito: «El temor y el miedo de vosotros estarán sobre todo animal de la tierra, y sobre toda ave de los cielos, en todo lo que se mueva sobre la tierra, y en todos los peces del mar; en vuestra mano son entregados. Todo lo que se mueve y vive, os será para mantenimiento: así como las legumbres y plantas verdes, os lo he dado todo». La gente de antes del diluvio solo comía verduras y plantas, pero ahora Dios permitió que Noé y su familia comieran carne también.
Sin embargo, Dios les prohibió una cosa: que comiesen la carne con la vida, es decir, con la sangre. Esta es la primera vez en la Biblia que se menciona la sangre de la carne. 
Dios dijo: «Pero carne con su vida, que es su sangre, no comeréis». La razón es que la sangre es la vida de las personas y los animales. Está escrito: «Porque ciertamente demandaré la sangre de vuestras vidas; de mano de todo animal la demandaré, y de mano del hombre; de mano del varón su hermano demandaré la vida del hombre. El que derramare sangre de hombre, por el hombre su sangre será derramada; porque a imagen de Dios es hecho el hombre». En otras palabras, Dios le dijo a Noé: «No mates ninguna vida. Si lo haces, yo pediré tu vida».
Hoy por la mañana he compartido la Palabra con ustedes para explicarles que Jesucristo nos ha dado nueva vida al ser bautizado por Juan el Bautista y derramar Su sangre en la Cruz. Esta tarde me gustaría predicar acerca de la sangre que Dios nos ha prohibido comer en Génesis 9. Debemos considerar este pasaje en su contexto espiritual, darnos cuenta del significado espiritual, y creer en él. Solo entonces podemos tener el conocimiento espiritual adecuado.
Como Dios dijo que no debía derramarse sangre, debemos aplicar esto. Sin embargo, Dios también les dijo a Noé y sus descendientes que comieran carne, y sabemos que cuando comemos carne, es inevitable ingerir sangre. Aunque sacásemos toda la sangre del animal, es casi imposible sacarla toda. Cuando comemos un trozo de carne, no es completamente posible evitar ingerir la sangre que queda en la carne. 
El Señor le dijo a sus discípulos cuando no entendían el significado espiritual de Su Palabra: «El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida» (Juan 6, 63). La Palabra de Dios manifiesta cosas espirituales, y por eso tenemos que averiguar por qué Dios nos dijo que no comiésemos sangre. Solo entonces podremos obedecer al Señor sabiendo lo que quiere decir espiritualmente. Dios nos dijo que no comiésemos sangre porque la sangre es la vida de la carne. Dicho de otra manera, este mandamiento significa que nadie debe matar la fe de los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu.
 

¿Por qué le dijo Dios a Noé que no comiese sangre?

No podemos conseguir una vida nueva al cumplir los mandamientos de Dios perfectamente. Solo por nuestra fe en el Evangelio del agua y el Espíritu podemos recibir la remisión de los pecados, conseguir nueva vida y disfrutar la vida eterna. Esto se debe a que Dios nos ha dado la verdadera vida a través de la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu. Dios ha dejado claro que la vida verdadera está en los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu, que Dios ha dado a todo el mundo, y esta vida verdadera se encuentra en los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu.
La Palabra de Dios nos prohíbe comer la sangre y nos demuestra lo importante que es el Evangelio del agua y el Espíritu. Este mandamiento significa que debemos mantener nuestra fe en la justicia de Dios hasta el final. Esta justicia nos ha permitido recibir una vida nueva al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Dios dijo esto porque nos ha dado una vida nueva a través del Evangelio del agua y el Espíritu. Todos los que creen que Jesucristo es el verdadero Salvador, y que vino al mundo por el Evangelio del agua y el Espíritu, tienen nueva vida. Dios nos está diciendo que está buscando esta fe en todos nosotros al final de los tiempos.
Dios nos ha bendecido con la verdadera remisión de los pecados y con una vida nueva al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. En estos últimos tiempos, Dios nos está pidiendo a los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu, que tengamos la fe verdadera y no dejemos de tenerla. Probablemente sepan ya que Dios les ha salvado para siempre de los pecados del mundo a través del Evangelio del agua y el Espíritu. Dios Padre entregó el cuerpo de Su Hijo Jesucristo para darnos la remisión de los pecados y una vida nueva. Al ser bautizado por Juan el Bautista y ser crucificado, Jesús ha salvado nuestras almas que tenían que morir por culpa del pecado. A través del Evangelio del agua y el Espíritu, que Jesús nos ha dado, nos ha salvado a los que creemos en Él para siempre.
En estos últimos tiempo Dios busca a los que tienen verdadera fe en el Evangelio del agua y el Espíritu, la Verdad de esta nueva vida que nos ha dado. Nos está pidiendo que mantengamos nuestra verdadera fe viva. Nos está diciendo: «¿Amáis la vida que os he dado? ¿Tenéis fe en el Evangelio del agua y el Espíritu». En otras palabras, Dios nos está pidiendo que tengamos fe en el Evangelio del agua y el Espíritu, el Evangelio que nos ha dado la vida eterna. Dios ha hecho posible que seamos salvados de todos los pecados del mundo al creer en Su justicia y al recibir el Evangelio del agua y el Espíritu por fe. Ahora, quiere vernos conservar esta vida hasta el fin del mundo.
Al contrario que las plantas, tenemos sangre en nuestros cuerpos. Los animales tienen sangre en sus cuerpos, lo que constituye la vida de la carne. Todos los seres humanos tienen que morir por culpa del pecado. Después del diluvio, nuestro Dios prometió darnos a Jesucristo, en quien hay vida nueva para todos, junto con el Evangelio del agua y el Espíritu. En la era del Nuevo Testamento, nuestro Señor cumplió Su promesa al venir al mundo como el Cordero del sacrificio, al ser bautizado, y derramar su sangre en la Cruz. Ahora es posible que todo el que crea en el Evangelio del agua y el Espíritu pueda recibir la remisión de los pecados, pueda ser justo y vivir para siempre. Al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, podemos convertirnos en nuevas criaturas. Dios nos ha dado las bendiciones espirituales del Cielo, para que los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu vivan para siempre en Su presencia. Le doy gracias al Señor. 
 


Dios está buscando la verdadera fe en el Evangelio del agua y el Espíritu en nosotros


Dios nos ha permitido vivir para siempre al darnos el Evangelio del agua y el Espíritu y al hacernos creer en él. Nos ha dado nueva vida. Al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, hemos recibido la remisión de los pecados y nos hemos convertido en justos. Gracias a la vida nueva que Dios nos ha dado, nos hemos convertido en hijos de Dios para siempre y ahora podemos vivir por fe para siempre en Su presencia. Cuando nos presentemos ante Dios en el futuro, debemos poder presentarle nuestra fe en el Evangelio del agua y el Espíritu que nos ha bendecido tanto. Dios nos pide que tengamos fe en Su Evangelio del agua y el Espíritu a todo el que vive en este mundo. Esto se debe a que nos ha dado nueva vida. 
Dios creó toda vida en este planeta. Por eso debemos darnos cuenta de que debemos conservar esta vida que Dios nos ha dado. Mientras que todo el mundo puede controlar lo demás, nadie puede controlar la vida, porque toda vida es un don de Dios y pertenece a Dios. Debemos predicar en todo el mundo que Dios nos ha permitido obtener una vida nueva al darnos el Evangelio del agua y el Espíritu. El que ustedes y yo tengamos una nueva vida se debe a que Dios nos ha dado el Evangelio del agua y el Espíritu que nos ha dado nueva vida. No debemos olvidar que gracias a que Dios nos ha dado el Evangelio del agua y el Espíritu tenemos una vida nueva.
Al haber recibido una vida nueva al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, vivimos felices en Jesús. Por el contrario, la muerte espiritual les espera a los que no han nacido de nuevo porque no conocen el Evangelio del agua y el Espíritu. Aunque Dios ha ofrecido una vida nueva a todo el mundo, algunas personas la han recibido al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, y otras no han recibido al remisión de los pecados ni la vida eterna, porque han rechazado el verdadero Evangelio y se han negado a creer en él. Los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu han obtenido una vida nueva por su fe en la justicia de Dios. Aunque Dios nos ha dado una vida nueva, todavía hay gente que no ha aceptado esta Verdad que da vida nuevo, porque no cree en el Evangelio del agua y el Espíritu. Todos nosotros debemos creer que el Señor nos ha dado una vida nueva a través del Evangelio del agua y el Espíritu. Por eso nuestro Señor dijo: «De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios» (Juan 3, 5). Nadie puede convertirse en un hijo de Dios a no ser que nazca de nuevo del Evangelio del agua y el Espíritu. Debemos recordar esta Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu.
Dios ha establecido que todo el mundo nazca en el mundo como un pecador, y que después nazca de nuevo al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Por eso los que no creen en el Evangelio del agua y el Espíritu y no han nacido de nuevo, están muertos espiritualmente. Los que no reciben la nueva vida al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu recibirán maldiciones físicas y espirituales. ¿Qué más quedará para los pecadores? Su camino está lleno de espinos. Aunque los pecadores todavía tienen la oportunidad de creer en el Evangelio del agua y el Espíritu mientras viven, si pierden esta oportunidad, recibirán las maldiciones eternas.
Por tanto, mientras vivan, todos deben aceptar por fe que Jesucristo, Dios mismo les ha dado la remisión de los pecados y la vida nueva a través del Evangelio del agua y el Espíritu. Dios libró a Noé del juicio del diluvio y le permitió vivir en un mundo nuevo. Del mismo modo en que Noé fue salvado del pecado y del juicio al aceptar la Palabra de Dios, solo cuando creemos que Dios nos ha dado una vida nueva a través del Evangelio del agua y el Espíritu, podemos prosperar para siempre con las bendiciones de Dios. Si no aceptan el Evangelio del agua y el Espíritu en sus corazones, les esperan la muerte y las maldiciones. 
Si los santos de la Iglesia de Dios no siguen a sus líderes y no hacen la obra de Dios junto con Su Iglesia, serán iguales que una rama que se separa de un árbol. Esta rama está muerta. Todos nosotros nacimos como descendientes de Adán, pero hemos recibido la remisión de los pecados y la vida nueva a través del Evangelio del agua y el Espíritu que Dios nos ha dado. El hecho de que nuestro Señor tomase todos nuestros pecados para siempre en el río Jordán, que Su cuerpo fuese crucificado en nuestro lugar y pagase la condena de nuestros pecados con Su derramamiento de sangre, y que Su vida cayese por los suelos, es la prueba de que Cristo nos ha dado una vida nueva. Solo cuando aceptamos esta Verdad en nuestros corazones podremos recibir la vida eterna.
 


Para los que no aceptan el Evangelio del agua y el Espíritu, solo quedan las maldiciones, el sufrimiento, la confusión y la oscuridad


Sin embargo, hay mucha gente que no cree en el verdadero Evangelio. Como esta gente no ha aceptado la vida de Dios, Él juzgará a estas personas según sus pecados y las arrojará al infierno. Pero los que han aceptado la vida de Dios en sus corazones a través del Evangelio del agua y el Espíritu, recibirán gozo, alegría, vida eterna y bendiciones. Debemos darnos cuenta de que para darnos la remisión de los pecados, Jesucristo tuvo que tomar sobre Sí mismo todos nuestros pecados en el río Jordán a través de Su bautismo, y después tuvo que ser sacrificado para derramar Su preciosa sangre. La Biblia dice que Dios creó al hombre del polvo de la tierra. La sangre de Jesús cayó en el suelo, lo que implica que Jesús ha dado Su vida por todos los que creemos que nos ha dado la vida eterna al ser bautizado por Juan el Bautista y derramar Su sangre en la Cruz. Sin embargo, no puede haber obra de salvación para los que rechazan el Evangelio del agua y el Espíritu hasta el final. La Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu no entra en los corazones de los que no reconocen la Palabra de Dios.
Debemos aceptar en nuestros corazones que Dios nos ha dado una vida nueva a través del Evangelio del agua y el Espíritu. Solo entonces podemos confesar cuando Dios venga a buscar nuestras almas en el último día: «Señor, has borrado todos mis pecados a través del Evangelio del agua y el Espíritu». Solo entonces podemos mostrarle nuestra verdadera fe en el Evangelio del agua y el Espíritu. ¿Cómo podemos mostrarle la prueba de que nos ha dado una vida nueva? Al dar testimonio de nuestra fe en el Evangelio del agua y el Espíritu. Si no tienen esta fe, serán malditos para siempre en el último día junto con el Diablo. Podemos presentar al Señor la fe que nos ha salvado de nuestros pecados, pero solo si sabemos que Dios nos ha dado una vida nueva a través del Evangelio del agua y el Espíritu. Como Dios nos ha dado una nueva vida a través del Evangelio del agua y el Espíritu, estamos viviendo por fe en esta Verdad. Sin embargo, hay mucha gente que se niega a aceptar el Evangelio del agua y el Espíritu hasta el final, y por eso debemos decirles que deben aceptar este Evangelio. Será inevitable para estas personas vivir con maldiciones, tanto físicas como espirituales. Por eso debemos predicar a estas personas que deben nacer de nuevo al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu.
Tuvimos que dar gracias a Dios por darnos el Evangelio del agua y el Espíritu. Teníamos que morir por nuestros pecados, pero para salvarnos de nuestros pecados, Jesús cargó con ellos al ser bautizado por Juan el Bautista, y derramó Su sangre hasta morir en la Cruz. Debemos creer en esta Verdad, que testifica que el Señor nos ha dado una nueva vida a través de Su bautismo, y la sangre que derramó en la Cruz, como condena de los pecados del mundo. Debemos recordar que podemos recibir la remisión eterna de los pecados y vivir para siempre como los justos, solo si aceptamos la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu que Dios nos ha dado en nuestros corazones.
Mis queridos hermanos, hubo un tiempo en el que vivíamos sin reconocer el Evangelio del agua y el Espíritu como la Verdad. Pero ahora, hemos recibido una vida nueva para siempre a través del Evangelio del agua y el Espíritu. Cuando aceptamos el Evangelio del agua y el Espíritu en nuestros corazones, podemos ser librados de nuestros pecados y recibir una vida nueva, pero durante mucho tiempo ignoramos este verdadero Evangelio, aunque creíamos en Jesús de una manera u otra.
Todo el que se presenta ante Dios estaba destinado a morir para siempre, porque todo el mundo peca contra Dios. Sin embargo, el Señor, que vino por el Evangelio del agua y el Espíritu, vino al mundo encarnado en un hombre por el bien de la humanidad que debía morir por sus pecados, fue bautizado por Juan el Bautista en el río Jordán, derramó Su sangre en la Cruz, se levantó de entre los muertos y así nos ha salvado a los que creemos en este Evangelio. Al entregar Su vida por nosotros, el Señor ha hecho posible que los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu vivamos para siempre. Todos nosotros, seamos quienes seamos, debemos aceptar en nuestros corazones el hecho de que Dios nos ha dado una vida nueva a través del Evangelio del agua y el Espíritu. Quien acepte en su corazón el Evangelio del agua y el Espíritu que el Señor le ha dado, recibirá una vida nueva en su corazón. Por tanto, si aceptamos en nuestros corazones lo que Dios ha hecho a través del Evangelio del agua y el Espíritu, podremos vivir para siempre, porque tendremos una vida nueva en nuestros corazones. Ya no estamos destinados a morir para siempre ante Dios, sino que estamos bendecidos para vivir para siempre.
Mis queridos hermanos, al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu que Dios nos ha dado, hemos conseguido una vida nueva. Podremos estar en la presencia de Dios solo con esta nueva vida que el Señor nos ha dado. Dios dijo que en el día del Juicio, nos pedirá que le mostremos nuestra nueva vida que Él nos ha dado a través del Evangelio del agua y el Espíritu. Esto significa que el Señor verificará el último día si tenemos esta fe en el Evangelio del agua y el Espíritu o no. Los que no han aceptado el Evangelio del agua y el Espíritu no tienen la fe que trae nueva vida, y por tanto no podrán presentar esta fe en el último día. Si su fe es así, su alma será abandonada por Dios.
Estoy tan agradecido de que Dios nos haya dado una vida nueva a los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu. ¿Y ustedes? ¿Han recibido la vida nueva de Dios? Si no es así, les pido que la consigan al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu que el Señor les está ofreciendo ahora. Solo así podrán vivir para siempre.
Con la vida que nos dieron nuestras madres no podemos vivir felices en la eternidad. Así que debemos aceptar la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu en nuestros corazones, que declare que Jesucristo ha borrado nuestros pecados y nos haya dado una vida nueva. Solo entonces, nuestras almas que habían muerte, pueden resucitar, y podemos conseguir la vida eterna y vivir por siempre. Dios nos ha resucitado a los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu, y nos ha permitido vivir para siempre.
Si quieren vivir felices para siempre ante Dios, les pido que crean en el Evangelio del agua y el Espíritu, sean librados de sus pecados y nazcan de nuevo. A parte de los que han nacido de nuevo al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu como nosotros, no hay nadie en este mundo que pueda vivir feliz para siempre. Quien quiera disfrutar la verdadera felicidad debe creer en el Evangelio del agua y el Espíritu de Dios en su corazón y aceptar el don de la remisión de los pecados. 
Algunos cristianos, siguiendo las doctrinas de sus denominaciones, enseñan a sus hijos a no recibir transfusiones de sangre. Pero por culpa de estas enseñanzas falsas, ha habido incidentes trágicos en los que algunos padres dejan que sus hijos mueran porque se niegan a realizarles una transfusión de sangre. En un caso, incluso el médico les dijo a los padres que una transfusión y una operación podían salvar a su hijo, pero los padres se negaron. ¿Por qué se negaron a aceptar una transfusión de sangre? Porque citan la Biblia, donde Dios dice que no se debe comer sangre. Al final, su hijo murió. La gente denunció a estos padres. Sin duda Dios también los denunciará por su estupidez.
 

¿Qué significa cuando la Biblia dice que no debemos comer sangre?

Esto significa que debemos predicar el Evangelio del agua y el Espíritu a todo el mundo y ayudarle a recibir la remisión de los pecados y una nueva vida, y esto significa que nadie debe pisar la fe de los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu. En otras palabras, todo el mundo debe aceptar la salvación que Dios nos ha dado para darnos una vida nueva y eterna, es decir, todo el mundo debe tener la misma fe que los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu.
Esto también significa que los que no creen que Dios les ha dado la remisión de los pecados y la verdadera vida a través del Evangelio del agua y el Espíritu, perderá su vida. Si alguien no cree en el Evangelio de la vida, el Evangelio del agua y el Espíritu que Dios nos ha dado, y lo ignora, se convertirá en un hereje. Dicho de otra manera, Dios nos está diciendo que no debemos perder la fe en el Evangelio del agua y el Espíritu que nos ha dado para que tengamos una vida nueva. 
A través del Evangelio del agua y el Espíritu, el Señor nos ha dado la remisión de los pecados y una vida nueva y eterna. Por eso Dios nos pedirá una muestra en el último día para saber si tenemos fe en el verdadero Evangelio del agua y el Espíritu. Cuando creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu que Dios le ha dado a la humanidad, podemos vivir para siempre en la presencia de Dios. Los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu son los hijos de Dios, y podemos vivir para siempre con esta nueva vida que Dios nos ha dado. La Biblia dice que todos los seres humanos fueron creados en la imagen de Dios, quien nos ha dado el Evangelio del agua y el Espíritu, y ha hecho posible que todos creamos en este Evangelio para vivir para siempre.
Por tanto, cuando Dios dijo que nadie debe comer sangre, significa que nadie debe destruir la fe de los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu con falsas doctrinas. En otras palabras, nadie debe quitar la vida eterna que Dios le ha dado a la humanidad, es decir, la fe en el Evangelio del agua y el Espíritu.
¿Qué quiere decir el pasaje de hoy cuando dice que no hay que quitar la vida de otra persona? El significado espiritual es que nadie debe destruir la fe de los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu, ni predicar un falso evangelio. El significado carnal es que debemos respetar la vida humana y no matar a nadie. Esta Palabra que el Señor nos ha dado es la Verdad física y espiritual que debemos aplicar. El que nadie deba matar a nadie es cuestión de tiempo, de la misma manera que lo es no destruir la fe de los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu.
¿Qué significa destruir la vida humana? Destruir la fe de los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu. Obstruir la predicación del Evangelio del agua y el Espíritu es destruir la vida humana. Pero algunas personas se levantan contra el Evangelio del agua y el Espíritu y solo creen en sus falsas doctrinas diciendo: «¿Cómo quitó Jesús todos los pecados del mundo cuando fue bautizado por Juan el Bautista en el río Jordán?». A los ojos de Dios, esta gente es la que se levanta contra la justicia de Dios para intentar destruir la vida que Dios nos ha dado.
Dios escribió todo el Evangelio del agua y el Espíritu en la Biblia para nosotros, y nos ha permitido recibir la vida eterna al creer en este Evangelio. El Señor ha hecho posible que recibamos la vida eterna al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. El que Jesús viniese a este mundo, tomase todos los pecados del mundo al ser bautizado por Juan el Bautista, derramase Su sangre hasta morir en la Cruz, se levantase de entre los muertos y así haya levantado todas las maldiciones, es el Evangelio del agua y el Espíritu. Pero a pesar de esto, si alguien obstruye el Evangelio del agua y el Espíritu y lo ignora, será destruido.
¿Y qué hay de sus almas? ¿Han recibido la remisión de los pecados y la vida eterna de Dios al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu? De hecho, todos hemos conseguido la vida eterna al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu que Dios nos ha dado. Al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, hemos recibido la remisión eterna de los pecados y ahora podemos vivir para siempre. El que hayamos recibido la remisión de los pecados del Señor al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu significa que hemos recibido una vida nueva de Dios. Por eso, con esta nueva vida que Dios nos ha dado, debemos conquistar este mundo en nuestras vidas. 
Dios dijo en el pasaje de las Escrituras de hoy: «Mas vosotros fructificad y multiplicaos, procread abundantemente en la tierra, y multiplicaos en ella» (Génesis 9, 7). El Señor nos dijo que fructificásemos y nos multiplicásemos. Los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu debemos predicar este Evangelio por todo el mundo al confiar en la justicia de Dios. Al difundir a todo el mundo la verdadera vida de Dios junto con el Evangelio del agua y el Espíritu, debemos ser salvados del pecado. Nuestra fe es la siguiente: «Dios nos ha salvado del pecado y de la muerte». En otras palabras, creemos que Dios nos ha dado una vida nueva a los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu. Por tanto debemos predicar el Evangelio del agua y el Espíritu por todo el mundo. 
Alabamos al Señor confiando en Su justicia. Gracias a la justicia de Dios, hemos conseguido una nueva vida. Ahora estamos viviendo con esta nueva vida que hemos recibido de Dios. Como creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu, Dios nos ha dado una vida nueva para que nos multipliquemos más mientras ayudamos a la gente a recibir una vida nueva. 
Esta sangre que se menciona en el capítulo 9 de Génesis se refiere a la vida. ¿Cómo nos dio una vida nueva el Señor? Nos ha dado una vida nueva al pagar el precio del pecado con Su vida. Mientras leemos el pasaje de hoy, creemos que Jesucristo fue crucificado para derramar Su sangre valiosa, que tomó sobre Sí mismo nuestros pecados al ser bautizado por Juan el Bautista, y estamos agradecidos por esto. Siempre que confirmamos la nueva vida que Dios nos ha dado, no podemos evitar darle gracias por Su amor. 
Dios nos ha dado una vida nueva a los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu. Gracias a esto, hemos recibido una vida nueva. Al darnos el Evangelio del agua y el Espíritu, Dios nos ha permitido conseguir una vida eterna y nueva y la remisión de los pecados para siempre. Ahora podemos vivir con Dios para siempre. 
Alabo al Dios de los justos para siempre.