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ስብከቶች፤

Tema 13: Evangelio de Mateo

[Capítulo 27] El velo del templo se partió en dos de arriba abajo (Mateo 27, 45-54)

El velo del templo se partió en dos de arriba abajo(Mateo 27, 45-54)
«Y desde la hora sexta hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena. Cerca de la hora novena, Jesús clamó a gran voz, diciendo: Elí, Elí, ¿lama sabactani? Esto es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? Algunos de los que estaban allí decían, al oírlo: A Elías llama éste. Y al instante, corriendo uno de ellos, tomó una esponja, y la empapó de vinagre, y poniéndola en una caña, le dio a beber. Pero los otros decían: Deja, veamos si viene Elías a librarle. Mas Jesús, habiendo otra vez clamado a gran voz, entregó el espíritu. Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; y la tierra tembló, y las rocas se partieron; y se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos que habían dormido, se levantaron; y saliendo de los sepulcros, después de la resurrección de él, vinieron a la santa ciudad, y aparecieron a muchos. El centurión, y los que estaban con él guardando a Jesús, visto el terremoto, y las cosas que habían sido hechas, temieron en gran manera, y dijeron: Verdaderamente éste era Hijo de Dios.»
 

En el pasaje de las Escrituras de hoy esdtá escrito que «el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo» cuando Jesucristo murió. El santuario de Dios era una habitación pequeña donde se encontraba el Arca de la Alianza. Este era el lugar donde Dios entraba y dispensaba Su gracia. En el Antiguo Testamento, una vez al año, el Sumo Sacerdote tomaba la sangre del sacrificio, entraba en el santuario e Israel recibía la remisión de los pecados que había cometido en el último año cuando el Sumo Sacerdote esparcía la sangre siete veces sobre el Arca de la Alianza, en la parte este. 
• El santuario era el lugar en el que Dios entraba para dispensar gracia.
• Nadie podía entrar en la Casa se Dios sin sangre ni imposición de manos. 
• Así que, ¿cuándo se rasgó el velo del Templo? El velo del Templo se rasgó cuando Jesús derramó Su sangre y murió en la Cruz al haber venido al mundo como un hombre y haber sido bautizado en el río Jordán.
Jesús vino al mundo, tomó todos los pecados de los pecadores sobre Sí mismo al ser bautizado por Juan el Bautista en el río Jordán, cargó con todos esos pecados y fue a la Cruz, y terminó con el juicio de todos nuestros pecados al derramar Su sangre. Así que el velo del Templo fue rasgado en ese entonces cuando Jesús murió. En el Templo de Dios, el velo estaba entre el santuario y el Lugar Santísimo, y el que fuese rasgado quiere decir que el muro del pecado que separaba a Dios y a las personas fue eliminado. Como Jesú vino al mundo y recibió los pecados a través de Su bautismo, como murió en nuestro lugar y como según la Biblia «El precio del pecado es la muerte» (Romanos 6, 23), el pecado que separaba a la humanidad de Dios fue eliminado, y entonces Dios rasgó el velo. 
Cuando Jesús murió en la Cruz, la oscuridad reinó durante tres horas en el lugar en el que Él estaba. Jesús cargó con todos los pecados del mundo al ser bautizado en el río Jordán. Mientras estaba muriendo colgado en la Cruz para cargar con los pecados, dijo: «Eli, Eli, ¿lama sabachthani?», que queire decir: «Dios Mío, Dios Mío, ¿por qué me has abandonado?» Después gritó con una voz muy alta, oró y entregó Su espíritu. 
 

¿Abandonó el Padre a Jesús?
 
No. Cuando Jesús dijo: «Dios Mío, Dios Mío, ¿por qué me has abandonado?», lo dijo porque estaba agonizando al recibir el castigo del pecado en la Cruz al haber cargado con todos los pecados del mundo a través del bautismo, y se sentía como si Dios le hubiese abandonado. Pero Dios no le había abandonado de verdad. Por supuesto Jesús experimentó como el Padre apartaba la vista de Él durante un período corto de tiempo. ¿Por qué? Porque Jesús tomó todos los pecados del mundo sobre Sí mismo al recibir el bautismo de Juan el Bautista. Esto se debe a que Jesús, quien había cargado con todos los pecados del mundo, podía salvar a la humanidad de todos sus pecados solo al morir en la Cruz para pagar su precio. Así que sufrió durante algún tiempo.
• Jesús no fue abandonado.
• El sufrimiento de Jesús fue para redimir a los que creemos.
• El grito que dio el Señor antes de morir fue una exclamación por el juicio del pecado.
• Pero Jesús tomó todos nuestros pecados sobre Sí mismo y recibió el castigo del pecado en nuestro lugar en la Cruz.
• Como sufrió dolor, los que tendríamos que haber sido abandonados por Dios recibimos la remisión de los pecados. 
Cuando nuestro Señor se fue de este mundo, cuando gritó en la Cruz: «Eli, Eli, ¿lama sabachthani?», y murió, el velo del Templo se rasgó de arriba abajo al mismo tiempo. El Señor abrió las puertas del Cielo a los que entramos por Su sangre y agua. Estoy agradecido por esto. Las puertas del Cielo estaban cerradas a cal y canto antes de que el Señor muriese, pero Él vino al mundo, fue bautizado en el río Jordán para cargar con todos los pecados de los pecadores, murió en la Cruz, y nos rescató del pecado. Las puertas del Cielo estaban cerradas a cal y canto hasta que Jesús completó la salvación de la humanidad y eliminó todos nuestros pecados. La gente del Antiguo Testamento también recibía la remisión de los pecados al creer en el Mesías que tenía que venir. Pero Dios abrió las puertas del Cielo cuando el Señor fue bautizado en el río Jordán, derramó Su sangre en la Cruz y murió. 
Estoy agradecido al Señor por el hecho de que el velo del Templo fuese rasgado de arriba abajo cuando murió. Este suceso significa que el Señor tomó todos los pecados del mundo a través de Su bautismo que recibió en el río Jordán, que recibió el juicio de Dios Padre al derramar Su sangre en la Cruz y limpió a la humanidad de los pecados. El que el velo del Templo se rasgase de arriba abajo es la prueba de que el Señor completó nuestra salvación para que quien crea en el agua y la sangre pueda entrar en el Cielo. El Señor permitió que quien creyese en la salvación completada por la obra justa de Dios pudiese entrar en el Cielo. Tomó sobre Sí mismo todos los pecados de los pecadores cuando vino al mundo, y pagó el precio de esos pecados al derramar Su sangre en la Cruz. Por tanto, el velo del Templo se rasgó de arriba abajo cuando Jesús murió en la Cruz y completó la salvación de la humanidad por última vez. El Cielo es el lugar donde solo los que creen en el Evangelio del agua, la sangre y el Espíritu, cumplido por Jesús, pueden tener una relación eterna con Dios. 
No puedo dejar de dar gracias a Dios por esto. Nadie puede entrar al Cielo por sus propias fuerzas, méritos o poder. Pero el Señor abrió las puertas del Cielo para que quien crea en el Evangelio del agua y el Espíritu pueda entrar. Por eso no puedo dejar de dar gracias a Dios. Como el Señor, quien fue bautizado en el río Jordán, abrió las puertas del Cielo al ser clavado en la Cruz, nosotros podemos entrar en el Reino de Dios al creer en esta salvación perfecta que Jesús completó porque nuestros pecados han sido borrados para siempre. Estoy muy agradecido por la salvación del Señor que me ha permitido entrar en el Cielo. Estoy muy agradecido por el Evangelio del agua y el Espíritu que permite que todo el mundo reciba la remisión de los pecados. Estoy muy agradecido porque el Señor abrió las puertas del Cielo y permitió que todo el que crea entre en el Cielo.
 


¿Cuál es el método de entrar en el Cielo?

 
• La gente va al Cielo a través de la fe en la sangre y el bautismo de Jesús.
• Solo por fe en la obra que Jesús hizo, tenemos derecho a ir al Cielo.
• Dios ha permitido que solo la gente que cree en Jesús a través del Evangelio del agua y el Espíritu entre en el Cielo.
• No podemos entrar en el Cielo a través de nuestras donaciones, devoción o méritos hipócritas. Solo puede entrar en el Cielo la gente que cree en el bautismo de Jesús, la sangre que derramó, que es Dio, el Hijo de Dios y el Dios Salvador que nos salvó del pecado. 
• El único método para entrar en el Cielo es la fe en Jesús y en la salvación que Él completó. 
Entrar en el Cielo solo es posible por fe en el Evangelio del agua y el Espíritu. No se necesita nada más para entrar en el Reino de los Cielos. No hace falta nada más a parte de la fe perfecta que cree en el Evangelio del agua y el Espíritu y que nos permite recibir la remisión de los pecados. No hace falta ningún sacrificio, buenas obras, montones de donaciones o nada más para entrar en el Cielo. Por el contrario, los méritos humanos y la bondad humana son obstáculos. Debemos abandonar estas cosas que nos impiden entrar en el Cilo. Lo único que necesitamos es tener fe en el bautismo de Jesús en el río Jordán y en Su sangre que borró nuestros pecados, o en otras palabras, en el Evangelio del agua y el Espíritu.
La gracia y el amor de la salvación del Señor son magníficos. Como el Señor ama a la humanidad, abrió la puerta de los Cielos al ser bautizado en el río Jordán y derramar Su sangre al morir en la Cruz para que quien crea en el Evangelio del agua y el Espíritu pueda entrar en el Reino de los Cielos. Por eso no podemos dejar de alabar a Dios: «El Señor ha abierto las puertas del Cielo y no yo. Ha borrado todos mis pecados al ser bautizado de esta manera y al derramar Su sangre en la Cruz por Su amor por mí.» Ahora, quien crea en el Evangelio del agua y el Espíritu, el Evangelio del bautismo de Jesús y Su sangre, puede entrar en el Cielo por fe. 
No es difícil para un pecador creer en Jesús como su Salvador. Todo el mundo recibe la salvación cuando cree en que Jesús, que es Dios, vino al mundo concebido por el Espíritu Santo y eliminó por completo nuestros pecados a través del bautismo que recibió de Juan el Bautista en el río Jordán y de la sangre que derramó en la Cruz. Solo se necesita una cosa para tener la verdadera fe. El requisito para la verdadera fe es conocer la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu, la Palabra de Dios, y creer en él. La Verdad que es absolutamente esencial es la Verdad del agua y la sangre, y solo al conocerla y creer en ella, la gente recibe la remisión de los pecados. «Y conoceréis la Verdad, y la Verdad os liberará.»
La razón por la que Dios pudo abrir las puertas del Cielo de arriba abajo fue gracias al Señor, quien vino al mundo, fue bautizado, derramó Su sangre y murió en la Cruz, y al tercer día resucitó. Dios abrió las puertas del Cielo a través de Su sacrificio de redención por la remisión de nuestros pecados. El Señor lo sabe todo sobre nosotros: sabe que cuándo nacimos y qué pecados cometeremos. Como es el Señor que nos conoce tanto, tomó nuestros pecados a través del Evangelio del agua y el Espíritu, el bautismo que recibió y Su sangre. 
 


¿Qué significa el nombre de Jesús?

 
El nombre de Jesús significa Salvador. Jesucristo es el Salvador que nació en este mundo a través del cuerpo de una virgen para salvar a la humanidad de sus pecados. El Señor vino al mundo para convertirse en el Salvador que salvó a toda la humanidad del pecado heredado de Adán y Eva y de todos los pecados cometidos en este mundo. Nuestro Señor vino al mundo y cuando cumplió los 30 recibió todos los pecados del mundo al ser bautizado en el río Jordán, recibió el juicio de nuestros pecados en la Cruz en nuestro lugar y salvó a la humanidad por completo. El Señor salvó a toda la humanidad del pecado a través del agua, la sangre y el Espíritu (1 Juan 5, 5-8). Los que creen en esto no son juzgados por el pecado. 
Aunque los pecadores estuviesen en la ignorancia, fuesen débiles y hubiesen cometido todo tipo de pecados, la sangre y el agua de Jesús muestra el poder de la salvación. Jesús pagó el precio del pecado y la muerte por toda la humanidad a través de Su bautismo en el río Jordán y de la sangre que derramó en la Cruz, para que todo pecador pueda entrar en el Reino del Cielo del Señor por fe. Él nos ha librado del pecado y del juicio. Por tanto toda la humanidad puede entrar en el Cielo por fe en la salvación de Jesús, endeudada por los méritos de la humanidad por habernos abierto las puertas del Cielo. Esta es la Verdad básica del cristianismo y nunca cambia. 
El Señor es Dios y se convirtió en el Salvador de todos los pecadores del mundo. Estoy agradecido a Jesús por permitirnos recibir la salvación de los pecados por fe. Como Jesús nos dio esta salvación gratuitamente, por muchos pecados que hayamos cometido, seamos el tipo de pecadores que seamos, podemos entrar en el Cielo por fe en el Evangelio del agua y el Espíritu. Como el Señor nos amó a los que éramos pecadores, como sintió compasión por nosotros, nos salvó mediante el Evangelio del agua, la sangre y el Espíritu, para que pudiésemos vivir para siempre en Su Reino. Jesús nos salvó a todos los pecadores a través del amor justo de Dios. Por eso nuestros corazones están agradecidos al Señor. No podemos dejar de dar gracias a Dios porque nuestra habilidad para expresarnos lógicamente no es perfecta, pero como la fe en la Verdad de la salvación del Evangelio del agua, la sangre y el Espíritu está en nuestros corazones, estamos muy agradecidos. Nuestros corazones están agradecidos al Señor, quien rasgó el velo del Templo de arriba abajo. 
 


¿Pagó Jesús el precio de todos nuestros pecados?

 
• Sí, Jesús vino al mundo encarnado en un hombre. 
• Y cuando tenía 30 años, para eliminar todos los pecados de la humanidad, Juan el Bautista bautizó a Jesús en el río Jordán para cumplir el amor de Dios, y Jesús tomó sobre Sí mismo todos los pecados de la humanidad. Por tanto, limpió todos los pecados de los que creen a través del agua, o en otras palabras, Su bautismo. 
• Y derramó Su sangre en la Cruz y salvó a todo el que cree en el Evangelio del agua y el Espíritu de los pecados con este Evangelio de la sangre y el agua. 
• Jesús es el verdadero Dios (1 Juan 5, 20). «Pero sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero; y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios, y la vida eterna.» Por tanto nos puede dar una vida eterna con Dios. 
 


¿Cómo pudo pagar el precio de nuestros pecados?

 
El suceso en el que el velo del Templo se rasgó, en otras palabras, el que las puertas del Templo del Cielo se abriesen, ocurrió hace 2000 años. Nosotros no habíamos nacido hace 2000 años. Nuestros ancestros de hace 50 generaciones no habían nacido hace 2000 años, pero el Señor nos conocía. Él sabía que naceríamos en el futuro; también sabía que cometeríamos pecados con nuestras personalidades. Él lo vio en el futuro. El Señor me amó, y no solo a mí, sino a todo el mundo por igual. Jesús nos salvó a todos por completo de los pecados para que todo el que crea en el Evangelio de Jesús del agua, la sangre y el Espíritu pueda entrar en el Cielo. Este es el poder del Evangelio que se cumplió a través del bautismo de Jesús y de Su sangre derramada en la Cruz. ¿No es sorprendente que el velo del Templo se rasgase en dos de arriba abajo? ¿Cómo sería posible que el velo se rasgase si Jesús no hubiese sido bautizado por Juan el Bautista ni hubiese muerto en la Cruz?
Pensemos en el diseño del Tabernáculo por un momento. Lo primero que se ve es la puerta del patio del Tabernáculo. Está hecha de lino fino entrelazado de color azúl, púrpura y escarlata. Si entran a través de esta puerta, llegarán al altar de los holocaustos, y verían la fuente. El Tabernáculo está detrás de la fuente. El Tabernáculo es el lugar donde Dios vive y está dividido en dos habitaciones: el santuario y el Lugar Santísimo. Hay que pasar por el santuario para entrar en el Lugar Santísimo. 
La puerta del Templo también estaba hecha de hilo fino y lino azúl, púrpura y escarlata. Pasada la puerta del Templo se encuentran con un velo del mismo material y color (Éxodo 26, 31) decorado con diseños de querubines, ángeles. El velo estaba entrelazado como las alfombras palestinas. Para hacerse una idea de cómo estaba tejido, los expertos bíblicos dicen que el velo del Tempo no se podía romper aunque sus cuatro esquinas se atasen a cuatro caballos que estirasen de ellas. Pero un velo tan fuerte se puede romper partir con un cuchillo, pero piensen en cómo se puede romper de arriba abajo automáticamente. 
 


¿Por qué se rasgó el Templo del velo?

 
• Aquí está la respuesta: porque Jesús recibió los pecados de todo el mundo a través de Su bautismo y borró todos los pecados de la humanidad con Su sangre. 
• Y porque murió en la Cruz. Abrió la puerta para que los que creen, entren en el Cielo al haber borrado sus pecados mediante Su bautismo y juicio en la Cruz. Esta es la justicia de Dios. Por tanto, el velo del Templo se rasgó cuando Jesús derramó Su sangre y murió en la Cruz después de haber sido bautizado. El Señor rasgó el velo del Templo al decir: «Ahora creed, y si creéis, podréis entrar en el Cielo.»
¿Por qué se rasgó el velo del Templo cuando nuestro Señor murió en la Cruz? Dentro del Lugar Santísimo está el Arca del Alianza, y ahí es donde vive Dios. La tapadera del Arca de la Alianza estaba hecha con un talento de oro. En ambos extremos de la tapadera había dos querubines mirándose con las alas extendidas. Esta tapadera del Arca de la Alianza se llamaba el asiento de la misericordia y era el lugar donde Dios entraba y dispensaba gracia. En otras palabras, Dios iba a visitar al pueblo de Israel, le daba la remisión de los pecados y vida eterna y le dispensaba gracia en este lugar. 
Jesús fue bautizado por Juan el Bautista en el río Jordán para poder recibir todos nuestros pecados. Si el Sumo Sacerdote entraba en el Lugar Santísimo de Dios, tenía que llevar consigo la sangre del sacrificio que limpiaba los pecados mediante la imposición de manos. ¿Por qué tenía que llevar consigo la sangre? Porque la sangre es vida. Todos los pecadores tenían que morir por sus pecados, pero Jesús se encargó de todos estos pecados mediante Su bautismo en el río Jordán, y los llevó a la Cruz, donde salvó a todos los pecadores entregando Su vida en su lugar. El Señor pagó el precio por nuestros pecados con Su vida y nos salvó. Por eso el Sumo Sacerdote podía entrar en el Lugar Santísimo solo si llevaba sangre. En otras palabras, los pecadores solo pueden presentarse ante Dios al tener fe en el agua y la sangre. Cuando la gente se presenta ante Dios por fe en el agua del bautismo de Jesús y en la sangre que derramó, nadie es juzgado. 
Pero la cuestión es por qué se rasgó el velo del Templo cuando murió Jesús. Cuando Jesús murió, el velo del Templo se rasgó en dos por completo. Jesús rescató a todos los pecados del pecado al derramar Su sangre en este mundo, hasta la última gota. Así que el camino para encontrarse con Dios se abrió. Era necesario que Dios enseñase que el velo del Templo se había rasgado. Ahora entramos en el Cielo por fe en el Evangelio del agua y el Espíritu. Esto se debe a que hemos sido rescatados del pecado por fe en el Señor en nuestros corazones, porque nos ha salvado a todos los pecadores del pecado al derramar Su sangre y agua cuando fue penetrado con una lanza por uno de los soldados (Juan 19, 34). 
Ahora ningún pecador tiene que ir personalmente a Jesús para poner las manos sobre Su cabeza, o ser clavado en la Cruz y derramar su sangre por sus pecados. Quien crea en el bautisma de Jesús, quien tomó todos los pecados del mundo, y en la sangre (Espíritu) que derramó en la Cruz, puede entrar en el Reino de los Cielos. El Evangelio del agua y el Espíritu es el camino al Reino de los Cielos. Así que cuando la salvación se cumplió, Dios rasgó el velo del Templo. El camino al Reino de los Cielos es el Evangelio del agua y el Espíritu. Toda la humanidad puede entrar en el Cielo si cree en el agua y la sangre de la salvación confesando: «¡Oh! Jesús fue bautizado en mi lugar. ¡Oh! Jesús pagó el precio de mis pecados en mi lugar al derramar Su sangre y morir. Murió en mi lugar en la Cruz y fue bautizado en el río Jordán para tomar todos mis pecados.» Ahora podemos entrar en el Cielo si tenemos fe en esta Verdad. 
Hermanos y hermanas, deben tener el Evangelio del agua y el Espíritu para entrar el Reino de los Cielos. Aunque no tuvimos que morir, Jesús derramó Su sangre y murió por nosotros. Jesús vino al mundo como un Hombre por mí, fue bautizado en el río Jordán para salvarme, derramó Su sangre por mí en la Cruz, resucitó por mí, y vendrá de nuevo por mí. Todas estas cosas las ha hecho por nosotros. Todo lo que Dios hizo fue por ustedes. Espero que crean en esto. Jesús nos salvó por completo al ser bautizado y derramar Su sangre por nosotros. 
 


¿Era la sangre de Jesús vida?

 
• La sangre de Jesús fue el precio de la vida para salvar a los pecadores de la muerte. 
• Les dio vida nueva a los que creen.
• Fue el final del juicio por el pecado.
• Es una prueba de que entregó Su vida dos veces.
• Fue el precio de la vida que rescató a todos los pecadores del pecado. 
El Señor nos dio el agua de Su bautismo. También nos dio Su sangre. Jesús nos dio el Evangelio del agua y el Espíritu.
En las últimas escenas de la película Ben-Hur, hay rayos en el cielo y empieza a llover cuando Jesús está clavado en la Cruz y se está muriendo. La sangre de la vida de Jesús cae al suelo y corre por él. La madre de Ben-Hur enferma de lepra, pero en el momento en que Jesús muere en la Cruz, se cura de la enfermedad. Todos los pecadores han recibido la salvación del pecado por fe porque Jesús vino al mundo, fue bautizado por Juan el Bautista en el río Jordán, tomó todos los pecados de los pecadores sobre Sí mismo, y derramó Su sangre hasta morir en la Cruz. Esta es la Verdad. Es la salvación. Hermanos y hermanas, todos nuestros pecados, y todos los pecados de la humanidad fueron borrados, y por eso todos los pecadores pueden recibir la salvación y ser justos. El escritor de Ben-Hur dio testimonio, a través de un toque simbólico, del milagro de curación mediante el que Jesús eliminó todos nuestros pecados al morir en la Cuz. 
Se dice que el escritor de esa película creía de verdad que Jesús no existió, y para probarlo estudió mucho material relacionado con la Biblia. Pero mientras estaba recogiendo material para probar su teoría, cuanto más investigaba sobre Jesús, más se convencía de que Jesús era una Persona real, y al final se arrodilló ante el Señor y creyó en todo lo que hizo para salvarle. Así que escribió la obra maestra titulada Ben-Hur y confesó su fe a través de este libro. En la última parte de su libro expresa artísticamente que la sangre de Jesús acabó con el juicio de todos sus pecados. 
Sin embargo, Jesús no nos ha salvado solamente mediante Su sangre derramada en la Cruz. Para completar nuestra salvación tomó todos nuestros pecados al ser bautizado en el río Jordán tres años antes de morir en la Cruz. Jesús fue bautizado antes de que nosotros naciésemos. El que recibiera el bautismo era el método de cargar con todos nuetros pecados, y Su sangre era vida. El bautismo de Jesús es el agua que borró nuestros pecados, y Su sangre es el Espíritu. ¿Por qué la sangre de Jesús es el Espíritu en el Evangelio del agua y el Espíritu? Porque Jesús es Dios. Así que el bautismo que recibió y la sangre que derramó constituyen el Evangelio del agua y el Espíritu.
 


¿Se borraron todos los pecados a través del bautismo de Jesús?

 
• Sí, porque Jesús fue bautizado por Juan el Bautista para cumplir toda justicia. 
• Si quitan el bautismo de Jesús de Su vida pública, Su vida sería un fracaso. 
• Jesús fue bautizado para cargar con los pecados del mundo.
• Jesús fue bautizado por el representante de la humanidad, Juan el Bautista, y recibió todos los pecados del mundo.
• El que Jesús fuera bautizado y salvara a los pecadores era la voluntad de Dios. 
• Jesús recibió los pecados del mundo, los borró, murió en lugar de los pecados y salvó a los que creen en Él del pecado. 
Jesús pudo recibir los pecados del mundo al ser bautizado. «Permíteme hacer ahora pues conviene que cumplamos toda justicia» (Mateo 3, 15). El que Jesús fuese bautizado en el río Jordán significaba que cargó con los pecados de los pecadores, y el que muriese en la Cruz fue para pagar el precio de nuestros pecados. 
Hermanos y hermanas, no vimos esa escena con nuestros ojos. No sabemos qué ocurrió hace 2000 años. Pero Dios muestra a toda la humanidad no solo lo que ocurrió en el pasado, sino también el mundo futuro que está escrito en la Biblia. Por tanto, todo el mundo debe saber, a través de la Biblia, que Jesús fue bautizado en el río Jordán para eliminar todos nuestros pecados al cargar con ellos en Su cuerpo. Todos nosotros debemos ser personas que crean de corazón en la salvación del agua y la sangre de Jesús. El Señor dijo que salva a la gente que cree en la Palabra de Dios aunque no pueda verla con sus ojos. Dios rasgó el velo del Templo cuando Jesús murió en la Cruz para que quien crea en que Jesús les ha salvado de esta manera puedan entrar en el Cielo. 
El Señor rompió la pared del pecado que separaba al hombre de Dios. Rompió el muro de pecado para que quien creyese en la Palabra de corazón entrase en el Reino de los Cielos. Estoy agradecido al Señor porque nos permitió entrar en el Cielo si creemos en la Palabra. ¿Están agradecidos también? Sí. Nuestro Señor nos ha salvado a través del agua de Su bautismo y el Espíritu de Su sangre. 
 


¿Nos salvó Jesús a los pecadores aunque no lo supiésemos?

 
Yo también era un pecador que no conocía bien a Jesús. No conocía a Jesús bien porque nací en una familia budista. Mi familia era budista y también creía en el Taegukdo, una mezcla de varias religiones, y siempre se involucraba en diferentes religiones extrañas. ¿Cómo puede alguien de una familia así aprender algo sobre Jesús? Aunque estaba en esta situación, un día me encontré con la Biblia y la leí. En realidad era un libro sobre el Nuevo Testamento. Leí el libro que hablaba de cómo Jesús me amó y me salvó. Este fue el comienzo de mi vida religiosa. En aquel entonces no sabía por qué Jesús fue bautizado por Juan el Bautista. 
Pero cuando averigüé la razón por la que Jesús fue bautizado, me causó un gran impacto en mi alma. «¿Jesús fue bautizado, derramó Su sangre y murió por mis pecados? La verdad es que no me importaba Jesús, nunca creí en Él, nunca hice ninguna donación, sino que perseguía a la gente que creía en Jesús. ¿Por qué le importo? ¿Por qué fue bautizado por mí, murió y resucitó por mí? ¿Fue bautizado y murió en mi lugar?» De todas formas, a pesar de mis imperfecciones, Jesús me amó y fue bautizado en el río Jordán por mí, murió en la Cruz en mi lugar, y me permitió entrar en el Cielo. Creí en esta Verdad. Ahora puedo profesar mi fe en Él claramente. Ahora soy justo. Jesús resolvió el problema de mis pecados que me impedía ir al Cielo, a través de Su bautismo y sangre, y así permitió que toda la humanidad pudiese entrar en el cielo. 
Hermanos y hermnas, esto es lo más importante que Dios ha hecho por todos los pecadores; es incluso mayor que la creación del universo. ¿Cómo puede ser insignificante la obra que Jesús hizo al nacer en este mundo, ser bautizado en el río Jordán y al morir en la Cruz para salvar a los pecadores? La obra de rasgar el velo del Templo o, en otras palabras, la obra de salvar a los pecadores para que pudieran entrar en el Cielo, es una obra mayor que la creación del universo y todo lo que hay en él. El nacimiento de Jesús, Su bautismo, muerte en la Cruz, resurrección, ascensión, segunda venida, y el que convierta en hijos de Dios a todos los que crean en el verdadero Evangelio, es la obra del amor del Señor que realizó con su misericordia y salvación. Nuestro Señor nos ha salvado de todos los pecados. Jesús nos ha librado de todos los pecados del mundo. Nos ha bendecido. Hermanos y hermanas, ¿no es verdad?
Nosotros no tenemos más remedio que ir al infierno, que ser destruidos, vivir con dolor, tristeza, resentimiento y maldición mientras pecamos. Jesús se convirtió en el Maestro de la salvación para nosotros al rescatarnos de todos los pecados para que pudiésemos entrar en el Cielo por fe. Jesús nos garantizó la remisión de los pecados a través de Su agua y sangre. Se convirtió personalmente en el Maestro de la salvación al cargar con nuestros pecados y morir en nuestro lugar. Así que el Señor nos permitió entrar en el Cielo a través de la fe en el Evangelio del agua y el Espíritu. Él hizo la obra de salvación por nosotros, para que pudiésemos entrar en el Cielo sin ningún obstáculo. Como un rayo de luz en una vida triste y llena de dolor, o como una arroyo que llega hasta una persona sedienta, nosotros estamos muy contentos por el Evangelio del agua y el Espíritu que nos ha encontrado. Queridos hermanos y hermanas, ¿creen?
 


¿Puede una persona recibir la remisión de los pecados solo a través del agua, la sangre y el Espíritu que Jesús entregó?

 
• Sí. Recibir la remisión de los pecados solo es posible a través de la fe en el bautismo y la sangre de Jesús, quien es Dios. 
• Si un pecador quiere creer en Jesús y recibir la salvación, tiene que creer en el bautismo de Jesús y Su sangre en la Cruz en ese orden sin excepción.
Jesús habría muerto de todas formas en la Cruz por la pérdida de sangre. Pero, ¿por qué permitió Dios que uno de los soldados romanos le clavase una lanza en el costado? La pregunta es: «¿Por qué hirieron a Jesús si ya estaba muerto?» Cuando el soldado perforó el costado de Jesús, le salió agua y sangre. 
Esto se hizo para probar que la salvación de Jesús se encuentra en Su bautismo y sangre derramada en la Cruz. Hermanos y hermanas, ¿hay alguien entre ustedes que crea solo en que Jesús murió en la Cruz e ignore Su bautismo? Si hay alguien así, su fe es errónea. El bautismo de Jesús se realizó para tomar todos los pecados de los pecadores, y Su muerte en la Cruz fue para el juicio del pecado. Por tanto, cuando alguien quiere creer en Jesús correctamente, debe creer en Su bautismo y Su sangre derramada en la Cruz. 
 


Si alguien quiere borrar su deuda de su cuenta de crédito, ¿qué debe hacer?

 
• Una persona debe saldar su deuda pagando la cantidad correspondiente al acreedor. 
• Del mismo modo, Jesús también fue bautizado en Su cuerpo y pagó el precio con Su vida por nuestros pecados para que fuesen borrados. 
Deben pagar una cantidad de dinero adecuada si quieren saldar una deuda. ¿Pueden decir: «Vamos a considerar mi deuda pagada» sin pagar nada? No, tienen que pagar el dinero equivalente a la deuda al acreedor para poder borrarla de su cuenta de crédito. No se puede saldar la deuda sin pagarla, con tan solo decir: «Ya la he pagado. Bórrala de mi cuenta.»
Del mismo modo, debe haber un momento en el que mis pecados fueron transferidos a Jesús si quiero recibir la remisión de los pecados. ¿Cómo podemos transferir nuestros pecados a Jesús hace 2000 años? Solo es posible si creemos en el bautismo del Señor Jesús. No los transferimos personalmente. El mediador, Juan el Bautista, transfirió los pecados a Jesús por toda la humanidad. Así que nuestros pecados se pueden transferir por fe en el agua y el Espíritu (el bautismo y sangre de Jesús), y hemos recibido la salvación de los pecados a través de nuestra fe en el Evangelio del agua y el Espíritu. Jesús nos salvó al ser bautizado, tomar todos nuestros pecados sobre Sí mismo, morir en la Cruz y resucitó de entre los muertos al tercer día. No tenemos pecados si creemos en esta Verdad. Por tanto, nuestros corazones están agradecidos al Señor. Le doy gracias al Señor que nos ha salvado y nos ha dado nueva vida. 
Cuando Jesús murió en la Cruz, muchas tumbas se abrieron en Israel. Se abrieron las tumbas de los que habían muerto antes de que llegase Jesús y que creyeron en el Mesías eliminaría todos los pecados del mundo, o en otras palabras, de los que creyeron en la promesa de salvación. Y volvieron a la vida y se pasearon por Jerusalén. Fue un suceso muy sorprendente. Pero esto ocurrió de verdad. Un grupo de personas, entre los que vivieron antes que Jesús y creyeron que Él vendría y les salvaría de sus pecados, resucitaron. Por supuesto estas personas murieron de nuevo después. 
Este suceso nos habla no solo de que Jesús nos ha salvado del pecado, sino de que nos ha dado una vida nueva. Tengo un corazón agradecido al Señor porque me ha dado una vida nueva. Nos ha dado una vida nueva y nos ha permitido nacer de nuevo para vivir con Dios para siempre y no morir. Estoy muy agradecido por eso y porque me ha permitido entrar y vivir en esa ciudad santa en el Cielo. 
Recibir la remisión de los pecados es la garantía del Cielo. Hermanos y hermanas, los que han recibido la remisión de los pecados van al Cielo. Este es un lugar para los que creen en el agua y sangre de Jesús. El Cielo está en algún lugar del universo. El Reino de los Cielos es para los que creen en Jesús y por tanto han recibido la remisión de los pecados. Ir al Cielo y recibir la remisión de los pecados son dos cosas dependientes la una de la otra. Son idénticas. Quien ha recibido la remisión de los pecados va al Cielo. Si hemos creído en el Evangelio del agua y el Espíritu y hemos recibido la remisión de los pecados, nos hemos convertido en hijos de Dios y recibimos el Cielo como un regalo. Es como los que resucitaron y entraron en Jerusalén cuando Jesús murió. Físicamente no tenemos méritos ni somos dignos de alabanza, pero nuestro Señor les da el Cielo a los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu que el Salvador nos dio. La obra que el Señor hizo en el mundo es un hecho. No es algo que se hayan inventado los cristianos. 
Antes de morir en la Cruz, Jesús ya había sido bautizado para cargar con los pecados del mundo. Jesús no tenía pecados, pero hablando espiritualmente, murió según la ley que decía que el precio del pecado es la muerte porque tenía todos esos pecados en Su cuerpo. Para cumplir la ley de Dios y salvar a toda la humanidad del pecado, Jesucristo tenía que ser bautizado y morir en la Cruz cargando con los pecados del mundo. Además salvó a los pecadores del pecado, del juicio, la maldición y la muerte al resucitar de entre los muertos. Los que colgaron a Jesús en la Cruz y lo mataron no eran judíos, eran soldados de una nación gentil. Jesús fue clavado en la Cruz al haberse sometido a soldados de una nación gentil. Después de que Jesús fuese clavado en la Cruz y muriese, lo enterraron en una tumba con una roca enorme que ni siquiera dos o tres personas podían mover. Entonces dos o tres líneas de soldados se quedaron a vigilarla. 
Pero al tercer día después de morir, Jesús resucitó, y un ángel descendió desde el Cielo y movió la piedra, y así Jesús resucitó dentro de la tumba. Después plegó las ropas con las que había sido enterrado, salió de la tumba, y se fue a la región de Galilea. Fue a una montaña de Galilea donde había decidido encontrarse con Sus discípulos como prometió antes de morir. 
Cuando el cuerpo de Jesús estaba en la tumba, los ángeles lo vigilaron. Un soldado romano y un centurión lo vieron con sus propios ojos. Esto significa que no solo los que creían en Jesús, sino también algunos soldados romanos que eran gentiles y no creían en Jesús, vieron todo lo que sucedió cuando Jesús murió en la Cruz: el velo del Templo fue rasgado, la tumba de Jesús abierta, y Él resucitó de entre los muertos. Los soldados romanos estaban vigilando la tumba de Jesús hasta que vieron estas escenas. Entonces dieron testimonio: «De verdad este era el Hijo de Dios.» Dios hizo que los soldados gentiles dieran testimonio con sus propios labios: «Jesús era el Hijo del Dios vivo.» La Verdad debe probarse a través de otras personas, debe poder ser creída por los pecadores, y predicada por los que han recibido la remisión de los pecados. 
Los pecadores pueden cambiar cuando escuchan el testimonio de los que han recibido la remisión de los pecados. Si una persona recibe la remisión de los pecados de Jesús, cambia aunque no tenga intención de hacerlo o no intente ser una buena persona. Si alguien cree en Jesús, nace de nuevo, y escucha la Palabra, puede cambiar. Su corazón cambia por completo. La fe crece poco a poco en su corazón y alaba a Dios. Cuando los justos cantan himnos, no solo están cantando, porque las letras de los himnos se convierten en pensamientos en sus corazones y se graban en sus corazones. Todo se hace nuevo en cuerpo y espíritu para una persona que ha nacido de nuevo. Como el interior de una persona nacida de nueva se hace nuevo, experimenta un cambio de vida extraordinario. Por tanto, en la era de la Iglesia Primitiva, los que no creían veían la vida cambiada de los justos y decían de los santos: «¡Vaya! Esa persona ha recibido la salvación. Es cristiana. Es parte del pueblo de Dios.» En realidad, la palabra cristiano fue utilizada por primera vez por los que no creían en Jesús (Hechos 11, 26). Esto también nos dice que los gentiles también dieron testimonio de que Jesús salvó a los pecadores. Nuestra salvación no solo se demuestra con nuestro testimonio, sino que la demuestra Dios mismo.
 


¿Cuál es la salvación de los pecadores que hace que hasta el Diablo la reconozca?

 
El Evangelio del agua y el Espíritu es la salvación que hasta el Diablo reconoce. «Vaya, no me gusta esta, pero tengo que reconocerlo. Sí. Es cierto que no hay pecado. Es cierto que todos los pecados de la humanidad, hasta los de la última persona de la historia, han desaparecido. Duele reconocerlo, pero es verdad. No puedo negarlo. Pero puedo hacer que la gente que ha nacido de nuevo no pueda vivir vidas de fe, porque por mucho que digan que han recibido la salvación, si no viven por fe, son iguales que antes.» El Diablo interfiere en las vidas leales de los que han nacido de nuevo. ¿Por qué? Porque es miserable cuando la gente recibe la salvación. Si la gente que ha nacido de nuevo recibe bendiciones espirituales y vive bien espiritualmente, en otras palabras, cuando vive buenas vidas de fe, no sigue al Diablo. Así que el Diablo les dice a los nacidos de nuevo: «Habéis recibido la salvación por fe porque Jesús os ha salvado, pero no vivís por fe.» ¿Por qué? Si los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu y han nacido de nuevo viven por fe, la gente también puede recibir la salvación y el Diablo no quiere que esto ocurra porque sus siervos se van poco a poco.
Jesús y el Diablo lucharon y el Diablo quedó K.O. El Diablo susurró en los corazones de la gente: «Matad a Jesús, matadle.» Así que creó este deseo en la gente y les hizo matarle. Sin embargo, mientras Jesús estaba clavado en la Cruz y murió, dijo: «¡Está acabado!» El Diablo se quedó sorprendido. Jesús tomó sobre Sí mismo todos nuestros pecados al ser bautizado en el río Jordán y completó la salvación del pecado al morir en la Cruz. El Diablo pensó que se acabaría todo si Jesús moría en la Cruz, pero Jesús tomó todos los pecados del mundo a través de Su bautismo y completó la remisión de los pecados al someter Su cuerpo hasta la muerte en la Cruz. 
Ahora que Jesús ha sufrido la muerte física, el Diablo no puede pedir el precio del pecado a los pecadores. Hermanos y hermanas, el precio del pecado es la muerte, pero Jesús murió en lugar de los pecadores. Jesús tomó todos los pecados de los pecadores sobre Sí mismo en el río Jordán y murió en su lugar. «¡Está acabado!» «Se ha acabado todo.» «Todo está terminado.» A través de la muerte de Jesús, el Diablo no puede decirnos: «Tenéis pecados, ¿no?» El Diablo fue derrotado ante Jesús cuando el Señor nació, fue bautizado, derramó Su sangre en la Cruz y resucitó. El Diablo siempre intenta separarnos de Dios y engañarnos. Pero aunque el Diablo nos engañe o no ante Jesús, el Hijo de Dios, ante Su sabiduría y salvación, su poder es menor. El Diablo fue derrotado.
Hermanos y hermanas, ¿tienen pecado? No. No podemos decir con nuestras conciencias que no tenemos pecados. Pero, a través del bautismo y la sangre de Jesús, podemos decir que no tenemos pecados. Podemos decirlo a través de nuestras conciencias por fe. ¿Creen que Jesús recibió Su bautismo en su lugar en el río Jordán? ¿Ustedes también creen en Su muerte en la Cruz? Podemos decir que no tenemos pecados a través de este tipo de fe, y de verdad no tenemos pecados. Por tanto, recibimos corazones agradecidos ante Dios. He recibido la remisión de mis pecados gracias a la fe del tamaño de una semilla de mostaza. Así que doy más gracias al Señor a través de mi fe que se ha hecho más grande. También hay muchas otras cosas por las que estoy agradecido de corazón. 
«Estoy agradecido al Señor. Estoy agradecido al Señor, quien me dio este corazón que cree en Ti. Estoy agradecido porque Me hiciste una persona que no tiene que preocuparse por el pecado.» Hermano y hermanas, nuestro Señor nos ha dado corazones agradecidos. Nos ha dado bendiciones. Así que espero que no solo ustedes, sino que todo el mundo crea en el Evangelio del agua y el Espíritu. No tienen pecados si creen que Jesús tomó sobre Sí mismo los pecados del mundo y los eliminó al ser bautizado por Juan el Bautista y al morir en la Cruz. ¡Creemos en la Verdad! Esto se debe a que no hay ninguna manera de recibir la salvación de todos nuestros pecados si no creemos en el nacimiento, el bautismo y la sangre de Jesús. 
«Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos» (Hechos 4, 12). Espero que todos crean en Jesús como su Salvador. La gente que cree está muy agradecida de corazón. Creo que siempre estaré agradecido de corazón, hoy y en el futuro. Como nuestro Señor nos dio la salvación y nos dejó vivir, siempre tendré un corazón agradecido. Daré gracias eternamente al Señor, quien nos dio la salvación, la vida eterna y las bendiciones. Queridos hermanos y hermana, la fe funciona aunque sea tan pequeña como la de un grano de mostaza. Recibimos la salvación al creer en lo que Jesús hizo. 
Como una hermana ha testificado hace un rato, Dios nos ha dado la salvación gratuitamente sabiendo que nunca podríamos salvarnos. Yo soy incapaz. Si pudiese conseguir la salvación por mis propios esfuerzos, Dios no tendría que haber hecho estas cosas, pero como mis pecados no se van con mis propios esfuerzos, Dios completó mi salvación y me la dio gratuitamente porque me ama. Basta con que recibamos este regalo por fe. 
Tenemos un dicho coreano que dice: «Si te gustan las cosas gratuitas, te quedarás calvo.» Si es así, todo el mundo que va al Reino de Dios está calvo en el corazón. Tener el corazón calvo no es malo. ¿Por qué? Porque la gente adora la gracia de Dios y los regalos que nos da gratuitamente. Estas personas satisfacen a Dios y son muy bellas. 
El Señor vino al mundo, fue bautizado, derramó Su sangre en la Cruz, y abrió la puerta del Cielo de par en par. Deseo con todas mis fuerzas que todos sean hijos del Señor que van al Cielo al creer en esta Verdad en su corazón y al nacer de nuevo.