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Tema 25: El Cantar de los Cantares

[25-10] Somos el pueblo amado y honrado de Dios (Cantar de los Cantares 6:1-13)

Somos el pueblo amado y honrado de Dios(Cantar de los Cantares 6:1-13)
“¿A dónde se ha ido tu amado, oh la más hermosa de todas las mujeres? 
¿A dónde se apartó tu amado, 
Y lo buscaremos contigo? 
Mi amado descendió a su huerto, a las eras de las especias, 
Para apacentar en los huertos, y para recoger los lirios. 
Yo soy de mi amado, y mi amado es mío; 
El apacienta entre los lirios. 
Hermosa eres tú, oh amiga mía, como Tirsa; 
De desear, como Jerusalén; 
Imponente como ejércitos en orden. 
Aparta tus ojos de delante de mí, 
Porque ellos me vencieron. 
Tu cabello es como manada de cabras 
Que se recuestan en las laderas de Galaad. 
Tus dientes, como manadas de ovejas que suben del lavadero, 
Todas con crías gemelas, 
Y estéril no hay entre ellas. 
Como cachos de granada son tus mejillas 
Detrás de tu velo. 
Sesenta son las reinas, y ochenta las concubinas, 
Y las doncellas sin número; 
Mas una es la paloma mía, la perfecta mía; 
Es la única de su madre, 
La escogida de la que la dio a luz. 
La vieron las doncellas, y la llamaron bienaventurada; 
Las reinas y las concubinas, y la alabaron. ¿Quién es ésta que se muestra como el alba, 
Hermosa como la luna, 
Esclarecida como el sol, 
Imponente como ejércitos en orden? 
Al huerto de los nogales descendí A ver los frutos del valle, 
Y para ver si brotaban las vides, 
Si florecían los granados. 
Antes que lo supiera, mi alma me puso 
Entre los carros de Aminadab. 
Vuélvete, vuélvete, oh sulamita; 
Vuélvete, vuélvete, y te miraremos. 
¿Qué veréis en la sulamita? 
Algo como la reunión de dos campamentos.”
 
 
Acabamos de leer Cantar de los Cantares 6:1-14. Este Cantar de los Cantares es una expresión poética de la relación de amor entre Dios y Sus obreros. Los protagonistas de esta Escritura son Salomón y la mujer sulamita. El amor que estos dos tienen entre susurros manifiesta el amor entre Dios y Sus siervos. El Cantar de los Cantares no menciona el nombre de Jesucristo. Sin embargo, Dios lo incluyó en el Antiguo Testamento para explicarnos qué tipo de relación tiene Dios con Sus siervos.
Dicho de otra manera, el Cantar de los Cantares fue canonizado porque describe perfectamente el amor entre Dios y Sus siervos. Debemos darnos cuenta aquí de que esta Escritura en particular no explica el Evangelio del agua y el Espíritu de manera significativa. En realidad, nos está enseñando acerca de la relación de amor entre Dios y Sus siervos, explicándonos cuánto nos ama el Señor a Sus obreros.
 
 

A los ojos de Dios, Sus siervos son muy hermosos

 
Empecemos leyendo Cantar de los Cantares 6:1-3: “¿A dónde se ha ido tu amado, oh la más hermosa de todas las mujeres? ¿A dónde se apartó tu amado, Y lo buscaremos contigo? Mi amado descendió a su huerto, a las eras de las especias, Para apacentar en los huertos, y para recoger los lirios. Yo soy de mi amado, y mi amado es mío; El apacienta entre los lirios.”
Este pasaje nos demuestra cómo el Señor trabaja con Sus siervos y como los siervos de Dios tienen que llevar a cabo Su obra para cuidar del rebaño y alimentarlo. Esto también nos enseña que los obreros de Dios le pertenecen al Señor, que el Señor pertenece a los obreros de Dios y el Señor y Sus siervos trabajan en un cuerpo. Los obreros de Dios están trabajando con Dios. Al predicar el Evangelio del agua y el Espíritu están haciendo que sea posible que todo el mundo reciba la remisión de los pecados. De la misma manera, los obreros de Dios están trabajando juntos con el Señor, no por su cuenta. Los siervos del Señor trabajan juntos con el Señor por Su gloria.
Desafortunadamente, hoy en día hay muchos pastores que predican con un objetivo carnal, tanto que da vergüenza escuchar sus sermones. El mensaje principal de sus sermones es construir una iglesia más grande y mejor. Vemos a muchos pastores diciendo en sus sermones que Dios bendecirá a la congregación si construye un edificio más grande. Al final, estos sermones no son nada más que una manera de sacar dinero a la congregación. El objetivo de estos pastores falsos es la gratificación de sus deseos carnales invocando la Palabra de Dios. Por eso los fieles que escuchan este tipo de sermón no ponen buena cara. En las comunidades cristianas de hoy podemos ver que muchos pastores se empeñan en construir iglesias más grandes y reunir muchas riquezas en este mundo.
Por el contrario, los verdaderos siervos de Dios nunca predican para conseguir estos objetivos carnales. Los siervos de Dios no están interesados en construir una casa de la carne, sino que quieren construir una casa de verdad para salvar a todas las almas perdidas. Como verdaderos siervos de Dios, nuestro objetivo en predicar el Evangelio del agua y el Espíritu es llevar la remisión de los pecados y la vida eterna a todo el mundo. En otras palabras, nuestro ministerio consiste en proporcionar el pan de vida. Por eso, el fruto de los siervos de Dios es diferente del de los falsos profetas.
Tenemos al Señor dentro de nosotros y nosotros estamos dentro del Señor. Los corazones de los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu y están haciendo la obra justa siempre están agradecidos a Dios. ¿Y ustedes? ¿Son personas que trabajan con Dios, haciendo Su obra con gozo y obediencia? Hoy, a los ojos de Dios, son los creyentes del Evangelio del agua y el Espíritu que hace la obra de Dios los que son Sus verdaderos siervos.
El pasaje de las Escrituras de hoy nos muestra cómo Dios ve a Sus obreros. Está escrito en el Cantar de los Cantares 6:4: “Hermosa eres tú, oh amiga mía, como Tirsa; De desear, como Jerusalén; Imponente como ejércitos en orden.” A los ojos de Dios, Sus obreros son Su amor. “Tirsa” es el nombre de una ciudad magnífica. Esto implica que, a los ojos del Señor, los justos son magníficos, bellos y majestuosos como la ciudad de Tirsa. Así es como el Señor ve a los obreros de Dios.
Pasemos a Cantar de los Cantares 6:5-6: “Aparta tus ojos de delante de mí, Porque ellos me vencieron. Tu cabello es como manada de cabras Que se recuestan en las laderas de Galaad. Tus dientes como manadas de ovejas trasquiladas, Que suben del lavadero, Todas con crías gemelas, Y ninguna entre ellas estéril”. Somos así de hermosos a los ojos del Señor cuando nos ve haciendo la obra de Dios en Su viña. Está escrito: “Como cachos de granada son tus mejillas Detrás de tu velo” (Cantar de los Cantares 6:7).
Esta es una expresión maravillosa de cuánto nos ama el Señor. De la misma manera en que las sienes de la mujer sulamita era tan bellas para Salomón que las comparó con una granada, los siervos de Dios son hermosos para el Señor. Está completamente cautivado por la belleza de Sus siervos. A los ojos del Señor, somos hermosos más de lo que las palabras pueden expresar.
Está escrito en el Cantar de los Cantares 6:10: “Hermosa eres tú, oh amiga mía, como Tirsa; De desear, como Jerusalén; Imponente como ejércitos en orden.” Este pasaje muestra lo valientes que son los siervos del Señor cuando hacen Su obra en este mundo mirándole. Cuando el Señor mira a Sus siervos, no ve otra cosa que belleza. Los obreros del Señor son maravillosos. Entonces, ¿de quién habla el Cantar de los Cantares? Habla de todos los que nos hemos convertido en obreros de Dios. Por tanto, como ahora estamos predicando el Evangelio del agua y el Espíritu por todo el mundo, nosotros somos los amados a los ojos del Señor.
Es muy importante que nos demos cuenta de que somos estas personas bendecidas ante Dios. Cuando entendemos quiénes somos, nuestros corazones se llenan de fuerzas espiritualmente. A los ojos de Dios somos preciosos, hermosos y honrados cuando hacemos la obra de Dios. Cuando vemos cómo somos, a menudo pensamos que no tenemos ningún valor para Dios, pero en realidad somos hermosos y honrados. Como hemos recibido la remisión de los pecados y nos hemos convertido en el pueblo de Dios al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, y ahora estamos haciendo la obra de Dios, ¿no pareceremos honrados y maravillosos cuando Dios nos mira?
A los ojos de Dios, somos tan claros como el sol y tan poderosos como un ejército orgulloso con su estandarte. Como una guardia militar marchando, nuestro ministerio es majestuoso y hermoso a los ojos de Dios. Cuando el Señor mira la obra de Dios que estamos haciendo, nos ve así de firmes y maravillosos. Y así es cómo de maravillosos somos todos los obreros de Dios a los ojos del Señor. Estas personas maravillosas somos nosotros, los que estamos sirviendo al Evangelio del agua y el Espíritu. Cuando nos examinamos a nosotros mismos con nuestros propios ojos, podemos parecer llenos de errores y sin valor, pero este es nuestro propio juicio falso. En realidad, cuando el Señor nos mira le parecemos maravillosos.
Somos simplemente majestuosos y hermosos, como Jerusalén y un ejército con estandartes. Todos los obreros de Dios tienen esta belleza. Como personas que se han convertido en obreras de Dios, somos personas hermosas. Por tanto, es absolutamente indispensable que vivan con fe dándose cuenta de que somos preciosos, hermosos y honrados a los ojos de Dios. Cuando leemos el Cantar de los Cantares aquí, lo que nos impresiona más y nos consuela más es darnos cuenta de que nuestro Señor nos ama tanto. De pies a cabeza somos hermosos a los ojos del Señor. Pero, a pesar de ser preciosos a los ojos del Señor, cuando nos miramos a nosotros mismos, a veces abusamos de nosotros mismos. A menudo abusamos de nosotros mismos. Esto está mal, queridos hermanos. Debemos ver la belleza de nuestra fe y reconocernos a nosotros mismos con la misma luz con la que nos mira el Señor.
 
 

¿Por qué cae tanta gente en la depresión hoy en día?

 
Muchas personas caen en la depresión porque, cuando se miran a sí mismas, piensas que no valen para nada. No tiene autoestima y están deprimidas. Así que es muy importante que recuperen su autoestima a través de la fe. Recuerden quiénes son a los ojos de Dios. Son el pueblo de Dios y Sus siervos. Son los obreros de Dios que sirven a Su valioso Evangelio. Cuando Dios nos mira, ve a Sus obreros y así es como debemos vernos a nosotros mismos. Así podemos restaurar nuestra autoestima espiritual y evitar caer en la depresión.
Cuando tenemos la autoestima correcta, podemos estar libres de depresión. Uno de los síntomas más comunes de la depresión es que el paciente se obsesiona con sus fallos durante demasiado tiempo y acaba abusando de sí mismo. Cuando pierde toda la autoestima, piensa que su vida no vale la pena. Piensa constantemente en sus fallos y debilidades. Por eso sus corazones se deprimen y a medida que se odian aún más, algunos de ellos acaban suicidándose. Como podemos ver en el Cantar de los Cantares, nosotros no somos así. Dios nos ama a todos los que hacemos Su obra confiando en el Evangelio del agua y el Espíritu. Nosotros somos preciosos ante Dios. Ahora que nos hemos convertido en el pueblo de Dios al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, no debemos caer en la desesperación por nuestras debilidades.
Pasemos a Cantar de los Cantares 6:11-13: “Al huerto de los nogales descendí A ver los frutos del valle, Y para ver si brotaban las vides, Si florecían los granados. Antes que lo supiera, mi alma me puso entre los carros de Aminadab. Vuélvete, vuélvete, oh sulamita; Vuélvete, vuélvete, y te miraremos”. Este pasaje también acumula alabanza sobre alabanza para los justos. Con la llegada de la primavera, el Rey Salomón bajó a su jardín para ver si la viña y las granadas habían florecido, y allí vio a la mujer sulamita irse en un carruaje.
Así que Salomón le dijo: “Vuélvete, vuélvete, oh sulamita; Vuélvete, vuélvete, y te miraremos”. El Rey Salomón dijo esto cuando vio que su amada sulamita se iba de la viña en vez de trabajar allí. Estaba triste y dijo con un corazón pesado: “Vuelve. Quiero verte. Deja que te vea. Es mi gozo y placer ver tu belleza. ¿Por qué me dejas? Eres tan hermosa y preciosa para mí, ¿por qué me dejas pensando que no soy bueno para ti?”.
Esto, mis queridos hermanos, es lo que Dios nos está diciendo a los obreros de Dios que trabajan en Su viña. Aveces algunos nos odiamos a nosotros mismos por nuestros fallos y queremos dejar la Iglesia de Dios pensando que no valemos para nada. Convencidos de que no significamos nada para Dios, caemos en la desesperación. Hubo un tiempo en que yo también pensaba lo mismo. Todos podemos sentir estas inseguridades. Pero ¿qué nos está diciendo el Señor aquí? A todos los obreros de Dios que trabajan por fe el Señor les está diciendo: “Volved, volved para que os vea”.
Nuestra meta en la vida no es necesariamente irnos de este mundo e ir al Señor tan pronto como sea posible. Hay mucho trabajo que hacer en este mundo para hacer la obra del Señor. Esto no es fácil para nosotros. Como todos ustedes, yo también me canso y me duele el estómago mientras hago la obra de Dios en el mundo. Cuando estoy demasiado preocupado con algo, me canso tanto que deseo terminar la obra que Dios me ha confiado e ir al Señor. Sin embargo, sé que hay mucha más obra que hacer. Hay mucha más gloria de dios esperándonos. Debemos aguantar un poco más. Hay mucha obra que hacer. Por tanto, lo correcto es que hagamos la obra un poco más y glorifiquemos a Dios, en vez de querer ir al Señor cuanto antes. No importa que tengamos fallos; lo que complace al Señor es que cumplamos nuestro deber en este mundo y hagamos la obra de Dios tanto como sea posible.
Por eso el Rey Salomón le gritó a la mujer sulamita para que volviese cuando intentaba irse de la viña en un carruaje. Como hemos leído en el Cantar de los Cantares 6, Dios les grita a Sus obreros para decirles cuánto les ama, aunque no creamos ser suficientes. Pero, cuando el Señor nos ve, todos somos hermosos porque queremos cumplir nuestra tarea de apoyar el ministerio del Evangelio del agua y el Espíritu. Por tanto, no debemos considerarlos sin valor. Todos queremos hacer la obra de Dios con el Señor durante muchos más años. Queremos trabajar con el Señor hasta el día en que regrese.
Tengo casi 60 años, pero mi corazón es joven todavía. No tengo ningún deseo de quedarme rezagado con los ministros más jóvenes. No es solo que mi corazón sea joven, sino que mi corazón también es joven para mí. Tengo mucho más trabajo que hacer y estoy decidido a cumplir mi tarea por la gloria de Dios. Estoy convencido de que es beneficioso para la Iglesia de Dios seguir en mi posición. Puedo hacer cualquier cosa que el Señor quiera que haga, aunque me culpe por mis fallos. A pesar de mis debilidades, el Señor me está diciendo: “Quédate aquí y haz Mi obra durante más años”. Cuando me siento cansado, recuerdo esto que me dijo el Señor. De la misma manera, el Señor quiere que nos quedemos donde estamos y hagamos la obra que Dios nos ha encomendado. Dios quiere que sigamos haciendo Su obra desde nuestras posiciones hasta el día en que regrese el Señor.
Tomen un momento para mirarse a sí mismos. Piensen en lo que Dios les está diciendo. Les está diciendo lo mismo que a mí. Deben darse cuenta aquí que, a pesar de sus debilidades, deben cumplir la tarea que Dios les ha encomendado en Su Iglesia. Les pido que crean en esto mientras viven sus vidas. Aunque no podamos hacer grandes cosas ante Dios, y aunque hablemos más de lo que actuamos, es absolutamente indispensable que trabajemos en la Iglesia de Dios.
Durante algún tiempo solía pensar que la obra de Dios iría bien sin mí. Pensé que alguien haría mi trabajo. Pero, ahora veo que los falsos profetas intentan socavar la Iglesia de Dios y desorganizarla. Puedo dar fe de que nuestro ministerio del Evangelio ha visto varias crisis graves durante los últimos años, y estas crisis no solo han sido de naturaleza física. Han sido crisis espirituales causadas por nuestros enemigos espirituales. Cada vez que los veo blasfemando al Evangelio, me quedó sorprendido. Las amenazas de violencia física no son las únicas cosas que me sorprenden, ni son las únicas cosas de las que debemos defendernos. Lo que es realmente peligroso son las ofensas espirituales que ocurren en la Iglesia. Esto debe ser corregido inmediatamente sin falta, ya que de lo contrario se podría arruinar la Iglesia.
Como hacen algunos de ustedes, puedo sentir una crisis espiritual en la Iglesia antes de que tenga lugar. Pero, aunque la Iglesia de Dios esté pasando por una crisis grave, muy a menudo hay personas que no entienden lo grave que es. La corrupción espiritual no acaba solo con la destrucción del individuo en cuestión, sino que también puede acabar con la Iglesia de Dios. Puedo ignorar las debilidades personales de todo el mundo. Pero no puedo ignorar cuando alguien sucumbe a la corrupción espiritual y quiere llevarse a la Iglesia entera con él. Tolerar esta corrupción arruinaría a todos los miembros de la Iglesia de Dios y no daría gloria a Dios. No puedo dejar que nadie arruine a los miembros de la Iglesia de Dios. Así que me he dado cuenta de que, por su interés y por el bien de todo el mundo en la Iglesia de Dios, debo permanecer en mi puesto y seguir trabajando para ustedes. Al darme cuenta de esto, he empezado a prestar más atención a mi salud de lo que hacía antes para poder hacer la obra de Dios hasta el día en que me llame.
Vivo con la voluntad de Dios en mente, no con este mundo. Como somos preciosos a los ojos de Dios, somos honorables. Como Dios nos ama tanto, ¿cómo vamos a despreciarnos a nosotros mismos y pensar que no valemos para nada? Desde nuestro punto de vista individual, puede ser bueno ir al Señor cuanto antes, pero no es bueno para la predicación del Evangelio de Dios. Como obreros de Dios, todos nosotros somos preciosos, porque somos preciosos para Dios sin excepción. Después de todo, si no apoyamos el ministerio del Evangelio, ¿quién hará este trabajo?
 
 

Hay muchas personas en todo el mundo que han recibido la remisión de los pecados a través de los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu

 
Hay muchas personas en el mundo que hacen la obra de Dios creyendo en el Evangelio del agua y el Espíritu. Son muchas. El número de testimonios que hemos recibido de todos los rincones del mundo demuestra cuánta gente ha recibido la remisión de los pecados a través de nuestro ministerio. Si añadimos a toda la gente que no se ha comunicado con nosotros, ese número es aún mayor. Así que estamos haciendo algo maravilloso. Estamos haciendo la obra increíble de llevar a cabo la obra de Dios por fe. ¿Hay alguien más precioso para Dios que nosotros? ¿Hay alguien en este mundo que haga algo tan importante como lo que estamos haciendo, es decir, que predicar el Evangelio del agua y el Espíritu? No, por supuesto que no. Somos los últimos obreros de Dios, preparándonos para la venida del Señor.
Ahora estamos corriendo la carrera de la fe. Esta carrera de la fe es una carrera en la que el relevo se pasa al siguiente corredor y así sucesivamente. Es importante saber que somos los últimos corredores de esta carrera al haber recibido el relevo de nuestros predecesores de la fe por última vez. Si tiramos el relevo a mitad de carrera, no habrá ningún corredor detrás para recogerlo. Por supuesto, sabemos que Dios puede conseguir todo lo que quiera incluso sin nosotros. Pero la verdad es que Dios obra a través de los que estamos formados. Un ejército sin formación no vale para nada por muy grande que sea. Somos los últimos corredores que hacen la obra del Señor. Somos la última generación en este mundo que predica el Evangelio del agua y el Espíritu y apoya este ministerio.
Al predicar el Evangelio del agua y el Espíritu a través de nuestro ministerio, ya sea por medio impreso o electrónico, el Dios en el que la voluntad de Dios se cumplirá está cada día más cerca. Si no estuviésemos haciendo esta obra por todo el mundo, ¿quién la haría? Ya casi se ha acabado el tiempo, ¿a quién va a salvar y formar Dios para hacer Su obra? Por supuesto, incluso ahora, Dios está formando a todos los que han escuchado el Evangelio del agua y el Espíritu y han recibido la remisión de los pecados en sus corazones. Pero ¿saben cuánto tardarán estas personas en ser como nosotros? Deberíamos darnos cuenta aquí cuánto hemos pasado por fe, cuánta formación hemos recibido por fe y cuánto hemos crecido en el Señor por fe.
¿Cuánto tiempo es necesario para formar a alguien que acaba de ser salvado de sus pecados y convertirlo en un obrero dedicado y fiel de Dios como nosotros? ¿Sería esto posible en los últimos días? No, no lo es. No todo el mundo puede ser ministro como discípulo del Seor como nosotros. Puede que piensen que la Iglesia puede nombrar a cualquier persona para que haga lo que ustedes están haciendo. Por supuesto que todos nosotros tenemos que ser humildes así ante Dios, pero aún así es muy difícil que alguien en la actualidad llegue donde han llegado los obreros formados de Dios. Esto puede que no fuera tan difícil si hubiese tiempo, pero no queda mucho tiempo.
Por eso Dios está trabajando con todos nosotros y manteniéndonos firmes. Dios nos mantiene firmes y a través de nosotros hace Su obra. Por tanto, no debemos subestimarnos como obreros de Dios. Dios nos ama a todos los que somos Sus obreros. Somos tan hermosos a los ojos de Dios que nos comparó con Tirsa. Dijo que somos tan hermosos como Jerusalén y tan grandiosos como un ejército con su estandarte. Cuando Dios mira nuestros espíritus, fe, pensamientos y fe, cuando vamos hacia adelante, ve que somos hermosos, dignos de amor y valientes.
Estamos corriendo con valor por fe hacia un dominio que es invisible a nuestros ojos carnales, como si pudiésemos verlo. No todo el mundo puede hacer esto. Lo que estamos haciendo para apoyar el ministerio del Evangelio no es algo que pueda hacer cualquier persona. Podemos pensar que quien crea en la justicia de Dios puede hacer lo que estamos haciendo, pero no es así. ¿Podrían hacer la obra de Dios enseguida sin toda la formación que han tenido estos años? No, por supuesto que no. No es fácil hacer la obra de Dios como si alguien pudiese ver lo invisible. Debemos tener fe en Dios y la sabiduría de la fe. Dios debe darnos sabiduría, bendiciones y poder.
En el Antiguo Testamento, cuando José fue encarcelado en Egipto pudo interpretar el sueño del Faraón y decirle que la cosecha sería abundante durante siete años, pero que después vendría una hambruna severa durante siete años. Al escuchar esto, el Faraón hizo a José primer ministro y le pidió que se preparase para la hambruna. Poco después, Egipto tuvo una cosecha abundante durante siete años. Como anticipación a la hambruna, José construyó graneros enormes por todo Egipto para almacenar el grano.
Muchos egipcios seguramente criticarían a José por ello, diciendo que con una cosecha tan buena año tras año no había necesidad de gastar en graneros para una hambruna que no veían venir. Pero José almacenó mucho grano durante esos siete años. Después de esos siete años hubo una gran hambruna. La hambruna era tan grave que la gente de todo Egipto no tenía nada de comer. Así que tuvieron que comer el grano que José había almacenado. Y esa hambruna duró siete años.
Para evitar morir de hambre la gente vendió todo lo que tenía, desde sus casas a sus tierras, para comprar comida. Podemos imaginar el colapso de la industria inmobiliaria de Egipto durante la hambruna. A cambio de estos títulos de propiedad José les daba grano de los graneros, y en el proceso, no solo salvaba a toda la nación del hambre, sino que también acumuló toda la riqueza de Egipto para el Faraón. ¿Cómo creen que el Faraón consideró a José? ¿Creen que lo tuvo en gran estima o que lo despreció? El Faraón le dio su completa confianza a José. En aquellos días, José era el gobernador absoluto de Egipto, solo subordinado al Faraón.
No había nadie en Egipto que pudiese desobedecer a José. ¿Cómo consiguió esto José? ¿Lo hizo con espadas? No, lo consiguió todo gracias a la sabiduría de Dios. Como José ejercitó gran poder en Egipto, los egipcios trataron a su familia con mucho respeto y reverencia. Su familia recibió tierras. Y cuando la familia de José prosperó allí y se multiplicó, nació el pueblo de Israel.
Ahora mismo, nosotros somos los que estamos predicando el Evangelio por todo el mundo. Somos los que están compartiendo el pan de vida por todo el mundo. Si no fuese por nosotros, ¿podría alguien recibir este pan para el alma? No, por supuesto que no. De la misma manea en que nuestra obra es absolutamente indispensable, nosotros somos absolutamente preciosos a los ojos de Dios. Así que les pido que cuiden de sí mismos. Los jóvenes en el pueblo de Dios deben crecer fuertes y sanos en la fe, y los mayores deben vivir una vida sana durante muchos más años y hacer bien la obra de Dios. Los débiles deben ser sanados y tener salud. Como somos preciosos para Dios, el Señor quiere que hagamos Su obra en este mundo, durante mucho, mucho tiempo, en vez de ir a Él pronto. Todos iremos al Señor tarde o temprano, así que debemos servirle tanto como sea posible.Somos hermosos a los ojos del Señor y honorables. Así que, queridos hermanos, no se odien a sí mismos. Deben tener fe y cambiar sus mentes y corazones para renovarse. Hay muchas más bendiciones esperándoles en los años que vienen. Así que quiero que reciban estas bendiciones de Dios, las disfruten y prediquen el Evangelio tanto como puedan y después vayan a encontrarse con el Señor. Quiero que todos y cada uno de ustedes hagan la obra justa tanto como puedan ante la presencia del Señor. Espero y oro para que todos compartan esta bendición juntos. ¡Aleluya!