(Romanos 10:16-21)
“Mas no todos obedecieron al evangelio; pues Isaías dice: Señor, ¿quién ha creído a nuestro anuncio?
Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.
Pero digo: ¿No han oído? Antes bien,
Por toda la tierra ha salido la voz de ellos,
Y hasta los fines de la tierra sus palabras.
También digo: ¿No ha conocido esto Israel? Primeramente Moisés dice:
Yo os provocaré a celos con un pueblo que no es pueblo;
Con pueblo insensato os provocaré a ira.
E Isaías dice resueltamente:
Fui hallado de los que no me buscaban;
Me manifesté a los que no preguntaban por mí.
Pero acerca de Israel dice: Todo el día extendí mis manos a un puebo rebelde y contradictor.”
El versículo 17 dice, “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.” ¿De donde viene la fe que libera a una persona de todos sus pecados? La fe verdadera viene por escuchar la Palabra de Dios.
Me gustaría seguir dando testimonio del evangelio de la justicia de Dios a través de su Palabra. Comencemos por ver Romanos 3:10-20:
“Como está escrito:
No hay justo, ni aun uno;
No hay quien entienda.
No hay quien busque a Dios.
Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles;
No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno.
Sepulcro abierto es su garganta;
Con su lengua engañan.
Veneno de áspides hay debajo de sus labios;
Su boca está llena de maldición y de amargura.
Sus pies se apresuran para derramar sangre;
Quebranto y desventura hay en sus caminos;
Y no conocieron camino de paz.
No hay temor de Dios delante de sus ojos.
Pero sabemos que todo lo que la ley dice, lo dice a los que están bajo la ley, para que toda boca se cierre y todo el mundo quede bajo el juicio de Dios;
ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado.”
¿Cómo debemos entender y creer en estos pasajes para recibir la salvación? Desde el principio, no existían ni los justos, ni los que buscaban a Dios, sino todos eran pecadores. Sus gargantas eran sepulcros abiertos; sus lenguas eran como veneno de serpientes, engañosas, llenas de maldición y de amargura. Sus pies eran rápidos para derramar sangre. Ellos no conocieron camino de paz o hubo temor de Dios ante sus ojos y solo caminaban en la senda de su propia destrucción y miseria. Todos eran pecadores antes de conocer y creer en la justicia de Dios y la forma en la que ellos descubrieron que eran pecadores ante Dios fue por la ley.
¿Como podríamos, sin la ley, conocer nuestros pecados? ¿Cómo podríamos conocer a Dios? Romanos 3:18 dice, “No hay temor de Dios delante de sus ojos.” ¿Acaso nuestros ojos carnales lo vieron a él? Tal vez nosotros hayamos estado un ligeramente consientes de la existencia de Dios, pero ni lo vimos, ni le temíamos a él. Entonces, ¿cómo nos dimos cuenta de que éramos pecadores? Llegamos a conocer la existencia de Dios escuchando su Palabra escrita. Es por eso que el oír viene de la Palabra de Dios.
Sabemos que Dios creo el mundo porque así está escrito en la Escritura, “En el principio creó Dios los cielos y la tierra” (Génesis 1:1). Es por oír esta Palabra de Dios que llegamos a saber y a creer en su existencia y creer que él es el Creador de todo el universo. Si no fuera por la Palabra de Dios, no existiría nadie que lo conociera a él, ni le temiera. Ni hubiéramos podido saber de nuestros pecados sin la Palabra de Dios–ni una sola persona.
En otras palabras, éramos fundamentalmente ignorantes de Dios, adorando cosas vanas y en desconocimiento de nuestros pecados. Pero Dios nos dio la ley, y es así como llegamos a conocer nuestros pecados ante Dios. Fue por oír su Palabra de la ley como los Diez Mandamientos y los 613 artículos detallados de la ley que llegamos a conocer nuestras limitaciones y pecados.
Nadie puede conocer ni aún su propio pecado sin la Palabra de la ley. Casi todos los convictos que se hallan tras las rejas afirman que él/ella no saben cual fue su crimen o porque han sido encerrados. Muchos de ellos afirman ser inocentes, que fueron enviados equívoca e injustamente. Sin conocer la ley de Dios, no podemos conocer nuestros propios pecados, diciendo, “Siempre he actuado de esta manera. Todos lo hacen. ¿Cómo puede esto ser pecado?”
Solo viendo y escuchando la ley de Dios llegamos a darnos cuenta de nuestros pecados. Hemos llegado a saber que nuestra adoración de otros dioses, el llamar el nombre de Dios en vano, el fallar en guardar el Sabbath, nuestros homicidios, nuestros adulterios, nuestros robos, nuestras mentiras, nuestras envidias, nuestro fallar en vivir por la Palabra de Dios, en pocas palabras–todos estos son actos de pecado porque la ley de Dios lo dice así. Es así como nos hemos dado cuenta y hemos reconocido que éramos pecadores ante Dios, por la Palabra de la ley. Antes de esta ley, ni siquiera conocíamos nuestros propios pecados.
Habiéndonos dado cuenta de que somos pecadores, entonces, ¿qué debemos hacer ante Dios? Necesitamos preguntarle a Dios como pueden ser perdonados nuestros pecados. Es por oír la Palabra de Dios que llegamos a conocer nuestros pecados y nos dimos cuenta de nuestra necesidad de salvación. Así como el hambriento tiene necesidad de comida, aquellos que reconocen que han violado la ley de Dios y saben que son graves pecadores dándose cuenta de su necesidad de salvación. Es así como empezamos a buscar a Dios y reconocemos nuestra necesidad de creer en su justicia a través de Jesucristo, a quien él envió por nosotros. Como la “fe viene por el oír,” conocemos nuestros pecados por escuchar la Palabra de Dios.
Sabemos que somos pecadores. Entonces, ¿qué Debemos hacer para ser liberados de nuestros Pecados?
La salvación viene de la fe en su Palabra que permanece en el centro de nuestros corazones, así como llegamos a darnos cuenta de nuestros pecados por escuchar y aprender la Palabra de Dios. Como dice Romanos 3:21-22, “Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas;
la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él.”
Al darnos su ley, Dios nos permitió saber que somos pecadores ante él, ya que hemos fallado en vivir por su Palabra. Consecuentemente tenemos dos necesidades diferentes: queremos vivir por la ley, pero al mismo tiempo buscamos la salvación del pecado desesperadamente. Ya que “....Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios” aquellos que serán liberados de sus pecados deben encontrar su redención por su fe en esta justicia de Dios, no en la ley. Sabemos que esta liberación no viene por obedecer la ley de Dios, sino por creer en la salvación dada por Dios, en la misma justicia de Dios que nos ha salvado a través de Jesucristo.
Entonces, ¿cuál es está justicia de Dios y su salvación? Este es el evamgelio del agua y el Espíritu, del cual se habló en ambos Testamentos, el Antiguo y el Nuevo. El evangelio del agua y el Espiritu aparece en el Antiguo Testamento como la salvación por fe en el sistema de sacrificios y en el Nuevo Testamento como la fe en el bautismo de Jesús y en su Cruz. Romanos 3:21-22 dice, “Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas;
la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él.”
Entonces, ¿cómo podemos recibir la justicia de Dios? Podemos recibir la justicia de Dios conociendo a través de la Palabra de Dios, el testimonio por la ley y los profetas, que Jesús es Dios y nuestro Salvador y siendo salvados de nuestros pecados a través de nuestra fe en él.
En otras palabras, recibimos la justicia de Dios creyendo en su Palabra, testificada por la ley y los profetas del Antiguo Testamento. Que la ley y los profetas testificaron la Palabra de Dios es mostrado en los primeros capítulos de Hebreos y Romanos.
Que Jesús vino a liberarnos es la salvación prometida a nosotros por Dios. Esta promesa de salvar a los pecadores, que estaban bajo la ley y destinados a su destrucción, fue hecha hace miles de años por Dios. Repetidamente él había reiterado esta promesa y la revelo exactamente como era su intención de guardarla a través de muchos de sus siervos que fueron antes de nosotros.
Veamos un pasaje por ejemplo. Levítico 16:21 dice, “y pondrá Aarón sus dos manos sobre la cabeza del macho cabrío vivo, y confesará sobre él todas las iniquidades de los hijos de Israel, todas sus rebeliones y todos sus pecados, poniéndolos así sobre la cabeza del macho cabrío, y lo enviará al desierto por mano de un hombre destinado para esto.” Los pasajes de Romanos 3:21-22, que la justicia de Dios fue testigo por la ley y los profetas, quieren decir que la salvación completa de Jesús fue revelada a través de los sacrificios del tabernáculo del Antiguo Testamento y a través de profetas como Isaías, Ezequiel, Jeremías y Daniel.
En otras palabras, Dios ya había revelado, a través de la Palabra del Antiguo Testamento, como habría él de mantener su promesa de salvación-que él lo haría enviando a Jesucristo, haciendo que él tomara todos los pecados del mundo con su bautismo, muriendo en la cruz en lugar nuestro y por lo tanto, dando la paga por el pecado con su propio cuerpo, todo para la liberación del pecado a través de la justicia de Dios. Así que nuestra salvación no es por la ley, sino por nuestra fe en la justicia de Dios, Jesucristo Mismo, como se testifico por ambos, los profetas y la ley.
Dios nos dice que somos salvados de nuestros pecados por creer en su justicia, la cual fue cumplida por Jesucristo. Nuestra fe viene de oír la Palabra de Dios, la Palabra de Jesucristo. ¿Cómo podemos saber y creer que Jesús es nuestro Salvador? Sabemos y creemos que Jesús es nuestro Salvador escuchando la Palabra de Dios hablada por sus siervos, que ël había prometido salvarnos de acuerdo a su plan y que Jesús vino a salvarnos de acuerdo a esta promesa y plan. Como está escrito en Daniel 9:24, “Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar la prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los santos.”
Dios ha puesto setenta semanas para nuestro Pueblo
Continuamos con el pasaje anterior del libro de Daniel. Lo que el pasaje describe es la caída de Israel por Babilonia, cuando Dios determino que los Israelíes, debido a su idolatría, serían llevados a Babilonia como prisioneros y a vivir ahí durante setenta años como esclavos. Como lo determino Dios, Israel fue atacado y abrumado por Babilonia, e incapaz de detener la devastación, término rindiéndose a los invasores, quienes tomaron a muchos de los israelitas como prisioneros y los convirtieron en esclavos. Entre los prisioneros tomados también estaban los sabios, como Daniel, a quien el rey de Babilonia puso como su consejero.
Así que Dios castigo a los israelitas de esta manera por sus pecados, pero debido a que él fue misericordioso, el no guardo su ira para siempre, sino que planeo liberarlos en setenta años. ”
Cuando Daniel, arrepintiéndose ante su Dios por parte de su pueblo, oró por su misericordia y por su liberación, Dios envió a un ángel quien habló el pasaje anterior: “Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar la prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los santos.” Este pasaje es la promesa de Dios para Daniel que el perdonaría todos los pecados de su pueblo en setenta años cuando se terminaran sus transgresiones. También nos revela a nosotros la promesa de liberación de Dios a través de Jesucristo.
Debido a que los Israelíes cometieron muchos pecados, Dios los había castigado y por el precio de setenta años de esclavitud, Dios perdono todos sus pecados anteriores. Cuando la trasgresión es redimida y el fin de los pecados es hecho, todos los pecados de los Israelíes no estarán más ahí. Cuando la reconciliación por las iniquidades es hecha, la misericordia eterna es traída y la visión y la profecía son selladas, todas las Palabras de Dios habladas a Jeremías serán cumplidas. A través de los setenta años de esclavitud, todos estos llegarán a pasar y en el año 70, los Israelíes regresaran a su tierra natal.
Esto es lo que Dios le dijo a Daniel a través de su ángel. Esta promesa, fue una promesa hecha a los Israelíes, pero también tiene significado espiritual–así como Dios estableció 70 semanas para la gente de Israel y su santa ciudad, Dios ha preparado para todos nosotros que creemos en él, nuestra Santa Ciudad del cielo, nuestro reino de Dios.
En Romanos se dice, “Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas;
la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él.” Cuando Jesús vino a esta tierra, fue bautizado y murió en la cruz, todas nuestras trasgresiones fueron eliminadas, nuestros pecados terminaron, la justicia permanente fue revelada y la visión y la profecía fueron selladas. El pasaje de Daniel termina con, “ungir al Santo de los santos.” ¿Qué quiere decir esto? El Santo de los santos se refiere a ningún otro que Jesucristo, quien vendría a esta tierra a ser ungido.
¿Qué quiere decir ser ungido? Que Jesús tomaría las tres posiciones, la de Rey, la de sumo sacerdote del reino de Dios y la de profeta. Como nuestro Rey, sumo sacerdote y profeta, Jesús cumpliría la voluntad de Dios de liberarnos de todos nuestros pecados. Así como lo profetizo el ángel que hablo con Daniel, Jesucristo tomó todos nuestros pecados sobre él mismo y fue juzgado en lugar nuestro viniendo a esta tierra y siendo bautizado.
“La fe viene por el oír.” Entonces, ¿cómo podemos oír y creer en este evangelio de la justicia de Dios? ¿Cómo podemos creer que Jesucristo es nuestro Salvador? Podemos oír y creer por la Palabra de Dios hablada en el Antiguo y Nuevo Testamentos–por las palabras habladas por los profetas de Dios y sus Siervos. Es por eso que Pablo dijo que esta fe viene por oír y esta fe viene por oír la Palabra de Cristo.
Los profetas del Antiguo Testamento, como Daniel e Isaías, habían profetizado acerca de la venida de Jesucristo. En particular Isaías profetizó, “Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido.
Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.
Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros.” (Isaías 53:4-7).
¿Quién hubiera creído en el tiempo de Isaías que Jesucristo nacería de una virgen para venir a esta tierra como el más común de los comunes, vivir durante 33 años, ser bautizado, crucificado y levantado de entre los muertos al tercer día? Aún así Isaías vio y profetizo, aproximadamente 700 años antes la venida de Jesús y que todas estas cosas sucederían. Él dio testimonio del hecho que Cristo llevaría nuestro dolor y todos nuestros pecados.
Es por eso que Pablo usó la Palabra del Antiguo Testamento frecuentemente cuando escribió el Libro de Romanos, para explicar como los siervos de Dios darían testimonio de como Jesús se convirtió en nuestro Salvador–viniendo a esta tierra, tomando todos nuestros pecados y salvándonos con la justicia de Dios.
Por cuanto todos pecaron
Romanos 3:23-24 dice, “por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios,
siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús” Debido a que nacimos en pecado y todos hemos pecados contra Dios, hemos quedado lejos de la gloria de Dios y de su Reino. Pero fuimos justificados gratuitamente por la gracia de Dios a través de la redención en Jesucristo. Nuestra justificación fue gratuita, sin precio. No tuvimos que dar la paga por nuestros pecados ya que Jesús tomó todos nuestros pecados y dio la paga con su propia vida sobre la cruz, todo para liberar a aquellos de nosotros que oyéramos y creyéramos en él.
¿Qué quiere decir con fe en la salvación de todos los pecados? Simplemente queremos decir fe en la justicia de Dios. El creer en la justicia de Dios no tiene nada que ver con las obras, sino que tiene que ver con nuestros corazones. Llegamos a ser justificados por escuchar la Palabra de nuestro Señor y creer en ella con nuestro corazón. Para salvarnos de nuestros pecados, nuestro Señor vino a esta tierra, se convirtió en el Cordero de Dios, quien cargó todos los pecados del mundo al ser bautizado por Juan el bautista y morir en la cruz. Al tercer día, Él se levanto de entre los muertos y ahora se sienta a la diestra de Dios Padre.
Jesús tomó todos los pecados del mundo sobre sí mismo, pago el precio por el castigo de nuestros pecados con su propia vida y se levantó de la muerte; todo para salvarnos de una muerte segura. Somos salvos por creer en esto. Nuestra salvación viene por fe y nuestra fe viene por escuchar la Palabra escrita de Dios y nuestro oír viene de oír la Palabra de Cristo.
“ la fe es por el oír.” Creemos con nuestros corazones. Nuestro intelecto esta ahí para el conocimiento, mientras que nuestros cuerpos son para el trabajo y es en nuestro corazón que nosotros creemos. Entonces, ¿qué debemos creer en nuestro corazón y como? Escuchando la Palabra de Dios podemos oír su evangelio y oyendo su evangelio, podemos tener fe y teniendo fe podemos ser salvos. Cuando creemos, creemos por la Palabra de Dios-esto es, creemos en la Palabra escrita que afirma que Cristo tomó todos nuestros pecados con su bautismo, los cargó, murió en la cruz y se levantó de la muerte.
Tener fe en la Palabra de Dios es tener fe en su justicia. Así, la fe sin escuchar la Palabra de Dios es vana e inútil. Tales afirmaciones–que Dios se revelo en un sueño y no se que más–son todas mentiras.
Somos salvos por fe y por fe solamente. Leamos una vez más nuevamente, Romanos 3:24-26: “siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús,
a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados,
con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús.” Amén. Nuestro Señor fue la propiciación por nuestros pecados. Debido a nuestros pecados, fuimos hechos enemigos de Dios, pero Jesús reestableció nuestra relación con Dios al convertirse en la propiciación por nuestros pecados con su bautismo, muerte y resurrección.
A la mitad de Romanos 3:25-26 esta el pasaje, “a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados,
con la mira de manifestar en este tiempo su justicia” Este pasaje nos dice que Dios había esperado pacientemente durante mucho tiempo y que el esperará hasta el Día del Juicio. Aquellos que creen en Jesucristo, aquellos que creen en la salvación a través del agua y la sangre, aquellos que creen en la salvación del Hijo, quien se convirtió en la propiciación para con Dios Padre–todos sus pecados son pasados por alto por Dios. ‘Haber pasado los pecados por alto’ significa que Dios ha pasado por alto los pecados de aquellos que escuchan y creen en la Palabra de Dios y en su evangelio, la misma gente que cree en el bautismo de Jesús y su sangre sobre la cruz.
Podemos titubear de vez en cuando, pero esto se debe a las debilidades de la carne y de nuestras mentes y mientras que nosotros no neguemos la salvación de Jesús, Dios no verá todos estos pecados como pecados. En otras palabras, Dios no mira a los pecados de aquellos que son salvos por creer en el agua y en la sangre de Jesucristo en sus corazones, sino los pasa por alto.
Entonces, ¿por qué Dios pasa por alto nuestros pecados? ¿Cómo puede él ignorar tales pecados, cuando él es el santo y justo Dios? Esto se debe a que Jesucristo vino a este mundo y fue bautizado. Se debe a que Jesús borró todos los pecados del mundo con su bautismo y crucifixión el que Dios pase por alto nuestros pecados previamente cometidos. ¿Los pecados previamente cometidos se refiere solamente al pecado original? No, no se refiere a eso, ya que mientras pueda parecer como nuestro pecado original, para nuestro eterno Dios Padre, todo esta en el pasado.
Desde el punto de vista de la eternidad, el tiempo en este mundo siempre aparecerá en el pasado. Este mundo tiene su principio y fin, pero Dios es eterno y así cuando comparamos su tiempo con nuestro tiempo mundano, todos los pecados del mundo aparecen como cometidos en el pasado ante él. “a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados,
con la mira de manifestar en este tiempo su justicia” Es por eso que Dios no ve nuestros pecados. No es porque Dios no tenga ojos para ver nuestros pecados, pero él no los ve debido a que su Hijo Jesucristo ha dado la paga de nuestros pecados. Debido al bautismo y crucifixión de Jesucristo nuestros pecados fueron lavados, en realidad aparecemos ante Dios como gente sin pecado.
¿Cómo puede Dios ver nuestros pecados cuando Jesucristo, cuyo cumplimiento de la justicia de Dios redimió a todos aquellos que creen, ya los quitó de nosotros? Así es como Dios demuestra su justicia ahora pasando por alto los pecados previamente cometidos, pecados que ya han sido pagados por Jesucristo.
La fe en la justicia de Dios viene por la Palabra de Cristo, en si misma contiene la justicia de Dios. Demostrando su justicia, Dios mostró no solo su justicia, sino también la justicia de aquellos que creen en Jesucristo. Dios nos libró de todos nuestros pecados y nosotros también creemos en nuestros corazones que Jesús ha tomado todos nuestros pecados. Es por eso que estamos sin pecado y justificados, ya que nos hemos vestido de la misma justicia de Cristo (Gálatas 3:27). Ya que Dios y nosotros somos justos, juntos somos una familia, y tú y yo somos sus hijos. ¿Crees en estas maravillosas noticias?
¿Quiere esto decir que nosotros tenemos algo que podamos jactarnos? ¡Claro que no! ¿Qué hay en nosotros para jactarnos cuando de hecho, nuestra salvación es posible solo cuando escuchamos y creemos en la Palabra de Cristo? ¿Fuimos salvados por nuestras propias obras? ¿De que podemos jactarnos? ¡De nada! ¿Fuiste salvado por asistir a los servicios matutinos de la iglesia? ¿Fuiste salvado porque jamás faltaste a un servicio dominical? ¿Fuiste salvo porque te aseguraste de dar tus diezmos? Claro que no.
Todas estas son obras y la fe basada sobre las obras y la fe complementada por obras, es una fe equivocada. Fuimos salvados de nuestros pecados solo por creer en la justicia de Dios en nuestros corazones. La fe viene por el oír y la salvación viene por la fe en la Palabra de Cristo.
El tratar de recibir la remisión de pecados a través de oraciones de arrepentimiento después de creer en Jesús, también es una fe falsa, ya que la verdadera fe viene solo por creer en la justicia de Dios, no por las obras de la ley. Como dice la Palabra, “Dónde, pues, está la jactancia? Queda excluida. ¿Por cuál ley? ¿Por la de las obras? No, sino por la ley de la fe.
Concluimos, pues, que el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley.
¿Es Dios solamente Dios de los judíos? ¿No es también Dios de los gentiles? Ciertamente, también de los gentiles.”
La salvación viene a ambos, los Israelíes y los gentiles, por escuchar y creer en los corazones que Jesucristo los ha salvado con su agua y sangre. Somos salvos de nuestros pecados cuando creemos en la justicia de Dios. Cuando creemos en esta justicia, la cual es Jesucristo, somos salvados de nuestros pecados. Dios se convierte en nuestro Padre y nosotros en sus hijos. Esta es la salvación por fe en la justicia de Dios, por escuchar y creer en la Palabra de cristo. Nuestra fe viene de creer en la justicia de Dios.
Nuestra salvación viene de nuestra fe en la Palabra de Cristo. Entonces, ¿crees que Cristo vino a esta tierra como tú Salvador, que con su bautismo tomó todos los pecados del mundo como propiciación a Dios y que él murió sobre la cruz, se levantó de los muertos al tercer día y esta sentado a la diestra de Dios Padre? ¿Realmente crees en esta salvación, en esta expiación de nuestro Señor Jesucristo?
Existe mucha gente que le pide a Dios que se aparezca en sus sueños, quién dice que ellos creerán si tan solo lo pueden ver una vez con sus ojos. Algunos afirman haber visto a Jesús en sus sueños, que él les dijo que hicieran tal y tal cosa–construyeran una iglesia aquí, un centro de oración allá, etc., pero normalmente algo que requiere dinero y el ser engañado por tales afirmaciones falsas, muchos son mal guiados y se extravían. Existen muchas cosas tristes que están pasando en este mundo cristiano. Debes de darte cuenta que todas estas cosas no son la obra de nuestro Señor, sino del demonio mismo.
Si de casualidad ves a Jesús en tus sueños, no lo tomes muy en serio. Los sueños solo son sueños. Jesús no es alguien que aparecerá ante ti en esa forma, de otra manera no habría necesidad de la Biblia. Si Jesús se apareciera una sola vez, tendríamos que cerrar la Biblia, ya que no habría más necesidad de ella. Pero esto tendrá un efecto devastador en la obra de la salvación de Cristo.
Si fuéramos a creer en Jesús sin la Biblia, él tendría que aparecer ante todos. Pero no hay necesidad de esto, ya que nuestro Señor ya ha cumplido todos los requisitos de la salvación. Es por eso que la fe viene por el oír y creer en la Palabra de Cristo. Entonces, ¿toda la gente ha oído de Jesucristo? Puede que hayan oído el nombre de Jesucristo, pero no todos han oído el verdadero evangelio. Es por eso que Pablo preguntó, “¿Y cómo oirán sin haber quien les predique?
Por lo tanto debemos predicar este evangelio que contiene la justicia de Dios. Pero, ¿cómo y cuándo? Porque método o como se predica el evangelio no es importante; todos los métodos de esparcir las buenas noticias, a través de palabras habladas o materiales impresos, deben ser usados. La fe viene por el oír y el oír viene por la Palabra de Cristo. Los materiales impresos que predican el evangelio, también pueden guiar a los lectores a una fe verdadera. Sin importar el método, debes de recordar que la fe solo puede venir por escuchar y el escuchar solo predicando las buenas noticias.
Si realmente tienes fe en la Palabra de Dios en tu corazón, entonces sabrás que eres un cristiano verdadero. Espero y oro para que sepas esto; que has sido salvado de tus pecados. También espero y oro para que te sostengas de la Palabra del agua y el Espíritu con cariño. Entonces, concluyamos nuestra discusión leyendo Romanos 10:17 juntos.
“Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.” Amén. Aquellos que creen en sus corazones por escuchar esta Palabra de Dios escrita son aquellos que tienen la fe verdadera. ¿Tienes esta fe verdadera? Nuestro Señor nos ha liberado de todos nuestros pecados.
¡Cuán agradecidos y felices estamos de que el Señor ha quitado todos nuestros pecados! Sin el evangelio, la gente siempre está desmotivada, pero solo oyendo que Jesús tomó todos nuestros pecados con su bautismo, nuestros corazones pueden ser llenos de gozo y nuestra fe puede comenzar a crecer.
Doy gracias a Dios por salvarnos.
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