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တရားဟောချက်များ

Tema 13: Evangelio de Mateo

[Capítulo 24-11] Amen al Señor más que a las cosas del mundo (Mateo 24, 32-51)

Amen al Señor más que a las cosas del mundo(Mateo 24, 32-51)
«De la higuera aprended la parábola: Cuando ya su rama está tierna, y brotan las hojas, sabéis que el verano está cerca. Así también vosotros, cuando veáis todas estas cosas, conoced que está cerca, a las puertas. De cierto os digo, que no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. Pero del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino sólo mi Padre. Mas como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre. Porque como en los días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca, y no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos, así será también la venida del Hijo del Hombre. Entonces estarán dos en el campo; el uno será tomado, y el otro será dejado. Dos mujeres estarán moliendo en un molino; la una será tomada, y la otra será dejada. Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor. Pero sabed esto, que si el padre de familia supiese a qué hora el ladrón habría de venir, velaría, y no dejaría minar su casa. Por tanto, también vosotros estad preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis. ¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente, al cual puso su señor sobre su casa para que les dé el alimento a tiempo? Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, le halle haciendo así. De cierto os digo que sobre todos sus bienes le pondrá. Pero si aquel siervo malo dijere en su corazón: Mi señor tarda en venir; y comenzare a golpear a sus consiervos, y aun a comer y a beber con los borrachos, vendrá el señor de aquel siervo en día que éste no espera, y a la hora que no sabe, y lo castigará duramente, y pondrá su parte con los hipócritas; allí será el lloro y el crujir de dientes».
 

¿Qué tal están? Está lloviendo ahora. Cuando llueve así, nuestros corazones a veces se deprimen sin motivo. Pero los que hemos nacido de nuevo seguiremos viviendo por el Evangelio y entonces iremos al Señor. Su destino y el mío ya están decididos. El Señor nos ha salvado por Su amor completo por nosotros; no tenemos más remedio que vivir confiando en el Señor y amándole. Por supuesto es natural, porque todos somos humanos, el sentirnos abatidos a veces, y por eso compartimos tanto en momentos de gozo como de agonía. Los justos vivimos por el Señor, pero incluso para nosotros hay momentos de alegría, de tristeza, de gozo y de sufrimiento. 
Durante estos momentos el Señor conforta nuestros corazones y nos consuela. El Señor es nuestro fiel amigo, que da fuerza a nuestros corazones y nos da Su gracia. Pero si amamos a alguien o algo más que al Señor, no habrá ni paz ni fuerzas en nuestros corazones, y sufriremos solos sin saber dónde ir. Por el contrario, si amamos al Señor y le seguimos más que a nada en el mundo, entonces Él nos dará paz en el corazón, nos dará fuerzas, nos permitirá amarle, nos hará servirle y nos guiará hasta el día en que vuelva. 
En el pasaje de las Escrituras de hoy, Jesús habla del fin del mundo utilizando a la nación de Israel como ejemplo, y habla de cómo los siervos de Dios deben vivir sus vidas. Él dijo: «De la higuera aprended la parábola: Cuando ya su rama está tierna, y brotan las hojas, sabéis que el verano está cerca. Así también vosotros, cuando veáis todas estas cosas, conoced que está cerca, a las puertas. De cierto os digo, que no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca». Con las palabras mencionadas aquí: «No pasará esta generación hasta que todo esto acontezca», el Señor quiere decir que volverá antes de que la nación de Israel desaparezca. Cuando la iniquidad abunde en el mundo, Israel irá a la guerra en este mundo cambiante. Aunque los israelitas sean el pueblo escogido de Dios, ellos también irán a la guerra como está escrito en la Palabra del Señor, y pasarán por tribulaciones, pero los que crean en la perfecta salvación de Jesús, serán salvados al final aunque pierdan su país. 
Todo el mundo está lleno de pecados. Por ejemplo, en Los Ángeles, una gran ciudad en Estados Unidos, hay muchos clubes donde se celebran fiestas rave, y la gente va a esas fiestas en masa para tomar drogas muy peligrosas. También hay un gran número de coreanos viviendo allí, que van a esas fiestas y toman esas drogas tan terribles. Muchos inmigrantes coreanos que viven en esa zona están aconsejando a los padres en Corea que no manden a sus hijos a Los Ángeles para continuar su educación. Recientemente se ha introducido una nueva droga; se dice que es muchas veces más poderosa y barata que la metanfetamina o “P” como se la conoce. Así que ahora vemos cómo esta droga se está extendiendo por toda Europa, Asia y Estados Unidos y se está convirtiendo en una epidemia, por lo que los gobiernos han declarado la guerra a las drogas. 
Cierto número de coreanos que viven en el extranjero también han empezado a tomar esta nueva droga, lo que significa que es cuestión de tiempo que esta gente meta esa droga en Corea. Cuando la gente está metida en el negocio del tráfico de drogas, las esconde en paquetes de cigarrillos o en la suela de sus zapatos y en otros lugares inimaginables, por eso la policía se tiene que esforzar tanto en encontrarlas, sobre todo porque estas drogas nuevas no son conocidas en Corea todavía.
Esta droga solo cuesta unos 20 dólares la unidad. Es muy popular y es seis veces más poderosa que la metanfetamina, ya que puede inducir alucinaciones extremas y paralizar el cerebro y la mandíbula. Así que al final puede paralizar todo el sistema nervioso, producir un ataque e incluso llevar a la muerte. Quien toma esta droga solo una vez, se convierte en un adicto inmediatamente. A pesar de sus efectos nocivos, cuando la droga deja de tener efecto, la gente sigue queriendo tomarla una y otra vez para poder alucinar. La droga es fácil de conseguir. Todo lo que se necesita es un número de teléfono y algo de dinero, y entonces se llama a un camello a cualquier hora del día, y este te la entrega enseguida. Esta droga está muy extendida por los Estados Unidos, y ahora está entrando en Corea. 
En Seúl, nuestra capital, cada vez hay más clubes donde la gente toma drogas y baila sin parar bajo los efectos alucinógenos de esta droga. Estos clubes están apareciendo por todas partes, y me pregunto qué le pasará a esta generación si esta tendencia continúa. Creo que las drogas hacen que la gente sea adicta porque no tienen ninguna satisfacción real en sus vidas. Esta tendencia no es exclusiva de Corea, sino que existe a nivel mundial. Parece que al final de los tiempos las drogas van a intoxicar a todo el mundo. 
A decir verdad, ¿hay alguien que tenga alguna satisfacción a parte de los que creen en Jesucristo y en Su verdadero Evangelio? ¿Hay algo que valga la pena hacer o algún gozo? Cuando me pongo en el lugar de los que no han nacido de nuevo, no creo que pudiera vivir sin drogas, porque no tendría ningún gozo ni satisfacción. ¿Y ustedes? ¿Qué piensan que les pasaría si estuviesen en su lugar? ¿No creen que harían lo mismo? Después de todo, ¿no creen que la gente toma drogas porque sus vidas están vacías y necesitan sentirse bien aunque sea temporalmente? En Corea hay mucha gente en la industria del entretenimiento que ha sido acusada de tomar drogas. 
Jesús nos dijo que aprendiésemos de la parábola de la higuera. Dijo que, cuando sus ramas están tiernas y le salen hojas, debemos darnos cuenta de que la segunda venida del Señor es inminente, y de que volverá antes de que esta generación desaparezca. En la Biblia, una generación consta de alrededor de 40 años. Creo en que este pasaje de las Escrituras se refiere al final del mundo y del universo cuando Israel sea oprimido por otra nación y haya una guerra a escala mundial, en la que Israel sea destruido. Pero me parece que, sea en el país que sea, cuando todo el mundo tome drogas y se vuelva loco, habrá una guerra por culpa de la locura colectiva. Si este es el caso, entonces cuando examino algunos sucesos actuales, pienso que el día en el que el Señor volverá no está lejos. 
Creo que esto ocurrirá una vez las drogas sean baratas y estén más disponibles para todo el mundo. Cuando consideramos cómo la gente no tiene esperanza en este mundo, si puede tomar drogas a un precio asequible, y así tener alucinaciones y hacerse adicta a ellas, ¿no creen que todo el mundo las tomará al final? Una vez la gente se hace adicta a las drogas, no podrá controlarse y seguirá tomándolas día sí y día no como si se tratase de comida, y algunas personas morirán por haber abusado de ellas. Si esto pasa, la gente que sea adicta no se dará cuenta de sus pecados, y morirá sin haber escuchado este glorioso Evangelio. 
Nadie sabe el día exacto ni la hora en que volverá nuestro Señor, pero Él dijo que vendría cuando la gente estuviese ocupada casándose, comiendo y bebiendo, como en los días en que Noé entró en el Arca. ¿Qué ocurrirá cuando nuestro Señor vuelva? Cuando las tribulaciones lleguen a este mundo, los que hayan recibido la remisión de los pecados serán transformados y tomados en el Cielo por el Señor, ya estén muertos o durmiendo en sus tumbas, o vivos. 
Para ser más precisos, Jesús dijo que habrá dos hombres en el campo, y uno será tomado y el otro dejado. Será tal y como Él nos lo ha dejado escrito en Su Palabra, aunque haya muchas personas viviendo en el mundo, solo algunas serán llamadas por el Señor y llevadas con Él al cielo, porque el resto será dejado atrás para sufrir los desastres que llegarán. En otras palabras, cuando la Biblia dice que uno de los dos hombres será tomado y el otro dejado, significa que, mientras algunas personas en este mundo han recibido la remisión de los pecados, otras no la han recibido. 
Los que han recibido la remisión de los pecados irán a un nuevo mundo cuando vuelva el Señor, y reinarán en ese nuevo mundo, es decir el Reino Milenario, con el Señor. En contraste, los que no creen en el Señor y no han nacido de nuevo, serán dejados en este planeta para sufrir la tribulación. Después de los mil años, el Señor resucitará a los pecadores y los arrojará al fuego eterno junto con los pecadores que todavía sigan vivos. No sabemos cuándo ocurrirá esto, pero sabemos que será pronto. Así que debemos estar preparados siempre. El Señor nos dijo que, del mismo modo en que una persona está preparada si sabe que va a entrar un ladrón en su casa, los que creen en Dios deben estar despiertos, ser siervos fieles y sensatos, y así el Maestro les pondrá a cargo de su casa y les dará comida en cada estación. 
¿Qué debemos hacer mientras vivimos por fe hasta el día en que vuelva el Señor? ¿Qué debemos hacer para amar al Señor, a Su Evangelio, y vivir en este mundo con Él hasta el día que vuelva? Cuando consideramos estas cuestiones, vemos que debemos amar al Señor en vez de las cosas del mundo. Si solo amamos al Señor, no importa cuando venga, porque podemos seguirle hasta ese día, amarle, y hacer Su obra. Estoy completamente seguro de que los nacidos de nuevo que creen en este plan de salvación que nos ha dado el Señor, deben ser siervos muy fieles que compartan continuamente la Palabra de Dios, el pan de vida, con otras personas en obediencia al mandamiento del Señor. 
Mis queridos hermanos, para amar al Señor hasta el día en que vuelva, no debemos apartarnos de Él ni amar lo que el mundo tiene que ofrecer. Pero como todos somos humanos frágiles, a veces nos inclinamos hacia el mundo. Pero hay algo claro, que no podemos amar las cosas del mundo más que al Señor, ni podemos poner nuestras mentes en ellas más que en el Señor. Si caemos en la trampa de amar al mundo tanto como al Señor, al final nos olvidaremos de seguir al Señor y pensaremos que Su vuelta se va a retrasar, y al final caeremos en la indulgencia. 
Cuando vuelva el Señor en tiempos así, estas personas recibirán su castigo con los hipócritas, por lo que nunca debemos llevar este tipo de vida de fe. Aunque a veces tropecemos porque somos humanos, nunca debemos amar las cosas del mundo, sino que debemos recordar lo mucho que nos ama el Señor, y debemos creer en este amor desde lo más profundo de nuestros corazones. Como el Señor es un Dios celoso, debemos complacerle y amarle a Él solo pase lo que pase. Si, por el contrario, amamos las cosas del mundo, o al Señor y a las cosas del mundo a la vez, Dios estará defraudado, frustrado y celoso. Así que oro por que, pase lo que pase, nunca amemos las cosas del mundo más que al Señor. 
Así que espero y oro por que caminemos con el Señor y vivamos por fe hasta el día que Él vuelva. En estos tiempos, en los que es inminente la llegada del Señor, debemos seguirle con lealtad, hacer Su obra y compartir Su pan. Esta obra de compartir el pan de vida no es algo que solo tengan que hacer los ministros. Predicar el Evangelio también es compartir el pan. Si aman al Señor más que a nadie o nada en este mundo, pueden vivir como siervos de Jesucristo para compartir Su pan con el pueblo de Dios. Como el Señor es quien nos da estas fuerzas para seguir adelante, podemos vivir con esta fe con el Señor. Si amamos las cosas del mundo más que al Señor, no podremos vivir por Él. 
Por mucho que intentemos vivir por el Señor, si amamos algo más que al Señor, será imposible vivir por Él, porque no estará contento con nosotros. A veces cometemos errores incluso cuando amamos al Señor y le seguimos más que a las cosas del mundo, pero el Señor tolera estos errores ocasionales. Sin embargo, si amamos las cosas del mundo más que al Señor, Él hará que no estemos complacidos, no caminará con nosotros, y estará celoso y frustrado diciendo: «Ya no me importa; haced lo que queráis, y vivid como queráis». Mis queridos hermanos, el Señor volverá pronto. Hay una cosa clara, que debemos amar al Señor más que a nada en este mundo. ¿Lo entienden? Si no lo entienden, no podrán amar al Señor cuando vuelva, ni podrán seguirle ni hacer Su obra. 
Como todos vivimos en este mundo, ninguno de nosotros puede evitar amar lo que el mundo tiene que ofrecer. Pero aunque sea así, si amamos las cosas del mundo más que al Señor, estaremos perdidos. Es bastante posible que nos guste lo que hay en este mundo, pero no debemos ofender al Señor. Si siguen al mundo demasiado, estarán trayendo la ira del Señor y la destrucción sobre ustedes mismos. ¿Qué ocurrirá entonces? El Señor dijo que en el tiempo de Su venida, si un siervo azota a sus compañeros, y come y bebe con los borrachos, el maestro de ese siervo volverá cuando menos se lo espere, lo cortará en dos y lo mandará con los hipócritas. Para vivir nuestras vidas de fe correctamente hasta el día en que vuelva el Señor, debemos amarle más que nada de lo que el mundo tenga que ofrecer. 
El Señor es un Dios celoso. Las conjeturas y especulaciones de la humanidad son completamente inútiles ante el Señor. Él lo sabe todo sobre nuestros corazones. Si alguien ama las cosas del mundo más que al Señor, se deshará de esas personas y no caminará con ellas. ¿Hay alguien que pueda prevalecer sobre el Señor? ¿Puede alguien engañarle? No, por supuesto que no, nadie puede engañarle. 
Sin embargo, si amamos al Señor más que al mundo, el nos hará ser felices y estar llenos de gozo. Nos dará gozo en nuestros corazones, así como sabiduría, paz y descanso. Pero, ¿qué ocurrirá si acabamos amando al mundo más que a Dios? Que estará celoso, no nos hablará durante días, y si Él vive en nuestros corazones y deja de hablarnos porque no está contento con nosotros, ¿cómo podremos tener gozo en nuestras vidas si solo vivimos por Él? Cuando el Señor demuestra Su ira en nuestros corazones, ¿cómo podemos vivir felices? ¡Es simplemente imposible!
Todo el que haya recibido la remisión de los pecados, tiene al Espíritu Santo en su corazón. Así que, cuando dejamos de lado al Espíritu Santo, no podemos vivir con fe. Dicho de otra manera, solo podemos vivir con fe si lo hacemos todo según los placeres del Espíritu Santo. Aunque hayamos recibido la remisión de los pecados, si amamos al mundo más, no podremos vivir con fe. La Biblia dice: «No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él» (1 Juan 2, 15). ¿Se están preguntando: «No sé qué debo hacer. Es imposible no amar las cosas del mundo; no puedo evitarlo. No sé qué hacer»? Este pasaje de las Escrituras significa que no deben amar las cosas del mundo más que al Señor, y que solo deben hacer lo que le complazca. 
¿Hay alguien en el mundo que no ama el mundo en absoluto? Por supuesto que no. Mientras vivimos en este mundo, es más que posible que nuestros corazones sean atraídos por las cosas del mundo. Sin embargo, por lo menos, en el centro de nuestros corazones, el Señor debe ser nuestra prioridad, y no debemos amar nada de este mundo más que al Señor. ¿Significa esto que si decidimos no amar al mundo más que al Señor podremos conseguirlo? No, no es así. 
Aunque todavía es posible amar al mundo más, lo crucial es que, en tiempos así, debemos admitir nuestros fallos ante Dios y arrepentirnos enseguida. Tengamos la excusa que tengamos, debemos apreciar al Señor más que lo que hay en este mundo, amarle más y seguirle más porque el Espíritu Santo vive en nuestros corazones. Todo lo que hacemos desde entonces está permitido por el Señor. El Apóstol Pablo también dijo: «Todo lo puedo en Cristo que me fortalece» (Filipenses 4, 13). Si el Señor no lo permite, no podremos hacer nada. No estoy insistiendo en una noción hipotética, sino en que el Espíritu Santo vive en nosotros y por eso debemos vivir de esta manera. 
Mis queridos hermanos, ¿desean vivir como siervos verdaderos que comparten el pan de vida con las almas que están en la casa del maestro hasta el día en que vuelva el Señor y vayan a verle? Si es así, deben pensar en el Señor primero y deben complacerle antes de nada. Si hay algo que deseen hacer, deben pedirle permiso primero. 
El fin del mundo está cerca. Mientras sigo hablando del fin del mundo, puede que se enfaden un poco. Quizás estén pensando: «El final llegará cuando llegue; vamos a callarnos en vez de hablar de esto todo el tiempo. ¡Deja de hablar de eso! Me pongo nervioso cuando lo oigo. Ya estoy bastante cansado ahora, ¿para qué hablar de estas cosas?». Pero, créanme, no es que disfrute hablando de estas cosas, sino que estoy obligado a seguir hablando del fin del mundo porque está más cerca de lo que ustedes piensan. 
Cuanto más cerca está ese día, más abunda el pecado en el mundo, y más cosas hay que nos impiden seguir al Señor. Por eso, hasta el día en que vuelva el Señor, debemos amarle y vivir dentro de los límites que Él nos ha puesto, es decir, debemos vivir una vida que complazca al Señor y que valga la pena antes de ir a Él. Sigo diciendo estas cosas para que puedan encontrarse con el Señor gozosos. 
No soy un experto en escatología de renombre. Hay pocas personas que sean tan humanas como yo. Si de verdad me conocen, verán que soy un hombre blando. Ustedes también son blandos como corderos. ¿Se consideran ustedes blandos o no? En realidad, no hay nadie que sea más puro, amable, claro y limpio que los justos. Como nuestros corazones no tienen pecados, podemos sonreír de verdad al contrario que los demás, y todo gracias al Señor. Los verdaderos justos tienen al Espíritu Santo en sus corazones, y por tanto nadie es más puro o amable que ellos, a no ser que estén en una situación en la que tengan que ponerse duros. 
Cuando hablo del fin del mundo, no puedo evitar hablar del futuro negro que se nos avecina, pero me gustaría poder hablar de cosas más alegres. Por desgracia no tengo otro remedio que hablar de estas cosas. Es bastante preocupante ver cómo el mundo llega a su fin. En mi corazón tengo este pensamiento: «Si el Señor tuviese que venir ahora, ojalá lo hiciera pronto y terminase este mundo en 30 minutos». Pero es Señor no es un ser humano como yo, y no hará esto. El Señor está lleno de gracia; tiene paciencia una y otra vez y espera hasta el último momento para que la gente sea salvada al creer en Él. 
Este mundo se está haciendo cada vez más oscuro. Hace unos años, estaba viendo un programa de noticias en la televisión titulado El Mundo Ahora, y entonces vi lo malvado que era el mundo. Ver a mis compatriotas coreanos morir de sobredosis en Los Ángeles me causó gran dolor de corazón. Algunos de ellos meten las drogas en Corea ilegalmente para ganar dinero. No solo toman drogas, sino que hacen que otras personas sean adictas. Salen por ahí en grupos y hacen fiestas que duran toda la noche, en las que toman drogas hasta que se caen al suelo, y al día siguiente, cuando se levantan, sus cuerpos son miserables y se agitan incontroladamente, por lo que tienen que recurrir a las drogas y tener alucinaciones. Cuando una persona está colocada por las drogas, su mente está alterada y su visión no es perfecta. Nada parece normal, sino que todo esta nubloso y brillante.
Cuando una persona toma drogas durante algunos minutos, se hace adicta, y cuando esto ocurre, se irrita y se enfada cuando no está colocada. Por eso para muchas personas es imposible dejar las drogas. Están quemando sus cuerpos por el placer momentáneo de las drogas. Mi mente se siente mejor cuando está despejada y puede pensar racionalmente. Solía beber todos los días cuando tenía veinte años. Algunas personas dicen que se sienten bien cuando beben, pero yo me sentía mal cada vez que bebía. Esto se debía a que el alcohol hacía que mi mente y mi cuerpo funcionaran más despacio. Así que beber no tiene ningún sentido. 
Oro sinceramente hasta el día en que vuelva el Señor, por que todos le amemos más que a nada en este mundo, para que el Señor se regocije en nuestros corazones, y nos ame. Esto es lo mejor que podemos hacer. Lo mejor que podemos hacer es amar al Señor más que a nada y dejar que nos ame. Somos mejores a los ojos de Dios cuando pensamos en Su obra primero como Sus siervos, le amamos más que a nada en este mundo, caminamos con Él, hablamos con Él, y vivimos con Él durante nuestras vidas. Creo que hasta el día en que vuelva el Señor, debemos seguir compartiendo el pan de vida con los demás y predicando el Evangelio para alimentarles, para que cuando el Señor esté aquí por fin, nos recompense. Cuanto más cerca estamos del fin, más debemos amar al Señor. 
Solo hay dos tipos de personas en este mundo: los que han nacido de nuevo, y los que no. Si no aman al Señor más que al mundo, y si acaban amando al mundo más que al Señor, le abandonarán al final. Abandonar al Señor significa abandonar Su Iglesia. Si abandonan la Iglesia, no aman al Señor. ¿Qué ocurriría si no amásemos al Señor de todo corazón? Que seríamos destruidos. No solo abandonaríamos la Iglesia, sino que el Señor desaparecería de nuestros corazones. Esto sería lo mismo que perder a nuestros padres y ser huérfanos. Sus vidas de fe no se las han impuesto a la fuerza, contra su voluntad. Tampoco han decidido vivirlas por su propia cuenta, sino que ocurren de manera natural cuando aman al Señor más que a nada en este mundo. En otras palabras, podemos vivir con fe cuando tenemos el amor del Padre en nuestros corazones. Sin el amor del Padre, nuestras vidas de fe solo consistirían en rituales y formas religiosas. 
El mundo es un lugar muy oscuro. Entonces, ¿todavía aman al mundo aunque sea tan deprimente? ¿No está bien poner sus mentes en el Señor, quien está garantizándoles su futuro, en vez de ponerlas en un lugar sin esperanza? ¿No vivirán como siervos del Señor hasta el día en que vuelva, le amarán y le servirán más que a nada en este mundo, vivirán dentro de los límites que ha establecido y le verán cuando vuelva? ¿Acaso no debemos recibir todos al Señor de esta manera? Recibámosle de esta manera. ¿Lo entienden bien?
Jesús dijo que dos mujeres estarían moliendo en el molino, y una sería tomada, mientras que la otra sería dejada. Aunque todo el mundo vive en el mismo mundo, trabaja de la misma manera y bebe y come lo mismo, algunas personas serán tomadas cuando el Señor vuelva, y otras serán dejadas en este mundo. El ser dejado en este mundo significa ser arrojado al infierno. ¿Quieren quedarse en este mundo contaminado? Este mundo será destruido pronto y si se quedan en él, serán destruidos junto con la tierra como basura. 
Aunque hay muchas personas viviendo en este mundo, solo algunas han nacido de nuevo de verdad, mientras que el resto no ha nacido de nuevo. Pregúntense si han nacido de nuevo o no. ¿Tienen al Espíritu Santo en sus corazones? ¿Creen en el Evangelio del agua y el Espíritu? Aunque sean insuficientes y débiles, ¿creen que el Señor ha borrado sus pecados? A pesar de ser carne y huesos, ¿quieren vivir según la Palabra del Señor? Si han respondido positivamente a estas preguntas, Dios se les llevará el último día. 
Los que no han recibido la remisión de los pecados serán destruidos en el fin de los días. Son los desgraciados de este mundo. Algunos están muriendo de hambre y otros sufren enfermedades terribles, pero los más desgraciados en este mundo no son los vagabundos o enfermos, sino que los que no han recibido la remisión de los pecados son mil veces más desgraciados. Los cristianos que no conocen ni creen en el Evangelio del agua y el Espíritu, y por tanto todavía tienen pecados en sus corazones, a pesar de decir que creen en Jesús, y los que no han sido redimidos por Jesucristo, son mil veces más desagraciados que los sin hogar. Esta gente no puede llamar a Dios su padre, y aunque diga que Jesús se ha convertido en su Salvador, no puede llamarle Salvador. Esto se debe a que no ha aceptado la Verdad. 
Mis queridos hermanos, ahora hay una gran cantidad de nuestros libros que se está distribuyendo por todo el mundo. El mes pasado, más de diez mil libros fueron enviados a diferentes lugares del mundo. Gracias a estos libros muchas personas están leyendo acerca del Evangelio del agua y el Espíritu. Nuestros libros son muy fáciles de entender, para que la gente los pueda leer rápidamente. Como el contenido no es difícil, si la gente se lo propone, puede terminar de leerlos en un día o dos. Si una persona lee uno de nuestros libros y se lo recomienda a otra persona, y esta persona lo lee, si estimamos que dos personas leen el mismo libro en una semana, por lo menos cientos de miles de personas al mes están encontrando el verdadero Evangelio.
¿No sería un gran logro que diez mil personas encontrasen el Evangelio al día? Si todos nuestros libros publicados en diferentes idiomas, aparte del inglés, se propagan de esta manera, el Evangelio será predicado por todo el mundo en poco tiempo, aunque algunas personas no crean en él. No es imposible predicar el Evangelio por todo el mundo en poco tiempo. Por otro lado, este mundo también se está contaminando muy rápidamente. Por ejemplo, este Evangelio no puede llegar a los drogadictos. Después de todo, ¿cómo puede alguien que está colocado y alucinando ver el Evangelio del agua y el Espíritu claramente? Si van a esta gente y les dicen: «¿Tienen pecados en sus vidas?», les contestarán: «¿Qué es el pecado? ¡Fuera de aquí!». Como su carácter será destruido al final, si intentamos darles nuestros libros, simplemente los romperán y se volverán violentos contra nosotros. 
Este mundo está cambiando muy rápidamente, pero el Evangelio también se está predicando rápidamente. Algunas personas, después de recibir y leer uno de nuestros libros, se lo han pasado a otra persona, y estas personas han contactado con nosotros. Otras personas han pedido más libros, y ayer, un psiquiatra que trabaja en una prisión en los Estados Unidos, se puso en contacto con nosotros y nos pidió 50 libros más, diciendo que eran muy útiles para los presos. Entonces la gente de esta prisión tendrá 50 libros a su disposición. Esto significa que estaremos predicando el Evangelio a miles de personas con tan solo 50 libros. Es como si estuviésemos en esa prisión predicando el Evangelio a los presos. Así el Evangelio será predicado por todo el mundo. Predicar el Evangelio es difícil al principio, pero cuando reciba un poco de impulso, se propagará como el fuego.
Como el mundo se está haciendo cada vez más oscuro y el día de la venida del Señor está cada vez más cerca, ¿cómo debemos vivir? Sé que sus cuerpos están cansados, pero también sé que el Espíritu Santo está dentro de ustedes, y sé cómo deben vivir para ser felices. Para vivir como siervos fieles hasta el día en que vuelva el Señor, sus corazones deben amarle más que a nada en este mundo. Solo entonces podrán encontrar paz y descanso. De lo contrario serán destruidos. ¿Lo entienden? Jesús nos ha salvado a través de Su agua y sangre. Como creen en esto, ¿hay algún pecado en su corazón? No, no lo hay. Del mismo modo en que esto es real, la vuelta del Señor es real, y también el fin del mundo. No les estoy diciendo esto para que me den su dinero. Nunca he pasado la cesta para la ofrenda, y no les cuento estas cosas para que vendan sus casas y me traigan el dinero porque el fin está cerca. 
Al contrario, lo único que les pido es lo siguiente: que amen al Señor más que a este mundo hasta que vuelva, que le sirvan por amor, vivan en los límites establecidos por él y entonces se encuentren con el Señor. En otras palabras, debemos difundir el Evangelio mientras vivamos. Crean que el día del Señor está cerca y que tienen que preparar su fe para pasar por el fin de los tiempos. Mis queridos hermanos, si llegan al último día sin creer, será demasiado tarde. Crean ahora. 
¿Está yendo bien el mundo hoy en día? Por alguna extraña razón, la gente no se toma en serio los desastres naturales, aunque tengan resultados devastadores. Cuando llegue el fin de los tiempos, Dios provocará plaga tras plaga, desde hambrunas hasta terremotos, guerras y erupciones volcánicas. Si no creen en Dios, verán como hay un terremoto que destruya su casa. En vez de darse cuenta entonces de que el mundo se está viniendo abajo, crean ahora. Solo así podrán estar preparados. No les estoy pidiendo que ofrezcan todo su dinero a la iglesia porque el fin está cerca, sino que les pido que preparen sus corazones. 
Aunque el mundo intente confundirnos y llevarnos por el mal camino, debemos estar despiertos y alerta. Aunque es cierto que no podemos evitar seguir al mundo, no debemos perder el amor por el Señor que tenemos dentro de nuestros corazones. El Señor dijo: «No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él». En este pasaje de las Escrituras debemos darnos cuenta de lo siguiente: «El Señor no estará contento si amamos las cosas del mundo más que a Él. Así que no debo hacerlo. No me va a beneficiar». Aunque no podamos ver al Señor con nuestros ojos físicos, Él sigue siendo el Maestro de nuestros corazones. Como siervos Suyos, ¿qué podemos ganar si hacemos algo que ofenda al Maestro? Entonces complazcamos al Señor y vivamos con prosperidad siendo amados y bendecidos hasta el final.
Además este planeta no va a durar mucho. Si siguen sin creer, puede que haya un terremoto este año. Su casa se venga abajo y puede que tengan que vivir en una tienda de campaña. No estoy diciendo que yo vaya a causar este terremoto, sino que el Señor lo hará si está defraudado, para que así se despierten. «Señor, Tú pueblo no cree que el fin del mundo esté cerca. Hazle creer, querido Señor. Hazle temblar una vez y después cógelo con fuerza». Yo puedo orar de esta manera. Pero si no es la voluntad de Dios, no responderá a esta oración. 
Los que no creen que este mundo acabará, aman demasiado al mundo y al final dejarán al Señor. Deben darse cuenta de que si dejan la Iglesia de Dios, caerán en la destrucción enseguida. Les digo esto porque quiero que prosperen; no tengo ningún otro motivo oculto. Para que prosperemos debemos vivir con fe correctamente. Esta es nuestra felicidad, tanto en cuerpo como en espíritu. ¿Creen que van a prosperar aunque dejen al Señor y salgan de la Iglesia? Si han nacido de nuevo de verdad, nunca podrán prosperar si dejan a su familia. 
Quien tenga el Espíritu Santo en su corazón nunca puede florecer si deja al Señor. Este es el destino de los nacidos de nuevo. Aunque digo esto ahora, como soy humano como ustedes, no me gusta que el mundo se esté volviendo oscuro y deprimente, y por eso también estoy cansado de él. La primavera está llegando, pero miren el tiempo. Me gustaría que hiciera buen tiempo para poder sentarme en la hierba y echar una siesta, pero por culpa de la tormenta de arena que viene de China, el cielo está frío, como si estuviese enfadado. No me gusta. 
Mis queridos hermanos, debemos examinar nuestros corazones para ver si están controlados por el mundo por completo, y debemos volver nuestros corazones hacia el Señor. Todos somos humanos. Cuando el mundo está bien, nos sentimos bien, pero cuando el mundo está mal, nos sentimos mal. Somos iguales. Vivamos nuestras vidas creyendo en que el día del Señor está cerca. Preparémonos. Cuando el fin del mundo está tan cerca, ¿cómo podemos permitirnos participar en negocios inútiles y estar en deuda y después darnos cuenta de que no tenemos nada para comer? Les pido que sean sensatos. Los sensatos son los que saben administrar bien lo que tienen; los que viven una vida completa hasta el día en que vuelva el Señor; viven con fe diligentemente; aman al Señor en sus corazones; predican el Evangelio; reciben gozo en sus corazones; y comparten el pan de vida con los demás. Todos debemos ser así. Solo entonces vivimos con la fe correcta. 
Les pido lo siguiente: vivamos recibiendo las bendiciones de Dios en cuerpo y en espíritu. Prosperemos sin dejar nada atrás. Florezcamos en cuerpo y espíritu antes de ir al Señor. Solo hay una manera de prosperar en cuerpo y en alma, y es amar al Señor de todo corazón, más que nada en este mundo. Si amamos al Señor más que las cosas del mundo, floreceremos en cuerpo y en espíritu. 
Aunque seamos seres humanos débiles, podemos vivir nuestras vidas de fe bien si amamos al Señor de corazón, más que a nada en el mundo. Vivamos bien para que nadie se quede atrás. Vivamos dentro de los límites permitidos por el Señor y vayamos a Él cuando nos llame. Si quieren ser felices y prosperar, amen al Señor más que las cosas del mundo. No hay otra manera. ¡Aleluya!