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Tema 21: Evangelio de Marcos

[Capítulo 9] Moisés, símbolo de la Ley; Jesús, encarnación de la gracia y la Verdad; Juan el Bautista, mediador (Marcos 9, 1-13)

Moisés, símbolo de la Ley; Jesús, encarnación de la gracia y la Verdad; Juan el Bautista, mediador (Marcos 9, 1-13)
«También les dijo: De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte hasta que hayan visto el reino de Dios venido con poder. Seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Jacobo y a Juan, y los llevó aparte solos a un monte alto; y se transfiguró delante de ellos. Y sus vestidos se volvieron resplandecientes, muy blancos, como la nieve, tanto que ningún lavador en la tierra los puede hacer tan blancos. Y les apareció Elías con Moisés, que hablaban con Jesús. Entonces Pedro dijo a Jesús: Maestro, bueno es para nosotros que estemos aquí; y hagamos tres enramadas, una para ti, otra para Moisés, y otra para Elías. Porque no sabían lo que hablaban, pues estaban espantados. Entonces vino una nube que les hizo sombra, y desde la nube una voz que decía: Este es mi Hijo amado; a él oíd. Y luego, cuando miraron, no vieron más a nadie consigo, sino a Jesús solo. Y descendiendo ellos del monte, les mandó que a nadie dijesen lo que habían visto, sino cuando el Hijo del Hombre hubiese resucitado de los muertos. Y guardaron la palabra entre sí, discutiendo qué sería aquello de resucitar de los muertos. Y le preguntaron, diciendo: ¿Por qué dicen los escribas que es necesario que Elías venga primero? Respondiendo él, les dijo: Elías a la verdad vendrá primero, y restaurará todas las cosas; ¿y cómo está escrito del Hijo del Hombre, que padezca mucho y sea tenido en nada? Pero os digo que Elías ya vino, y le hicieron todo lo que quisieron, como está escrito de él».
 
 
¿Conocen a Elías? 
 
Antes del pasaje de las Escrituras de hoy, En Marcos 8, el Señor les dijo a Sus discípulos que volvería a Dios después de completar su ministerio en el mundo, y que moriría y se levantaría al tercer día. Entonces Pedro intentó convencerle de que no lo hiciera, pero el Señor le reprendió. Después de este suceso vemos que en el capítulo 8 el Señor dice: «Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, el Hijo del Hombre se avergonzará también de él, cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles». 
Marcos 9 habla de cuando Moisés y Elías se aparecieron y conversaron con Jesús. Este suceso aparece en otras partes de los Evangelios, específicamente en Mateo 17 y Lucas 9. Ahora debemos volver a Marcos 9, 2-4: «Seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Jacobo y a Juan, y los llevó aparte solos a un monte alto; y se transfiguró delante de ellos. Y sus vestidos se volvieron resplandecientes, muy blancos, como la nieve, tanto que ningún lavador en la tierra los puede hacer tan blancos. Y les apareció Elías con Moisés, que hablaban con Jesús». 
Cuando Jesús llevó a Pedro, Jacobo y Juan a una montaña alta, se transfiguró ante ellos, y sus ropas brillaron como si se hubiesen lavado con el detergente más poderoso del mundo. Esta transfiguración del Señor indica que nosotros nos transfiguraremos cuando el Señor vuelva para llevarnos. De la misma manera en que el Señor se transfiguró en el pasaje de las Escrituras de hoy, los nacidos de nuevo por el Evangelio del agua y el Espíritu también serán transformados. Esto es lo que el Señor nos está demostrando en sus escrituras de hoy. 
Marcos 9, 4 dice: «Y les apareció Elías con Moisés, que hablaban con Jesús». Cuando Elías y Moisés aparecieron ante Jesús, que se había transformado en una figura santa, y hablaron con Él; los discípulos se sorprendieron al ver eso. Pedro entonces dijo: «Maestro, bueno es para nosotros que estemos aquí; y hagamos tres enramadas, una para ti, otra para Moisés, y otra para Elías». Pero dijo esto porque tenía miedo de la transfiguración de Jesús. Los discípulos tenían tanto miedo que no sabían qué decir, y temblaban de miedo. Entonces una nube descendió y los cubrió y una voz salió de la nube diciendo: «Este es mi Hijo amado; a él oíd». Así que miraron a su alrededor y no vieron a Elías ni a Moisés, sino solamente a Jesús. 
Cuando los discípulos bajaban de la montaña después de ver esta escena maravillosa, el Señor les pidió que no le dijesen a nadie lo que habían visto hasta que el Hijo del Hombre se levantase de entre los muertos. Como no entendían lo que esto significaba, los discípulos se miraron los unos a los otros intentando averiguar lo que los otros pensaban. Se preguntaban: «¿Qué significa esto? ¿Qué significa levantarse de entre los muertos?». 
Además los escribas de aquel entonces estaban enseñando que Elías tenía que venir primero, y por eso los discípulos estaban tan sorprendidos. Por eso le preguntaron a Jesús: «¿Por qué dicen los escribas que es necesario que Elías venga primero?». Jesús les dijo: «Elías a la verdad vendrá primero, y restaurará todas las cosas; ¿y cómo está escrito del Hijo del Hombre, que padezca mucho y sea tenido en nada? Pero os digo que Elías ya vino, y le hicieron todo lo que quisieron, como está escrito de él». Esto significa que Elías había venido a restaurar todas las cosas, pero como la gente de aquel entonces no le reconoció, le ignoró y le trató mal. El pueblo de Israel veneraba a Moisés más que a nadie, y por tanto los discípulos entendieron la aparición de Moisés, pero no entendieron por qué se apareció Elías. Por eso le preguntaron a Jesús acerca de la profecía del retorno de Elías. 
 
 

Elías aquí se refiere a Juan el Bautista, quien hizo de mediador entre el Antiguo y el Nuevo Testamento

 
Esto es lo que Dios nos está enseñando a través de Marcos 9. El representante del Antiguo Testamento es Moisés. Juan 1, 17 dice: «Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo». Cuando la era de la Ley de Moisés pasó, vino la era de Jesucristo, y el puente entre esas dos eras es Juan el Bautista, quien vino con el corazón de Elías. En Mateo 11, 14, el Señor dice: «Si queréis recibirlo, él es aquel Elías que había de venir». ¿Quién es el Elías que está por venir? Podemos averiguarlo cuando leemos Mateo 11, 12: «Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan». En otras palabras, Jesús estaba diciendo que este Elías que estaba por venir era Juan el Bautista. Así que, como el puente que une el Antiguo y el Nuevo Testamento, el papel de Elías es muy importante. 
Como ya saben, Elías era el siervo de Dios que había sacado al pueblo de Israel del pecado de la idolatría. Es el profeta que guió a los israelitas a Dios para que volviesen a creer en Él, e hizo posible que fueran salvados de sus pecados. No otro profeta del Antiguo Testamento hizo lo que Elías hizo. Aunque Moisés recibió la Ley y se la dio al pueblo de Israel, los israelitas no la cumplieron. Pero Elías era el siervo de Dios que, cuando Dios le ordenó que lo hiciese, se levantó ante el pueblo de idólatras, les enseñó el poder del Dios vivo, y lo devolvió a Dios, alejando su corazón de los ídolos. 
Dios dijo en Malaquías 4, 5: «He aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga el día de Jehová, grande y terrible», prometiendo que enviaría a Elías antes del día de la ira. Esto significa que Dios enviaría a Elías como su siervo para llevar a muchas personas a Dios. El Señor dijo que enviaría a Elías y que este Elías vendría antes que Él. Según esta Palabra Juan el Bautista ya había venido en el espíritu de Elías pero la gente trató a este Elías espiritual injustamente. 
Este Elías espiritual, Juan el Bautista, enlaza la Ley del Antiguo Testamento con Jesucristo. Juan el Bautista es el mediador de la humanidad. Por tanto, el enlace entre el Nuevo y el Antiguo Testamento es Juan el Bautista. Sin el papel que Juan el Bautista cumplió en el Nuevo Testamento como siervo de Dios, sería imposible que Jesucristo hubiese salvado a la humanidad del pecado a pesar de haber venido a este mundo. Esto se debe a que, para salvar a la humanidad del pecado, Dios hizo que Juan el Bautista fuese el representante de la humanidad y pasase todos los pecados del mundo a Jesús para cumplir su justicia. Dios se aseguró de que el hombre fuese salvado del pecado con conocimiento. El misterio de nacer de nuevo no significa que Dios cumpliese su salvación de manera que nadie la entendiese, sino que lo hizo de una manera en que todo el que teme a Dios y tiene un corazón dispuesto a recibirle, pueda entenderlo. 
Así que, de la misma manera en que Elías devolvió al pueblo de Israel a Dios, Él prometió enviar a su siervo Elías antes de la llegada del último día de la ira. Juan el Bautista vino a nosotros según esta promesa. Concebido en el cuerpo de Isabel, la mujer de Zacarías de la casa de Aarón, el Sumo Sacerdote, Juan el Bautista vino al mundo seis meses antes que Jesucristo, que nació en este mundo a través del cuerpo de la virgen María. Esta era la providencia especial dispensada para cumplir su justicia. 
Al venir a este mundo, Juan el Bautista bautizó a Jesucristo para pasarle todos los pecados de la humanidad cuando vino al río Jordán a los 30 años de edad. Al ser bautizado por Juan el Bautista, Jesucristo cargó con todos los pecados del mundo, los llevó a la Cruz, murió y resucitó al tercer día para salvarnos a todos. Como Juan el Bautista bautizó a Jesús y este fue bautizado, toda la obra justa de Dios fue cumplida para salvar a la humanidad de todos los pecados. Así es como Juan el Bautista se convirtió en el mediador entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. 
La Ley dice que el precio del pecado es la muerte. Así que todo el mundo debía morir por sus pecados, ya que nadie puede cumplir la Ley completamente. Sin embargo, al ser bautizado y sacrificar su cuerpo, Jesús pagó el precio de todos los pecados en nuestro lugar. De la misma manera en que un agente inmobiliario es el mediador entre un comprador y un vendedor, Jesús cumplió la mediación de la salvación entre Dios y nosotros. Para cumplir esta mediación Juan el Bautista pasó todos los pecados de la humanidad a Jesús para siempre. Por eso el día después de bautizar a Jesús, cuando Juan el Bautista cargó con los pecados del mundo, dijo: «He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo». Juan el Bautista dio testimonio de Jesucristo como el Salvador de la humanidad que cargó los pecados de la humanidad a sus espaldas y así se convirtió en el mediador entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. 
 
 

Debemos entender el ministerio de Elías

 
En Juan 1, 6-8 la Biblia dice lo siguiente acerca de Juan el Bautista: «Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan. Este vino por testimonio, para que diese testimonio de la luz, a fin de que todos creyesen por él. No era él la luz, sino para que diese testimonio de la luz». 
Esto significa que Juan el Bautista vino a dar testimonio de Jesús, y a través de Juan el Bautista todo el mundo se da cuenta de que Jesús es el Salvador. Por supuesto, todos debemos entender esto, ya que por mucho que queramos creer en Jesús como nuestro Salvador, si no conocemos esta Verdad, simplemente estamos practicando una religión del mundo, ya seamos pastores o laicos. Si no conocen el Evangelio del agua y el Espíritu, seremos engañados por Satanás y sólo intentaremos establecer nuestra justicia en nuestra vida de fe, por lo que acabaremos levantándonos contra la justicia de Dios. Por mucho que pensemos que hemos recibido la remisión de los pecados al creer en Jesús, si nos levantamos contra la justicia de Dios, nos convertiremos en enemigos suyos y nuestras almas serán destruidas. 
En el monte de la transfiguración, Jesús fue transformado de repente y se volvió tan blanco como la nieve, y Elías y Moisés se aparecieron ante Él y conversaron con Él. Esto demuestra que Elías cumplió el papel de mediador entre Moisés y Jesucristo. Juan el Bautista pasó todos los pecados de la humanidad a Jesucristo para siempre, y Jesucristo aceptó todos los pecados a través de su bautismo. Entonces derramó su sangre y murió en la Cruz para pagar el precio de los pecados. Y al levantarse de entre los muertos, ha completado nuestra salvación; y gracias a esta salvación hemos recibido la remisión de los pecados y somos tan resplandecientes como Jesús por lo que podemos entrar en el Reino de los Cielos. En otras palabras, Dios nos ha dado todo lo necesario para entrar en su Reino. 
Aunque conozcan el mensaje del Evangelio, cuando intentan explicárselo a otras personas, verán que es difícil. He visto a muchos pastores famosos en canales de televisión cristianos comentando acerca del bautismo de Jesús, pero nunca he visto a ninguno dar la explicación correcta. ¿Qué está escrito en Mateo 11, 13-14? Dice: «Porque todos los profetas y la ley profetizaron hasta Juan. Y si queréis recibirlo, él es aquel Elías que había de venir», en otras palabras, Juan el Bautista es el Elías que está por venir. 
Juan el Bautista, el Elías espiritual, dio testimonio de Jesús como nuestro Salvador y de que Jesús nos ha salvado de todos los pecados del mundo al aceptarlos a través de su bautismo. Sin embargo, muchos líderes cristianos no conocen el Evangelio del agua y el Espíritu aunque sus ojos estén completamente abiertos, y como resultado, no pueden dar testimonio a nadie, ni siquiera a sus propias almas. Como estos líderes cristianos no conocen el Evangelio del agua y el Espíritu, cuando escuchan a alguien dando testimonio de este Evangelio, consideran a esta persona hereje. Como estamos librando una batalla espiritual contra Satanás, cuando les hablamos acerca de este Evangelio, su primera reacción es rechazarlo. Esto es lo que pasa. Así que no es fácil predicar el Evangelio del agua y el Espíritu a los que no han nacido de nuevo todavía. No solo tienen que estar completamente decididos a predicar este Evangelio, sino que también deben tener una fe firme, ya que sin esta fe firme es imposible predicar el Evangelio. 
Los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu, tenemos al Espíritu Santo en nuestros corazones, y por eso aceptamos la Verdad al final. Deben darse cuenta de que aceptar a Jesús como Salvador sin conocer el papel de Juan el Bautista solo les convertirá en practicantes de una religión del mundo. Por mucho que creamos en Jesús como nuestro salvador, no podemos librarnos de nuestros pecados si no reconocemos que los pecados del mundo fueron pasados a Jesucristo cuando Juan el Bautista le bautizó, y que Jesús cargó con todos los pecados a través del bautismo. Como personas que han recibido la remisión de los pecados, creemos que Juan el Bautista fue el mediador entre Dios y nosotros, y que Jesús cargó con todos nuestros pecados al ser bautizado por Juan, al morir en la Cruz, y resucitar de entre los muertos para salvarnos para siempre. Gracias a esta Verdad podemos vivir con fe a pesar de nuestras debilidades, y podemos estar firmes en nuestra fe en el Evangelio del agua y el Espíritu. De lo contrario sería imposible tener fe. Esto lo he dicho en todos mis escritos. 
Jesús vino para cumplir el papel de mediador entre Dios Padre y la humanidad pecadora. Como sabía que no podríamos acercarnos a Dios por culpa de nuestros pecados, Jesús tomó todos los pecados de la humanidad al ser bautizado por Juan el Bautista, morir en la Cruz y levantarse de entre los muertos. A través de estas obras ha completado nuestra salvación y ha cumplido su papel de mediador por nosotros, para que todo el que crea en la justicia de Jesús pueda acercarse a Dios con confianza. Fue posible que Jesús cumpliese su papel de mediador entre Dios Padre y la humanidad gracias a la ayuda de Juan el Bautista. Por supuesto, esto se cumplió según el plan de Dios Padre. Sin el papel de Juan el Bautista y el ministerio de Jesús, nadie podría haberse librado de los pecados ni reconocer a Jesús como el Salvador. 
La Biblia dice en Juan 1, 6-8: «Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan. Este vino por testimonio, para que diese testimonio de la luz, a fin de que todos creyesen por él. No era él la luz, sino para que diese testimonio de la luz». Esto significa que Juan el Bautista vino a dar testimonio de Jesús. Juan el Bautista pasó los pecados de la humanidad a Jesús a través de Su bautismo, y como dio testimonio de esto, sabemos que Jesucristo es el Salvador, que cargó con todos nuestros pecados al ser bautizado, que murió en la Cruz, y se levantó de entre los muertos para convertirse en nuestro Salvador. El día después de bautizar a Jesús, Juan el Bautista dio testimonio de lo siguiente: «He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo» (Juan 1, 29). 
En aquel entonces no era fácil para nadie decir que Jesús era el Cordero de Dios, ya que si alguien proclamaba que Jesús era el Hijo de Dios, la gente ejecutaría a esa persona inmediatamente sin dudarlo. Pero a pesar de esto, Juan el Bautista predicó esta Verdad a todo el mundo con confianza. Sólo los que están de acuerdo con que Juan el Bautista hacía la obra de Dios podían decir esas cosas. Cualquier persona no podría decirlo. Juan el Bautista dio testimonio de Jesús diciendo: «Es el Hijo de Dios; vino a tomar los pecados de la humanidad; cargó con los pecados al ser bautizado por mí; morirá en la Cruz, se levantará de entre los muertos y así nos salvará a todos. Es el Cordero de Dios. Es el Cordero de la redención de la humanidad». Y según este testimonio, Jesús, el Hijo de Dios, que vino a la tierra como el Cordero del sacrificio, cargó con todos nuestros pecados a través de su bautismo, y como los animales del Antiguo Testamento que morían ante el altar de los holocaustos, fue crucificado hasta morir. 
Elías y Moisés se aparecieron en la montaña de la transfiguración y hablaron con Jesús, y deben entender por qué Elías apareció con Moisés. Aunque el representante del Antiguo Testamento es Moisés, el último profeta y Sumo Sacerdote es Juan el Bautista, el Elías espiritual. Si Juan el Bautista no hubiese dado testimonio de la salvación, incluyendo el hecho de que Jesús cargó con todos nuestros pecados a través de su bautismo, no podríamos haber sido transformados como Jesús fue transformado. Sería imposible recibir la remisión de los pecados o limpiar nuestros pecados completamente sin el testimonio de Juan el Bautista. Por eso, el suceso ocurrido en la montaña de la transfiguración no solo nos habla de la transformación de Jesús, sino que además implica que si creemos en Jesucristo, que vino por el Evangelio del agua y el Espíritu, seremos librados de nuestros pecados y nos convertiremos en hijos de Dios. Así que, de la misma manera en que Jesús fue transformado, nosotros también seremos transformados. ¿Pero cómo se consigue esta transformación? Nos transformamos al saber lo que Elías, Moisés y Jesús hicieron. Esto es lo que nos dice el pasaje de las Escrituras de hoy. 
Los seres humanos fueron creados en la imagen de Dios, pero cuando cayeron en el pecado al ser tentados por Satanás por la debilidad de su carne, perdieron la imagen de Dios y se convirtieron en pecadores y siervos del Diablo. ¿Quién transforma a los seres humanos en la imagen de Dios de nuevo? Dios, por supuesto. Dios nos dio la Ley a través de Moisés; a través de la Ley nos dimos cuenta de nuestros pecados; y Juan el Bautista pasó los pecados de la humanidad a Jesucristo. Al aceptar nuestros pecados, Jesucristo fue crucificado y resucitado de entre los muertos, y así nos ha salvado de nuestros pecados. Así es como nos ha transformado completamente, nos ha salvado y nos ha hecho hijos de Dios. 
Sin embargo, la mayoría de los cristianos no se dan cuenta de que Juan el Bautista es el mediador entre Jesucristo y la humanidad y no entienden que el Mediador entre Dios Padre y la humanidad es Jesucristo. Aunque dicen creer en Jesús, no entienden lo que Juan el Bautista hizo con Jesús y dicen creer en Jesús a ciegas. Esto es mera superstición. 
¿Por qué se aparecieron Elías y Moisés ante Jesús en el monte de la transfiguración? Porque Moisés era el representante de la Ley, y Elías era el puente entre Jesús y Moisés, es decir el enlace entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. Este Elías representa a Juan el Bautista en el Nuevo Testamento. Y en Mateo 11, 11-14 Jesús describió a Juan el Bautista como el representante de la humanidad y el Elías que estaba por venir diciendo: «De cierto os digo: Entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista; pero el más pequeño en el reino de los cielos, mayor es que él. Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan. Porque todos los profetas y la ley profetizaron hasta Juan. Y si queréis recibirlo, él es aquel Elías que había de venir».
¿Hay alguien que no haya nacido de una mujer? Todos hemos nacido de nuestras madres, ¿no es así? Cuando Jesús dijo: «Entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista». Quería decir que Juan el Bautista es el representante de la humanidad. 
Jesús aceptó todos los pecados de la humanidad a través del bautismo que recibió de Juan el Bautista. Jesús tuvo que venir a aceptar los pecados de la humanidad, y Juan el Bautista tenía que pasarle los pecados al bautizarle. Este es un principio lógico. Cuando Juan el Bautista bautizó a Jesús, este último dijo: «Permíteme hacer ahora, pues conviene así que cumplamos toda justicia». El que Jesús fuese bautizado por Juan el Bautista significa que Juan pasó los pecados del mundo a Jesús, y que Jesús los aceptó. Por eso Jesús tuvo que ser crucificado hasta morir y al levantarse de entre los muertos se convirtió en nuestro Salvador. Juan el Bautista cumplió el papel de mediador entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. 
Como dice Juan 1, 17: «Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo». Dios le dio la Ley a la humanidad a través de Moisés. Y a través de Jesús, nos ha dado la gracia y la Verdad para salvarnos de la Ley. ¿Por qué menciona la gracia aquí la Biblia? Porque no conseguimos entrar en el Cielo por nuestras obras. No lo conseguimos por nuestros propios esfuerzos, sino a través del sacrificio de Jesús. Por eso Jesús se ha convertido en el Mediador entre Dios y nosotros. Debemos entender este papel de Mediador correctamente. 
¿Quién es su mediador? Sus predecesores de la fe son sus mediadores. Jesús es el Mediador entre Dios y los nacidos de nuevo, y los que hemos recibido la remisión de los pecados mediamos entre Jesús y los que no han sido redimidos todavía. Sin el papel de mediador que cumplimos los redimidos, ¿cómo podrían saber quién es Jesús y cómo podría Jesús haber recibido los pecados a través de Juan el Bautista? ¿Cómo podrían haber conocido esta Verdad por su cuenta? Muchos cristianos creen en Jesús a ciegas sin preguntarse por qué fue bautizado. Creen en Jesús sin pensar. Gracias a los que recibieron la remisión de los pecados primero, ustedes pudieron conocer el Evangelio del agua y el Espíritu, y creer que Jesús aceptó los pecados del mundo a través de Juan el Bautista, murió en la Cruz, se levantó de entre los muertos y se convirtió en su Salvador. 
Como el precio del pecado es la muerte, teníamos que morir por nuestros pecados, pero Jesús aceptó todos esos pecados a través de Juan el Bautista y pagó el precio en la Cruz en nuestro lugar, y por eso nos convertimos en personas justas al creer en esto. ¿Cómo puede una persona creer en Jesús sin saber esto? Adorar a un dios desconocido es superstición y si creen en Jesús sin entenderle, es lo mismo que creer en supersticiones. Por esto es absolutamente indispensable conocer a Jesús correctamente. 
¿Quién es el verdadero Mediador entre Dios y nosotros? Jesús. ¿Quién es el mediador entre Jesús y nosotros? Juan el Bautista. Jesús es el verdadero Dios (1 Juan 5, 20). Dios mismo nos ha llevado a Él. Jesús fue bautizado por Juan el Bautista, y a través de este bautismo, aceptó todos los pecados de la humanidad para siempre. Entonces fue crucificado mientras cargaba con estos pecados del mundo, y al levantarse de entre los muertos, nos ha salvado a todos para siempre. 
El Antiguo Testamento acaba con el Libro de Malaquías, y este libro profetiza que Elías volvería de nuevo. Este Elías era Juan el Bautista. Según esta profecía, Juan el Bautista nació en este mundo seis meses antes que Jesucristo, dio testimonio de Jesús y le pasó todos los pecados del mundo a través del bautismo. Por los pecados que Jesús aceptó en ese momento, murió en la Cruz, y al levantarse de entre los muertos, completó la salvación de la humanidad. Juan el Bautista era el mediador de todas estas cosas. De esta manera, se convirtió en el mediador entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. 
Juan el Bautista también dio testimonio de Jesús. Dio testimonio de Jesús como el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, y de lo que Jesús haría. Juan el Bautista vino al mundo para hacer esta obra. ¿Pueden entender ahora el papel de Juan el Bautista? Su obra consistió en pasar todos nuestros pecados a Jesús para que fuese posible que Cristo nos salvase. Como Jesús fue bautizado por Juan el Bautista pudo cargar con nuestros pecados, y para pagar el precio de todos estos pecados, Jesús fue crucificado hasta morir. Y al levantarse de entre los muertos, completó su obra de Salvación. Juan el Bautista dio testimonio de todas estas cosas, de que Jesús era el Hijo de Dios y Dios mismo. 
El Antiguo Testamento está representado por Moisés, quien guió al pueblo de Israel al Río Jordán, desde donde se veía la tierra de Canaán, y después murió para ir con Dios. Esto implica que la función de la Ley es enseñarnos acerca del pecado, y cuando nos damos cuenta del pecado, debemos ir a Jesucristo. Esta es la única función de las enseñanzas de la Ley. La Ley no puede darnos la remisión de los pecados. Aunque Moisés vio la tierra de Canaán desde una distancia, murió sin pisarla. De la misma manera, la Ley solo nos enseña acerca del pecado. A través de la Ley nos damos cuenta de que somos pecadores ante Dios. 
Y gracias a Juan el Bautista nos damos cuenta de cómo Jesús tomó todos los pecados del mundo. Nos hemos convertido en el pueblo de Dios al creer que Jesús aceptó todos nuestros pecados a través del bautismo que recibió de Juan el Bautista, y cumplió la salvación al morir en la Cruz y resucitar de entre los muertos. Y el día en que Jesús vuelva a este mundo, nosotros seremos transformados como Jesús fue transformado en el monte de la transfiguración. La Biblia dice que nuestros cuerpos serán transformados cuando el Señor vuelva a este mundo, como está escrito: «Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad» (1 Corintios 15, 53). Esto es lo que Dios nos está demostrando a través de la transfiguración de Jesús en el pasaje de las Escrituras de hoy. 
Jesús aceptó todos nuestros pecados para siempre a través de su bautismo. Sus pecados y los míos fueron pasados a Jesús. Mientras cargaba con nuestros pecados, fue crucificado; y al levantarse de entre los muertos, nos ha salvado a todos. El Jesucristo resucitado está sentado a la derecha de Dios Padre. Al creer en este Jesucristo como nuestro Salvador podemos recibir la remisión de los pecados y, aunque seguimos siendo débiles en nuestra carne, estamos firmes ante Dios y vivimos por fe. 
¿Cómo van a recibir la remisión de los pecados de otra manera, si los pecados que cometemos en nuestras vidas son tan densos? ¿Cuánto más podemos convertimos en hijos de Dios y en personas sin pecados? Por tanto, debemos darnos cuenta de esto claramente, creer, y seguir escuchando la Palabra y meditando sobre la Verdad. Deben entender que su salvación se predica por fe, y no con obras carnales. 
Dios nos ha salvado, nos ha dado sabiduría e inteligencia, y nos ha dado poder. Pero no somos nadie si no hacemos su obra. Dios nos ha ordenado que hagamos esto, y nos ha prometido que nos transformará como Jesús. Por nuestra cuenta, no podemos conseguir nada para servir a Dios. Debemos reconocer y aceptar que estamos sirviendo al Señor por las fuerzas que nos ha dado, y nuestro corazón debe obrar antes que nuestros cuerpos. Nuestros corazones deben estar firmes por la fe ante Dios primero, y por fe debemos obrar. Juan el Bautista era humilde y por eso se humilló ante el Señor diciendo: «Es necesario que él crezca, pero que yo mengüe» (Juan 3, 30). Además necesitamos una buena actitud ante el Señor. Estamos haciendo lo que el Señor nos ha confiado. 
La persona que no se prepare para el futuro, no tendrá nada y vivirá como un vagabundo. Si prepararse para el futuro es importante en la vida carnal, ¿no será más importante prepararse cuando se trata de asuntos espirituales? Creer en que Juan el Bautista se convirtió en nuestro mediador es prepararse para el futuro de nuestras almas. 
Cuando predican el Evangelio del agua y el Espíritu a otras personas, deben explicar la importancia del bautismo de Jesús claramente, ya lo acepten o no. Si no recuerdan los versículos de la Biblia que demuestran esto, escríbanlos y léanlos delante de la gente a la que prediquen. 
Prediquemos el Evangelio del agua y el Espíritu por todo el mundo con fe en esta Verdad. Juntos podemos predicar el Evangelio con todas nuestras fuerzas hasta el fin del mundo.