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ስብከቶች፤

Tema 24: SERMONES PARA LOS QUE SE HAN CONVERTIDO EN NUESTROS COLABORADORES

[24-16] El Señor ha salvado a todos los pecadores y les ha dado verdadera vida (Marcos 2, 13-22)

El Señor ha salvado a todos los pecadores y les ha dado verdadera vida(Marcos 2, 13-22)
«Después volvió a salir al mar; y toda la gente venía a él, y les enseñaba. Y al pasar, vio a Leví hijo de Alfeo, sentado al banco de los tributos públicos, y le dijo: Sígueme. Y levantándose, le siguió. Aconteció que estando Jesús a la mesa en casa de él, muchos publicanos y pecadores estaban también a la mesa juntamente con Jesús y sus discípulos; porque había muchos que le habían seguido. Y los escribas y los fariseos, viéndole comer con los publicanos y con los pecadores, dijeron a los discípulos: ¿Qué es esto, que él come y bebe con los publicanos y pecadores? Al oír esto Jesús, les dijo: Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores. Y los discípulos de Juan y los de los fariseos ayunaban; y vinieron, y le dijeron: ¿Por qué los discípulos de Juan y los de los fariseos ayunan, y tus discípulos no ayunan? Jesús les dijo: ¿Acaso pueden los que están de bodas ayunar mientras está con ellos el esposo? Entre tanto que tienen consigo al esposo, no pueden ayunar. Pero vendrán días cuando el esposo les será quitado, y entonces en aquellos días ayunarán. Nadie pone remiendo de paño nuevo en vestido viejo; de otra manera, el mismo remiendo nuevo tira de lo viejo, y se hace peor la rotura. Y nadie echa vino nuevo en odres viejos; de otra manera, el vino nuevo rompe los odres, y el vino se derrama, y los odres se pierden; pero el vino nuevo en odres nuevos se ha de echar».
 
 
Acabo de volver de una reunión de resurgimiento espiritual en la Iglesia de Gangreung donde prediqué la Palabra de Verdad encontrada en los capítulos 1 y 2 de Marcos. El mensaje principal de esta Palabra de Verdad es que nuestro Señor Jesucristo es el único Hijo de Dios, el Creador que hizo todas las cosas en el universo, y es nuestro Salvador. Y pudimos ser lavados de nuestros pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu que este Creador nos ha dado. Por tanto, si alguien cree en Jesús sin entender que es el Creador que hizo los cielos y la tierra, y el Salvador que vino a este mundo para librarnos de los pecados del mundo a través del Evangelio del agua y el Espíritu, la fe de esta persona es en vano. En otras palabras, si creemos en Jesús sin darnos cuenta de que es nuestro Dios y nuestro Salvador, nuestra fe será en vano. Debemos creer que nuestro Señor Jesús nos ha salvado de todos nuestros pecados. Sin embargo, todavía hay muchas personas que No han encontrado el Evangelio del agua y el Espíritu que constituye la justicia de Jesús, y todas estas personas tienen que ser libradas de sus pecados. Aunque es importante que crean en Jesús como su Salvador, su fe debe ir acompañada del hecho de que Jesús es Dios. Solo entonces pueden ser salvados de todos sus pecados al creer que Jesús es su verdadero Salvador.
A pesar del hecho de que los cristianos de todo el mundo dicen creer en Jesús como su Salvador y vivir una vida de fe, en realidad, creen en Jesús sin entender el Evangelio del agua y el Espíritu, la Verdad de la salvación que Jesús nos ha dado. Como resultado, siguen viviendo con pecados, sin poder convertirse en los hijos de Dios. Hay demasiados cristianos autoproclamados que están manchando el nombre del cristianismo con sus conjeturas ridículas. Un buen ejemplo de esto es el bestseller El Código Da Vinci, una novela escrita por un autor que dice ser cristiano. El argumento básico de este libro es la noción de que Jesús se casó con María Magdalena. El autor de esta novel cometió este error tan grave porque no entendió correctamente la divinidad de Jesús, y mucho menos la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu que Jesús nos ha dado. Como la gente no entiende la naturaleza divina de Jesús acaba cometiendo un error tan grande. Al final, estas personas deben arrepentirse y entregarse a la misericordia de Dios. De lo contrario seguirán sin entender que Jesús es su Salvador y serán destruidas al final.
Antes del pasaje de las Escrituras de hoy, Jesús le dijo a un paralítico: “Hijo, tus pecados te son perdonados” (Marcos 2, 5). Jesús pudo decirle esto al paralítico porque era Dios mismo y por tanto tenía la autoridad divina de perdonar los pecados de cualquier persona. Jesucristo solo pudo perdonar los pecados de todas las personas para siempre. El Señor dijo en Marcos 2, 10: «Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados (dijo al paralítico)». El Hijo del Hombre aquí denota que el Señor es el Dios Salvador que nació en este mundo encarnado en el Hijo del Hombre. En otras palabras, Jesús es Dios y tiene la autoridad de perdonar los pecados de todo el mundo. Como Jesús es Dios fundamentalmente tiene este poder. Por tanto, solo Jesús es el Salvador de todos los pecados. Solo Jesucristo, Dios mismo, tiene el poder de redimir todos los pecados de toda la raza humana. Solo Jesús pudo borrar los pecados de todo el mundo con Su Palabra. Vino a este mundo encarnado en un hombre para hacer saber que es el Salvador que libró a todos los pecadores de todos los pecados. Jesús es el Dios que creó el universo y todo lo que hay en él, incluyendo a nosotros, y es el Salvador que nos ha librado de todos nuestros pecados a través del Evangelio del agua y el Espíritu. Les pido que crean en esta Verdad y reciban las bendiciones de la salvación.
 
 
Comer con pecadores
 
Esta tarde hemos leído Marcos 2, 13-22 en el pasaje de las Escrituras de hoy. Después de sanar a un paralítico, Jesús salió al mar porque había demasiadas personas siguiéndole. Allí Jesús vio a un publicano llamado Leví (también conocido como Mateo) y lo hizo discípulo Suyo. Como Jesús fue invitado por Leví, fue a cenar a su casa. En aquel entonces los publicanos como Leví eran considerados traidores. Eran odiados por los israelitas porque recogían los impuestos severos en nombre del Imperio Romano. Así que era común que los israelitas despreciasen a los publicanos y los considerasen ladrones.
Sin embargo, Jesús cenó con este tipo de personas. Cuando los fariseos lo vieron, empezaron a denunciar a Jesús y a Sus discípulos. Aunque los fariseos creían en Jehová como en su Dios, no creyeron en Jesús como el Salvador de la raza humana. Así que se preguntaron cómo Jesús, que decía ser el Hijo de Dios, podía partir el pan y conversar con los pecadores. Al escuchar a los fariseos hablando entre ellos, Jesús les dijo: «Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores» (Marcos 2, 17).
En aquel entonces, había un grupo de personas que seguía a Juan el Bautista y sus discípulos solían reunirse y ayunar. Por tanto, para los fariseos Jesús y Sus discípulos parecían glotones comparados con los discípulos de Juan el Bautista. Así que pensaron: “¿Cómo van a ser mejores los discípulos de Jesús que los de Juan el Bautista? Los discípulos de Juan el Bautista solían ayunar cuando se reunían, pero los discípulos de Jesús no hacen nada más que comer cuando están juntos”. Hubo otras ocasiones en las que los discípulos de Jesús fueron considerados glotones. Una vez rompieron los estatutos del judaísmo al comer sin lavarse las manos y otra vez incluso recogieron granos de trigo y se los comieron cuando pasaban por los campos de trigo un sábado.
Pero Jesús les dijo a los fariseos: «¿Acaso pueden los que están de bodas ayunar mientras está con ellos el esposo? Entre tanto que tienen consigo al esposo, no pueden ayunar» (Marcos 2, 19). Cuando son invitados a un banquete de bodas, lo correcto es dar la enhorabuena a los recién casados y disfrutar del banquete. Ayunar en una ocasión tan cordial sería una ofensa para los anfitriones. Pero el Señor también dijo: «Pero vendrán días cuando el esposo les será quitado, y entonces en aquellos días ayunarán» (Marcos 2, 20).
 
 

La parábola de los odres

 
Entonces el Señor utilizó una parábola para explicar lo que quería decir diciendo: «Y nadie echa vino nuevo en odres viejos; de otra manera, el vino nuevo rompe los odres, y el vino se derrama, y los odres se pierden; pero el vino nuevo en odres nuevos se ha de echar» (Marcos 2, 22). ¿Cuál es el significado espiritual de esta parábola? Como sabemos bien, Jesús está hablando del corazón de alguien que cree en el Evangelio del agua y el Espíritu.
El Señor vino a este mundo a salvar a todos los pecadores que viven en este mundo de sus pecados. Así que cargó con todos los pecados de la raza humana para siempre al ser bautizado por Juan el Bautista. Como cargó con todos los pecados de la humanidad, tuvo que ser crucificado hasta morir. Y al levantarse de entre los muertos se convirtió en nuestro Salvador. En los días de Jesucristo, muchas personas no creyeron en Él a pesar del hecho de que este Salvador Jesús estaba justo delante de sus ojos. Aunque tenían que aceptar la justicia de Jesús en sus corazones, estaban llenos de otras cosas. En el Antiguo Testamento los judíos habían estado esperando toda la vida a que viniese el Salvador a este mundo. Pero cuando este Salvador llegó por fin la mayoría de los judíos no lo aceptaron como su Salvador.
De la misma manera en que la fe de los fariseos en los días de Jesús era incorrecta, la fe de los cristianos de hoy en día también lo es. Jesús ya había venido a este mundo hacía 2000 años, y cuando cumplió 30 años, cargó con todos los pecados del mundo para siempre al ser bautizado por Juan el Bautista. Entonces fue crucificado hasta morir, se levantó de entre los muertos y así se ha convertido en nuestro Salvador. Por tanto, Jesús ya no es el Mesías que está por venir, sino el Salvador que ya ha venido y ha cargado con todos nuestros pecados a través de Su bautismo. Para reconocer a este Salvador correctamente, debemos creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Como el Señor se ha convertido en nuestro Salvador, todos debemos darle gracias al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Y debemos predicar esta maravillosa noticia a todos los que todavía no conocen el Evangelio del agua y el Espíritu. Cuando nuestro Señor vuelva a este mundo, todos entraremos en Su Reino y disfrutaremos de Su gloria para siempre.
Han pasado más de 2007 años desde que nuestro Salvador viniese a este mundo por primera vez. Al venir a este mundo Jesús ha librado a toda la raza humana de sus pecados al ser bautizado por Juan el Bautista, morir en la Cruz y levantarse de entre los muertos. Así es como Jesús ha convertido a todos los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu en hijos de Dios. El Señor nos ha salvado de todos los pecados del mundo a través de este verdadero Evangelio.
Sin embargo, aunque el Señor cumplió nuestra salvación hace casi 2000 años, muchos cristianos todavía no se dan cuenta de esto. Por tanto están viviendo una vida religiosa en vano y me entristece mucho ver que hay tantos cristianos que van por el mal camino de esta manera. Su fe no tiene ningún fundamento. Cuando el Señor reprendió a los fariseos por su fe errónea, también estaba reprendiendo a los cristianos de hoy en día que no creen en el Evangelio del agua y el Espíritu. Como estas personas no creen en el Evangelio del agua y el Espíritu, no han sido lavados de todos sus pecados y por eso intentan en vano limpiar sus pecados mediante sus propias oraciones de penitencia. Están viviendo vidas religiosas de fe intentando santificar sus almas por su cuenta. Por eso el Señor está diciendo que su fe está equivocada.
Jesús tuvo que venir a este mundo hace 2000 años, seis meses después de Juan el Bautista. Entonces Jesús cargó con todos los pecados del mundo para siempre al ser bautizado por Juan el Bautista, fue crucificado hasta morir mientras cargaba con todos estos pecados, se levantó de entre los muertos de nuevo y así nos ha salvado perfectamente de todos los pecados del mundo. El Señor nos ha salvado de la condena de todos nuestros pecados. Por tanto, todos debemos creer en este Evangelio del agua y el Espíritu según el placer del Señor para ser salvados de todos nuestros pecados y darle gracias a Dios. Debemos convertirnos en este tipo de personas que glorifican a Dios al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu que constituye la justicia de Dios.
Sin embargo, aunque Jesús ha venido por el Evangelio del agua y el Espíritu, hay todavía muchas personas que no creen en este verdadero Evangelio y por tanto debemos predicar este Evangelio aún más. A pesar de que nuestro Señor vino a este mundo hace casi 2000 años mediante el Evangelio del agua y el Espíritu, por desgracia, hay demasiados cristianos que siguen ayunando y orando en vano para eliminar sus pecados por su cuenta. Estas personas no se dan cuenta de qué hay de malo en su fe. Por eso están abusando sus propios cuerpos con ayunos mientras intentan en vano recibir la remisión de los pecados por su cuenta. Están atormentados porque no conocen el Evangelio del agua y el Espíritu, intentando eliminar sus pecados a través de sus esfuerzos. Por tanto, es aún más importante que prediquemos el Evangelio del agua y el Espíritu a todos los cristianos pecadores. Hemos estado predicando este verdadero Evangelio por todo el mundo durante una década a través de nuestro ministerio literario y de Internet. Aunque no hayamos completado esta obra, el Evangelio ha sido predicado lo suficiente como para que cualquiera que sufra por sus pecados y busque la Verdad de la salvación pueda encontrarla fácilmente. Estoy seguro de que el Señor Dios ayudará a estos buscadores de la verdad a encontrar este Evangelio verdadero. Los cristianos de hoy en día no tienen excusa para seguir sin nacer de nuevo a través del Evangelio del agua y el Espíritu. Siguen siendo pecadores solo porque no buscan la Verdad sinceramente.
Como creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu, creemos que Jesús nos ha salvado para siempre al ser bautizado por Juan el Bautista, morir en la Cruz y levantarse de entre los muertos. Nosotros estamos aquí sentados después de haber recibido la salvación en nuestros corazones al escuchar y creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Y hay muchas otras personas en el mundo que creen en la justicia de Jesús. ¿Cómo están viviendo estas personas sus vidas de fe? Están viviendo sus vidas de fe con la convicción de que Jesús cargó con todos sus pecados al ser bautizado por Juan el Bautista. Y creen que Jesús les ha dado nueva vida al cargar con la condena de sus pecados a través de Su crucifixión y resurrección. Todos los que conocen la justicia de Jesús están llenos de gozo y este gozo debe ser compartido por todos los que dicen creer en Jesús.
Sin embargo, la triste realidad es que muchos cristianos siguen sin conocer la justicia de Jesús. Como estos cristianos pecadores no conocen la justicia de Dios, siguen viviendo una vida religiosa. Incluso ahora, estos cristianos perdidos siguen ofreciendo sus oraciones de penitencia a Jesús y pidiéndole que perdone sus pecados. Aunque deben arrepentirse ante Dios, deben también darse cuenta de que no pueden recibir la remisión de sus pecados a través de sus oraciones de penitencia. Esto se debe a que Dios es justo, y el Señor salvó a los pecadores entregando Su valiosa vida para pagar el precio del pecado. Aunque el Señor es Dios mismo, pudo eliminar los pecados del mundo solo porque obedeció la Ley justa de Dios que dice: «Y casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisión» (Hebreos 9, 22).
Por tanto, sus propias oraciones de penitencia, que no son más que palabras vacías, no pueden eliminar sus pecados. Según la Ley de Dios “El precio del pecado es la muerte” (Romanos 6, 23). El don de Dios, por el contrario, es la vida eterna en nuestro Señor. Su vida no puede ser salvada mediante el sacrificio de la vida de otro hombre, sino que solo puede ser salvada por el sacrificio de la vida mucho más valiosa de Jesucristo. Como dijo Jesús: «Los sanos no tienen necesidad de médico,» (Marcos 2, 17), el Señor vino a este mundo para salvar a los pecadores. Para llamarnos y librarnos a todos de los pecados del mundo Jesús cargó con cada pecado al ser bautizado por Juan el Bautista, murió en la Cruz, se levantó de entre los muertos y así nos ha salvado a todos. Al habernos librado de todos los pecados del mundo, Jesús nos hizo a los creyentes del Evangelio del agua y el Espíritu hijos de Dios. Y nos ha dado la vida eterna. En resumen, el Señor ha cumplido toda la salvación completa y perfectamente.
Sin embargo, muchos cristianos siguen intentando redimir sus pecados a través de sus esfuerzos, confesando su fe errónea y cantando himnos. Estos cristianos equivocados confían en su propia devoción y piedad para recibir la remisión de los pecados de Dios; incluso ahora mismo, muchos cristianos están ayunando, cantando toda la noche y yendo a reuniones de oración matutinas, pensando que esto es lo que perdonará sus pecados. Y por eso están tan equivocados.
Cuando son invitados a un banquete de bodas, tienen que darle la enhorabuena a los recién casados, desearles lo mejor y disfrutar del banquete para compartir su gozo. Sería completamente una ofensa para el anfitrión que se negasen a comer o beber, porque significaría que no tienen ni idea de por qué están en el banquete. No estarían haciendo lo que deben hacer que sería darle la enhorabuena a los recién casados y compartir su alegría.
De la misma manera, debemos compartir el gozo de Dios Padre con un corazón agradecido ahora que el banquete de Su Hijo está cerca. Si de verdad creen en Jesús como su Salvador, deben creer que es el Hijo de Dios y que cargó con todos sus pecados al ser bautizado por Juan el Bautista, morir en la Cruz y resucitar de entre los muertos, y que así les ha salvado perfecta y completamente. Deben recibir la remisión de sus pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu y deben darle gracias a Dios por esta bendición maravillosa. Al creer en este Evangelio del agua y el Espíritu deben vivir sus vidas de fe. Después de todo, Jesús les ha salvado de todos sus pecados al ser bautizado por Juan el bautista, morir en la Cruz y resucitar de entre los muertos.
 
 

El problema de los cristianos de hoy

 
El problema de los cristianos de hoy es que, aunque Jesús ha cumplido la Verdad de la salvación a través del Evangelio del agua y el Espíritu, no están interesados en averiguar de lo que se trata este verdadero Evangelio. Aún peor, intentan borrar sus pecados a través de sus propios esfuerzos; y atrapados por sus propios sentimientos y emociones lloran como si esto les fuese a salvar. Todos nosotros éramos como estos cristianos en el pasado, intentando eliminar nuestros pecados mediante nuestros esfuerzos en vez de recordar que Jesús nos ha salvado perfectamente a través del Evangelio del agua y el Espíritu. Nada puede ser tan trágico como esto. Después de todo, aunque Jesús había venido a llamar a todos los pecadores y hacerlos justos, en vez de recordar la intención de nuestro Señor, estábamos obsesionados con nuestros pecados y llorábamos por ellos. Así que, ¿cómo podríamos estar más equivocados?
Jesús nos ha salvado de todos los pecados del mundo y nos ha hecho justos. Por tanto, debemos entender y creer en la justicia de nuestro Señor Jesucristo. Solo entonces podemos darle gracia a Jesús desde lo más profundo de nuestros corazones por Su justicia, y solo entonces nuestra fe puede ser aprobada por Él. Jesús ha eliminado todos nuestros pecados y ha cumplido la justicia de Dios para siempre a través del Evangelio del agua y el Espíritu. Ha erradicado todos nuestros pecados al ser bautizado por Juan el Bautista, morir en la Cruz y levantarse de entre los muertos hace 2000 años.
Pero a pesar de esto hay multitud de cristianos que siguen condenándose a sí mismos por sus pecados, pegándose en el pecho por sus pecados incluso en este mismo momento. ¿Por qué están haciendo esto? Son miserables porque no saben que el Señor ha eliminado todos sus pecados para siempre con el Evangelio del agua y el Espíritu y por tanto piensan que sus pecados son intolerables. Pero, ¿quiere Jesús que alguno de nosotros sea miserable? ¿Se complacería si nos condenásemos a nosotros mismos y nos matásemos por nuestros pecados? ¡Por supuesto que no! Jesús vino a este mundo para llamar a todos los pecados y hacerlos justos a través del Evangelio del agua y el Espíritu. Dicho de otra manera, cuando estábamos destinados a ser condenados por nuestros pecados, Jesús nos salvó de todos ellos y de su condena, haciendo posible que entremos en el Reino de los Cielos. Por tanto, todos debemos responder a esta gracia de nuestro Señor con fe. Y nuestra fe debe ir acompañada por un entendimiento claro de cómo Jesús cargó con todos nuestros pecados a través del bautismo que recibió de Juan el Bautista, y cómo cargó con la condena de todos esos pecados con la sangre que derramó en la Cruz.
Estamos en el año 2007 d.c., lo que significa que han pasado 2007 años desde que Jesús viniese a este mundo. Jesús es el Hijo de Dios y Dios mismo y por eso vino a este mundo como el Salvador de la humanidad y eliminó todos nuestros pecados para siempre con Su bautismo y Su sangre derramada en la Cruz. Esto significa que el Señor eliminó todos nuestros pecados con el Evangelio del agua y el Espíritu hace 2000 años. Todos los cristianos debemos creer en el Evangelio del agua y el Espíritu y deshacernos de la hipocresía religiosa inútil como los ayunos, las oraciones de penitencia y el dolor autoinflingido para borrar los pecados. Deben darse cuenta de que Jesús ha eliminado sus pecados para siempre con el Evangelio del agua y el Espíritu y deben creer en esta Verdad con gratitud. Esta fe es la verdadera fe a los ojos de Dios y también es la manera correcta de contestar al amor de Dios. Sería ideal que creyesen en el Evangelio del agua y el Espíritu ahora, pero si se están dedicando a vivir una fe religiosa legalista, su fe es completamente errónea.
Una vez más quiero decirles a todos los cristianos del mundo que crean en el Evangelio del agua y el Espíritu. Les digo esto porque hay muchos cristianos en todo el mundo que están intentando recibir la remisión de los pecados sin el Evangelio del agua y el Espíritu. Si han vivido esta vida de fe equivocada, deben cambiar de opinión y creer en el verdadero Evangelio ahora. Jesús dijo en el pasaje de las Escrituras de hoy que había venido a llamar a la gente como Leví, el publicano. Estas personas son tan insuficientes que no pueden evitar cometer pecados, y para salvar a estas personas de los pecados del mundo y dejarlas sin pecados, Jesús vino a este mundo. Como todo Israel despreciaba a los publicanos de los tiempos de Jesús, ¿creen que Leví trabajaba recaudando impuestos porque quería? No, Leví trabajaba como recaudador de impuestos porque no podía encontrar otro trabajo ni tenía tierras. Y para poder hacerse rico entregaba algunos de los impuestos al Imperio Romano y se quedaba con el resto. Esto le podía haber pasado a cualquiera. Si los fariseos hubiesen estado en las mismas circunstancias que Leví y hubiesen tenido el mismo trabajo, habrían hecho lo mismo. Nosotros también habríamos hecho lo mismo que Leví si hubiésemos nacido en sus tiempos y pasado por las mismas circunstancias. Precisamente para salvar a estas personas de los pecados del mundo, el Señor vino a este mundo. Y ha salvado a todos los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu. Por tanto, todos debemos creer en este verdadero Evangelio y darle gracias a Dios aún más por él. Y confiando en este Evangelio del agua y el Espíritu, debemos serle fieles.
Hay demasiados cristianos en este mundo que viven una vida religiosa en vez de una vida de fe, confiando en sus propias doctrinas denominacionales. Todos y cada uno de ellos deben dejar de lado sus creencias religiosas. Deben dejar de amar al Señor a ciegas por su cuenta sin que les amen y deben deshacerse de su hipocresía religiosa. Si aman a Dios sin ser amados a cambio, ustedes salen perdiendo. El amor verdadero es el amor recíproco. Su amor por Dios es perfecto solo cuando Dios les ama también. Cuando confiesan su amor a Dios, tienen que escucharle decir: “He eliminado todos vuestros pecados con el Evangelio del agua y el Espíritu. Yo también os amo”.
El amor es imperfecto cuando no se reconoce y no es correspondido. Si el Señor nos ama a través del Evangelio del agua y el Espíritu, debemos darnos cuenta de esto y amarle también. No debemos amar al Señor a ciegas sin entender Su amor por nosotros. Para amar a Dios verdaderamente, debemos darnos cuenta primero de que nuestro Señor nos ha salvado perfectamente de todos nuestros pecados a través de Su bautismo, Su muerte en la Cruz y Su resurrección. Nuestro Señor ha borrado todos nuestros pecados para siempre con el Evangelio del agua y el Espíritu. Ha redimido todos nuestros pecados a través de este verdadero Evangelio. El Señor nos está diciendo: “He borrado todos vuestros pecados con el Evangelio del agua y el Espíritu. No tengáis miedo, confiad en Mi justicia, porque soy vuestro Salvador. Soy el Camino, la Verdad y la Vida. Ahora podéis entrar en el Cielo al creer en este Evangelio del agua y el Espíritu. Soy vuestro Salvador que ha eliminado todos vuestros pecados. He erradicado todos vuestros pecados con el Evangelio del agua y el Espíritu. Y os he dado la vida eterna”. Mis queridos hermanos, cuando confesamos creer en Jesús, el Hijo de Dios, como nuestro Salvador, debemos creer que nuestro Salvador ha eliminado todos nuestros pecados con el Evangelio del agua y el Espíritu (Juan 3, 5) y tener esta fe es amar la justicia de Cristo. Todos nosotros debemos amar al Señor sinceramente y esto solo podemos hacerlo cuando creemos en la justicia de Jesucristo.
 
 

Para que los cristianos de hoy en día amen a Dios verdaderamente, deben creer en Su justicia primero

 
Debemos creer en el amor de la justicia de Dios como nuestra salvación y amor de Dios. Nosotros no amamos a Dios primero, sino que Dios nos amó a nosotros primero a través del Evangelio del agua y el Espíritu. Por tanto, cuando creemos en Dios, todos debemos darnos cuenta de este amor que nos ha dado Dios en primer lugar.
Los fariseos consideraban rectos a los discípulos de Juan el Bautista porque ayunaban y tenían piedad. Sin embargo, Jesús les dijo que había cargado con todos sus pecados para siempre al ser bautizado por Juan el Bautista y les dijo que creyesen en esta Verdad. Les estaba diciendo: “Yo soy el Anfitrión del banquete y todo el que viene a este banquete debe compartir Mi gozo. He venido a este mundo para eliminar vuestros pecados. Ahora que he sido bautizado por Juan el Bautista erradicaré todos vuestros pecados al morir en la Cruz. Deben creer en esta Verdad y tener gozo. Acepté todos vuestros pecados al ser bautizado por Juan el Bautista y pronto seré crucificado hasta morir, me levantaré de entre los muertos y borraré todos vuestros pecados”. Dicho de otra manera, el Señor nos está diciendo: “He eliminado todos vuestros pecados completamente al cargar con ellos para siempre y ser condenado en vuestro lugar. Así que os he librado de todos los pecados; a todos los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu los he hecho perfectos. Por tanto, soy el Anfitrión del banquete celestial de la salvación. ¿Cómo podéis estar tristes cuando estáis conmigo? ¿Está bien que os sintáis tristes aunque estéis conmigo, vuestro perfecto Salvador? ¡No, por supuesto que no! Deshaceros de vuestra vida religiosa del pasado. Aunque hayáis caído en los pecados de Jeroboam, os he salvado para siempre a través del Evangelio del agua y el Espíritu. Aunque ningún hombre puede salvaos, yo os he salvado perfectamente a través del Evangelio del agua y el Espíritu. Así que debéis creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Como un hombre paralítico, no podéis hacer nada por vuestra cuenta, pero yo he eliminado todos vuestros pecados con el Evangelio del agua y el Espíritu. Por eso le die al paralítico: “Hijo, has recibido la remisión de tus pecados. Levántate, toma tu cama y camina.””.
Por tanto, quien crea en el Evangelio del agua y el Espíritu ha sido redimido de sus pecados y se ha convertido en una nueva criatura. En otras palabras, un paralítico espiritual se ha levantado, ha tomado su cama y ha caminado. Jesús tiene el poder de perdonar todos los pecados con el Evangelio del agua y el Espíritu porque es Dios mismo. El Señor había aceptado todos nuestros pecados para siempre cuando fue bautizado por Juan el Bautista. Y fue condenado por todos nuestros pecados al ser crucificado hasta morir. Entonces se levantó de entre los muertos y así se ha convertido en nuestro verdadero Salvador. Es absolutamente imperativo que todos los cristianos del mundo crean que todos los pecados han sido eliminados mediante el Evangelio del agua y el Espíritu.
El Señor dijo aquí, en el pasaje de las Escrituras: «Nadie pone remiendo de paño nuevo en vestido viejo; de otra manera, el mismo remiendo nuevo tira de lo viejo, y se hace peor la rotura» (Marcos 2, 21). La ropa que llevamos ahora estará desgastada en diez o veinte años, tanto que se romperá si la estiramos. ¿Qué le ocurrirá a esta ropa vieja si se le cosen trozos de ropa nueva? En vez de arreglar la ropa vieja, el agujero se hará aún más grande, y el cosido no se sujetará. Por eso el Señor dijo que no se puede meter vino nuevo en odres viejos.
Esto implica que el Evangelio del agua y el Espíritu es la Verdad nueva y celestial que elimina los pecados de la humanidad. Hasta que el Señor se reveló en este mundo, el pueblo de Israel había estado ofreciendo sacrificios según la Ley del Antiguo Testamento. Todos los años, para eliminar los pecados anuales de los israelitas, el Sumo Sacerdote tenía que poner las manos sobre la cabeza de un animal, matarlo, sacarle la sangre, ponerla en los cuernos del altar de los holocaustos y echar el resto por el suelo. Estos antiguos sacrificios eran diferentes del sacrificio eterno que Jesús ofreció en la era del Nuevo Testamento. Ahora, el Señor había venido a este mundo, y este Hijo de Dios cargó personalmente con todos nuestros pecados sobre Su cuerpo al ser bautizado, morir en la Cruz y levantarse de entre los muertos, convirtiéndose en nuestro perfecto Salvador. Esta es una nueva enseñanza que viene del Reino de los Cielos. Es la Verdad de un nuevo Evangelio. Una nueva Verdad de Salvación que ha sido enviada a este mundo.
En vez del Sumo Sacerdote del Antiguo Testamento, Jesús vino a este mundo como Sumo Sacerdote del Reino de los Cielos y cargó personalmente con nuestros pecados sobre Su cuerpo para siempre al ser bautizado. Entonces entregó Su cuerpo en la Cruz para derramar Su sangre hasta morir, se levantó de entre los muertos de nuevo y así nos ha salvado perfectamente a todos los que creemos en esta Verdad de todos nuestros pecados. Así pudimos aprender una nueva enseñanza en nuestros corazones al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. A través de esta salvación que el Señor nos ha dado, nos ha librado a todos los que creemos en este verdadero Evangelio. Por tanto, a través de nuestra fe en el verdadero Evangelio del agua y el Espíritu hemos alcanzado nuestra salvación.
¿Qué hay de ustedes? ¿Han sido salvados de todos sus pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu? A través de nuestra fe en la obra justa del Señor de la salvación hemos sido salvados de todos nuestros pecados. Si no están interesados en lo que el Señor ha hecho por ustedes, puede que crean en el Señor como su Salvador según sus pensamientos carnales, pero entonces están equivocados. Nadie debe creer en Jesús así. Deben recordar lo que el Señor dijo aquí en el pasaje de las Escrituras de hoy, que el vino nuevo no puede ponerse en los odres viejos.
¿Qué ocurriría si pusiesen vino nuevo en odres viejos? Quizás poner un poco de vino estaría bien, pero si llenan los odres viejos, empezarán a romperse por la presión y el vino se saldrá por los agujeros. Aún más, si los odres están rotos, todo el vino se derramará por el suelo y los odres se arruinarán. Esta parábola nos enseña que no debemos mezclar la justicia de Jesucristo con nuestros pensamientos carnales. En otras palabras, el Señor está diciendo que cuando se trata de creer en Jesús como nuestro Salvador, no debemos creer de manera legalista.
 
 

Debemos darnos cuenta de que la fe legalista no puede hacernos perfectos

 
Todos debemos entender aquí que nuestra salvación del pecado no se alcanza de manera legalista, ni a través de nuestras buenas obras. La verdadera salvación se recibe solamente cuando creemos que el Señor nos ha salvado y perfeccionado al venir a este mundo, ser bautizado por Juan el Bautista y derramar Su sangre hasta morir. Solo entonces podemos alcanzar nuestra perfecta salvación. Dicho de otra manera, solo cuando aceptamos la justicia de Dios y Su amor al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu podemos recibir la verdadera salvación. A través de este Evangelio del agua y el Espíritu el Señor nos ha salvado de nuestros pecados, y a través de nuestra fe en el verdadero Evangelio podemos ser salvados. Por tanto, debemos creer en el Evangelio del agua y el Espíritu para recibir la vida eterna. La salvación solo se alcanza al creer en esta nueva Verdad, es decir, al poner nuestra fe en el Evangelio del agua y el Espíritu. Al confiar en este Evangelio todos debemos vivir nuestra fe.
Por supuesto, no debemos dudar que todos cometemos pecados constantemente en nuestras vidas. Pero incluso nuestros pecados personales no son eliminados al ofrecer oraciones de penitencia, sino que se eliminan al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu de Dios. Si pecamos después de esto, lo correcto es confesar estos pecados a Dios. Confesar nuestros pecados aquí significa admitir a Dios los pecados que hemos cometido. Al mismo tiempo, debemos creer que, con el Evangelio del agua y el Espíritu, nuestro Señor ha eliminado incluso los pecados cometidos después de nacer de nuevo y debemos buscar al Señor mediante esta fe. ¿Dónde debemos poner las miras de nuestras vidas de fe? Debemos buscar el Evangelio del agua y el Espíritu que nuestro Señor ha cumplido por nosotros. En otras palabras, nuestras vistas deben estar puestas en el hecho de que el Señor cargó con todos nuestros pecados para siempre al ser bautizado por Juan el Bautista, morir en la Cruz, levantarse de entre los muertos y convertirse en nuestro Salvador. Debemos creer en esto.
En el Antiguo Testamento, cuando el pueblo de Israel fue mordido por serpientes venenosas y moría en el desierto por culpar a Dios, el Señor Dios le dijo a Moisés que colgase una serpiente de bronce en un palo e hiciese que los israelitas la mirasen por fe. Así que Moisés hizo una serpiente de bronce y la puso en un palo alto como Dios le había dicho. Dios le dijo al pueblo de Israel que quien mirase a la serpiente de bronce viviría. Y de la misma manera en que Dios dijo esto, todo el que miró a la serpiente de bronce fue salvado.
Aunque Satanás nos había engañado y acusado de pecar, cuando nuestro Señor vino a este mundo, eliminó todos los pecados que Satanás nos había incitado a cometer con el Evangelio del agua y el Espíritu para siempre. Al ser bautizado por Juan el Bautista en este mundo, nuestro Señor cargó con todos los pecados que hemos cometido por debilidad, tanto de corazón como por acción, y fue colgado a lo alto de una Cruz para borrar nuestros pecados y pagó la condena de nuestros pecados para siempre. Por eso quien mire el Evangelio del agua y el Espíritu y crea en él será salvado. Por tanto, todos los que miran el Evangelio dela gua y el Espíritu ahora pueden recibir la remisión de los pecados y disfrutar de la vida eterna.
Incluso ahora mismo, quien mire la justicia de Dios y crea en ella puede ser librado de todos sus pecados sin importar cuántos pecados haya cometido. No importa qué tipo de pecados hayan cometido. No importa lo malvados que parezcan sus pecados, el Señor los ha eliminado con el Evangelio del agua y el Espíritu. Sea quien sea el pecado, el Señor ha eliminado los pecados de todo el mundo, desde los monjes budistas a los asesinos en serie e incluso criminales de guerra como Adolf Hitler. Pueden ser homosexuales, o asesinos en serie, pero esto no cambia el hecho de que todos sus pecados han sido erradicados por el Señor Jesucristo.
Por tanto, la única razón por la que el corazón de cualquier persona sigue lleno de pecados es que esta persona no conoce la justicia de Jesús. Desde el punto de vista de Dios Padre, todos los pecados han desaparecido, porque Jesús cargó con todos los pecados del mundo a través de Su bautismo y fue condenado por ellos al derramar Su sangre en la Cruz. Por tanto, si admiten sus pecados ante Dios y buscan la justicia del Señor por fe, podrán descubrir que el Señor ha borrado sus pecados completa y perfectamente. Si aceptan por fe que el Señor les ha salvado a través del Evangelio del agua y el Espíritu, alcanzarán su salvación a través de esta fe. Su salvación solo puede ser recibida en el Evangelio del agua y el Espíritu. Al haber venido a este mundo, el Señor les ha salvado para siempre a través de este verdadero Evangelio. Por tanto, al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu pueden ser salvados de sus pecados, dar gracias a Dios por esta salvación por fe, convertirse en Sus obreros por fe, predicar este Evangelio celestial por fe, y vivir una vida justa por fe hasta que entren en el Reino de Dios para disfrutar la vida eterna.
La fe en el Evangelio del agua y el Espíritu es lo único que hace posible que alcancemos nuestra salvación. Hace 2000 años el Señor nos salvó a todos los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu de todos nuestros pecados. Ahora estamos viviendo en esta era de gracia.
Sin embargo, a pesar de esto, hay demasiadas personas que todavía practican la hipocresía religiosa y viven vidas de fe legalistas. Estos cristianos religiosos deben dejar de lado sus vidas religiosas que han estado viviendo como los fariseos. Todos los cristianos de todo el mundo deben dejar de lado sus vidas religiosas y volver al Evangelio del agua y el Espíritu. Sus vidas religiosas son como los odres viejos.
Jesús es el Salvador de toda la humanidad. Aunque es el Hijo de Dios, es también Dios mismo. Jesús es Dios, quien creó el universo y todo lo que hay en él. Este Dios se convirtió en Hombre y vino al mundo. Entonces fue bautizado para cargar con los pecados de la humanidad, fue crucificado para pagar el precio de esos pecados y resucitó al tercer día para salvarnos a todos. Así es como el Señor nos ha salvado y esto es lo que todos debemos creer.
Todo el mundo debe creer en este Evangelio del agua y el Espíritu, el único Evangelio de salvación del que habla la Biblia. Lo que Dios nos está enseñando desde el principio a través de las Escrituras es este Evangelio del agua y el Espíritu. Todos debemos creer en esta Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu y preparar nuestra fe para vivir en el dominio de Jesucristo. Al confiar en el Evangelio del agua y el Espíritu debemos preparar nuestra salvación de los desastres que ocurrirán en este mundo. Todos debemos prepararnos para recibir al Señor cuando regrese confiando en este verdadero Evangelio.
El Segundo Advenimiento del Señor no está muy lejos. Todo el mundo debe creer en el Evangelio del agua y el Espíritu para ser librado del pecado y prepararse para el mundo siguiente. Quien no prepare esta fe será destruido en cuerpo y espíritu. Todos los cristianos de todo el mundo deben creer en el Evangelio del agua y el Espíritu y estar preparados para el regreso de Jesús. Sé muy bien que todos están trabajando muy duro. Pero nuestra batalla espiritual acaba de empezar. Seguiremos haciendo nuestro ministerio literario y predicando el Evangelio del agua y el Espíritu a todas las naciones del mundo entero. Entonces muchas personas leerán nuestros libros sobre el Evangelio y serán libradas de todos sus pecados como resultado. Estos nuevos creyentes también predicarán el Evangelio a sus compatriotas y nosotros los cuidaremos y apoyaremos en su camino hasta que el Evangelio haya sido predicado a todo el mundo. Así es como debemos preparar el camino para el regreso del Señor. No queda mucho tiempo para hacer esta obra porque el retorno del Señor es inminente.
Pronto terminaremos de predicar el Evangelio del agua y el Espíritu completamente. Están levantándose muchos colaboradores por todo el mundo y habrá aún más en el futuro. Puede que piensen que esta obra del Evangelio va progresando lentamente, pero no es así. En realidad se está consiguiendo muy rápidamente. El día del retorno del Señor está cerca. En poco tiempo no podremos predicar este Evangelio. Por tanto, todos los cristianos del mundo deben deshacerse de su fe religiosa lo antes posible, creer en el Evangelio del agua y el Espíritu y volver a los brazos de Dios. Todavía hay mucho que predicarles. El Señor trabajará con nosotros para asegurarnos de que nuestro ministerio del Evangelio se está cumpliendo.
Hay muchos cristianos por todo el mundo que han ido por el mal camino. La mayoría sigue practicando el cristianismo solo como una mera religión. Incluso ahora, muchos de ellos dicen creer en la doctrina de la transustanciación, pensando que cuando participan en la Sagrada Comunión están literalmente comiendo el cuerpo y la sangre de Jesús. Creen que el pan y el vino de la Eucaristía se transforman en la carne y sangre de Jesús y que así pueden recibir la vida eterna.
Recientemente, una persona que vive en Busan (Corea) me envió un correo diciendo que había recibido la remisión de los pecados después de leer uno de nuestros libros. En el correo también hablaba de la transustanciación y me preguntaba por qué esta doctrina en la que cree tanta gente es falsa. Explicaba que algunos cristianos piensan que están literalmente comiendo la carne y bebiendo la sangre de Jesús para recibir la vida eterna cuando participan en la Eucaristía, y me preguntó si había hablado de este tema en alguno de mis libros de sermones. Así que le recomendé que leyese mi libro sobre el Evangelio de Juan.
Nadie puede ser salvado del pecado por participar en el sacramento de la Sagrada Comunión y creer en él. Es cierto que Jesús dijo en Juan 6 que quien coma Su carne y beba Su sangre tendrá vida eterna. Pero, ¿cuál es el verdadero significado de la carne de Jesús? Espiritualmente hablando, la carne de Jesús significa que Jesús vino a este mundo encarnado en un hombre y cargó con los pecados del mundo sobre Su cuerpo al ser bautizado por Juan el Bautista. Sin embargo, beber la sangre de Jesús es creer en la sangre que nuestro Señor derramó en la Cruz. Nuestra salvación se alcanza al creer en el bautismo de Jesús y Su sangre, así como en Su resurrección. En otras palabras, somos salvados al creer en el ministerio del Evangelio del agua y el Espíritu que el Señor cumplió en este mundo. La salvación solo se alcanza cuando se cree en la encarnación de Jesús en este mundo, Su bautismo, Su crucifixión y Su resurrección; y tener esta fe es comer la carne y beber la sangre de Jesús. Por tanto, cuando la Biblia dice que debemos comer la carne de Jesús quiere decir que debemos creer que el Señor cargó con todos nuestros pecados para siempre sobre Su cuerpo. Dicho de otra manera, comer la carne de Jesús es creer que todos nuestros pecados fueron pasados a Su cuerpo a través de Su bautismo. Así, creemos que Jesús cargó con todos nuestros pecados sobre Su cuerpo y pagó la condena por ellos en la Cruz. Por eso Jesús dijo: «Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida» (Juan 6, 55).
Jesucristo es quien nos ha salvado de todos nuestros pecado y nuestra salvación se encuentra en Su bautismo y Su sangre derramada en la Cruz. Al creer en Jesús hemos alcanzado nuestra salvación. Pronto, muchos cristianos de toda tribu y color también recibirán la verdadera remisión de los pecados, tanto los católicos como los protestantes.
El cristianismo de hoy en día está en declive y perdiendo su influencia por todo el mundo. Pero ahora, los que escuchan el Evangelio del agua y el Espíritu a través de nosotros son salvados por fe y darán testimonio del verdadero Evangelio con nosotros. De la misma manera en que los discípulos de Jesús en la era de la Iglesia Primitiva habían predicado el Evangelio por todas partes, estos nuevos creyentes también darán testimonio del Evangelio en esta era presente, de eso estoy seguro.
Todo el mundo debe dejar atrás su fe religiosa. Debe volver a la justicia de Dios y creer en ella. Debe darse cuenta de cuánto los ama Dios y de que tiene el poder de perdonar sus pecados. Deben saber que Jesucristo es Dios mismo y el Salvador de toda la humanidad. Y deben darse cuenta de que Jesús fue bautizado por Juan el Bautista, fue crucificado hasta morir y resucitado de entre los muertos para convertirse en su Salvador. Al darse cuenta de esta Verdad todo el mundo puede recibir la remisión de los pecados y la vida eterna.
De la misma manera en que damos gracias a Dios por darnos estas bendiciones maravillosas, también oramos para que Dios haga conocer a todos el Evangelio del agua y el Espíritu y que todo el mundo crea en este verdadero Evangelio.