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خطبات

Tema 16: Evangelio de Juan

[Capítulo 5-1] El Señor Visita el Estanque de Betesda (Juan 5:1-9)

El Señor Visita el Estanque de Betesda(Juan 5:1-9)
“Después de estas cosas había una fiesta de los judíos, y subió Jesús a Jerusalén. Y hay en Jerusalén, cerca de la puerta de las ovejas, un estanque, llamado en hebreo Betesda, el cual tiene cinco pórticos. En éstos yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos, que esperaban el movimiento del agua. Porque un ángel descendía de tiempo en tiempo al estanque, y agitaba el agua; y el que primero descendía al estanque después del movimiento del agua, quedaba sano de cualquier enfermedad que tuviese. Y había allí un hombre que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo. Cuando Jesús lo vio acostado, y supo que llevaba ya mucho tiempo así, le dijo: ¿Quieres ser sano? Señor, le respondió el enfermo, no tengo quien me meta en el estanque cuando se agita el agua; y entre tanto que yo voy, otro desciende antes que yo. Jesús le dijo: Levántate, toma tu lecho, y anda. Y al instante aquel hombre fue sanado, y tomó su lecho, y anduvo. Y era día de reposo aquel día.”
 
 
¿Como han estado esta semana? En el pasaje de la Escritura de hoy, Jesús visitó el estanque de Betesda. El nombre del estanque, ‘Betesda,’ significa ‘la casa de la misericordia.’ Cerca del estanque de Betesda, la cual esta cerca de la Puerta de las Ovejas en Jerusalén, una multitud de gente enferma se reunía allí y esperaba el movimiento del agua.
De acuerdo a la legenda, de vez en cuando, un ángel descendía a este estanque de Betesda y agitaba el agua, y así dice la historia, cualquiera que entrara primero al agua en ese momento era sanado de su enfermedad. Es por ello que mucha gente enferma con diferentes males estaba ahí esperando que el agua del estanque de Betesda se moviera. En ese lugar, había un hombre enfermo que había estado mal durante 38 años esperando a que las aguas se moviesen.
Este hombre enfermo que tenía un mal durante 38 años llegó a pensar, “Aunque el agua se moviera, no puedo entrar, y aunque intente hacer lo mejor, es obvio que otros entraran antes que yo,” y así sin esperanza, simplemente permanecía acostado ahí lamentando su vida miserable. Ya que ni siquiera podía moverse, era obvio que otras personas enfermas que estaban ahí esperando a que se moviera el agua, como cojos, ciegos inválidos, podían entrar antes que él. Así, no había esperanza, pero en un solo momento de esperanza él podría recibir la gracia de Dios, él iba al estanque diariamente cargado en una cama y esperaba. Habían pasado 38 años, desde que se había presentado por primera vez.
 
 
Un Día, Jesucristo Llegó al Estanque de Betesda
 
Primero pensemos por un momento. Si fuésemos a buscar algo de felicidad humana, ¿sucede todo por los esfuerzos personales? ¿Todos se hacen ricos viviendo diligentemente? ¿De dónde viene nuestra bendición? Si uno ofrece oraciones de arrepentimiento en el nombre de Jesucristo, ¿acaso la persona recibe limpieza total de los pecados de una vez y para siempre? Primero que nada, considerando todas las cosas tal como los pecadores recibiendo remisión de pecados, viviendo felizmente, y viviendo con la bendición de Dios, debemos pensar acerca de de si somos dependientes de nuestro propio poder o de Dios. La Biblia dice, “Si Jehová no edificare la casa, En vano trabajan los que la edifican; Si Jehová no guardare la ciudad, En vano vela la guardia” (Salmo 127:1).
Cerca del estanque de Betesda, una multitud de gete enferma estaba recostada ahí en pequeños grupos. Jesús llegó al estanque de Betesda. Y ¿a quién le concedió Él la gracia de la salvación? Fue a un hombre enfermo que había estado mal durante 38 años. Jesús le habló al hombre enfermo que había estado en cama durante 38 años incapaz de moverse. “¿Deseas estar bien?” “Si, pero no tengo a nadie que me meta al estanque.” El hombre enfermo que había estado mal durante 38 años confesó que no podía hacer nada por si mismo. Entonces, Jesús, viendo la esperanza dentro de su corazón, dijo, “Levántate, toma tu cama y vete.”
Justo entonces, el hombre enfermo que tenía una enfermedad durante 38 años se levantó, tomó su cama sobre sus hombros, y comenzó a caminar. En ese tiempo, había mucha gente enferma cerca del estanque, pero solo el hombre que tenía una enfermedad durante 38 años se paró. Todos ellos deben haber tenido envidia. Esta gente simplemente podía estar confundida ya que no sabían como el hombre enfermo durante 38 años sanó a pesar de que no entró al estanque de betesda. Ellos creían que solamente aquel que entraba al estanque primero cuando se movía podía ser sanado.
Ellos estaban tratando de sanar sus enfermedades por la fe que había creído. Pero, un Hombre llamado Jesús llegó y le dijo al hombre que había tenido una enfermedad durante 38 años sin ninguna oportunidad de ser sanado, “¿Quieres sanar?” Justo cuando el hombre dijo, “Si, deseo sanar,” por la sola frase de “Levántate, toma tu cama y vete,” toda la enfermedad fue completamente sanada. Y esto fue algo verdaderamente sorprendente. Por la sola frase de las palabras de Jesús, “Levántate, toma tu cama y vete,” el hombre enfermo pudo pararse y caminar.
Es similar para que nosotros recibamos salvación. Para que nosotros recibamos la remisión de nuestros propios pecados no depende de nuestros propios esfuerzos. Entonces, ¿de quién depende? La limpieza de nuestros pecados depende totalmente de nuestro Señor. Depende totalmente de la palabra del evangelio del agua y el Espíritu, la cual es la Palabra de salvación dada a nosotros por el Hijo de Dios.
En lo que respecta a la gente enferma sentada en el estanque de Betesda, todos ellos dependían de su propio poder para sanar sus enfermedades. Entre ellos, una persona ciega pensó, “Yo estoy ciego, pero mi oído es mejor que cualquiera con vista. Así, yo puedo oír el sonido del agua con mayor agudeza que los demás. Yo puedo medir la distancia por cualquier sonido. Yo puedo entrar primero al estanque.” Una persona coja pudo haber pensado, “Podré estar cojo, pero una de mis piernas es más fuerte que las de los demás. También tengo buena vista así como buenos oídos. Aunque tenga que saltar con una pierna, ¡entrare primero al estanque! No importa como, todo lo que tengo que hacer es entrar al estanque rápidamente.”
En ese lugar, también había un lisiado. Esa persona debe haber estado convencida, “Tal vez no me pueda parar, pero tengo dos brazos fuertes, Yo puedo entrar al estanque más rápido que cualquiera de ustedes.” Y así, la persona tenía que ir al estanque día tras día. Una persona escuálida y enferma pudo haber pensado, “Puede que no tenga fuerza, pero tengo una mente lucida. Así, llegue aquí antes que cualquiera, y tome mi lugar cerca del estanque. Cuando el agua se mueva, todo lo que tengo que hacer es girar, y seré el primero.” Lo que es común entre todas estas personas con una enfermedad en el estanque de Betesda es que todos dependían de su propia voluntad, ‘Yo puedo hacerlo,’ dependiendo se su propio poder.
Pero, si lo pensásemos nuevamente, ¿podríamos nosotros humanos ser capaces de recibir las bendiciones de Dios por nuestro propio esfuerzo? La respuesta sería, nunca. Las Escrituras Bíblicas, las cuales son la Palabra de Dios, ¿qué nos están diciendo? No importa cuanto pongamos en nuestro propio esfuerzo y nos deshagamos a nosotros mismos, no podemos recibir la remisión de pecados con nuestro poder propio. La Biblia nos dice, “Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación” (Santiago 1:17). La gente recibe salvación del pecado solo cuando depende en la gracia de la salvación de Dios. Por lo tanto, si realmente queremos recibir las bendiciones de Dios, debemos buscar tales bendiciones dentro del evangelio del agua y el Espíritu que Dios nos ha dado. ¿Por qué? Porque primero debemos recibir la remisión de pecados y entonces llegar a ser Sus hijos para poder recibir todas las bendiciones de Dios.
 
 
Era el Día del Shabath Cuando el Hombre Enfermo Durante 38 Años Fue Sanado
 
Cuando el hombre enfermo que había sido llevado en cama con una enfermedad de 38 años se paró, la gente debió haber dado gracias a Jesús, y le hubiesen alabado a Él. Y, mientras felicitaban al hombre por haber sido sanado, debieron haber preguntado, “¿Quién es el que te ha sanado a ti que tuviste una enfermedad durante 38 años?” Justo cuando el hombre sanado dijo, “Jesús me ha sanado,” ellos debieron haber dado gracias a Jesús y pedirle a Él que les hubiera sanado de las suyas.
Pero los Fariseos y los escribas le dijeron a él, “¿Por qué te levantaste en el Día del Shabath? Tú habías estado tirado en una cama durante 38 años, sin embargo, ¿tenias que levantarte en el Día del Shabath, habiendo sido un hombre enfermo durante 38 años? Existen otros seis días en una semana, sin embargo ¿por qué te tuviste que levantar en el Día del Shabath, habiendo estado enfermo durante 38 años? ¿Es correcto que recibas sanidad, tomes tu cama y camines en este santo Día del Shabath?” Debido al evento, un hombre enfermo recibiendo sanidad en el estanque de Betesda, surgió una discusión acerca de si es o no correcto sanar en el Día del Shabath.
A través de tal reacción de los fariseos y los escribas, podemos saber cuan atados estaban a su formalismo religioso. Cómo quiera que sea, ya sea que una persona fuera sanada en el Día del Shabath o e cualquier otro día, ya sea que un milagro ocurriese mientras comían, o que alguien recibiese sanidad mientras estaba en el baño, era más importante que la enfermedad del hombre que había estado tirado en una cama durante 38 años haya sido sanada. ¿No es esto así? Sí, si lo es. Todo se asienta cuando un hombre enfermo que tuvo una enfermedad durante 38 años se encuentra con Jesús y recibe sanidad por Sus palabras. Sin embargo, con respecto a este evento, que necesidad hay de que alguien diga, “¿Por qué estas caminando en el Día del Shabath? ¿Quién es es que te ha sanado?”
“Entonces le preguntaron: ¿Quién es el que te dijo: Toma tu lecho y anda? Y el que había sido sanado no sabía quién fuese, porque Jesús se había apartado de la gente que estaba en aquel lugar. Después le halló Jesús en el templo, y le dijo: Mira, has sido sanado; no peques más, para que no te venga alguna cosa peor. El hombre se fue, y dio aviso a los judíos, que Jesús era el que le había sanado.” (Juan 5:12-15).
Debido a esta obra, los líderes religiosos de la época comenzaron a perseguir a Jesús. Jesús dijo, “Mi Padre ha estado trabajando hasta ahora, así que Yo he estado trabajando también.” Jesús había llamado a Dios Su Padre. Debido a estas palabras, los Judíos trataron de matar a Jesús. “¿Qué? ¿Estas diciendo que Dios Padre es Tú Padre? Si es así, ¿quieres decir que Tú eres el Hijo de Dios?” debido, a que en ese momento, Jesús, quién había roto el Shabath de su vista, llamó a Dios Su Padre, ellos comenzaron a perseguir a Jesús con mas ganas. Sin ninguna preocupación, Jesús dijo, “Porque el Padre ama al Hijo, y le muestra todas las cosas que él hace; y mayores obras que estas le mostrará, de modo que vosotros os maravilléis. Porque como el Padre levanta a los muertos, y les da vida, así también el Hijo a los que quiere da vida.” (Juan 5:20-21).
Para honrar la voluntad de Su Padre, Jesús realiza la obra de levantar a los muertos. Jesús salva y da vida a aquellos que Él quiere. Nuestro Señor vino a esta tierra e hizo obras de un ministerio de sanidad. Todas las obras de sanidad muestran que Él ha venido a realizar la obra de sanidad de las enfermedades del alma de todos. Si usted reconoce que su Señor es el Salvador y si usted cree en el evangelio del agua y el Espíritu, el Señor limpiara todos tus pecados. El Señor da remisión de pecados y vida eterna a aquellos cuyas almas estaban muertas debido a sus pecados. Al igual que Dios padre ha salvado gente y dado vida eterna, nuestro Señor Jesucristo ha venido a esta tierra y ha salvado a aquellos que Él ha querido dándoles la remisión de los pecados. Y, para hacer eso, Él tuvo que limpiar todos los pecados del mundo.
Los Judíos no creían en sus corazones que Jesús es el Hijo de Dios. Pero, Jesús esencialmente es el Hijo de Dios, y Él es nuestro Salvador. También, a aquellos de nosotros que creemos en Jesús, Él es el Dios verdadero. Él es Dios y es el Hijo de Dios. Conociendo y creyendo en Jesús como Salvador, recibimos la gracia de la salvación, y somos capaces de recibir la remisión de todos los pecados.
Creemos que Jesús es el Hijo de Dios y el Salvador quién ha dado a los seres humanos la remisión de pecados para salvarnos de ellos. Creemos que Jesús nos ha salvado del pecado y de la muerte. Creemos que Jesús vino a esta tierra en semejanza humana y ha limpiado los pecados de todos por el evangelio del agua y el Espíritu. Para salvar a los pecadores como al hombre que tuvo una enfermedad durante 38 años, Jesús vino a este mundo, recibió Su bautismo a la edad de 30 años, y tomó todos los pecados de cada ser humano totalmente en ese momento. Y entonces, Él recibió el juicio de los pecados vicariamente al derramar Su sangre sobre la Cruz. Al hacer eso, el Señor ha borrado todos nuestros pecados. Nosotros, que somos como el hombre que tuvo una enfermedad durante 38 años, recibimos la gracia de la salvación al creer en Jesús, quién es para nosotros el Hijo de Dios y el Dios verdadero, como nuestro Salvador.
Aquellos que creen en Jesucristo, el Hijo de Dios, han recibido salvación no solamente por el equivalente a 38 años de pecados sino además de todos los pecados durante el resto de sus vidas. El hecho es que cualquiera que reconoce que él o ella se dirigen hacia el infierno debido a sus pecados y después cree en el evangelio del agua y el Espíritu recibirá la remisión de pecados. Quienquiera que sea, cualquiera que crea en el hecho que Jesús tomó todos sus pecados al recibir el bautismo en el Río Jordán recibirá salvación de pecados, obtendrá vida eterna, y será salvo del temible juicio de Dios.
Cuando nuestro Señor Jesucristo vino a esta tierra, Él vino humildemente sin realmente jactarse de nada. Nuestro Salvador Jesucristo nació en una granja de animales. José y María, los padres carnales de Jesús, no eran ricos, y Jesús nunca asistió a una escuela. Y, en el tiempo en que Jesucristo nació en esta tierra. La nación de Israel era una colonia del Imperio Romano. Jesús era como una raíz salida de tierra seca. Él era muy delgado, y Su físico no sobresalía nada. El no tenía ningún atractivo en apariencia. Por lo tanto, la gente de aquellos días podía despreciar y rechazar a Jesús y aún escondían sus rostros de Él (Isaías 53:2-3).
Sin embargo, Jesús tomó todos los pecados del mundo al recibir el bautismo de Juan el Bautista cuando Él cumplió 30 años. Él limpió los pecados de toda la gente al cargarlos de una sola vez y para siempre. Él sanó toda enfermedad mientras Él dijo, “Recibe sanidad ya que esa es Mí voluntad,” y al realizar el milagro de los cinco panes y dos pescados, Él alimentó a más de cinco mil personas y todavía sobró.
Nuestro Señor dio remisión de pecados a cualquiera con Él que se encontrara. Es por ello que dijo a una mujer atrapada en el acto de adulterio, “Mujer, ni Yo te condeno tampoco. Has recibido la remisión de los pecados.” Para apedrear a muerte a la mujer que había sido atrapada en el acto de adulterio, la gente de la religión sostenía rocas en sus manos. Nuestro Señor habó a escribas y a Fariseos quienes eran los representantes de aquella gente religiosa. “Aquel que este sin pecado que arroje la primera piedra.” Aún aquellos que no creían en Jesús, siendo acusados por su conciencia, se fueron uno a uno, comenzando con los ancianos hasta los jóvenes. Soltaron las piedras uno a uno y se fueron.
A la mujer atrapada en el acto de adulterio, Jesús dijo entonces, “Mujer, ni Yo te condeno, vete y no peques mas. Y, sígueme. Aquellos que Me sigan no andarán en tinieblas, sino que tendrán la luz de la vida.” Aquellos que creen en Jesús, esto es, aquellos que creen en el hecho que Jesús les ha salvado de todos sus pecados por el bautismo que Él recibió y por la sangre, nunca jamás serán pecadores. Ellos viven por siempre justificados.
Jesús cargo todos los pecados de la humanidad por Su bautismo, y Él murió vicariamente sobre la Cruz por los pecados de la humanidad. Así, Él ha salvado a toda la humanidad del pecado. Jesús nunca cometió ningún pecado cuando estuvo en esta tierra. Aunque ningún de Si Mismo pudo ser encontrado dentro de Él, Él tomó todos los pecados de la humanidad por el bautismo que Él recibió, y así, Él tuvo que morir sobre la Cruz debido a esos pecados. Jesús llegó a ser el Salvador de aquellos que creen, el Salvador de toda la humanidad, al cargar sobre Sí Mismo todos los pecados de todos los que han nacido en este mundo que cometen durante todo el tiempo de sus vidas, al morir sobre la Cruz, y al resucitar.
Al momento en que Jesús recibió la sentencia de muerte, había criminal tremendo y perverso llamado barrabas dentro de la prisión de Poncio Pilatos. Al igual que nosotros, el iba al infierno. En ese momento, Barrabas estaba en lista de muerte para ser crucificado delante de toda la gente. Pero, él fue liberado debido a Jesús. Muestra que Jesús tuvo que recibir el bautismo y ser crucificado para salvar a tales tremendos pecadores. Si Jesucristo no hubiese venido a este mundo, nosotros que somos como Barrabas nunca habríamos escapado de la muerte. Jesús nos dio vida a nosotros, los tremendos e ilegales, al morir vicariamente sobre la Cruz mientras que cargaba los pecados de toda la humanidad por medio de Su bautismo.
Mientras Jesús moría sobre la Cruz, Él dijo, “¡Consumado es!” (Juan 19:30). Queridos compañeros creyentes, ¿creyendo en quien, fuimos tú y yo capaces de recibir salvación del pecado? Queridos compañeros creyentes, pudimos recibir salvación del pecado por nuestra fe en Jesucristo ya que nuestro Señor tomó todos los pecados que tú y yo cometemos durante toda nuestra vida de una vez y para siempre al recibir Su bautismo. Tú y yo hemos recibido salvación del pecado al creer en la Palabra hablada por Jesucristo, la obra de salvación que Jesucristo realizó, y en los ministerios del agua y de la sangre. Jesucristo nos ha salvado de todos los pecados de este modo. Jesucristo también tenía el poder al igual que Dios padre, y Él dio vida a aquellos a quiénes Él quiso. Y, Él hizo a aquellos que creen en Jesucristo tuviesen vida eterna.¡Aleluya!
 
 

¿Qué Clase de Era es este Día y Época?

 
Esta es una era en que una persona puede escuchar la voz del Hijo de Dios Padre. Así que el señor dijo, “De cierto, de cierto os digo: Viene la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oyeren vivirán. Porque como el Padre tiene vida en sí mismo, así también ha dado al Hijo el tener vida en sí mismo; y también le dio autoridad de hacer juicio, por cuanto es el Hijo del Hombre. No os maravilléis de esto; porque vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz” (Juan 5:25-28).
Queridos compañeros creyentes, ¿recibió usted la remisión de todos los pecados por escuchar el evangelio de Jesucristo? Aquellos que escuchan la voz del Hijo de Dios vivirán. No es el caso que uno obtiene salvación por hacer algo bueno o por vivir virtuosamente. Debemos creer en el hecho que la remisión de pecados depende totalmente en Jesús quién nos ha salvado de todos los pecados, y no en uestes buenas obras. Es imposible para una persona recibir salvación tratando de luchar para ganar el primer lugar guardando la ley. Se debe a que la línea para la aceptación que Dios ha trazado con la Ley es algo que los humanos nunca podrán alcanzar.
Recibimos salvación solo al escuchar la voz del Hijo de Dios. Recibimos salvación creyendo en la Verdad de que Jesús ha tomado todos los pecados tuyos y míos que cometemos durante toda nuestra vida; recibimos salvación al creer en nuestro corazón la salvación completada por el Señor por medio del bautismo que Él recibió en el Río Jordán, y, recibimos salvación de la destrucción al creer en el hecho que Jesús vicariamente recibió el juicio en la Cruz, esto es, el hecho de que Él recibió el juicio en lugar de nosotros. Uno puede recibir salvación de la remisión de pecados teniendo fe después de haber escuchado la Palabra de la Verdad de parte de los siervos de Dios.
 
 

¿Cómo Recibe la Gente Salvación de Todos Sus Pecados en Estos Días?

 
Se dice, “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios” (Romanos 10:17). Usted debe conocer y creer esta palabra. Pudimos recibir salvación del pecado escuchando y creyendo en la Verdad del evangelio del agua y el Espíritu, el cual dice que Jesucristo ha borrado todos nuestros pecados. El camino para que toda la humanidad reciba salvación es escuchando la voz del Hijo de Dios, esto es, la palabra del señor. La voz del Hijo de Dios esta grabada en las Escrituras Bíblicas. El caso es que cualquiera que cree en esta Palabra ha escuchado y ha aceptado la voz de Dios y ha obtenido vida eterna por haber recibido la reemisión de pecados.
Al creer en el evangelio del agua y el Espíritu, tú y yo recibimos salvación del pecado. Todos en esta tierra tienen que oír la Palabra de Dios para recibir salvación del pecado. Si uno escucha y cree en la Palabra de Dios, entonces la gente recibe salvación de pecados y nace de nuevo por haber recibido vida eterna. Al igual que Lázaro salio vivo, atado a un paño en la tumba, cuando nuestro Señor fue a la tumba de Lázaro y dijo, “Lázaro, sal fuera,” las almas de aquellos que escucharon y creyeron en el evangelio del agua y el Espíritu tampoco mueren, sino que viven para siempre.
Nuestro Señor es Dios. Nuestro Señor es el Amo de la vida. “En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas” (Génesis 1:1-2). Nuestro Señor es Dios, Dios dijo, “Hágase la luz,” y la luz se hizo. Este Dios Omnipotente que ha creado el universo y todas las cosas con Su Palabra no es ni más ni menos que nuestro Señor. Al venir a esta tierra y recibir Su bautismo en el Río Jordán, este Señor ha salvado a todos los descendientes de Adán de todos los pecados, de los perversos trucos de Satanás el demonio, y de la muerte que él trajo.
Cuando Jesús estaba recibiendo Su bautismo, Él le dijo a Juan el Bautista, “Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia” (Mateo 3:15). Aquí, la frase “así conviene,” es ‘οϋτως γάρ’ (hoo’-tos gar) en Griego, que significa ‘solo de esta manera,’ ‘lo más apropiado,’ ‘no hay otra forma aparte de esto.’ Si Jesús quería borrar los pecados de toda la gente, Él tuvo que venir a esta tierra y recibir el bautismo de Juan el Bautista quién es el representante de toda la humanidad. Significa que Jesús tuvo que recibir para que de la manera más apropiada tomara los pecados de toda la humanidad de una forma que era la mejor. Y por haber hecho eso, los pecados de toda la gente son limpiados de las tablas de su corazón.
 
 

Debemos Oír la Voz de Dios por Medio de la Palabra del Evangelio del Agua y el Espíritu

 
Usted tiene que creer en el evangelio del agua y el Espíritu para recibir la remisión de pecados, para que alma tuviera vida, y para obtener vida eterna. Cualquiera que cree en el evangelio del agua y el Espíritu recibe salvación del pecado. Solo creyendo en el evangelio del agua y el Espíritu la gente puede llegar a ser hijo de Dios, estar vivo habiendo recibido salvación, y obtener vida eterna.
La gente no conoce las cosas del Espíritu muy bien. ¿Cuáles son las cosas del Espíritu? Para la gente, existen cosas de la carne y cosas del Espíritu. Y, mientras que las cosas de la carne son cometer pecados, las cosas del Espíritu son para salvar nuestras vidas. Las cosas del Espíritu son las obras de Dios, permitiendo a la gente, no importa quién, escuchar la voz de Dios y recibir salvación por fe. El Señor dijo, “Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz” (Romanos 8:6). Tú y yo debemos oír la voz de Dios y hacer las cosas del Espíritu.
Al igual que tú y yo honramos a Dios Padre, tú y yo debemos honrar a Jesucristo. Y debemos servir a Jesucristo respetando y esparciendo Su Palabra. Cuando nosotros esparcimos el evangelio del agua y el Espíritu, la situación es que aquellos que estaban muertos, hechos pedazos por sus propios pecados, regresan de nuevo a la vida. Cuando estamos predicando el evangelio por el cual Jesucristo nos ha salvado, todos deben escuchar el sonido con sus oídos y creer con sus corazones. Y en ese momento, las almas que han estado muertas vuelven a la vida.
Queridos compañeros creyentes, aún ahora, existen muchos espíritus atrapados en prisión. No debemos pensar que solo aquellos que han cometido pecados de la carne y han recibido el juicio de acuerdo a las leyes del mundo están encarcelados. Aún entre aquellos espíritus que andan en caminos anchos como si nada estuviese mal, existen espíritus aprisionados en la cárcel de sus pecados. Si uno tiene un pecado, encierra a la persona en la cárcel del pecado y hace que la persona no pueda evitar el castigo del pecado.
Aún ahora, la carne de alguien puede andar por ahí sin ninguna precaución, pero su alma esta en agonía, encarcelada en la prisión del pecado. Y, existe mucha gente el día en que serán liberados de sus prisiones. Simplemente están esperando las noticias de salvación de Jesús. Para esa gente, debemos compartir estas noticias maravillosas y gosozas de salvación realizadas por Jesucristo. Todos aquellos que escuchan la voz de Dios reviven sin falla.
Queridos compañeros creyentes, fuimos liberados de la cárcel del pecado y obtuvimos vida eterna debido a que tú y yo creímos en el evangelio del agua y el Espíritu. ¿Recibiste tal gracia debido a que teníamos algo por lo cual ser condenados aunque fuese pequeñito? No, eso no es así. No importa cuan duro piense, yo no puedo encontrar para nada un solo pedacito de bondad en aquellos de nosotros que hemos recibido la remisión de pecados y en aquellos otros que aún no han recibido la remisión de pecados. Aún así, nuestro Dios vino a esta tierra y te salvó a ti y a mí que nos quedamos cortos y no tenemos nada agradable. Por el evangelio del agua y el Espíritu, Jesús salvó a los espíritus en la cárcel del pecado, e hizo que obtuvieran libertad (1 Pedro 3:19).
Un hermano de una institución correccional me envía cartas, y siempre que las leo, me doy cuenta de la gran bendición que es vivir con una libertad de la carne. Podemos ir a donde queramos, pero aquellos que están aprisionados no pueden siquiera ir a algún lugar que su corazón desee a pesar de sus deseos de ir. “Querido Pastor. ¿Cómo ha estado? Los pájaros vinieron y se posaron sobre una rama que se veía a través de las barras. Silbaron durante un momento y después se fueron. En donde una persona puede vivir libre como esas aves, el mundo exterior parece muy hermoso.” Mientras leía esas palabras de su carta, llegué a darme cuenta que esta libertad, que disfrutamos sin considerarla, es ciertamente una grande bendición. Lo que significa es que la libertad, que disfrutamos justamente, es una grande bendición para esa gente que esta detrás de las barras.
Existe un número incontable de gente cuyos espíritus están en la prisión del pecado debido a que no han recibido la remisión de los pecados. Debido a que no tienen libertad espiritual, ellos desean de todo corazón recibir la remisión de pecados. Debemos darnos cuenta de lo precioso y valioso es que nosotros que no podemos más que cometer pecados hemos recibido salvación de todos los pecados. El hecho de que he recibido salvación y libertad al haber sido liberados de la cárcel del pecado al creer en Jesús quien me ha salvado por el evangelio del agua y el Espíritu es algo por lo cual yo estoy agradecidísimo que ciertamente a mí me parece maravilloso. Nuestro señor dijo, “Porque el Padre ama al Hijo, y le muestra todas las cosas que él hace; y mayores obras que estas le mostrará, de modo que vosotros os maravilléis” (Juan 5:20). Y debido a que nuestro Señor completó esta enorme obra de la salvación, no importa cuanto me esfuerce pensando, es algo realmente maravilloso. Lo que estoy diciendo es ¿cómo pueden los pecados de la gente como tu y yo irse?
El Señor dijo, “Ciertamente no hay hombre justo en la tierra, que haga el bien y nunca peque” (Eclesiastés 7:20). ¿Acaso nosotros siempre hacemos buenas obras simplemente porque somos justificados? Solo porque somos justificados, ¿no cometemos pecado? Aunque no pequemos todo el tiempo, no siempre hacemos buenas obras y existen ocasiones en que hacemos lo malo. Existen ocasiones en que atormentamos, presionamos, pelamos, odiamos y caemos en envidias. Aún así, somos justificados. Estamos libres del pecado. Esto es lo que es maravilloso. El hecho que Él nos ha limpiado perfectamente a aquellos de nosotros que se suponía iríamos al infierno debido a los pecados, es maravilloso, y el hecho de que aquellos de nosotros que no podíamos evitar pecar estamos viviendo mientras que realizamos la obra justa de Dios debido al señor también es maravilloso. Todas las obras que Dios ha hecho por nosotros verdaderamente son maravillosas, pero por encima de todo, el hecho de que Dios ha dado a la gente la remisión de los pecados es lo más maravilloso.
Dios creó los cielos y la tierra con Su palabra. Esto es exactamente lo maravilloso que esta obra es. Dios hizo que naciésemos en la carne, y también hizo que naciésemos de nuevo en espíritu. La obra de habernos hecho justos y de tomarnos como hijos de Dios al borrar todos nuestros pecados es exactamente la obra más maravillosa. No existe otra obra más maravillosa que estas obras realizadas por el Señor. ¿Crees en el evangelio del agua y el Espíritu por el cual el Señor nos ha salvado a ti y a mí? La obra de Dios de borrar nuestros pecados es tan maravillosa que, sin importar que tanto piense, no puedo medir todo el trabajo que Jehová ha hecho por mí. Se debe a que es verdaderamente imposible para nosotros llegar a ser justificados si solo miramos a nuestra propia carne.
 
 
¿Tienes la Seguridad de Nunca Más Volver a Pecar?
 
No, no la tienes. ¿Tienes la seguridad de no realizar obras carnales? No, no la tienes. Aunque continuamos cometiendo pecados diariamente, el hecho de que Jesús nos ha salvado perfectamente al borrar todos aquellos pecados muestra realmente el gran poder de Dios. El caso es que Dios mismo vino a esta tierra y realizó las cosas del Espíritu. Cuando yo leo el pasaje Bíblico de la Escritura, “En el principio Dios creó los cielos y la tierra,” yo comienzo a pensar: “Desde el momento en que Dios creó a los seres humanos, Él debe haber tenido el plan de hacer que naciésemos en la carne primeramente y después que naciésemos de nuevo en espíritu, después de lo cual Él pondría al Espíritu Santo en nuestros corazones y hacer que resucitásemos como seres que por la eternidad no moriríamos. Él debe haber querido hacernos Sus hijos sin pecado al salvarnos por medio del evangelio del agua y el Espíritu y hacer que viviésemos con Él por siempre en el Cielo. Esta fue la intención de Dios.”
Yo creo en esta buena intención del Señor. La razón por la cual Dios creó los cielos, la tierra, y a nosotros fue para hacer que naciésemos en esta tierra en la carne primeramente y entonces que naciésemos de nuevo creyendo en la salvación de Jesucristo, al igual que las larvas se convierten en luciérnagas y las orugas se convierten en mariposas. Al dar el evangelio del agua y el Espíritu, el Señor hizo que todos aquellos que creyesen en Él llegaran a ser justificados e hijos de Dios. Al igual que las mariposas flotan en el aire después de haber atravesado la metamorfosis, Dios hizo que los seres humanos vivieran juntamente con Él en el Cielo por siempre al hacer que llegaran a ser hijos de Dios que han nacido de nuevo por el evangelio del agua y el Espíritu.
Yo creo en esto. Hemos visto, escuchado y creído en tal maravillosa obra realizada por Dios. Aunque yo no se cuando este mundo llagará al final en un futuro cercano. Cuando nuestro Señor regrese, aquellos que están en la tumba escucharán Su voz. Al igual que Jesús llamó a Lázaro en la tumba para que saliera, nuestro Señor llamará a toda la raza humana para que salga de su tumba. Al igual que Él dijo, “y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación,” en ese tiempo, todos saldrán de sus tumbas. Al momento de volver ala vida, la gente que ha recibido la remisión del pecado por fe al escuchar y creer en la voz de Dios resucitaran para vida eterna y vivirán por siempre felizmente junto a Dios. En contraste, aquellos que no creyeron en el evangelio del agua y el Espíritu por el cual Dios nos ha salvado resucitarán para condenación y serán enviados de vuelta al lugar de fuego. Cuando los hijos de Dios estén viviendo en el lugar de felicidad eterna, los hijos de ira encararan dolor eterno por el castigo del infierno.
Nuestro nos ha salvado a ti y a mí. Nuestro Señor ha salvado a toda la gente en todo el mundo. Nuestro Señor desea que toda la gente escuche la voz de Dios, así que Él desea que compartamos la Palabra de Dios a lo largo y a lo ancho. Solo cuando realicemos las cosas del Espíritu y continuemos viviendo con pensamientos espirituales por el resto de nuestras vidas, la palabra de Dios será esparcida a lo largo y a lo ancho.
Damos Gloria a Dios quién nos ha salvado a ti y a mí de todos los pecados. Aunque tenemos limitaciones, somos aquellos que hemos recibido la gracia de Dios y hemos obtenido vida eterna. No sabemos cuanto tiempo viviremos, pero yo deseo que nos mantengamos en la obra espiritual. Hagamos que toda la gente escuche la voz de Dios. Continuemos esparciendo el evangelio del agua y el Espíritu.
En la reunión reciente de avivamiento en la Iglesia Daejeon, unas cuantas lamas llegaron, escucharon la Palabra, y recibieron la remisión de pecados. Al igual que el hombre enfermo que tuvo una enfermedad durante 38 años escuchó la voz de Jesús y fue sanado de una vez y para siempre, cualquiera que se de cuenta de sus insuficiencias y busque a Dios escuchará el evangelio del agua y el Espíritu y recibirá la remisión de pecados. Por estas personas, no podemos nunca detener la obra de esparcir la voz de Dios.
La obra que Dios realizó para salvarnos del pecado es precisamente la obra más maravillosa de Dios. El señor vino a esta tierra en semejanza humana, recibió el bautismo, murió vicariamente sobre la Cruz, y fue resucitado. Esta es la obra más maravillosa. Cuando el Señor vino a esta tierra en semejanza de hombre, Él nació en un establo. Y, nuestro Señor recibió Su bautismo a la edad de treinta años y recibió el juicio en la Cruz para salvar las viles vidas tuya y mía. Este es el evangelio del agua y el Espíritu. Este evangelio es el evangelio de la Verdad que nos ha salvado de la prisión, tumba, juicio, y maldición. Queridos compañeros creyentes, ¿creen ustedes esto?
Antes de que naciésemos de nuevo, todos éramos como el hombre enfermo que tuvo un mal durante 38 años. Pero, Dios nos salvó por el evangelio del agua y el Espíritu. A nuestro Señor que nos ha salvado, damos gracias. Estamos verdaderamente agradecidos con el Señor que nos ha permitido escuchar y creer en el evangelio del agua y el Espíritu para que fuésemos libres de la cárcel de los pecados y fuésemos sanados del mal del pecado que ha evitado que nos mantengamos de pie.
No olvidemos estos pensamientos de gratitud, y compartamos el evangelio del agua y el Espíritu hasta el final.