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တရားဟောချက်များ

Tema 18: Génesis

[Capítulo 15-3] La justicia que Abraham recibió de Dios (Génesis 15:1-7)

La justicia que Abraham recibió de Dios(Génesis 15:1-7)
«Después de estas cosas vino la palabra de Jehová a Abram en visión, diciendo: No temas, Abram; yo soy tu escudo, y tu galardón será sobremanera grande. Y respondió Abram: Señor Jehová, ¿qué me darás, siendo así que ando sin hijo, y el mayordomo de mi casa es ese damasceno Eliezer? Dijo también Abram: Mira que no me has dado prole, y he aquí que será mi heredero un esclavo nacido en mi casa. Luego vino a él palabra de Jehová, diciendo: No te heredará éste, sino un hijo tuyo será el que te heredará. Y lo llevó fuera, y le dijo: Mira ahora los cielos, y cuenta las estrellas, si las puedes contar. Y le dijo: Así será tu descendencia. Y creyó a Jehová, y le fue contado por justicia. Y le dijo: Yo soy Jehová, que te saqué de Ur de los caldeos, para darte a heredar esta tierra».
 
 
En el pasaje de las Escrituras se dice que Dios le dijo a Abraham que mirase al cielo y que intentase contar las estrellas del cielo. Y entonces Dios le dijo: “Así será de numerosa tu descendencia”. Está escrito en la Biblia que Abraham creyó en el Señor y se le contó como justicia.
Estoy hablando de la justicia que Abraham recibió de Dios. ¿Cómo recibió Abraham esta justicia? La recibió al creer en las Palabras que Dios le dio. La justicia que Abraham recibió era la fe de creer en la Palabra de Dios. De la misma manera nos convertimos en personas justas ante la presencia de Dios cuando tenemos la misma fe que la de Abraham.
Sin embargo, los que no conocen o se niegan a creer en el Evangelio del agua y el Espíritu dicen: “¡Mira! ¿Acaso Dios no contó la fe de Abraham como justicia cuando Abraham creyó en la Palabra de Dios aunque no conocía el Evangelio del agua y el Espíritu?”. Insisten que una persona puede estar sin pecados solo si cree en Jesús como el Salvador aunque tenga pecados en su corazón. Pero la fe de Abraham es diferente a la fe de estas personas. La Palabra dice: “Creyó en el Señor y se le contó como justicia”.
En el Evangelio de Juan, está escrito que una persona recibe la salvación y la vida eterna cuando esa persona cree solamente en Jesús. Así que la mayoría de los cristianos de hoy en día creen que son salvados por decir que Jesucristo es su Salvador. Sin embargo, convertirse en una persona justa ante la presencia de Dios no es tan simple. Jesús dijo acerca de los pecadores: «El que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios» (Juan 3:5).
Lo que debemos tener en mente es que no es tener fe verdadera ante Dios decir que creemos solo en Jesús si conocer la justicia de Dios. Nos convertimos claramente en los justos ante Dios cuando entendemos y creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu. La verdad es que podemos convertirnos en el pueblo de Dios y en personas justas por muy insuficientes que seamos si creemos en la Palabra de que Jesucristo vino a este mundo y recibió el bautismo de Juan el Bautista para borrar todos nuestros pecados, morir en la Cruz y resucitar de entre los muertos.
 
 
¿Tienen pecados en sus corazones o no?
 
Algunas personas que no tienen fe en el Evangelio del agua y el Espíritu, que es la justicia de Dios, a veces piensan lo siguiente: “¿Qué ocurre cuando una persona vuelve a caer en el pecado después de recibir la remisión de los pecados? ¿Se vuelve a convertir en pecadora? ¿Cómo se puede confesar que una persona es justa cuando no cree firmemente que no tiene pecados?”. Estas personas tienen este problema.
Estas personas se preocupan por estas cosas porque no tienen la fe que conoce y cree en el Evangelio del agua y el Espíritu, que es la justicia de Dios. Esto se debe a que no tienen fe en este Evangelio verdadero que contiene la justicia de Dios. Y al contrario que Abraham, no tienen la fe correcta que cree en la Palabra de Dios.
Abraham es el antecesor de nuestra fe. Cuando creemos en toda la Palabra de Dios, somos aprobados como personas justas, es decir, personas rectas sin pecados ante la presencia de Dios. ¿Cómo podemos ser aprobados como el pueblo de Dios? Podemos ser aprobados como el pueblo de Dios por fe al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu exactamente como Dios nos lo dijo.
Hace mucho tiempo Dios le dijo a Abraham: «Y tú vendrás a tus padres en paz, y serás sepultado en buena vejez» (Génesis 15:5). Esta Palabra significa: “Haré que tus descendientes sean tantos como las estrellas del cielo”. Abraham creyó en la Palabra de Dios porque Dios le habló personalmente. ¿Acaso no son personas también que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu de esta manera? No podemos convertirnos en personas limpias por la Ley de Dios, pero ¿acaso no se han eliminado todos nuestros pecados para siempre por nuestra fe en la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu que ha borrado todos nuestros pecados? Hemos recibido la remisión de los pecados para siempre por la fe de creer en la justicia de Dios.
¿Hay pecados en la conciencia de una persona que cree en el Evangelio del agua y el Espíritu, que es la justicia de Dios? No, no los hay. Una persona está sin pecados cuando se tiene una fe firme por la fe de creer en el Evangelio del agua y el Espíritu como está escrito en la Escrituras. Satanás no puede hacerle ningún daño a su fe si creen en el Evangelio del agua y el Espíritu. Un ser humano puede cometer pecados mientras vive en este mundo porque tiene debilidades y fallos y porque tiene un ego muy fuerte. En tiempos así, cuando sentimos que nuestras debilidades nos abruman, lo que debemos recordar es el Evangelio del agua y el Espíritu y la justicia que Abraham recibió ante la presencia de Dios cuando creyó en Su Palabra tal y como era.
Debemos recordar la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu y también tener fe absoluta en la justicia de Dios. Por tanto, por muchas debilidades que tengamos y por muchas cosas que Satanás nos cargue encima contra nosotros por nuestras acciones, debemos vencerle por nuestra fe en el Evangelio del agua y el Espíritu, que es la justicia de Dios. Debemos estar firmes en la fe en la justicia de Dios. Una persona justa cree en la Palabra de Dios de la justicia, proclama esta fe, se mantiene forme por esta fe a pesar de la opresión y condena del Diablo y cuida de las almas de los demás.
Debemos creer en esto porque las Escrituras nos dicen que el Señor nos ha salvado de todos nuestros pecados cuando tenemos fe en el Evangelio del agua y el Espíritu, que es la justicia de Dios, aunque seamos débiles en la carne. Una persona justa debe proclamar que esta sin pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu y puede presentarse ante Dios por esta fe y hacer la obra justa ante la presencia de Dios por esta fe. Una persona no puede hacer la obra de Dios si no tiene esta fe en el Evangelio del agua y el Espíritu.
Sin la fe en el Evangelio del agua y el Espíritu, viviríamos la fe de esclavos explotados y oprimidos por el Diablo una y otra vez. Esta es la fe que cree en el Evangelio del agua y el Espíritu, que es la justicia de Dios que vence al Diablo. Una persona puede ser justa solo por la fe que cree en la Palabra de Dios. Nos hemos convertido en personas justas al tener fe en la Palabra de la justicia de Dios como hizo Abraham. Podemos convertirnos en las herramientas de la justicia y en siervos de Dios cuando conseguimos esta fe que cree en el Evangelio del agua y el Espíritu y también nos convertimos en personas poderosas en el Señor y no morimos por nuestros pecados. Por tanto, quiero que siempre recuerden que Abraham siguió la Palabra de Dios por fe.
 
 

Debemos mantener nuestros corazones abiertos

 
Hemos recibido la remisión de nuestros pecados en nuestros corazones al conocer y creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, que es la justicia de Dios. ¿Qué debemos hacer después de esto?
Miremos la Palabra del Libro de Éxodo capítulo 21:1-6: «Estas son las leyes que les propondrás. Si comprares siervo hebreo, seis años servirá; mas al séptimo saldrá libre, de balde. Si entró solo, solo saldrá; si tenía mujer, saldrá él y su mujer con él. Si su amo le hubiere dado mujer, y ella le diere hijos o hijas, la mujer y sus hijos serán de su amo, y él saldrá solo. Y si el siervo dijere: Yo amo a mi señor, a mi mujer y a mis hijos, no saldré libre; entonces su amo lo llevará ante los jueces, y le hará estar junto a la puerta o al poste; y su amo le horadará la oreja con lesna, y será su siervo para siempre».
Nos dice que cuando un hebreo compraba un siervo, el siervo le tenía que servir durante seis años y al séptimo año era liberado, pero si ese siervo no quería ser liberado y quería vivir con su maestro, su maestro le perforaba la oreja con una lesna.
 
 

Debemos perforar la oreja de nuestros corazones

 
Debemos escuchar detenidamente lo que Dios nos está diciendo mientras vivimos en este mundo. Debemos escuchar atentamente la Palabra de Dios para convertirnos en siervos de Dios. Debemos escuchar detenidamente lo que Dios les está diciendo a los santos a través de la Iglesia. Solo entonces podemos vivir como siervos justos del Señor. Dios les dijo a los hebreos que perforasen la oreja de un siervo con una lesna como señal de convertirse en verdaderos siervos. Esto significa que cuando hacemos ciertas obras espirituales, debemos obedecer y seguir el ministerio de los siervos de Dios que nos precedieron en Su Iglesia. Solo entonces podemos vivir como los siervos de Dios haciendo la obra del Maestro.
Los siervos de Dios deben tener oídos espirituales abiertos. Esto se debe a que la fe se manifiesta en el corazón incluyendo el despertar espiritual, y uno puede distinguir la voluntad de Dios y vivir según la voluntad del Señor solo cuando obedecemos el mandamiento del Maestro lealmente. Pueden entender la voluntad del Señor solo cuando entienden el significado de las palabras de los siervos que fueron delante de ustedes, y podrán vivir según la voluntad del Señor y hacer Su voluntad solo cuando conozcan la voluntad del Señor. Es importante que un siervo tenga oídos para escuchar bien de esta manera. Una persona justa debe tener sus oídos perforados bien. Una persona justa debe quitar todos los residuos de suciedad de su corazón. Una persona debe comprobar si la puerta de su corazón está bloqueada y debe perforarla por fe si está atascada.
Debemos escuchar detenidamente a lo que el Señor nos está diciendo. Debemos escuchar detenidamente lo que el Señor está diciendo durante la hora de estos sermones que predican la Palabra de Dios, escuchando lo que Dios está diciendo en nuestra vida, abrir las puertas de nuestros corazones y creer y seguir con un corazón de fe. El Señor dijo que la fe viene por escuchar (Romanos 10:17). Por tanto, no podemos conseguir la verdadera fe si no podemos entender la Palabra de Dios muy bien.
La fe no nos viene si no podemos escuchar bien lo que los predecesores de la fe nos están diciendo. Y como resultado dejaríamos nuestra fe porque habríamos seguido a Dios sin quererlo del todo por nuestra lealtad. Debemos escuchar detenidamente lo que Dios nos está diciendo. Debemos escuchar Su Palabra y creer en ella porque hay fe en esta Palabra y hay verdad en esta Palabra. Quiero que todos ustedes recuerden esto.
Debemos escuchar atentamente todas las palabras de los siervos de Dios que han ido delante de nosotros incluso cuando hacemos la obra de Dios. Es importante hacer la obra de Dios trabajando con fe, pero es aún más importante entender las palabras y el corazón de los siervos que nos precedieron y obedecerles. Acabaríamos muriendo seguramente si no entendiésemos las palabras de estos predecesores correctamente y simplemente las interpretásemos por nuestra cuenta e hiciésemos lo que quisiésemos. ¿Acaso no sería el final de todo si un superior le dijese a una persona que dejase de trabajar? Sería el fin de todo. Quiero que lo recuerden.
El límite de sus fuerzas o sus debilidades no son un problema. Lo importante es que escuchen detenidamente lo que el Señor está diciendo y creerlo. Solo entonces podrán seguir al Señor hasta el final. Los que vienes después también podrán seguirles bien por fe cuando escuchen detenidamente las palabras de estos predecesores de la fe y los sigan por fe. Quiero que abran los oídos de su corazón a las Palabras de la justicia de Dios y crean en ellas.