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ስብከቶች፤

Tema 18: Génesis

[Capítulo 8-2] Hay ocho estaciones en nuestras vidas de fe (Génesis 8:22)

(Génesis 8:22)
«Mientras la tierra permanezca,
no cesarán la sementera y la siega,
el frío y el calor, el verano y el invierno,
y el día y la noche».
 
 
Siempre me da alegría escuchar la Palabra de Dios y predicarla. La Palabra de Dios es indispensable para todos nosotros y por eso Dios la escribió en la Biblia. Noé salió del arca después del diluvio y ofreció un sacrificio de fe a Dios. Entonces Dios aceptó la fe de Noé y le dijo:
«Mientras la tierra permanezca,
no cesarán la sementera y la siega,
el frío y el calor, el verano y el invierno,
y el día y la noche» (Génesis 8:22).
Cuando lo pensamos desde nuestra perspectiva humana, parece que este pasaje no es nada extraordinario. Entonces, ¿por qué aparece en la Biblia? Después de todo solo es natural que mientras la tierra exista, haya siempre día y noche, verano e invierno, siembra y cosecha. Entonces, ¿por qué incluyó Dios este pasaje en la Biblia?
Este pasaje nos enseña que hay momentos buenos y momentos malos en nuestras vidas de fe. Sería maravilloso poder vivir con fe y comodidad, pero no es siempre así. Cuando recibimos la remisión de los pecados por primera vez al escuchar el Evangelio del agua y el Espíritu de corazón, durante algún tiempo estábamos tan llenos de gozo y alegría que pensábamos estar caminando sobre nubes. ¿Qué maravilloso sería si este gozo se renovase todos los días haciendo posible que viviésemos nuestras vidas con este gozo que tuvimos cuando creímos por primera vez en el Evangelio del agua y el Espíritu y recibimos la remisión de nuestros pecados? Estábamos llenos de gozo cuando creímos por primera vez en el Evangelio del agua y el Espíritu, pero con el paso del tiempo este gozo se apagó. Y después de un tiempo de nuevo nos llenamos de gozo. Aunque sería maravilloso vivir con la plenitud del Espíritu Santo, nuestras vidas de fe no son siempre tan maravillosas, sino que tienen buenos y malos momentos.
Dicho de otra manera, nuestros corazones no siempre son iguales en nuestras vidas de fe ante Dios. De la misma manera en que hay cuatro estaciones, primavera, verano, otoño e invierno en la zona templada hay ocho estaciones en nuestras vidas de fe. De la misma manera en que estas cuatro estaciones son indispensables para todas las formas de vidas en las zonas templadas, nuestras vidas de fe también necesitan las ocho estaciones que Dios nos ha dado. Corea tiene cuatro estaciones bien definidas, y el invierno es frío y todos los árboles se deshacen de sus hojas e incluso los animales hibernan. El invierno debe ser frío. Se dice que si el invierno es demasiado suave, la agricultura se vera perjudicada ya que las plagas serán más activas el año siguiente. Todo parece ser congelado en invierno, pero las criaturas lo soportan pacientemente esperando la primavera, cuando todo vuelve a la vida. También hay muchas estaciones en nuestras vidas de fe, y sea cual sea la estación en la que nos encontremos, debemos darnos cuenta de que está ahí para reforzar nuestras vidas de fe.
Las palabras “mientras permanezca” significan “mientras existamos en este mundo”. En otras palabras, mientras estemos en este mundo siempre habrá siembra y cosecha, calor y frío, invierno y verano, noche y día. Sería maravilloso que nuestras vidas de fe siempre fuesen claras, pero desafortunadamente no es así. Como hay muchas estaciones en nuestras vidas de fe, a veces nuestros corazones están llenos de gozo y otras veces están llenas de depresión.
Cuando recibimos la remisión de nuestros pecados al escuchar y creer en el Evangelio del agua y el Espíritu de corazón, estábamos tan llenos de energía para predicar el Evangelio por todas partes para plantar la Palabra de Dios en los corazones de la gente. Como estábamos llenos de gozo porque Jesús había tomado todos nuestros pecados, trabajamos muy duro para predicar este Evangelio por todas partes. De esta manera, al principio trabajamos diligentemente para plantar la semilla del Evangelio, pero no sabíamos muy bien cosechar. Pero somos muy buenos plantando la semilla y la esparcimos en tierra seca, bosque denso y campos con espinas.
Cuando somos salvados de nuestros pecados primero plantamos la Palabra del Evangelio y después cosechamos. Después de plantar la semilla viene el buen tiempo y el mal tiempo. A veces estamos desalentados, y otras veces estamos llenos del Espíritu Santo. Ahora que hemos recibido la remisión de nuestros pecados, estamos viviendo nuestras vidas de fe para seguir al Señor, y a su debido tiempo llega inevitablemente el invierno espiritual. No hay nadie que no experimente este frío. Incluso nuestros ministros aquí viven el invierno de la fe. Cuando venga este invierno, nuestros corazones estarán oscuros y todo estará congelado.
¿Por qué nos ocurren estas cosas? La Iglesia de Dios está trabajando diligentemente para predicar el Evangelio a todas las almas, plantar la semilla y cosechar; pero cuando nos dejamos atar por nuestras debilidades, incluso después de haber llevado a cabo la obra del Señor, nuestros corazones entran en el invierno espiritual para entrar en hibernación. Pero a pesar de esto tenemos esta Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu en nuestros corazones, y por este poder de esta Palabra podemos librarnos de este frío. No hay nada que no podamos superar, porque tenemos el Espíritu Santo y la Palabra de Dios en nuestros corazones. El Evangelio está lleno de energía como dinamita.
 
 
¿Por qué están nuestros corazones aletargados a veces?
 
La razón es que miramos solo nuestra carne. Cuando recibimos la remisión de los pecados y empezamos a vivir nuestras vidas de fe, nuestros corazones están llenos de un anhelo como una olla con agua hirviendo. Pero cuando nuestros corazones hibernan por alguna razón, estamos inmóviles durante algún tiempo. ¿Acaso no han experimentado esto en sus corazones? Sus corazones también van de un lado a otro, un día están llenos de energía y el otro están completamente inmóviles. De la misma manera en que cambian las estaciones mientras la tierra siga existiendo, nuestros corazones también cambian entre vitalidad y letargo. Esto lo conozco bien aunque no vea sus vidas de fe con mis propios ojos. Así es como los nacidos de nuevo viven su fe como está escrito en la Palabra de Dios. Lo sé todo porque Dios lo ha dicho todo.
Aunque nuestros corazones estén fríos y aletargados un día y calientes y vibrantes el día siguiente, todos debemos creer en el Evangelio del agua y el Espíritu de Dios y Su Palabra sin dudar y renovar nuestra fuerza espiritual por esta fe. De la misma manera en que los árboles y las plantas florecen con la luz del sol, si le pedimos al Señor que nos ayude al poner nuestra fe en Él, seremos vencedores para siempre. Si nos aferramos a la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu del Señor, nuestra fe volverá a estar recta y nuestros pensamientos espirituales restaurados en nuestras mentes porque el Señor nos ayudará. A veces cuando estamos desalentados podemos pensar que nuestras vidas de fe han llegado a su fin, pero no debemos pensar de esta manera. Estas preocupaciones y debilidades siempre estarán ahí, y tendremos momentos buenos y malos en nuestro camino. Cuando esto ocurra debemos volver al Evangelio del agua y el Espíritu y Su Palabra, escuchar esta Palabra y compartirla los unos con los otros, renovar nuestras fueras para continuar con nuestras vidas. El Señor nos dijo que la siembra y la cosecha, el frío y el calor, el invierno y el verano, el día y la noche no cesarán. Hay ocho estaciones espirituales en nuestras vidas de fe, y por eso debemos darnos cuenta de que estas estaciones se repiten de manera cíclica.
 
 
El Señor es nuestro gozo y esperanza; no somos nadie sin Él
 
A veces nuestras vidas están inmersas en una noche fría y oscura. Cuando esto ocurre debemos pensar en Dios y Su Palabra aún más. No somos nadie sin el Señor. Y tenemos que saber que es el Señor quien nos ha permitido pasar por estas ocho estaciones de fe. Así es como el Señor nos refina paso a paso. Nos refina para convertirnos en personas de fe fuertes y resistentes y nos moldea para ser obreros justos dignos de ser utilizados por Él. Sé muy bien que cuando sus corazones se desesperan, se preocupan por eso y lo otro y se preguntan por qué se sienten desalentados tan a menudo. Pero cuando escuchan la verdadera Palabra de Dios sus corazones estarán llenos de júbilos enseguida. Entonces pensarán: “Estaba tan desalentado hace poco, pero ahora de repente me encuentro tan bien. ¿Se debe esto a que soy tan voluble?”. Pero no es que sean volubles, sino que la gente espiritual pasa por estas cosas para hacerse más fuerte. No hay razón por la que caer en la desesperación espiritual por este motivo.
 
 

Todo líder espiritual experimenta lo mismo

 
Se tarda mucho tiempo y mucho trabajo en convertir un árbol en madera dura y útil. De la misma manera, nosotros también tardamos mucho tiempo en refinar nuestro corazón para que nuestra fe crezca. Durante este tiempo pasaremos durante estas ocho estaciones espirituales repetidamente y así es como creceremos. Todos y cada uno de ustedes tendrá que pasar por la siembra y la cosecha, el calor y el frío, el invierno y el verano. Al pasar por estos procesos tenemos disciplina para estar firmes como personas de fe inamovible. No se sorprendan cuando pasen por momentos malos en una noche de invierno fría a pesar de creer en el Señor y de haber nacido de nuevo. Lo que deben entender aquí es que cuando pasan por estos momentos duros y pruebas, Dios les dará un don espiritual precioso. Dios no permitirá que les pase nada.
Cuando miro mi pasado, hay muchas cosas que ocurrieron contra mis deseos. Tuve demasiado dolor de corazón que me puso triste y en esos días lo pasé muy mal con estas dificultades preguntándome por qué me pasaba eso. A continuación me di cuenta de que estas cosas pasaban porque eran absolutamente necesarias para cumplir la voluntad de Dios en mí. Por tanto, no pude evitar confesar, como el Apóstol Pablo confesó: «Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados» (Romanos 8:28).
Todos queremos vivir una vida feliz y virtuosa. El deseo de mi corazón es caminar recto hacia la voluntad de Dios como un ciprés que se levanta hacia el cielo. Pero cuando miro atrás y veo mis pasos, me doy cuenta de que no he vivido mis sueños. Cuando pasé por pruebas difíciles en mi vida, a menudo estuve muy cerca de culpar a Dios; pero con el paso del tiempo me he dado cuenta de que Dios permite que estas pruebas ocurran para refinarme y hacerme un hombre de fe mejor. Cuando miro cómo el Señor me ha guiado así hasta hoy, puedo ver que todas las pruebas que experimenté vinieron seguidas por la primavera, todo momento oscuro por la luz y todo trabajo para plantar la semilla del Evangelio por la cosecha. Sé que los momentos difíciles vienen seguidos de cosas mucho mejores. Hoy en día, cuando tengo dificultades, ya no estoy triste o deprimido, sino que busca a Dios con confianza porque me deja pasar por estos momentos para darme algo bueno, y para hacerme un hombre más fuerte y mejor.
Mis queridos hermanos, aunque conocemos esta providencia de Dios, seguimos estando heridos cuando nuestras vidas de fe no salen como pensábamos. Tendemos a caer en nuestros pensamientos carnales cuando pasamos por dificultades, resintiéndonos por pasar por estos momentos. Si nuestros corazones no están en el lugar adecuado cuando pasamos por estos problemas, resentiremos el hecho de que Dios nos está guiando y trabajando en nuestros. Sin embargo, si renovamos nuestros corazones podemos esperar el fruto que nos traerá estas dificultades.
Es muy importante ir en la dirección correcta en nuestras vidas. Si nos ponemos la meta correcta para nuestra fe, todos nosotros estaremos gozosos con todo lo que Dios permite que pase. Todo lo que Dios permite que pase en nuestras vidas sea bueno. No hay nada que no sea valioso. Pero si la dirección de nuestros corazones es la errónea y nuestros deseos se desvían del deseo del Señor aunque sea un poco, nos sentiremos desesperados y resentidos. Esto ocurre cuando nuestros corazones se oscurecen. Normalmente se describe como caer en la tentación porque la dirección está equivocada. Pero no hay ningún problema si la dirección es la correcta. Esto se debe a que cuando hay dificultades el Señor renovará nuestras fuerzas sin falta.
De hecho, las dificultades no son el problema de los verdaderos cristiano. El problema verdadero surge cuando nuestros corazones espirituales se pierden. Cuando nuestros corazones están orientados hacia la dirección espiritual equivocada tenemos los problemas más graves. Las dificultades físicas o materiales no son un problema para los cristianos. Aunque nuestra pierna esté rota, no es un problema grave. El verdadero problema surge cuando tenemos problemas y caemos en la desesperación espiritual. Y a través de esto, dejar que nuestros corazones vayan por el mal camino es el verdadero problema. De hecho, si nuestros corazones están rectos a los ojos de Dios, todas estas dificultades que pasamos los cristianos no son ningún problema.
Todos sabemos lo difícil que es para la Iglesia de Dios servir al Evangelio del agua y el Espíritu. Pero a pesar de ser duro, debemos plantar el Evangelio del agua y el Espíritu diligentemente, porque solo entonces podemos cosechar. Cuando miramos al futuro y pensamos en esta cosecha, podemos trabajar más diligentemente con un corazón voluntarioso aunque sea difícil ser fieles a Dios ahora. Aunque todos los agricultores tienen que trabajar muy duro, pueden sonreír porque tienen esperanza y esperan el día cuando cosecharán el fruto de su labor. Esto es lo que esperan los agricultores. Si no plantamos las semillas del Evangelio como agricultores, ¿tendremos algo que hacer después? No, no tendremos nada que hacer. Por cada obra espiritual si no plantamos la semilla del Evangelio, no habrá cosecha.
Después de que Noé saliese del arca, Dios le dijo: “Mientras la tierra permanezca, habrá siempre tiempo de siembra y tiempo de cosecha. Y habrá calor y frío, verano e invierno, y día y noche no cesarán”. Le doy todas las gracias a Dios por permitirnos experimentar estas cosas.
Donde vivo tenemos un pequeño jardín donde mi mujer cultiva verduras. Una vez vi a mi mujer plantando semillas y me pregunté por qué estaba plantando tantas semillas. Pensaba que estaba malgastándolas, pero más tarde me di cuenta de que no era así cuando vi las plantas crecer en el jardín. Aunque mi mujer había plantado tantas semillas, no muchas de ellas crecieron y aún menos sobrevivieron para la cosecha. Esto también es cierto cuando hablamos de la obra de salvar a las almas: Cuando comparamos todas las semillas que con plantadas, la cosecha es pequeña. Aunque hayamos plantado muchas semillas del Evangelio del agua y el Espíritu por todo el mundo, pocas de ellas crecen y se convierten en árboles maduros de la fe.
Pero a pesar de esto no hemos perdido nuestras esperanzas y seguimos trabajando duro. Por eso el Señor nos dijo que un alma es más valiosa que todo lo que hay en este mundo. Por tanto, estamos agradecidos sin palabras si Dios salva una sola alma del pecado a través de nosotros. ¿Podemos hacer que un alma entre en el Cielo por nuestra cuenta? ¿Tenemos la habilidad de recrear a alguien en una persona justa por nuestra cuenta? No, no podemos hacerlo. Pero aunque tenemos muchos fallos y no tenemos fuerzas propias, el Evangelio del agua y el Espíritu que el Señor nos dio es poderoso, y por tanto puede llevar a los que lo escuchan y creen en él a nacer de nuevo de verdad. La semilla que plantamos germina y se convierte en un árbol gracias a Dios, y nosotros estamos agradecidos porque podemos seguir plantamos estas semillas de la vida diligentemente.
Como agricultores del Evangelio, plantamos las semillas de la Palabra de Dios sin cesar. Los siervos de Dios son tan ambiciosos que plantan las semillas de la Palabra pensando que es primavera todo el año, pero Dios también permite que llegue el invierno. Hay veces en que nuestros corazones se vienen abajo y no pueden seguir viviendo, y mucho menos plantando semillas. A veces estamos tan cansados que ni siguiera podemos prestar atención a otras personas, y no nos importa si los demás mueren o no. Por supuesto, es maravilloso cuando la estación de la fe es el verano o el otoño, pero cuando es invierno puede ser muy difícil. Incluso cuando aparece la primavera fuera, es posible que nuestros corazones sean visitados por el invierno espiritual. Pero a pesar de esto estoy seguro de que hemos pasado por dificultades ahora mismo, pero que vendrán días mejores sin falta. De la misma manera en que la mañana llega cuando termina la noche, nuestra fe también es visitada por el día y por la noche, la primavera y el verano, y el otoño y el invierno, con cada estación yendo y viniendo en su momento. Podemos pasar por el invierno más duro porque creemos que Dios nos llevará a la primavera de nuevo; si nos hubiésemos quedado en un invierno infinito, hubiésemos muerto hace mucho. Por tanto, no debemos caer en la desesperación aunque llegue el invierno, sino que debemos retener la esperanza, porque Dios nos devolverá la primavera. Y debemos darnos cuenta cuando el día esté aquí que será seguido inevitablemente por otra noche.
 
 

Como justos, todos tenemos buenos y malos momentos en nuestras vidas

 
¿Creen que estamos viviendo por nuestros propios deseos? En realidad solo estamos viviendo porque hemos nacido en este mundo. ¿Recibimos la remisión de los pecados solo porque queríamos recibirla? No, hemos recibido la remisión de nuestros pecados porque el Señor nos la dio para que la aceptásemos. Ahora que hemos recibido la remisión de nuestros pecados, ¿creen que estamos vivos porque queremos? No, estamos vivos porque el Señor nos mantiene vivos. ¿Alguno de nosotros pidió que hubiese día o noche? No, no lo pedimos, pero Dios nos lo dio según Su tiempo. Estamos viviendo dentro de la providencia de Dios. Aunque parezca que nuestras vidas estén mantenidas por nuestros propios esfuerzos, en realidad estamos viviendo gracias a la providencia de Dios. Solo pensamos lo contrario por nuestra ignorancia.
Ahora que hemos recibido la remisión de nuestros pecados, es gracias a la providencia de Dios que estamos viviendo nuestra fe. Por tanto, todos debemos plantar las semillas del Evangelio queramos o no. También según la providencia de Dios estamos visitados por todas las estaciones espirituales. ¿Pedimos que venga el invierno porque lo queramos? No, el invierno viene porque es lo que Dios nos da. Pero cuando nuestros corazones estén aletargados en el invierno, Dios nos da la primavera de nuevo y calienta nuestros corazones. Si solo nuestros corazones son fuertes y están clavados, no dudaremos por mucho que cambien nuestras circunstancias y por muchos problemas que tengamos, Pero nuestros corazones tienden a cambiar a menudo.
Estoy seguro de que todos ustedes han pasado por todas las estaciones de fe. Aunque hay cuatro estaciones en la naturaleza, hay ocho estaciones espirituales. Hay el doble de estaciones de fe que estaciones naturales. Las estaciones espirituales también cambian más a menudo y de manera más rápida. Hablando de manera estricta, es bueno que nuestros corazones tengan cambios rápidos de estas estaciones espirituales. Aunque no es bueno que nuestros corazones sean volátiles, es bueno que nuestros corazones cambien con las estaciones. Las dificultades y la felicidad de los justos son el doble de intensas que muchas de las dificultades y el gozo de la gente del mundo. La gente del mundo está satisfecha si se puede vestir y puede comer, y encuentra gozo en las cosas inútiles. Pero en contraste, las cosas espirituales y los problemas nos hacen felices o tristes. Estas son nuestras vidas. No intenten vivir en un mundo feliz. Es natural que haya oscuridad y dificultades de vez en cuando. Hay veces en las que tenemos felicidad a raudales y otras en que sufrimos mucho dolor espiritual.
Cuando estén contentos, recuerden de que hay personas a su alrededor que están tristes. Si hay gente triste a su alrededor, deben consolarla y animarla para que esté feliz como ustedes. El Apóstol Pedro habló de estas cosas: «vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor» (2 Pedro 1:5-7).
Como nos avisa aquí el Apóstol Pedro, todos debemos vivir juntos con cada miembro de la Iglesia unidos en un solo cuerpo, añadiendo amor, amabilidad, gozo y perseverancia a nuestra relación. Como la Iglesia es un solo cuerpo, si un miembro tiene dolor, todos los miembros tienen dolor. Y ninguna herida se cura por sí misma. Todos los miembros de la Iglesia deben unirse y centrar su atención en el que sufre para curar su herida. Esta herida se cura solo cuando nos apoyamos los unos a los otros y nos ayudamos. Por eso decimos que la Iglesia de Dios es una familia. Cuando Noé entró en el arca, su familia lo acompañó. Nadie más entró en el arca excepto Noé y su familia. Hablando espiritualmente, somos todos una familia. Por tanto, aunque tengamos fallos, no son un problema, porque son nuestros fallos. Como son nuestros propios fallos, debemos sufrirlas y tratarlas nosotros mismos. Los fallos de nuestros hermanos santos son también los nuestros, y sus méritos también son los nuestros.
Para que la Iglesia de Dios madure en todos sitios, los justos deben darse cuenta de que son solo un cuerpo, y deben darse cuenta de lo edifica a los demás. ¿Cómo se edifican los justos los unos a los otros? Esta es una pregunta muy importante y todos deberían conocer la respuesta: Trabajando para plantar y cosechar el Evangelio del agua y el Espíritu por todo el mundo es lo que nos edifica. Además de esta obra de plantar el Evangelio en todas las almas y cosechar el fruto del Espíritu, cuidar los unos de los otros es también edificarse, especialmente cuando vemos a nuestros hermanos y hermanas pasando por estaciones de fe difíciles. Debemos cuidar los unos de los otros para ver si algún miembro de la Iglesia de Dios está sufriendo en la noche fría del invierno y debemos cuidar de estos miembros para que puedan resistir esta estación difícil. Los que son fuertes deben compartir su fuerza, y los que están sufriendo deben ser reconfortados. No debemos dar consuelo a nuestros hermanos santos solo con palabras, sino ayudarles de manera concreta para que pasen este invierno espiritual por fe. Y debemos cuidar de ellos para que renueven su fe, se levanten de nuevo y sirvan el Evangelio más diligentemente.
La Iglesia de Dios debe seguir caminando para conseguir la meta de evangelizar al mundo entero. Esta es una necesidad incuestionable. Al mismo tiempo, la Iglesia de Dios también debe cuidar de sus santos mientras pasan por diferentes estaciones de fe, del día a la noche, el verano y el invierno, el calor y el frío. En otras palabras, la Iglesia e Dios no solo debe plantar la semilla del Evangelio y cosechar sus frutos diligentemente, sino que debe nutrir y cuidar de todas las almas que viven en la Iglesia. La Iglesia debe hacer saber que todos sus miembros son un solo cuerpo; y debe cuidar de todos los miembros en tiempos de debilidad. Y en otros momentos la Iglesia debe esperar con paciencia. Una época de dificultades puede pasar muy rápido para algunas personas, pero para otras pasa muy despacio. Estas personas necesitan tiempo. Si se acaban de unir a la familia de la Iglesia, deben darse cuenta de que se tarda mucho tiempo antes de poder apreciar el amor que une a esta familia.
Si han recibido la remisión de los pecados y han alcanzado la salvación al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, e ahora en adelante deben unirse a la Iglesia y participar en su obra de plantar las semillas del Evangelio. Mientras hace la obra del Señor, pasarán por ocho estaciones de fe. Los siervos de Dios deben compartir su sabiduría con los santos en la Iglesia, cuidan bien de ellos y esperan que crezcan con paciencia para que todos los santos, incluyendo los que acaban de nacer de nuevo y empezado a crecer espiritualmente, y los que la recibieron antes, puedan pasar por todas las estaciones de fe. Por otro lado, los siervos de Dios deben seguir trabajando duro para plantar la semilla del Evangelio y cosechar sus frutos y a la vez cuidar de los santos dentro de la Iglesia que sufren en estaciones espirituales difíciles. Todos los santos deben ayudarse. Es absolutamente indispensable que la Iglesia de Dios cumpla esta función.
Hasta ahora hemos trabajado muy duro para plantar muchas semillas del Evangelio. Esta obra es algo que debemos seguir haciendo hasta que el Señor vuelva. Y mientras hacemos esto, debemos reflexionar y unir nuestras fuerzas más eficazmente para reforzar las partes internas de la Iglesia. En otras palabras, debemos nutrir a nuestros hermanos santos y cuidar de ellos hasta que todo árbol plantado en la Iglesia crezca para ser útil y dar frutos abundantes.
Cada uno de ustedes deben estar firmes en su fe primero y después crecer espiritualmente. Cuando la gente de fe sufre muchas tribulaciones espirituales puede superarlas por fe, y por tanto todos debemos ser este tipo de personas de fe. No es suficiente que un puñado de santos en la Iglesia se convierta en la gente de fe. Todo el mundo en la Iglesia debe serlo sin excepción. Solo porque unos pocos se hayan convertido en personas de fe, esto no significa que todo el mundo en la Iglesia esté bien. Todos nuestros hermanos y santos, y todos los siervos de Dios deben convertirse en personas de fe que pueden pasar por las ocho estaciones de la fe para hacerse más fuertes. Y para crecer espiritualmente de esta manera, necesitamos tiempo y debemos hacer crecer nuestra fuerza interior.
Como la Iglesia ha tenido bastante éxito plantando la semilla del Evangelio, debe prestar más atención a nutrir estos nuevos brotes para que se conviertan en obreros de Dios. Cuando hay más obreros, es más fácil y más efectivo hacer la obra de Dios. Después de todo, cien agricultores que trabajan duro pueden cosechar más cosechas que un solo agricultor. Por tanto, es imperativo que la Iglesia nutra a los que han nacido de nuevo al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu y los convierta en trabajadores. La Iglesia debe guiar a todo el mundo a ella, tanto a los jóvenes como a los viejos para que sean creyentes firmes y para que cada santo sea un árbol robusto que nunca se caiga por muy fuerte que sople el viento.
Para crecer en la fe, debemos examinarnos con cuidado y hacernos la siguiente pregunta: “A los ojos de Dios, ¿estoy ahora obedeciendo la providencia del Señor y siguiendo Su liderazgo con lealtad? ¿Estoy creciendo bien como Dios quiere que crezca?”. No nacimos solamente para plantar y cosechar. La vida de fe no se trata solo de plantar y cosechar. Nuestra fe debe crecer. Por supuesto, el Señor es quien nutre nuestra fe para crecer. Y las estaciones de la fe son necesarias para esto. Todas las estaciones, desde la primavera al verano, otoño e invierno, son necesarias para que crezca nuestra fe ya que tarda tiempo en madurar. Lo que necesitamos ahora es la gracia y el tiempo de Dios.
La Iglesia de Dios por todas partes necesita tiempo. Dios no se complace si no todos los miembros de la Iglesia crecen espiritualmente, y como resultado algunas iglesias crecen espiritualmente y otras no, lo que lleva a desequilibrios espirituales en Su Iglesia. Pero Dios quiere que haya un crecimiento equilibrado de la fe en todas las iglesias. Si hay algún miembro de la iglesia que se queda rezagado, es necesario esperar pacientemente a que esta iglesia crezca por fe. Solo entonces podremos decir que somos una familia. Si un hermano mayor tiene algo bueno, debe compartirlo con su hermano pequeño y el hermano pequeño debe aceptar esto de su hermano mayor. Lo mismo ocurre con las ramas de la Iglesia de Dios. Todas las iglesias deben compartir su crecimiento espiritual las unas con las otras para que cada miembro crezca igual. Esta práctica de ayudarse los unos a los otros es típica de la Iglesia Primitiva y por eso debemos seguir esta noble tradición (2 Corintios 8:13-15).
No tiene sentido discutir sobre quién es mejor que el otro. Todos somos iguales en el Señor. Pero al mismo tiempo, sigue siendo necesario darse cuenta de si son maduros espiritualmente o no. Si no conocen la condición de su fe aunque sigan al Señor, acabarán siendo engañados por las mentiras de Satanás y su fe acabará viniéndose abajo. Esto puede pasarle a cualquiera. Aunque Satanás no puede obrar libremente en la Iglesia establecida por Dios, si no tenemos cuidado podremos ser vulnerables a él. Si nuestra fe interior está reforzada para ser impenetrable, podrá arruinarse para siempre por las artimañas de Satanás. Todos debemos ser reforzados por nuestra fe interior para no dudar.
Por supuesto, sé muy bien que servir a este Evangelio les ha dejado cansados físicamente y por eso están sufriendo espiritualmente. Lo sé aunque no me lo digan. En realidad, no hay nadie que no sufra en su vida de fe. Así que cuando miro a nuestros hermanos y hermanas nacidos de nuevo, a veces los veo desalentados y desanimados. Aunque su interior esté resplandeciente, su apariencia exterior muestra todos los signos de desgaste. Pero a pesar de todo, aunque nuestros cuerpos estén cansados, tengo la seguridad interior de que somos creyentes firmes cuya fe nunca se mueve.
Mis queridos santos, ¿nos hemos convertido en árboles de fe que pueden ser utilizados por el Señor? Noé construyó el arca con madera de gofer, y esta madera solo es útil si es gruesa y fuerte. ¿Son árboles así? Nuestro Dios nos está nutriendo a todos y cada uno de nosotros para que seamos árboles así. Debemos examinarnos a nosotros mismos para ver si nuestra fe está madurando. Cada líder de las iglesias miembro debe examinar su iglesia para ver cuánto ha madurado por fe, ver dónde necesita trabajo, nutrirla en esa área y asegurarse de que cada iglesia crece siendo firme y leal. Si cualquier miembro de la iglesia perece, entonces esta será una pérdida terrible para nosotros. Ningún santo puede vivir por su cuenta. Es tan simple como eso. Ningún santo puede vivir por sí mismo. La Biblia dice que Jesús es la Cabeza de la Iglesia y nosotros somos sus miembros. Si un miembro del cuerpo de Cristo perece, esa parte muerta se pudrirá y contaminará a los otros miembros. Si un miembro perece, el cuerpo entero perecerá. Por tanto, debemos examinarnos con cuidado para ver si alguna iglesia está enferma o muriendo. Esto no debemos considerarlo por nuestra cuenta. Ningún pastor debe pensar que todo está bien porque no tenga dificultades. Aunque estén bien, si otro santo está pasando por dificultades, todo el mundo está en el mismo problema. Es natural que lo pasemos mal con nuestros hermanos santos, porque todos somos un solo cuerpo.
Debemos saber cómo cuidar de todos nuestros hermanos santos en cuerpo y espíritu. Y al hacerlo debemos renovar nuestras fuerzas y seguir plantando la semilla del Evangelio y cosechar sus frutos. También es importante cuidar de nosotros mismos, porque si plantamos la semilla y cosechamos el fruto sin cuidar de nosotros mismos, tarde o temprano estaremos cansados y moriremos. ¿De que nos sirve salvar a otras personas si morimos nosotros? Es también importante cuidar de nuestros cuerpos. Debemos ser tratados cuando estamos enfermos y descansar cuando estamos muy cansados. Sabemos muy bien que si pasa algo con cualquier parte del cuerpo, el cuerpo entero sufre. Debemos cuidar de todos los miembros de nuestra iglesia. Debemos mirarles y cuidar de ellos.
 
 

Todos los que han recibido la remisión de los pecados tienen el deber de plantar la semilla del Evangelio

 
Los justos están haciendo esta obra con lealtad para plantar la semilla del Evangelio porque tienen al Espíritu Santo en sus corazones. Todos los creyentes pasan por estas ocho estaciones y como la primera estación es la de plantar, cada creyente hace su obra sin que nadie se lo pida. Ahora es la hora de examinar nuestro interior. Todos nuestros hermanos y hermanas, y cada trabajador en la Iglesia deben crecer en su interior.
Debemos examinarnos detenidamente. Debemos ver qué errores hemos cometido, y con qué estamos teniendo problemas. Después de todo, ¿acaso no todos tenemos un invierno interior de vez en cuando? Por supuesto, podemos pensar que no hay problema si seguimos mirando hacia delante y sufriendo con paciencia. Pero no podemos hacer esto todo el tiempo. Cuesta tiempo que nuestra cosecha crezca, y también debe ser nutrida de una manera rápida. Los fertilizantes son buenos para el crecimiento de las cosechas, pero esto no significa que podamos usarlos aleatoriamente. Hay diferentes tipos de fertilizantes y cada estación requiere un fertilizante diferente. Si se utiliza demasiado fertilizante a la vez, o se utiliza el mismo fertilizante todos los días, habrá problemas con la cosecha. Si la cosecha no recibe los nutrientes necesarios, habrá problemas. Aunque la cosecha parezca sana por dentro, el grano que da será como un caparazón vacío. Lo que importa es lo que está dentro del grano.
Todos tenemos la tarea de cuidar de todos los miembros de la iglesia. Además de cuidar de nosotros mismos, nuestras familias e iglesias respectivas, debemos cuidar de todos los miembros de la iglesia. Este es mi mayor deseo. Quiero ver y compartir con todos nuestros hermanos y hermanas de todas las iglesias de Corea y el extranjero. Siento que es la hora de que los siervos de Dios cuiden los unos de los otros. ¿También piensan esto? Simplemente arar sin sentido no es bueno. De la misma manera en que un coche necesita frenos para frenar cuando necesita frenar, a veces los santos tienen que descansar de su carrera del Evangelio para que su fe pueda ser renovada para que sus interiores crezcan.
Por supuesto, no estoy diciendo que debamos dejar de predicar el Evangelio; lo que quiero decir es que no debemos correr a ciegas aunque tengan fallos espirituales que deban ser tratados. Es absolutamente crucial obtener todas las provisiones necesarias de manera oportuna, esperar con paciencia cuando tengamos que esperar y continuar con nuestra marcha llenos de energía cuando debamos seguir adelante. En otras palabras, debemos nutrir nuestros cuerpos, cuidarlos y esperar el momento adecuado.
¿Por qué dijo Dios a Noé que hay ocho estaciones? ¿Por qué dijo Dios a Noé que hay ocho estaciones cuando en la naturaleza hay solo cuatro? Justo después de que Noé saliese del arca, Dios le dijo:
«Mientras la tierra permanezca,
no cesarán la sementera y la siega,
el frío y el calor, el verano y el invierno,
y el día y la noche».
(Génesis 8:22).
¿Por qué dijo Dios esto? Desde una perspectiva científica este pasaje tiene sentido también. Algunos científicos dicen que el tiempo era muy estable antes del Diluvio de Noé porque la Tierra estaba protegida por una franja de agua encima del firmamento. Parece que las estaciones cambiaron después del Diluvio porque las aguas de encima del firmamento cayeron sobre la superficie de la tierra. Seguramente ocurrieron cambios climáticos en el planeta Tierra que alteraron sus estaciones. Así que Dios le dijo a Noé que no se sorprendiese por lo que iba a pasar y que estuviese preparado.
Cuando miro a nuestros hermanos y hermanas, veo que algunas personas están centrando todas sus energías en plantar semillas, mientras que otras se dedican a cosechar. También hay personas que hacen ambas obras bien. Hay algunos miembros que se hielan en invierno y hay otros que superan el invierno para convertirse en personas de fe sólida. Algunos de nosotros estamos en medio del verano, mientras que otros están en el otoño. Algunos están viendo la luz del día y otros están sumidos en la noche oscura.
Pero todavía hay algunos hermanos y hermanas que nunca han pasado por este proceso. Si hay estos hermanos y hermanas que están atascados en la siembra y la cosecha y no han pasado por todas las estaciones todavía, tenemos que enseñarles acerca del invierno para que lo pasen con paciencia. Si no les enseñamos estos a los santos de antemano, algunos pensarán que sus vidas de fe se han acabado en cuanto llegue el invierno, y morirán como consecuencia. En otras palabras, algunos santos querrán volver a su pasado a pesar de haber sido salvados diciendo: “No puedo soportar este frío. Lo odio. Quiero volver al verano. Quiero volver a donde solía vivir”. Por eso es importante enseñar a todos los santos acerca del invierno de antemano para que estén preparados.
 
 
No vuelvan a su pasado solo porque estén pasando por el invierno
 
Si viven en la Iglesia de Dios podrán soportar el invierno más duro, ya que el Señor les dará una fe inamovible y fuerzas espirituales para superar estas estaciones difíciles. Cuando superen este invierno, verán como aparece la primavera y todo vuelve a la vida. Esta estación vendrá sin falta cuando su vida entera florezca gracias a su fe.
Sin embargo, hay muchos santos en la Iglesia que no han experimentado ni calor ni frío todavía. Pero no deben preocuparse. Deben buscar al Señor tranquilamente, vivir en la Iglesia en silencio y esperar que el Señor les guíe. Ya estemos sufriendo o prosperando en nuestras vidas de fe, debemos vivir en la Iglesia en todo momento, y debemos tener fe para vivir guiados por Dios. En buenos y malos tiempos, ya se estén regocijando o sufriendo, debemos estar con la Iglesia siempre. Cuando reciben algo bueno, considérenlo un don de Dios; y cuando pasen por algo malo, pásenlo con paciencia sabiendo que el Señor está permitiendo que pasen por tiempos difíciles para refinar su fe y nutrirla. Así que les pido que sufran todos sus problemas en silencio en la Iglesia de Dios y que esperen en paciencia al Señor.
Estoy seguro de que muchos de nuestros hermanos y hermanas, jóvenes y mayores, ya han pasado por estas estaciones de la fe. Estoy seguro de que eso también es cierto de nuestros ministros. No hay nadie entre los nacidos de nuevo que no pase por estas estaciones. Como hemos recibido la remisión de los pecados y hemos nacido de nuevo espiritualmente al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu y como estamos viviendo en la Iglesia de Dios todos pasaremos por estas ocho estaciones tarde o temprano. Algunos de ustedes ya han pasado por esto muchas veces.
Pero pasar por una estación difícil no significa que sea el fin. Vendrá de nuevo. Sin embargo, cuando pasen por una estación difícil podrán pasarla mucho más rápido la segunda vez. Aunque tengan muchas dificultades la primera vez, de ahora en adelante podrán superar estas pruebas más fácilmente y rápidamente. El cambio de estación espiritual es algo que Dios determina. Si Dios ve que han tenido bastante en una estación, dejará que pase otra estación, pero si no es así dejará que esta estación continúe. La fe es lo que nos mantiene a través de estas estaciones espirituales y por tanto debemos superarlas por fe.
Mis queridos hermanos, es absolutamente importante que seamos vencedores en todas las estaciones espirituales que Dios nos trae. No se alejen de estas estaciones de fe que el Señor ha permitido que pasemos. Reciban estas estaciones, pasen por todas las estaciones espirituales para convertirse en santos de Dios aún más fieles. Espero y oro por que todas nuestras iglesias pasen por estas ocho estaciones espirituales, y así todas ellas se hagan más fuertes por dentro y por fuera.
Dios permitirá que estas estaciones vengan a todas las iglesias miembro para convertirlas en iglesias más fuertes. Si pasamos por estas estaciones espirituales por fe, todas las iglesias se convertirán en una Iglesia de Dios firme y todos podremos ser creyentes fuertes. Estoy segura de que nuestro Dios nos recompensará a todos los que queremos vivir por fe con bendiciones abundantes.