(Génesis 34:18-27)
“Y parecieron bien sus palabras a Hamor, y a Siquem hijo de Hamor. Y no tardó el joven en hacer aquello, porque la hija de Jacob le había agradado; y él era el más distinguido de toda la casa de su padre. Entonces Hamor y Siquem su hijo vinieron a la puerta de su ciudad, y hablaron a los varones de su ciudad, diciendo: Estos varones son pacíficos con nosotros, y habitarán en el país, y traficarán en él; pues he aquí la tierra es bastante ancha para ellos; nosotros tomaremos sus hijas por mujeres, y les daremos las nuestras. Mas con esta condición consentirán estos hombres en habitar con nosotros, para que seamos un pueblo: que se circuncide todo varón entre nosotros, así como ellos son circuncidados. Su ganado, sus bienes y todas sus bestias serán nuestros; solamente convengamos con ellos, y habitarán con nosotros. Y obedecieron a Hamor y a Siquem su hijo todos los que salían por la puerta de la ciudad, y circuncidaron a todo varón, a cuantos salían por la puerta de su ciudad. Pero sucedió que al tercer día, cuando sentían ellos el mayor dolor, dos de los hijos de Jacob, Simeón y Leví, hermanos de Dina, tomaron cada uno su espada, y vinieron contra la ciudad, que estaba desprevenida, y mataron a todo varón. Y a Hamor y a Siquem su hijo los mataron a filo de espada; y tomaron a Dina de casa de Siquem, y se fueron. Y los hijos de Jacob vinieron a los muertos, y saquearon la ciudad, por cuanto habían amancillado a su hermana.”
El Señor nos dice que no nos casemos con la gente de este mundo
Jacob tuvo muchos hijos, pero solo una hija. El nombre de esta hija era Dina. Pero ocurrió un incidente en el cual Dina fue violada por Siquem, el hijo de Hamor el heveo cuando fue a ver a las hijas de la tierra de los gentiles. A causa de este incidente, Siquem, un príncipe de los heveos, quiso casarse con la hija de Jacob. Los hijos de Jacob le dijeron a los heveos: “Si queréis casaros con alguien de nuestra tribu, debéis ser circuncidados” informándoles de que esta era su tradición. Cuando consideraron estas palabras de los hijos de Jacob, Siquem y su padre Hamor pensaron: “Si nos circuncidamos y nos casamos con la tribu de Jacob, todas sus ovejas, cabras y bueyes serán nuestros también. Así que, si nos casamos con los israelitas, su riqueza será nuestra también”.
Sí, esta era la realidad. Así que los heveos fueron circuncidados para casarse con los israelitas porque, además del amor de Siquem por Dina, la hija de Jacob, querían la riqueza de los israelitas. Pero ¿cuáles eran los pensamientos internos de los doce hijos de Jacob? Les dijeron a los heveos que fuesen circuncidados para que pudieran matar al que había violado a Dina.
Durante el Antiguo Testamento, la circuncisión consistía en cortar el prepucio y era muy dolorosa. Y por eso, el tercer día después de ser circuncidados, todos los barones heveos tenían mucho dolor. En este momento los hijos de Jacob mataron a todos los barones heveos.
A través de este pasaje de las Escrituras podemos ver lo que Dios nos está diciendo. Nosotros también debemos entender la voluntad de Dios para nosotros. Está escrito que la voluntad de Dios nos enseña que los israelitas y los gentiles no deben casarse. Sí, esta es la verdad. El pueblo de Israel que se considera hijos de Dios no debe casarse con los gentiles. Esto se debe a que los gentiles normalmente creían en diferentes dioses gentiles y por eso los israelitas no podían mezclarse con ellos espiritualmente. En realidad, desde una perspectiva mundana, casarse con el príncipe de una tribu no es algo malo. Si Jacob no hubiese creído en Jehová Dios como lo hizo, podría haber pensado que sería una buena oportunidad para que su tribu tuviese más influencia. Pero, para los que creen en la justicia de Dios, no podían comprometerse con los gentiles que no creían en Dios. Por tanto, los israelitas no permitían el matrimonio con los gentiles. Los israelitas no solo detestaban la idea de casarse con un gentil, sino que además los destruyeron.
Si esto es verdad, ¿por qué recoge la Biblia este suceso? Esto se debe a que Dios quiere decirnos que los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu no deben mezclarse con los que creen en otros dioses. Si alguien que cree en el Evangelio del agua y el Espíritu se casase con alguien que no cree, les llegaría una gran calamidad espiritualmente. De la misma manera en que la salvación no puede mezclarse con cualquier doctrina creada por los pensamientos humanos, los que se han convertido en el pueblo de Dios no pueden casarse con los que no conocen la justicia de Dios.
Queridos hermanos, debemos seguir viviendo creyendo en la Palabra de Dios tal y como es. Por supuesto, podemos pensar erróneamente con nuestros pensamientos humanos. Por ejemplo, debemos pensar: “¿Acaso no podemos casarnos con los que no creen en el Evangelio del agua y el Espíritu y hacerles creer al final?”. Es bastante posible que estemos pensando en esto. Pero Dios nos está advirtiendo en el pasaje de las Escrituras. Si vamos en contra de Sus mandamientos sufriremos mucho. Nos advierte con mucha seriedad que, si un santo que cree en la justicia de Dios se casa con otra persona que no ha nacido de nuevo, ese santo morirá seguramente.
Debemos estar completamente salvados por la Palabra de Dios del Evangelio de la justicia
Debemos ser salvados de los pecados de este mundo. En el capítulo 40 de Génesis aparece José. Fue vendido como esclavo a la tierra de Egipto y vivió allí como esclavo de Potifar, el capitán de la guardia del faraón. Y José trabajó diligentemente en esa casa y al final se convirtió en el encargado de la casa de su maestro.
Sin embargo, un día la mujer de Potifar intentó seducirle. Lo engañó para entrar en una habitación y lo cogió de la ropa diciendo: “Acuéstate conmigo”. Pero, en vez de sucumbir a la tentación, la rechazó y en el proceso se dejó la ropa en su mano al huir. ¿Qué le ocurrió después de ese incidente? Culpó a José por rechazarla. Entonces confesó falsamente a su marido que este José había intentado seducirla y José fue a prisión por ello. Y poco después el mayordomo principal y el pastelero jefe fueran enviados a prisión con José y esta fue la oportunidad para que José fuese liberado.
Después de esta encarcelación el mayordomo y el pastelero tuvieron un sueño. El mayordomo jefe le contó su sueño de la siguiente manera: “En mi sueño vi una viña ante mí y en la viña había tres ramas; era como si hubieran florecido y les saliesen flores y uvas maduras. Entonces la copa del faraón estaba en mi mano, y yo tomé las uvas y las apreté en la copa del faraón y se la puse en la mano. Cuando describió este sueño a José, este lo interpretó: “Estas ramas que han florecido de la viña son tres días. En tres días serán restaurado a tu posición anterior. Te irás de esta prisión y volverás a tu cargo. Pero recuérdame cuando te vaya bien y muéstrame generosidad; menciona mi nombre al faraón y sácame de este sitio maldito.”
Al ver que la interpretación era buena, el pastelero jefe también le contó su sueño a José. Dijo: “Yo también tuve un sueño con tres cestas blancas sobre mi cabeza. En la cesta de arriba había todo tipo de panes y pasteles para el faraón, y los pájaros se los comían”. Entonces, al escuchar esto José interpretó ese sueño también. Él dijo: “En tres días serás colgado de un árbol por el cuello”. Y poco después la interpretación de José de estos sueños se cumplió para el pastelero y el mayordomo. Tres días después el mayordomo jefe del rey volvió a su cargo y el pastelero fue colgado.
Queridos hermanos, ¿qué piensan que nos están diciendo estas interpretaciones? El sueño del mayordomo jefe nos enseña que la copa del faraón estaba en la mano del mayordomo jefe, que la viña dio uvas maduras y que el mayordomo jefe sacó el jugo de las uvas y se lo llevó al rey. Esto nos enseña que, mientras aceptemos el Evangelio del agua y el Espíritu de Dios como no lo dio Dios seremos salvados de nuestros pecados. Dicho de otra manera, quien crean en la Palabra del agua y el Espíritu alcanzarán su salvación según esa Palabra. El mayordomo jefe del rey fue liberado de la prisión y restaurado a su cargo porque aceptó lo que Dios le había dado.
Pero el pastelero jefe fue ejecutado como dijo José. En su sueño dijo que había hecho pasteles para el rey por su propia voluntad y los puso en tres cestas. ¿Por qué fue ejecutado el pastelero? Porque no creyó solamente en la Palabra de Dios, sino también en las doctrinas propias. Como este pastelero hay muchos cristianos que intentan presentarse ante Dios mientras se aferran a sus doctrinas cristianas que han creado con sus propios pensamientos. Y por eso fue arrojado al infierno por el Señor Dios.
Sí, esto es cierto. Así el Señor nos enseña acerca de la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu y la remisión de los pecados y que si creemos en esto sin añadir nada o quitarle nada recibiremos la remisión de los pecados. Si aceptamos la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu como está escrito en la Biblia y creemos en él, recibiremos la salvación de nuestros pecados. Pero los que intentan alcanzar su salvación al hacer algo por Dios por su cuenta, no podrán recibir la salvación de los pecados. La gente así morirá como este pastelero jefe. En otras palabras, si no creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu no podremos recibir la remisión de los pecados y acabaremos en el infierno.
En realidad, recibir la salvación de los pecados no es tan difícil dentro del Evangelio del agua y el Espíritu. Recibirán la salvación de todos sus pecados siempre y cuando reconozcan completamente que el Evangelio del agua y el Espíritu como nos lo dio Dios es Su plan. Este es el perfecto plan de salvación de Dios para nosotros.
Sin embargo, fracasarán si intentan inventarse algo y creer en ello para limpiar sus propios pecados pensando que estas nociones son el Evangelio del agua y el Espíritu que el Señor nos dio a los seres humanos. La gente así se queda atrapada en sus pecados porque se niega a creer en el plan de salvación con el que el Señor nos ha salvado de todos nuestros pecados. La Palabra de Dios nos habla acerca de esta salvación con la que el Señor nos ha librado a los seres humanos de nuestros pecados para siempre. Habla del Evangelio del agua y el Espíritu que es esencial para los santos y de la fe que nos permite seguir viviendo en este mundo y proporciona respuestas a todos nuestros problemas.
Por ejemplo, la Biblia trata de temas como el matrimonio y la unión con la Iglesia de Dios, que es muy importante para los santos para vivir con fe. Nos enseña que los nacidos de nuevo que creen de verdad en el Evangelio del agua y el Espíritu no deben casarse con los que no creen en la justicia de Dios. Sí, esto es cierto. Dios aborrece estos matrimonios entre los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu y los que no. Cuando leemos el Antiguo Testamento, vemos que algunos israelitas fueron a Babilonia y se casaron con gentiles. Pero los hijos que nacieron de la unión del pueblo de Israel y los gentiles no son aceptados como israelitas. Los hijos de sangre mezclada eran considerados sucios espiritual y físicamente. Dios dijo acerca de esta gente: “Expulsarlos de entre Mi pueblo”. Dijo: “Quitarles el pelo, las barbas y hacerles desaparecer”.
Puede que se pregunten: “¿Dónde dice Dios que no debemos casarnos con la gente que no cree en el Evangelio del agua y el Espíritu?”. Sin embargo, nuestro Señor está claramente hablando acerca de esto en el pasaje de las Escrituras de hoy. Nos está diciendo que no debemos casarnos con los gentiles de ninguna manera. También nos dice que, si queremos hacer esto, debemos hacerlo. Si desobedecemos a Dios, nos dice que el resultado será trágico como está escrito en el pasaje de las Escrituras de hoy. Nuestro Dios nos está mostrando claramente toda Su voluntad a través del incidente de Dina.
Queridos hermanos, no les estoy enseñando todo esto porque alguien entre nosotros se haya casado con un no creyente. Estoy ofreciendo estas palabras porque esta es la hora del ministerio de juventud y creo que les irá bien.
Puede que se pregunten: “¿Con quién me voy a casar si no hay ningún compañero ideal en nuestra Iglesia?”. Recuerden esto. Aunque su situación parezca oscura, es la voluntad de Dios que nos casemos con los justos. Los justos no deben casarse con los que no han sido circuncidados espiritualmente. Ser circuncidado espiritualmente significa ser salvado de todos los pecados. La gente que ha sido salvada de todos sus pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu no debe casarse con los que no creen. Los heveos fueron circuncidados para conseguir sus objetivos físicos y esa circuncisión nunca podía ser verdadera. ¿Cuál es la circuncisión verdadera ante Dios? Consiste en transferir los pecados del corazón a Jesucristo al creer en el bautismo que había recibido de Juan el Bautista. Asimismo, consiste en creer que el castigo que Jesús pagó en la Cruz es el castigo por nuestros pecados. La circuncisión verdadera del corazón es la remisión de los pecados que puede conseguirse para siempre a través de la fe que cree en la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu.
Dios nos conoce muy bien. Hay mucha suciedad dentro de nuestros corazones espiritualmente. En nuestros corazones y pensamientos hay suciedad. No todos los pensamientos y deseos que salen de nuestros corazones son puros. A menudo tenemos mentes espirituales desde lo profundo de nuestros corazones cuando nos dedicamos al Evangelio del agua y el Espíritu, pero los pensamientos carnales también salen porque estamos viviendo en la carne. En otras palabras, los pensamientos carnales sucios salen a menudo, incluso para los que han recibido la remisión de los pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Sin embargo, queridos hermanos, tengan esto en cuenta. Aunque nuestros pensamientos sean sucios y feos como este, Dios nos ha salvado al limpiar nuestros pecados para siempre a través del Evangelio del agua y el Espíritu. Por tanto, por esta razón no debemos casarnos con los que no han sido circuncidados espiritualmente.
¿Están pensando que si se casan con un pecador no importa? A pesar de esto no hay ni una sola persona que no haya sido maldecida por tener estos pensamientos. Todos los desobedientes han fracasado. Todos los desobedientes han sido destruidos. Lo mismo ocurre con los que han recibido la remisión de los pecados pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu.
Salmo 133:1-2 dice:
“¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es
Habitar los hermanos juntos en armonía!
Es como el buen óleo sobre la cabeza,
El cual desciende sobre la barba,
La barba de Aarón,
Y baja hasta el borde de sus vestiduras”.
¿Qué significa esto? Significa que es la promesa de la Palabra de Dios que nos dará Su gracia en todas las cosas a los que hemos nacido de nuevo de los pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu si se unen con los que tienen la misma fe.
Dina, la hija de Jacob, fue al país donde vivía Siquem, el príncipe de los heveos y se sintió feliz al encontrarse con un nuevo mundo que no había visto antes. “Dios mío, hay muchas cosas que nuestra tribu no tiene. Estas mujeres se adornan con joyas maravillosas que no he visto nunca antes. ¡Qué bellas son!”. Se quedó encantada y entró en esa aldea tribal donde le ocurrió algo malo. Siquem, el príncipe de los heveos, la violó. Ahora estaba en una situación en la que no tenía más remedio que casarse con Siquem.
Como Dina ahora estamos pasando por circunstancias que no podemos evitar con nuestras propias fuerzas. Cuando estas cosas ocurren, ¿qué empezamos a pensar? “Estoy seguro de que Dios conoce mis circunstancias. Mis circunstancias son así y Dios me entenderá completamente y no mirará mi desobediencia”. Es bastante fácil pensar en esto. Pero, solo porque nuestras circunstancias sean así, ¿debemos casarnos con los gentiles? Por supuesto que no.
Dios no habla considerando nuestras circunstancias. Sí, esto es cierto. Dios nos habla una vez más con la Palabra que nos ha dado antes. Aquí lo dice una vez más. “¿No os lo he dicho? ¿No lo he dejado escrito?”. Nos está diciendo que no debemos casarnos con los gentiles de ninguna manera. Según la Palabra de Dios, los nacidos de nuevo no pueden casarse con personas que no hayan sido circuncidadas en su corazón.
“Entonces, ¿quieren decir que todo lo que tengo que hacer es ser circuncidado?”. Queridos hermanos, solo porque se corten el prepucio, ¿han sido espiritualmente circuncidados? Hoy en día hay muchas personas que han sido circuncidadas físicamente. Si esto fuera suficiente, ¿se pueden casar los pecadores con los nacidos de nuevo sin ninguna restricción? ¿Está bien que los que hayan sido circuncidados en su carne se estén casando con los israelitas espirituales que han nacido de nuevo? No, no está bien. Solo los que han recibido la circuncisión espiritual son el pueblo de Dios.
La Biblia nos dice que seamos circuncidados en el corazón (Romanos 2:28-29). Aquí la circuncisión del corazón es recibir la remisión de los pecados en el corazón al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu no deben casarse con los que no creen. La Palabra de Dios siempre reside dentro de los corazones de los justos y nos habla. Dios nos habla así a través de Su Palabra diciendo: “Aseguraos de que no os casáis con los que no han recibido la remisión de los pecados. Si lo hacéis, os mataré seguro”. Nos está diciendo que nos hará fracasar haciendo que nuestras circunstancias y entorno sean difíciles.
Queridos hermanos, no debemos interpretar la Palabra de Dios de manera flexible. Por supuesto, con nuestros pensamientos humanos podemos hacer algo de esta manera o la otra, pero la Palabra de Dios no nos permite hacer las cosas de esta manera o la otra según el estado de las cosas. Esta es la razón por la que Dios escribió Su Palabra santa. Dios escribió esto en la Biblia claramente. La Palabra de Dios es exactamente como está escrita. Incluso ahora no cambia. A través de esta Palabra de Dios escrita podemos conocer a nuestro Señor que es tan maravilloso y no cambia eternamente.
Queridos hermanos y hermanas, no estoy diciendo estas palabras porque estén intentando casarse con gentiles. Sin embargo, hay una alta probabilidad de que vayan a hacer esto. Es posible que se alejen de Dios pensando: “No tengo otro remedio que casarme con esta persona porque estoy en una situación difícil”. Recuerden esto. Aunque sus circunstancias puedan ser así, es simplemente una situación y por eso no puede cambiar la Palabra de Dios. Estoy diciendo que los seres humanos no pueden cambiar la voluntad de Dios.
Quiero repetirlo. Si los que hemos nacido de nuevo al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu queremos casarnos, debemos casarnos con los que han sido circuncidados espiritualmente. Este es el mandamiento de Dios.