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ስብከቶች፤

Tema 27: Cartas de Dios para nosotros en la era del Coronavirus

[27-3] Dios revela Su gloria a través de nosotros (Isaías 44:21-23)

(Isaías 44:21-23)
«Acuérdate de estas cosas, 
oh Jacob, e Israel,
porque mi siervo eres. 
Yo te formé, siervo mío eres tú; 
Israel, no me olvides.
Yo deshice como una nube tus rebeliones,
y como niebla tus pecados; 
vuélvete a mí, porque yo te redimí.
Cantad loores, oh cielos, 
porque Jehová lo hizo; 
gritad con júbilo, profundidades de la tierra; 
prorrumpid, montes, en alabanza;
bosque, y todo árbol que en él está;
porque Jehová redimió a Jacob, 
y en Israel será glorificado».
 

En el Antiguo Testamento, Dios llamó a Jacob utilizando dos nombres diferentes, como podemos ver en el pasaje de las Escrituras de hoy: 
«Acuérdate de estas cosas, oh Jacob, e Israel, porque mi siervo eres» (Isaías 44:21). Dios podría haberle llamado solamente Jacob o Israel, pero quiso darle a Jacob dos nombres. 
Hay una razón por la que Dios utilizó estos dos nombres: Jacob e Israel. Uno de ellos, Jacob, se utiliza para nombrarlo como hombre, mientras que el otro, Israel, se usa para nombrarlo como alguien que Dios bendijo. Dios también nombra a los creyentes del Evangelio del agua y el Espíritu utilizando dos nombres. Utiliza nuestros nombres como individuos, pero cuando nos nombra como creyentes del Evangelio del agua y el Espíritu que nos ha dado Cristo, nuestro Dios, nos llama justos. El nombre Israel en el Antiguo Testamento se le concedió a Jacob como una bendición después de haber luchado con Dios en oración toda la noche. Significa “el que luchó con Dios y venció”. 
Esto ocurrió cuando Jacob oró por su hermano en el vado de Jacob. “Señor, mi hermano viene de camino para matarme. Llegará mañana. Por favor, protégeme de su ira. Sálvame de mi hermano y bendíceme. No puedo dejar de orar si no me bendices. No dejaré que te vayas”. Entonces Dios intentó dejar a Jacob diciendo: “Déjame ir. La noche se va y el sol de la mañana se está levantando”: Jacob dijo: “Señor, no te dejaré ir si no me bendices”. Al final, quizás movido por la oración sincera de Jacob, Dios cedió y dijo: “Te bendeciré”: Entonces Dios tocó la cavidad de la cadera de Jacob y dijo: “Tu nombre ya no será Jacob, sino Israel”. Así es como el nombre de Jacob se cambió a Israel desde ese momento. De hecho, Dios disciplinó y bendijo a Jacob para construir Su Reino a través de él. Después de mucho tiempo después de este incidente, los descendientes de Jacob llegaron a encontrar el Reino de Israel después del éxodo de Egipto. Gracias a la bendita providencia de Dios el nombre de Jacob se cambió a Israel. De esta manera, Dios también nos ha bendecido a los que éramos pecados para encontrar el Evangelio del agua y el Espíritu, y nos está llamando Su pueblo, santos y justos. Todo esto son las bendiciones y providencia de Dios. 
La Biblia dice: «Acuérdate de estas cosas, oh Jacob, e Israel, porque mi siervo eres» (Isaías 44:21). Este pasaje contiene la providencia especial de Dios para construir Su Reino a través de Jacob. Dios llamó a Jacob Su siervo. Un siervo hace lo que le ordena su señor. Así que, cuando Dios llamó a Jacob Su siervo, quiso decir que “cumpliría Su voluntad” a través de Jacob. Por eso, en esta era del Nuevo Testamento Dios también nos está revelando a los creyentes del Evangelio del agua y el Espíritu que tiene un plan infinitamente bendito para nosotros. Ahora creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu y Dios nos ha hecho el pueblo de Su Reino. En el futuro Dios revelará, a través de los creyentes del Evangelio del agua y el Espíritu, lo maravillosa que es Su misericordia y gracia al darnos la bendición eterna de vivir en Su Reino. Y Dios está dando testimonio a través de nosotros de que Él es digno de recibir alabanza y adoración por los siglos de los siglos. 
En la actualidad, los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu somos los que Dios llama Su pueblo y Sus siervos. Esto se debe a que Dios introducirá Su Reino a través de nosotros. De la misma manera en que Dios obró a través de Sus siervos en el Antiguo Testamento, en la era del Nuevo Testamento actual Dios está obrando a través de los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu para salvar a los seres humanos de todo el mundo de sus pecados. Podemos ver que Dios está perfeccionando Su amor y Su obra de salvación a través de Sus siervos. Debemos recordar que ahora somos los siervos de Dios y así dedicar nuestras vidas completamente a construir Su Reino. 
Isaías 44:21 dice: «Israel, no me olvides». Aquí, Dios nos dice a los creyentes del Evangelio del agua y el Espíritu que estamos haciendo la obra de Su Reino que siempre nos amará. Dios es el Dios vivo que obra con todos los que viven en Su Iglesia y que nunca se olvida de ninguno de ellos. Cuando nos damos cuenta de esto claramente, debemos vivir por fe. 
Debemos creer que, incluso en medio de la pandemia del coronavirus, Dios está obrando con Su pueblo y Sus siervos. Dios nos está ayudando con nuestro ministerio y siempre camina con nosotros. Por tanto, si oramos a Dios recordando lo que nos dijo aquí, no nos olvidará y veremos cómo la obra de Dios se lleva a cabo en nuestras vidas. Debemos creer que, incluso en este momento, Dios está escuchando todas nuestras oraciones. 
Entonces, ¿por qué ha permitido Dios que nos ocurran calamidades como la pandemia del coronavirus a los creyentes del Evangelio del agua y el Espíritu? En primer lugar, para darnos Su amor y salvación a todos los seres humanos que viven en el final de los tiempos, y en segundo lugar, para despertar a Su pueblo que cree en el Evangelio del agua y el Espíritu para que pueda ser vencedor por la fe. Por eso Dios permite estas circunstancias tan difíciles. De hecho, no se puede negar que Dios es el Dios de la justicia. Por tanto, aunque no orásemos a Dios, Él sabría lo que necesitamos y nos bendeciría. Sin embargo, aun así, los creyentes del Evangelio del agua y el Espíritu debemos orar a Dios porque tenemos el deber de glorificarlo al manifestar nuestra adoración y temor de Dios en nuestras vidas diarias. Por este motivo Dios nos ha permitido a todos nosotros apoyar el ministerio del agua y el Espíritu desde cada uno de nuestros puestos. Debemos darnos cuenta de que Dios nos ha confiado a todos nosotros esta obra y que es glorificado a través de esta obra. 
Dios nos ha dicho a los justos que oremos porque quiere ayudarnos a todos. Dicho de otra manera, Dios nos está diciendo que le pidamos ayuda y le glorifiquemos en nuestras vidas para que podamos hacer Su obra. Pedirle ayuda a Dios en nuestra vida diaria es vivir una vida que glorifica a Dios. Dios nos ha prometido que nos ayudará cuando oremos y de esto se trata orar. Dios nos está mostrando que, a través de la oración, podemos servirle de corazón en nuestras vidas. Por tanto, debemos orar para poder tener comunión con Dios. El hecho de que los creyentes del Evangelio del agua y el Espíritu puedan tener comunión con Dios hoy es posible gracias a nuestra fe en Su Palabra y nuestras oraciones. Entonces, podemos darnos cuenta de que, a través de nuestras oraciones, hemos recibido las grandes bendiciones de Dios.
Por tanto, en estos tiempos finales, Dios nos ha permitido a Sus creyentes pasar por tantas dificultades. A veces Dios nos permite sufrir para que tengamos comunión con Él. Dios contesta cuando los creyentes del Evangelio del agua y el Espíritu le oran, y cuando nuestras oraciones son contestadas, estamos inmensamente agradecidos. Dios nos permite darnos cuenta de que estamos en comunión con Él cuando oramos. Por eso, cuando confiamos en Dios de corazón estamos llenos de gratitud y agradecimiento. Este es el mensaje de Dios para todos nosotros en estos tiempos. Las bendiciones de Dios se dispensan con las oraciones que le ofrecemos y la vida de fe que vivimos. Si vivimos en estos tiempos por fe en Dios y Su Palabra, nuestros corazones darán gracias a Dios por la vida de gracia que nos ha dado como bendición. No queda más que decir que gracias a Dios por fe. Y también llegamos a darnos cuenta de que no hay nada más que hacer que alabar a Dios por la obra que ha hecho por nosotros. 
 


Volved a Mí


Hoy, a través de Isaías, Dios también nos está diciendo: 
«Yo deshice como una nube tus rebeliones,
y como niebla tus pecados; 
vuélvete a mí, porque yo te redimí» (Isaías 44:22). ¿Cuántas transgresiones cometieron Jacob y Sus descendientes, el pueblo de Israel, contra Dios en sus vidas? A los ojos de Dios, todos los seres humanos son una raza de víboras, embusteros y llenos de fallos. De hecho, en cuanto ven el primer signo de que sus circunstancias están mejorando, la gente deja de vivir por fe en el Dios que les ha salvado de sus pecados y algunos incluso traicionan a Dios. No adoran a Dios en sus vidas diarias y desprecian Su amor. Así que, en los días del Antiguo Testamento, cuando Su pueblo se volvía arrogante, Dios le infligía sufrimiento para que le buscara. Cuando el pueblo de Israel buscaba y clamaba a Dios en su sufrimiento, Dios lo liberaba de las manos de sus enemigos. De esta forma, el pueblo de Israel recibió mucho más amor y protección de Dios que cualquier pueblo gentil. Dios les dio tremendas bendiciones. Cuando Su pueblo le oraba, Dios no ignoraba a nadie y contestaba a todo el mundo. 
De la misma manera, Dios nos está bendiciendo a los creyentes del Evangelio del agua y el Espíritu que vivimos en el tiempo del Nuevo Testamento. Aunque pequemos contra el hombre y Dios por nuestras debilidades, Dios nos libera de la opresión del sufrimiento al darnos fe en Él. Cuando nos bendice para tener siempre fe en Su Palabra, nuestro Dios está limpiando nuestros corazones. Dios nos ha dado Su Palabra bendita que nos asegura que «como una nube tus rebeliones» todas las transgresiones que hemos cometido. Nuestro Dios nos está diciendo que en el presente ha borrado todas nuestras manchas y transgresiones con la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu. 
Isaías 44:22 dice: «Vuélvete a mí, porque yo te redimí». La palabra “redimir” significa “comprar algo con un pago”. Durante casi cien años desde su fundación, en los Estados Unidos era legal la institución de la esclavitud en los estados del Sur, donde era legal comprar y vender seres humanos como propiedad privada. El Presidente Abraham Lincoln adoptó políticas anti-esclavitud y al final liberó a multitud de esclavos con la Proclamación de la Emancipación. Por ello Lincoln ha sido siempre el presidente más respetado de los americanos. Incluso, hasta hoy en día, el Presidente Lincoln es amado y respetado por muchos americanos. 
Uno de los himnos favoritos de los cristianos de todo el mundo es el himno “Amazing Grace”. Los versos de este himno fueron escritos por un hombre llamado John Newton, quien había sido un comerciante de esclavos antes de encontrar al Señor. Después de que Newton encontrase el amor del Señor escribió “Amazing Grace” como su testimonio personal de fe, recordando el amor con el que el Señor había salvado a un hombre como él de sus pecados. 
La palabra redimir aquí significa eso precisamente. Escuchen la siguiente historia. Una persona en el mercado de esclavos sintió tanta pena por ellos que compró uno con su dinero. Entonces le dijo al esclavo que había comprado: “He pagado un precio y te he comprado con mi dinero. Pero quiero liberarte de tu esclavitud. Voy a romper y quemar este documento de esclavitud delante de tus ojos. Te libero de la esclavitud. Eres libre. Vete y disfruta de tu libertad”. Pagar un precio para comprar un esclavo es exactamente lo que quiere decir “redención”. 
El Dios de Jacob es el que nos ha redimido a todos los que hemos recibido la remisión de los pecados mediante el Evangelio del agua y el Espíritu. Cristo, nuestro Dios, nos ha traído la salvación de todos los pecados del mundo a los creyentes del Evangelio del agua y el Espíritu. El Dios que nos ha salvado de los pecados de este mundo para siempre es nuestro Señor Jesucristo. El Dios que nos ha salvado de todos nuestros pecados es incomparablemente más honorable que Abraham Lincoln, quien liberó a los esclavos. Esto se debe a que Dios ha traído a la humanidad la gracia de la salvación de los pecados. 
La Biblia dice: «Te redimí». Es importante que nos demos cuenta de que la palabra “redimir” aquí significa comprar pagando un precio. En el Nuevo Testamento, Jesús cargó con los pecados del mundo a través del bautismo que recibió de Juan el Bautista, y Jesús pagó el precio de todos los pecados de la humanidad, desde el principio del mundo hasta el final, al ser crucificado y derramar Su sangre en la Cruz. Por nuestro bien, Jesucristo nos ha redimido de los pecados de una vez por todas. 
Para salvarnos de todos los pecados de este mundo para siempre, y para restaurar nuestro estado, Cristo, nuestro Dios abandonó Su gloria celestial y vino a este mundo en persona. Y mientras vivió en este mundo durante 33 años, completó Su obra de la justicia y esta obra es la obra de la redención que Dios ha hecho por la humanidad. ¿Entienden y creen en esta Verdad? En el Nuevo Testamento, Jesús fue bautizado por Juan el Bautista para resolver todos los problemas del pecado de la humanidad; a través de este bautismo, cargó con todos sus pecados y después entregó Su propio cuerpo y derramó Su sangre en la Cruz. Jesús es el Redentor que redimió los pecados de Su pueblo de esta manera. Jesucristo es Dios mismo, quien aceptó todos los pecados de la humanidad a través de Su bautismo y pagó el precio de todos nuestros pecados para siempre. Él es el Dios que aceptó todos los pecados de este mundo a través de Juan el Bautista con Su bautismo y se entregó voluntariamente para ser crucificado de manos y pies para pagar el precio de estos pecados. Él es el Hijo de Dios que derramó la sangre de Su corazón hasta morir, pero se levantó de entre los muertos de nuevo. De esta manera, Cristo, nuestro Dios, es el Dios que vino a este mundo encarnado en un hombre, pagó todo el precio de los pecados de la humanidad al derramar Su sangre y se levantó de entre los muertos. 
Cristo, nuestro Dios, es el que nos ha liberado a los creyentes del Evangelio del agua y el Espíritu de todos los pecados del mundo. Cristo, nuestro Dios, es quien luchó contra Satanás y trajo la salvación a los que creemos en Su victoria. La Biblia dice: «El cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo» (Colosenses 1:13). Cristo, el Dios vivo, nos ha redimido para siempre a través del bautismo que recibió y la sangre que derramó, librándonos de nuestros pecados y condena. Si creen en esta verdadera Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu, y si creen de corazón en la obra de redención que Jesús ha hecho por ustedes, entonces también serán librados de sus pecados. El Señor nos ha salvado a los creyentes del Evangelio del agua y el Espíritu de todos los pecados y el castigo del infierno. El Señor Dios vino a este mundo y pagó el precio de los pecados con Su bautismo y sangre para que los creyentes se convirtieran en el pueblo de Dios, vivan felices para siempre en Su Reino y disfruten de Sus bendiciones para toda la eternidad. 
Por eso el Señor dijo en Isaías 44:22: «Te redimí». Con fe debemos darle gracias a Cristo, nuestro Señor, por venir a este mundo y ser bautizado por Juan el Bautista para cargar con nuestros pecados. Con fe debemos darle gracias a Cristo, nuestro Dios, por venir a este mundo encarnado en un hombre, ser bautizado y derramar Su sangre en la Cruz. Todos debemos ser creyentes. Por casualidad, ¿nos estamos tomando demasiado a la ligera nuestra salvación del pecado por el Evangelio del agua y el Espíritu y el amor de Dios y Su don de redención? Ninguno de nosotros debe hacer esto nunca, porque Jesucristo tomó todos nuestros pecados y los pecados del mundo para siempre a través del bautismo que recibió de Juan el Bautista. Todos los pecados del mundo fueron pasados al cuerpo de Jesucristo de esta manera. Debemos recordar sin falta que los seres humanos pueden ahora ser salvados de la condena que se merecen por sus pecados porque Jesús cargó con todos ellos, incluyendo los suyos y los míos. 
El Evangelio del agua y el Espíritu que el Señor nos ha dado es una salvación de valor incalculable a la humanidad. ¡Qué redención tan maravillosa! Jesús es santo, fundamentalmente incapaz de pecar. Como Dios mismo, Jesucristo no es débil como los seres humanos, así que no comete ningún pecado. Incluso antes de la fundación del mundo, Dios tenía un plan majestuoso y bendito para nosotros; según este plan, Dios mismo vino a este mundo para hacernos Su pueblo y nos ha salvado a través del agua y el Espíritu. El bautismo que Dios mismo recibió de Juan el Bautista cuando vino a este mundo era la obra justa que Dios hizo por nosotros. Esta es también la promesa bendita de Dios escrita en el Antiguo Testamento. Nacido de una virgen, Jesucristo vino a este mundo encarnado en un hombre, cargó con nuestros pecados a través de Su bautismo y derramó Su sangre en la Cruz. A través de todo esto, cumplió el plan de la salvación eterna. Nosotros ahora creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu y el Señor nos ha salvado de todos los pecados atemporales de este mundo para siempre, dando Su gracia a todos los que creemos. Al salvarnos a los creyentes del Evangelio del agua y el Espíritu de los pecados de este mundo y de la condena eterna para siempre, el Señor Dios nos ha librado para siempre de la trampa de Satanás y el castigo. 
El Señor hizo esta obra justa para que los creyentes del Evangelio del agua y el Espíritu no pagásemos la condena del pecado y para darnos el don de la resurrección. El Señor entregó Su propio cuerpo para que fuese bautizado y crucificado como está escrito: 
«Mas él herido fue por nuestras rebeliones, 
molido por nuestros pecados» (Isaías 53:5). Cristo, Dios mismo, abandonó el trono del cielo durante un tiempo, vino al mundo, recibió el bautismo de Juan el Bautista y entregó Su cuerpo en la Cruz para que fuese crucificado de manos y pies. El castigo que Cristo pagó en la Cruz como una consecuencia de Su bautismo es el castigo más doloroso de todos, más doloroso que nada en este mundo. Pero, para librarnos de los pecados de este mundo, Jesucristo fue bautizado y crucificado. Sufrió el castigo más doloroso clavado de manos y pies, Su arteria cortada, Su corazón desangrado por completo y Sus fuerzas exhaustas. Jesús dijo en la Cruz: “Tengo sed”, y después de decir Sus últimas palabras: “Acabado está”, murió. Así podemos ver lo mucho que sufrió en Su crucifixión y cómo este sufrimiento para redimir a la humanidad nos ha traído paz. El castigo de la crucifixión sufrido por el Señor fue el castigo más insoportable del mundo. Entonces Jesús se levantó de entre los muertos al tercer día. La obra del Señor fue más que suficiente para librarnos a todos los que creemos en esta Verdad de todos los pecados para siempre, y nos ha bendecido a los creyentes del Evangelio del agua y el Espíritu con vida eterna. 
Jesús derramó Su sangre en la Cruz porque había aceptado los pecados de la humanidad de una vez por todas a través del bautismo que recibió de Juan el Bautista. Al haber aceptado todos los pecados del mundo para siempre a través del bautismo de Juan el Bautista, Jesucristo fue crucificado hasta morir para pagar todo el pecado de la humanidad. Esta es la obra de la salvación que Jesucristo, Dios mismo, cumplió por la redención de la humanidad. El Señor es el Dios justo que nos ha traído la salvación a los creyentes al librarnos para siempre de todos los pecados del mundo, del infierno eterno, la destrucción eterna, las maldiciones infinitas y el sufrimiento perpetuo. Al venir a este mundo encarnado en la carne de un hombre y al haber cumplido la justicia de Dios, Jesucristo es el Salvador que nos ha librado a todos los que ahora creen en el Evangelio del agua y el Espíritu de todos los pecados. 
Debemos estar agradecidos por esta Palabra del Evangelio porque hemos sido salvados de los pecados por fe gracias al bautismo que el Señor recibió y la sangre que derramó. Y no debemos olvidarlo. Debemos amar siempre el Evangelio del agua y el Espíritu de todo corazón. El Espíritu Santo es el Dios que nos asegura que no olvidemos la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu, porque vive en el corazón de todos y cada uno de los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu. ¿Quién podría salvarnos a nosotros, por no mencionar a toda la raza humana, de los pecados del mundo y de la muerte? ¿Quién más, aparte de Jesucristo, podría amarnos tanto y glorificarnos? El Señor que amó a los seres humanos tanto no es otro que Jesucristo, quien vino a este mundo por el agua y el Espíritu. No hay nadie más que Jesucristo, quien nos ama y nos ha salvado al venir al mundo por el agua y el Espíritu. 
Ciertamente hay una denominación controvertida que ha ganado mucha atención del público recientemente. No me interesan estas denominaciones. Pero se dice que la mayoría de las iglesias tienen miedo de perder a sus miembros y que se vayan a esta denominación. Quizás sea por esto que algunas iglesias de hoy en día cierran las puertas durante la hora del culto para evitar que entren los miembros de esta denominación problemática.
Como estamos viviendo en la era de Internet, es bastante fácil encontrar al pastor fundador de esta denominación predicando. Así que escuché uno de sus sermones. Después de leer Apocalipsis 1:1-7, dijo que era el Espíritu Santo. Esto es lo que dijo en su sermón, en resumen: “¿Acaso Jesús no vino a este mundo encarnado en un hombre para salvarnos, aunque es el Hijo de Dios? De la misma manera, yo también soy el Espíritu Santo que vino a este mundo encarnado. Por tanto, en estos últimos días, solo pueden ser salvados si escuchan mi palabra porque soy el Espíritu Santo”. No critico o rechazo a ciegas lo que predican otras denominaciones. Pero las afirmaciones de este hombre eran tan absurdas que me dejaron sin palabras. 
Con la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu, Cristo, nuestro Dios, ha redimido a todos los seres humanos de los pecados de este mundo para siempre. Creemos en la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu, que dice que Cristo, Dios mismo, ha pagado el precio de todos nuestros pecados. Jesucristo pagó la condena de nuestros pecados en nuestro lugar y nosotros creemos en Su bautismo y Su sangre del sacrificio como nuestra salvación. Como Cristo, nuestro Dios, ha redimido el precio de nuestros pecados para siempre con el agua y la sangre, ahora podemos creer en Jesucristo, quien vino a este mundo por el Evangelio del agua y el Espíritu, como nuestro Salvador. La obra justa que Jesucristo hizo cuando caminó en este mundo constituye claramente la marca de la remisión de los pecados eterna. Es tan maravilloso que podamos creer para siempre en la Verdad de la salvación, que Jesucristo nos ha librado de los pecados del mundo y nos ha dado el don bendito de la salvación al cumplir en la obra justa de la salvación. Como nuestros corazones eran pecadores desde el momento en que nacimos, merecíamos ir al infierno, pero cuando el Señor vino a este mundo, limpió estos pecados con Su bautismo y pagó la condena del pecado al derramar Su sangre en la Cruz. Esto es lo que creemos. 
El Evangelio del agua y el Espíritu es la Verdad de la salvación y por tanto es adecuado que creamos en esta Verdad para alabar por siempre al Señor, nuestro Salvador, por Su justicia. Alabar al Señor durante toda la eternidad es lo correcto para todos los que hemos sido salvados de los pecados. Por tanto, no podemos evitar manifestar y predicar el Evangelio del agua y el Espíritu a toda la humanidad por todo el mundo. El Evangelio del agua y el Espíritu está trayendo la salvación del pecado a todo el mundo. No podemos evitar dar testimonio de este Evangelio del agua y el Espíritu a todo el mundo. Es un privilegio inmenso poder dar honor, gloria y gracias a Dios para salvarnos de todos los pecados del mundo y darnos todas las bendiciones del cielo. ¡Aleluya! Todo el mundo debe alabar la justicia de Cristo, nuestro Dios. Solo es cuestión de tiempo que todos los seres humanos adoren y alaben a Dios para siempre.
 


Los que glorifican a Dios


Pasemos al versículo 23: 
«Cantad loores, oh cielos, 
porque Jehová lo hizo; 
gritad con júbilo, profundidades de la tierra; 
prorrumpid, montes, en alabanza;
bosque, y todo árbol que en él está;
porque Jehová redimió a Jacob, 
y en Israel será glorificado». Somos los creyentes los que glorifican a Dios. Lo hacemos porque Dios nos ha glorificado y por tanto, todos los que creemos en esto podemos alabar a Dios para Su gloria. 
¿Cuándo y cómo podemos glorificar a Dios? Podemos glorificarlo predicando y dando testimonio a todo el mundo de que Dios ha redimido a la humanidad de todos los pecados del mundo. Al gritar y proclamar el Evangelio del agua y el Espíritu, los que todavía no han escuchado las gloriosas noticias del Evangelio pueden darse cuenta de que Dios nos ha vestido en la gloria de los cielos. Vivir la vida de un testigo para predicar el Evangelio es la mayor alabanza que le podemos dar a Dios. Los que dan testimonio: “Dios ama a los seres humanos tanto que los ha salvado de todos sus pecados con el Evangelio del agua y el Espíritu”, son los benditos que son fieles a Dios. Ahora estamos dando testimonio de la Verdad de salvación con nuestros libros impresos, electrónicos y audiolibros. Estamos dando testimonio con nuestras vidas de fe para revelar a Dios y Su Evangelio, el Evangelio del agua y el Espíritu, a todo el mundo. La vida de un testimonio dedicado a predicar el Evangelio del agua y el Espíritu revela la gloria de Dios. Cuando vivimos una vida así Dios recibe toda la gloria, porque Dios mismo ha planeado y completado todas estas cosas. Incluso en este momento, los justos están glorificando a Dios en nuestra vida diaria. Entre toda la gente viviendo en este mundo no hay nadie más honorable que los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu de Dios y le obedecen. Los que glorifican a Dios son los testigos del Evangelio. Los justos creemos en el amor de Dios y el Evangelio del agua y el Espíritu y con esta fe estamos dando toda gloria a Dios. Dios nos ha bendecido para vivir una vida tan gloriosa. No hay palabras suficientes para expresar lo agradecido que estoy. 
Está escrito en Isaías 44:23: 
«Cantad loores, oh cielos, 
porque Jehová lo hizo; 
gritad con júbilo, profundidades de la tierra; 
prorrumpid, montes, en alabanza;
bosque, y todo árbol que en él está». Dios nos está diciendo que nos ha hecho a los creyentes en el Evangelio del agua y el Espíritu llevar a cabo Su obra gloriosa. La vida que glorifica a Dios consiste, en primer lugar, en creer en el plan de salvación de Dios y la liberación justa que ha cumplido con Su amor, y en segundo lugar, en alabar y predicar el amor glorioso y la Verdad por todo el mundo. Dicho de otra manera, alabamos a Dios no solo al darle gracias con nuestra fe por darnos el Evangelio del agua y el Espíritu, sino también al predicar a los confines de la tierra que Dios ha redimido a la humanidad de los pecados del mundo. Por fe, los creyentes en el Evangelio del agua y el Espíritu, estamos cumpliendo nuestro deber de predicar el Evangelio por todo el mundo. Predicar el Evangelio del agua y el Espíritu es lo que de verdad sirve y glorifica a Dios. Cuando creemos en este Evangelio del agua y el Espíritu y damos gracias por él, debemos exaltar al Dios justo, recto y virtuoso. Dios se complace con nosotros porque nos hemos dedicado a esta obra de todo corazón. 
Todas las mañanas a las 10 recibo noticias diarias del ministerio. En la reunión de hoy, me informaron que se ha avanzado mucho en la actualización de la página web de New Life Mission. Le di gracias a Dios y lo alabé por esta maravillosa noticia. También elogié a los trabajadores por su trabajo duro. Para predicar el Evangelio del agua y el Espíritu por todo el mundo ahora estamos poniendo anuncios y varios idiomas para que la gente del mundo pueda visitar nuestra página web y leer nuestros libros del Evangelio del agua y el Espíritu. Hoy en día casi todo el mundo tiene un smartphone. Así que nos hemos asegurado de que los anuncios de nuestros libros y nuestra página web se puedan ver en ordenadores personales y smartphones. Los que visitan nuestra página web también pueden descargar nuestros libros en sus idiomas en formato electrónico o audiolibro. Y en la página web nuestros colaboradores que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu y están predicando por todo el mundo pueden compartir los unos con los otros. ¡Qué comunión tan maravillosa y bendita!
En estos tiempos caóticos, nuestros testigos están predicando el Evangelio del agua y el Espíritu por todo el mundo. Están llevando a cabo el mandato de Dios como Sus siervos, ¿cómo no va a ayudar Dios a estos testigos que están haciendo Su obra justa? Dios sin duda ayudará a los testigos que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu para que lleven a cabo la obra de predicar el verdadero Evangelio. Dios les ha dado poder, sabiduría y bendiciones y sé que les dará aún más bendiciones y los protegerá en el día venidero. De esta manera, el Evangelio del agua y el Espíritu será predicado por todo el mundo a través de nuestros testigos y los pecadores de todo el mundo también serán salvados de sus pecados de una vez por todas. Gracias al Evangelio del agua y el Espíritu predicado por los testigos, la gente de todo el mundo será salvada de la maldición del pecado que plaga su corazón. También sé que ellos glorificarán a Dios como nosotros. 
Los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu hemos alabado la justicia de Dios. Al salvarnos de nuestros pecados, ¿cómo debemos seguir viviendo nuestras vidas en esta era de la pandemia del coronavirus? ¿Qué gozo tendríamos ahora en este mundo si no estuviésemos predicando el Evangelio del agua y el Espíritu como Dios nos lo ordenó? Dios nos ha hecho a Sus testigos predicar Su verdadera obra. ¡Tenemos que ser fuertes!
Como creyentes del Evangelio del agua y el Espíritu hemos sido redimidos de todos los pecados del mundo y por eso podemos glorificar a Dios con nuestra fe. Y viviremos para siempre con Dios en Su Reino. Asimismo, Dios no solo nos ha salvado de los pecados del mundo ahora, sino que también salvará a los que todavía no han nacido de nuevo, así que tenemos esperanza. Como Dios nos ha hecho predicar Su amor y salvación a toda la raza humana, creemos que Dios hizo posible que estas personas también sean salvadas de sus pecados. Sabemos que Dios completará, a través de los que predicamos el Evangelio del agua y el Espíritu, toda Su obra antes de que la era presente se acabe. El Señor dijo que completará la obra de la salvación para librar al mundo de todos sus pecados antes de que termine esta era y creemos en esta promesa. 
La humanidad está viviendo tiempos muy difíciles, pero Dios cumplirá Su obra maravillosa de librarla de sus enemigos. Estoy seguro de que podremos predicar el Evangelio del agua y el Espíritu a casi todo el mundo en 10-30 años. Y también creo que en 100-200 años no habrá nadie en este mundo que no conozca el Evangelio del agua y el Espíritu. La gente de todo el mundo conocerá el Evangelio del agua y el Espíritu como la Verdad de salvación. Sin embargo, no todo el mundo creerá en el Evangelio del agua y el Espíritu. Como en la actualidad, algunas personas creen en este Evangelio y otras no. En este sentido, Dios escribió en las Escrituras: «Porque no es de todos la fe» (2 Tesalonicenses 3:2).
Creemos que el Anticristo aparecerá en este mundo para levantarse contra Dios. Diciendo ser Dios, el Anticristo intentará engañar incluso a los creyentes del Evangelio del agua y el Espíritu. En ese momento, Satanás dará su golpe final contra Dios, pero Dios probará sin duda quién es el verdadero Dios a través de los creyentes en el Evangelio del agua y el Espíritu, y nosotros también daremos testimonio por fe de que el Dios vivo nos ha redimido de todos los pecados del mundo y nos ha comprado para siempre al pagar el precio de nuestros pecados. Cuando llegue el fin de los tiempos daremos testimonio de Cristo, nuestro Dios, testificando que nos ha redimido de una vez por todas de los pecados del mundo. El Espíritu de Dios que vive en nuestros corazones obrará con poder para que no capitulemos ante el Anticristo. Al creer en Cristo, nuestro Dios, seremos martirizados y glorificaremos a Dios con este martirio. Podemos aceptar todas estas cosas gracias al Espíritu Santo, Dios mismo, que obra en nuestro corazón. Nos negaremos a rendirnos al Anticristo, y cuando lo hagamos, Cristo, nuestro Dios, manifestará a través de Sus creyentes que es el Dios verdadero. También a través de nosotros Dios recibirá toda Su gloria en ese momento. Poco después de que los creyentes del Evangelio del agua y el Espíritu sean ejecutados, Jesucristo volverá a este mundo, arrebatará a Su pueblo y se lo llevará al cielo. En los últimos días, los creyentes del Evangelio del agua y el Espíritu que murieron anteriormente también serán arrebatados en el aire con nosotros y recibirán el honor de glorificar a Dios y vivir por siempre. Dios nos bendecirá a los creyentes del Evangelio del agua y el Espíritu para vivir para siempre en Su Reino, en un cuerpo divino que nunca se estropea ni enferma. 
Por tanto, es la voluntad de Dios que prediquemos el Evangelio del agua y el Espíritu a toda la raza humana mientras vivimos en este mundo. Por el contrario, el enemigo intentará impedir que prediquemos este Evangelio del agua y el Espíritu. Sin embargo, Dios nos dará fuerzas espirituales y nos permitirá cumplir nuestro deber por fe. Los creyentes del Evangelio del agua y el Espíritu deben buscar una vida victoriosa, creyendo que Jesucristo es Dios mismo y orando por fe. Cuando oramos a Dios y confiamos en Cristo, vivimos nuestras vidas diarias en gloria. Así que no tenemos que preocuparnos del enemigo. El único deber que nos queda hacer es llevar a cabo la obra que Dios nos ha confiado al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Con nuestra fe en Cristo, nuestro Dios, también debemos preparar nuestras vidas para el fin de los tiempos y con nuestra fe en la promesa de la Palabra de Dios debemos dar testimonio de Cristo en nuestras vidas. Busquemos al Cristo Señor por fe. Debemos poner nuestra esperanza en Jesucristo, nuestro Pastor, y vivir con Él. Debemos buscar a este Dios, confiar en Él y apoyarnos en Él. 
Debemos continuar la obra de la evangelización que estamos haciendo ahora. A veces tendremos pensamientos pesimistas en nuestras mentes, pero debemos resistirlos diciendo: “¡En el nombre del Señor Jesucristo, vete, Satanás!”. Debemos repeler los pensamientos de Satanás por fe cuando intenta introducir temor y pesimismo en nuestras mentes. Debemos vencer al enemigo de los justos al confiar en Cristo, nuestro Dios, y Su Palabra. 
La pandemia del coronavirus ha generado pensamientos sombríos de vez en cuando. A veces parece que vayamos a contraer el virus y morir, no poder predicar el Evangelio del agua y el Espíritu completamente o ser arruinados en este mundo, aunque creamos en el Evangelio del agua y el Espíritu. Cuando estos pensamientos entran en nuestra mente, nos resistimos a ellos por fe y los vencemos por fe. Debemos hacerlos desaparecer siempre, diciendo: “¡Te ordeno en el nombre de Jesucristo que te vayas, Satanás!”. ¿Por qué deberíamos estar preocupados cuando Dios nos dijo a todos los que han sido salvados de sus pecados: «No te olvidaré»? Sean cuales sean nuestras circunstancias, Dios, nuestro Cristo nunca nos olvida, cuida de nosotros y siempre está con nosotros. Por tanto, nunca debemos perder la fe en Dios y rendirnos ante los enemigos. Los creyentes del Evangelio del agua y el Espíritu pueden vencer al creer en Jesús, nuestro Rey. Aunque somos débiles ante Dios, nuestro Dios es fuerte. Dios nunca nos olvida y siempre cuida de los que nos hemos convertido en Sus hijos al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. De esta manera, debemos confiar en Cristo, nuestro Dios, y siempre buscar al Señor con esta fe. 
Al vivir en estos últimos días, debemos gritar por fe: “¡Vete, Satanás!”. Debemos levantarnos contra el enemigo de Dios, Satanás, por nuestra fe en Dios. ¿Por qué? Porque somos seres humanos frágiles y nuestros corazones pueden ser arrebatados por el temor que Satanás intenta plantar en nosotros. Si tenemos un mal sueño perturbador, debemos deshacernos de él por fe y decir: “¡Vete, Satanás!”. Se tienen malos sueños cuando hay ansiedad en la vida. Se tienen sueños perturbadores cuando uno se separa de Dios y se va acercando al mundo. Es el subconsciente que se manifiesta en los sueños. Dios nos habla a los justos a través de Su Palabra escrita; nunca revela Su voluntad a través de nuestros sueños nocturnos. Nunca debemos creer nada que no esté en la Palabra de Dios. Debemos creer solamente en la Palabra de Dios. Debemos vivir por fe en Dios, con la misma perspectiva que el dicho siguiente: “Aunque el mundo se acabe mañana, todavía plantarás un manzano”. Debemos vivir cada día de nuestras vidas dedicados a predicar el Evangelio del agua y el Espíritu para complacer a Dios. 
A través de nosotros, Dios seguirá llevando a cabo la obra que le da gloria. Somos los siervos de Dios y los cristianos que viven en los últimos días. Dios recibirá toda la gloria celestial a través de los creyentes y nos vestirá de toda la gloria. Dios cumplirá esto sin falta. ¡Aleluya! ¡Le doy todas las gracias a nuestro Dios!