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ስብከቶች፤

Tema 6: Herejía

[6-25] Deben tener una fe pura como la piedra y el mortero (Génesis 11, 1-9)

Deben tener una fe pura como la piedra y el mortero(Génesis 11, 1-9)
«Tenía entonces toda la tierra una sola lengua y unas mismas palabras. Y aconteció que cuando salieron de oriente, hallaron una llanura en la tierra de Sinar, y se establecieron allí. Y se dijeron unos a otros: Vamos, hagamos ladrillo y cozámoslo con fuego. Y les sirvió el ladrillo en lugar de piedra, y el asfalto en lugar de mezcla. Y dijeron: Vamos, edifiquémonos una ciudad y una torre, cuya cúspide llegue al cielo; y hagámonos un nombre, por si fuéremos esparcidos sobre la faz de toda la tierra. Y descendió Jehová para ver la ciudad y la torre que edificaban los hijos de los hombres. Y dijo Jehová: He aquí el pueblo es uno, y todos éstos tienen un solo lenguaje; y han comenzado la obra, y nada les hará desistir ahora de lo que han pensado hacer. Ahora, pues, descendamos, y confundamos allí su lengua, para que ninguno entienda el habla de su compañero. Así los esparció Jehová desde allí sobre la faz de toda la tierra, y dejaron de edificar la ciudad. Por esto fue llamado el nombre de ella Babel, porque allí confundió Jehová el lenguaje de toda la tierra, y desde allí los esparció sobre la faz de toda la tierra».
 

La gente que se menciona en este pasaje de las Escrituras es descendiente de Noé. En Génesis 11 se describe un episodio en el que los descendientes de Noé construyeron la Torre de Babel. En aquel entonces, solo tenían una lengua, como está escrito: «Tenía entonces toda la tierra una sola lengua y unas mismas palabras» (Génesis 11, 1). En otras palabras, antes de la Torre de Babel solo había un idioma.
Pero como los descendientes de Noé viajaron muy lejos desde el este, encontraron una llanura en Sinar, que es el actual Irak. Allí quisieron unirse para no acabar esparcidos por la tierra, y quisieron hacerse un nombre al construir una torre de ladrillo que tocase el cielo. Así, estos descendientes de Noé construyeron la Torre de Babel. Empezaron a construirla utilizando ladrillos, en vez de piedras, y asfalto en vez de mortero. Para hacer una torre alta, utilizaron asfalto para pegar los ladrillos. Sin embargo, a Dios no le gustó esta obra, y por tanto esparció a la humanidad y confundió su idioma.
 


Dios desprecia sobre todo a los que viven con una fe caótica


Cuando los descendientes de Noé llegaron a las llanuras de Sinar, parecía que no había pasado mucho tiempo desde que la familia de Noé salió del arca. Pero ya querían separarse de Dios. En otras palabras, en vez de depender de Dios, querían vivir sin la ayuda de Dios.
Noé fue salvado del juicio del agua de Dios mediante su fe en la Palabra de Dios. Los tres hijos de Noé: Sem, Cam y Jafet, y sus esposas también fueron salvados al creer en la Palabra de Dios. En aquel entonces, no solo la familia de Noé se salvó por la especial providencia de Dios, sino que también se llevaron consigo todo tipo de criaturas. Sin embargo, la verdad es que estos descendientes de Noé abandonaron a Dios después de salir del arca y se levantaron contra Dios para vivir por su cuenta. Debemos entender que sus vidas eran malvadas y erróneas ante Dios.
Como no confiaron en Dios, que les había permitido vivir y les había dado bendiciones, la acción de creer por su propia cuenta era un grave pecado. En aquel entonces, construyeron la Torre de Babel en las llanuras de Sinar, pero también se dice que utilizaron ladrillos en vez de piedras, y asfalto en vez de mortero. Según el Antiguo Testamento, el altar de los holocaustos para Dios debía construirse de piedras naturales solamente, y Dios aceptaba los holocaustos que se realizaban en este altar. Sin embargo, los descendientes de Noé querían demostrar su poder al construir la Torre de Babel por su cuenta. 
Cuando nos damos cuenta de la justicia de Dios e intentamos servirle por fe, no debemos intentar hacerlo con nuestra sabiduría humana. Cuando creemos en la justicia de Dios y servimos su justicia, debemos adorar a Dios con fe en el Evangelio del agua y el Espíritu del Señor, tal y como es. Solo cuando hacemos esto, Dios estará contento y podremos recibir el perfecto don de la salvación de los pecados del mundo. Solo entonces las almas recibirán la salvación de los pecados mediante la fe en la justicia de Dios. Sin embargo, los seres humanos están reuniendo sus esfuerzos para vivir por su voluntad y confiar en su fuerza y sus ideas. Estas personas son idólatras que adoran a otros dioses ante Dios, y si dieran un paso más se convertirían en herejes que adoran a los becerros de oro como el rey Jeroboam, y recibirían la ira de Dios.
Nuestro Señor nos ha salvado de los pecados del mundo mediante la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu. Él se complace cuando le damos alabanza eternamente, le respetamos y le damos gloria los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu. Pero, al construir la Torre de Babel, la gente no creyó en la divinidad de Dios y se reunió para levantarse contra la justicia de Dios con sus poderes carnales. Debemos darnos cuenta de que estas acciones son estúpidas ante Dios. A través del pasaje de las Escrituras de hoy, Dios nos está demostrando la estupidez humana.
A medida que creció el número de descendientes de Noé, no tenían más remedio que ser dispersados. Creo que la razón por la que se quiso construir la torre era tener un cuartel donde reunirse cuando era necesario, viviesen donde viviesen. Así que si pensamos en términos carnales, sus acciones eran comprensibles. Pero el hecho de que reunieran fuerzas para vivir por sí mismos, excluyendo a Dios de sus vidas, era un pecado. El hecho de que la gente intentase demostrar su unidad y poder al reunirse y construir la Torre de Babel, es algo que Dios no pudo ignorar. Además es traicionar a Dios, como adorar a los becerros de oro, y es un pecado grande ante Dios. El que los seres humanos intenten vivir según su voluntad mientras ignoran la voluntad de Dios, es un pecado grave.
Desde una perspectiva humana, no parecía malo construir la Torre de Babel, sino que les parecía una buena idea. Sin embargo, la verdad es que, desde el punto de vista de Dios, estas acciones eran malvadas. Por culpa de este incidente, quedaron presos en un caos eterno como traidores que intentaban distanciarse de Dios. De ahí que el incidente de la Torre de Babel, en el que la gente intentó unirse sin Dios, fuese el pecado más malvado e insolente de la gente que se ha levantado contra Dios con su poder sin confiar en Jehová Dios. Como este era el pecado de idolatría, es decir confiar en algo que no sea Dios, fue el pecado más odiado por Dios.
 

Dios destruye la Torre de Babel del caos que la gente había construido

Del mismo modo en que Dios le dio una vida nueva a Noé, al salvarle del juicio de sus pecados, al darnos el Evangelio del agua y el Espíritu, nuestro Señor nos ha salvado de los pecados del mundo a los que creemos en este Evangelio de Verdad. Podemos seguir viviendo con confianza por la fe que cree en el Evangelio del agua y el Espíritu. Si levantamos nuestros ojos por la fe en la justicia de Dios, y vivimos en la gracia de Dios. Dios encuentra gozo en esta fe y esta es nuestra fe. Los que viven por fe confiando en Dios y Su justicia, son los que han ganado la vida eterna y la verdadera paz.
Sin embargo, muchas personas intentan vivir con poderes humanos que provienen de sus ideas y de su fuerza, en vez de venir de Dios y Su justicia. Algo así es un pecado a los ojos d Dios, quien solo encuentra gozo en la gente que cree y sigue la Palabra de Dios con un corazón puro, del mismo modo en que Noé hizo cuando Dios le habó. Dicho de otra manera, Dios encuentra gozo en la gente que tiene fe como Noé.
Podemos ver que Noé era puro y genuino ante Dios a través de la Palabra de Dios. Noé construyó un arca durante cien años, porque tenía fe en la Palabra de Dios. Si Noé no hubiese tenido la fe que cree en la Palabra de Dios con un corazón puro, no habría podido construir un arca durante 100 años. La gente de aquel entonces se burló de Noé. Lo trataron como si estuviese loco, diciéndole según sus ideas: «Por mucho que llueva de cielo, en toda mi vida no he visto ni siquiera esa pequeña colina de allí sumergida. ¿Cómo puede el mundo entero estar bajo el agua?».
Sin embargo, como Noé, en su corazón, creyó en Dios y en Su Palabra, tuvo la fe de construir el arca durante 100 años siguiendo el diseño de Dios. Toda la familia de Noé se dedicó a construir el arca obedeciendo la Palabra de Dios. Así fue salvado del mundo en destrucción mediante la fe en la Palabra de Dios, pero aún más, pudo salvar a toda su familia.
Aunque la fe genuina de Noé se les comunicó a sus descendientes, la gente que se reunió en la tierra de Sinar intentó vivir con su propio nombre y mediante su propia fuerza construyó la Torre de Babel, y se alejó de Dios. Por eso Dios los esparció y confundió su lengua para que no completasen la Torre de Babel. Esta es la razón por la que estamos pasando tantas dificultades al traducir la Palabra de Dios en los distintos idiomas del mundo.
En aquel entonces solo había una lengua, así que todo el mundo se podía comunicar sin problema. Dios permitió que la gente viviera en armonía con los demás al tener la misma lengua. Pero lo cierto es que cayeron como constructores de un muro entre Dios y ellos mismos, en vez de haber heredado la fe verdadera de sus antepasados. Dios se regocija cuando la gente le construye altares de fe verdadera. En el libro del Éxodo leemos: «Y si me hicieres altar de piedras, no las labres de cantería; porque si alzares herramienta sobre él, lo profanarás. No subirás por gradas a mi altar, para que tu desnudez no se descubra junto a él» (Éxodo 20, 25-26). Pero, lo que me gustaría preguntarse es por qué cocieron ladrillos para construir la Torre de Babel. El hecho de que estuviesen construyendo la Torre de Babel nos indica que intentaban distanciarse de Dios espiritualmente al confiar en su propia fuerza.
Incluso hoy en día, algunas personas intentan comprender el amor y la salvación de Dios con sus propias ideas e intentan creer en Él con una fe imaginaria. Todas estas personas intentan confirmar sus experiencias religiones como nacidos de nuevo con sus propias ideas y diciendo: «Si creo así, seré salvado. Nacer de nuevo del agua y el Espíritu puede que signifique esto». Todo el mundo tiene pensamientos carnales, pero se inventan su salvación con estas ideas y las imponen, lo que constituye un pecado grave. Entonces siguen diciendo: «Iré al Cielo si recibo la salvación al creer solo en la sangre derramada en la Cruz», pero lo cierto es que este pensamiento se convierte en un pecado que se levanta contra la justicia de Dios. Deben darse cuenta de lo estúpido que es estar seguro de la salvación con los pensamientos carnales.
La salvación que se crea con los pensamientos humanos se llama salvación imaginaria. Si los cristianos cayesen en la salvación imaginaria, no podrían volver. Entonces, ¿qué diferencia hay entre esa fe y la fe que construyó la Torre de Babel? Esta fe es completamente humana y errónea ante Dios. Los cristianos de hoy en día creen en sus propios pensamientos y están convencidos de que constituyen una fe correcta, pero no es así. Muchos cristianos creen firmemente en las doctrinas cristianas simplemente, en vez de escuchar la Palabra de Dios. Sin embargo, esto es completamente diferente a la fe en el Evangelio del agua y el Espíritu. No debemos creer en nuestros propios pensamientos, sino que debemos creer en Dios según el Evangelio del agua y el Espíritu.
Quien intente seguir las doctrinas derivadas de las ideas humanas, acabará teniendo una fe equivocada. Los cristianos de hoy en día creen a ciegas en la fórmula de salvación que se han inventado. Por eso cuando el Evangelio del agua y el Espíritu llega a sus oídos, lo tachan de herejía, en vez de entenderlo correctamente.
Por eso la gente debe creer en la salvación correcta desde el principio. Tener fe en la justicia de Dios y creer en la Palabra de Dios con un corazón auténtico es la verdadera fe. El Señor nos dijo: «Y conoceréis la verdad y la verdad os librará» (Juan 8, 32). Debemos entender la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu y tener fe en esa Verdad. Además, tenemos que creer y aceptar en nuestros corazones el Evangelio del agua y el Espíritu que Dios nos ha dado. Una fe auténtica no es nada más que creer en la justicia de Dios, y esta fe auténtica es la fe que hace feliz a Dios. Esta es la fe que Dios aprueba. Al basar nuestra fe en la Palabra de Dios, debemos creer en Jesús como nuestro Señor y Salvador.
 

¿Cómo han podido los cristianos crear estas falsas doctrinas?

La gente que vive en un caos espiritual está creando doctrinas cristianas al añadir sus ideas carnales a la Palabra de Dios. Una de las doctrinas cristianas más famosa es la doctrina de la santificación, que llevó a la doctrina de las oraciones de penitencia. En otras palabras, la doctrina de las oraciones de penitencia es una subdoctrina de la doctrina de la santificación. Los cristianos de hoy en día ofrecen oraciones de penitencia cuando cometen pecados ante Dios, para limpiar sus pecados.
Sin embargo, esta fe cree en un doctrina cristiana falsa creada por los pensamientos humanos. Aún más, los líderes cristianos, al haber creado doctrinas, les piden a los creyentes que crean en esas doctrinas, pero esto es grave. En la actualidad, los líderes cristianos que no han nacido de nuevo, están llevando a muchas personas que no han nacido de nuevo a la muerte al interpretar la Biblia con sus propias ideas, y al convertirlas en doctrinas.
Cuando una persona cree en el Evangelio del agua y el Espíritu, sus pecados desaparecen, y la persona recibe el Espíritu Santo como un don. Sin embargo, la gente que no conoce el Evangelio del agua y el Espíritu, cita este pasaje: «El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu» (Juan 3, 8), y enseña una doctrina falsa: «Nadie puede saber si ha nacido de nuevo o no o si ha recibido el Espíritu Santo o no. Una persona nace de nuevo por el Espíritu Santo cuando sigue creyendo en Jesús como su Salvador». Enseñan cosas tan falsas porque no han nacido de nuevo por el Evangelio del agua y el Espíritu. Como esta gente, los ciegos espirituales, ha caído en el caos, aunque haya escuchado este Evangelio, no cree en él.
Los que enseñan estas doctrinas falsas dentro del cristianismo son los ciegos espirituales. El hecho de que muchos líderes cristianos sean ciegos espiritualmente y hayan caído en el caos, es un gran problema. Pero el peor problema de todos es que la gente que enseña estas doctrinas cristianas hoy en día no sabe muy bien lo falsas que son todas las palabras que dicen. Pero aún así siguen aferrándose a sus ideas falsas. Por tanto, muchas personas estos días, que dicen creer en Jesús, no saben que han nacido de nuevo por su fe en Jesús.
La fe de estas personas no tiene nada que ver con el Evangelio del agua y el Espíritu. Por esa razón, no poseen la prueba de su fe por la Palabra de Dios. Enseñan la sangre de Jesús derramada en la Cruz como la única prueba de su salvación. Esta gente no ha nacido de nuevo al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Esta gente tiene pecados en sus corazones. ¿No creen?
Si los pecados siguen en sus corazones, son pecadores ante Dios. Los pecadores son lo que se han separado de Cristo. Por eso Dios dijo que una persona tenía que nacer de nuevo al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Pero los que no creen en el Evangelio del agua y el Espíritu dicen: «No sé cuando una persona se convierte en nacida de nuevo, pero está claro que una persona que cree en Jesús nacerá de nuevo». Así hay personas que se aferran a su fe arbitraria y se han atrapado con sus propias ideas falsas. Esta gente debe tener fe y su espíritu debe ser sanado al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Solo de esta manera se darán cuenta de que las doctrinas cristianas inventadas en la corriente del cristianismo son productos de las ideas caóticas y falsas de los seres humanos.
Al propagar doctrinas humanas y creer en ellas, la gente produce herejes cristianos en masa, como ellos mismos. Dicen: «Nadie sabe si ha sido salvado o no. Solo Dios lo sabe. En cuanto al cielo y al infierno, eso solo Dios lo sabe». Están en este completo caos porque no conocen el Evangelio del agua y el Espíritu.
Dios nos a dado el Evangelio del agua y el Espíritu, la Verdad que permite a la gente nacer de nuevo. Los que han aceptado esta Verdad, saben si han recibido la remisión de los pecados o no, y si van a ir al Cielo. Esta es la Verdad de la Biblia. Dios nos ha dado la verdadera remisión de los pecados a los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu, y junto con esto, les ha dado la verdadera salvación y el Espíritu Santo.
Pero si alguien dice que solo Dios sabe quién recibe la salvación y va al Cielo, no conoce la Verdad. La gente dice creer en Jesús sin conocer el Evangelio del agua y el Espíritu, y por eso tiene la fe caótica que está creada por las ideas humanas. Los cristianos ahora creen solo en la sangre derramada en la Cruz, y creen en Dios con doctrinas inventadas como la doctrina de la santificación, con sus propias ideas carnales, y por tanto se han inventado su salvación, el Cielo, la vida eterna, e incluso a Dios con sus ideas.
En el pasaje de las Escrituras de hoy, el hecho de que fabricasen ladrillos en vez de piedras, se refiere a la fe de los cristianos de hoy en día, que creen solo en la sangre de la Cruz. Las doctrinas cristianas creadas por los pensamientos humanos, son incorrectas. Se consuelan a sí mismos diciendo: «Como he creído en Jesús como mi Salvador, naceré de nuevo uno de estos días. Además también he ofrecido oraciones de penitencia, y por eso mis pecados deben haber desaparecido». No tienen ninguna prueba que se encuentre en la Palabra de Dios, que diga que sus pecados han sido borrados, sino que siguen pensando con sus ideas humanas: «Como he pedido perdón con oraciones de penitencia, supongo que Dios me perdonará por mis pecados».
Esta fe es incorrecta. Esta fe no es buena ante dios, y lleva a la gente a convertirse en ciegos espirituales. Debemos creer en la Palabra de Dios, en vez de tener fe en nuestras ideas carnales. Dios esparce a los que intentan manufacturar su propia salvación con ideas carnales. Nuestra fe cree en la Palabra de Dios escrita. Debemos recibir la salvación y vivir nuestra fe en el Evangelio del agua y el Espíritu.
Cuando miramos el pasaje de las Escrituras de hoy, vemos que los descendientes de Noé habían fabricado ladrillos en vez de piedras, y asfalto en vez de mortero, pero estos ladrillos y asfalto son invenciones humanas. Nadie puede limpiar sus propios pecados, por mucho que lo intente. Los pecados solo pueden borrarse con la fe en el Evangelio del agua y el Espíritu, que Dios Padre nos ha dado a través de Su Hijo, Jesucristo. ¿Cómo debería ser la fe? Debería estar puesta en el Evangelio del agua y el Espíritu. Recibimos la salvación si tenemos esta fe. Debemos adorar a Dios con la fe en el hecho de que el señor ha venido por el agua y la sangre para salvarnos de los pecados del mundo, y en que Jesucristo es el verdadero Dios que ha creado el mundo y el universo. En vez de conocer simplemente el Evangelio del agua y el Espíritu con nuestras mentes, debemos creer en él.
Los que no creen en el Evangelio del agua y el Espíritu no creen en Jesucristo ni lo siguen de verdad. No debemos creer en nuestra salvación hecha de ideas humanas. Debemos creer en la salvación que Dios ha creado con el Evangelio del agua y el Espíritu.
Nosotros no creamos a Dios. Debemos creer en Dios, que ha existido durante toda la eternidad. Debemos conocer a Dios y creer en Él, ya que ha existido durante la eternidad, y debemos tener fe en el Evangelio del agua y el Espíritu, que se nos ha dado. Debemos conocer a Dios de verdad con fe en la Palabra de Dios escrita, y debemos caminar con fe ante Dios. Deben vivir con fe y cree en la Palabra de Verdad, que Jesucristo, que es Dios, nos ha dado. La verdad es que debemos vivir con fe creyendo que el Señor nos ha salvado a los que éramos pecadores, de los pecados del mundo, mediante el Evangelio del agua y el Espíritu. Por tanto podemos decir con confianza que es nuestro Salvador y Guardián.
Dios quiere que vivamos una vida de fe verdadera. En vez de conocer a Dios solo con nuestras mentes, Dios quiere que conozcamos Su amor y creamos en Él de corazón. Lo que Dios quiere de nosotros es la fe que cree en la Palabra de Dios, y espera que creamos en lo que nos ha dado, tal y como es. Nosotros no hemos creado a Dios. Él ha existido ante de la creación del mundo, y durante toda la eternidad. Él nos creó a nosotros y se ha presentado en la tierra para convertirse en nuestro Salvador, cuando nos estábamos ahogando en el pecado. El Señor nos ha librado de los pecados del mundo a través del Evangelio del agua y el Espíritu, y nos ha protegido. Quiere que todo el mundo reciba la vida eterna y para ello nos resucitará.
 

Los descendientes de Noé construyeron la Torre de Babel en una llanura salvaje en la tierra de Sinar

La llanura de Sinar está en alguna parte de Irak. El país tiene muchas llanuras. Hay pocas montañas, y muchos desiertos. Cuando los descendientes de Noé llegaron a ese lugar tan amplio, probablemente pensaron: «Aquí hay muchas personas. Dios nos ha dado esta tierra, así que reunámonos y vivamos de la agricultura y ganadería. No debemos esparcirnos, sino juntar nuestras fuerzas».
Si hubiesen confiado en Dios con fe, hubiesen dicho: «Vivamos con fe ante Dios. No debemos usar nuestras ideas, sino que debemos disfrutar de las bendiciones de Dios. Sigamos viviendo ante Dios con gratitud. No vivamos con medios humanos, sino con la ayuda de Dios. ¿Acaso no es cierto que en los días de nuestro abuelo Noé, la gente murió a causa de un diluvio porque era malvada ante Dios? No debemos vivir así. Mirad todo lo que Dios no ha dado. Seguramente tendremos sustento si somos labradores. Entonces debemos labrar esta tierra, plantar semillas, construir casas y vivir aquí. Construyamos casas rurales y vivamos alabando la gloria de Dios».
Todo lo que tenían que hacer, pero no hicieron, era eso. Entre ellos había unas cuantas personas distinguidas, que elaboraron un plan excelente: «Con esta tierra, creo que podemos vivir sin Dios. Creo que podemos arreglárnoslas sin Él». Esta idea salía de la carne. Probablemente les comunicarán la idea al resto de los allí reunidos diciendo: «Vamos, edifiquémonos una ciudad y una torre, cuya cúspide llegue al cielo; y hagámonos un nombre, por si fuéremos esparcidos sobre la faz de toda la tierra» (Génesis 11, 4).
Como alguien mencionó esta idea a la gente, todo el mundo empezó a responder positivamente diciendo: «Es cierto. En vez de estar en contra, vamos a empezar a construir». Así que, como se entendieron los unos a los otros, empezaron a construir la torre. «Entonces la moción ha sido aprobada. Ahora vamos a empezar. Organizaremos grupos para completar el trabajo de la siguiente manera: un grupo para excavar y transportar, otro grupo para hacer el fuego, otro grupo para recoger leña, otro para amasar el barro, otro para hacer los ladrillos, otro para transpórtalos, otro para colocarlos, otro para hacer el asfalto, otro para transportarlo y otro para colocarlo en los ladrillos. ¡Agrupaos!». Tenían a gente dispuesta como en tropas del ejército, que empezó a trabajar sistemáticamente bajo el mandato del líder de cada grupo.
Esta gente construía la Torre de Babel con sus propias ideas humanas. Sin embargo esto era incorrecto, secular, demónico y religioso. Una fe religiosa es una fe creada por los seres humanos. La gente no quería ser esparcida, y quería vivir bien en la Torre de Babel, cuya cima estaba en el cielo. Intentaron vivir con una fe humana. Sin embargo, esta fe en las doctrinas humanas es una fe falsa ante Dios, que los lleva a estar esparcidos por todo el mundo. Este es el peligro de la fe religiosa.
La fe verdadera y auténtica que cree en la justicia de Dios, no nos la hemos inventado los seres humanos, sino que es la fe que acepta el Evangelio del agua y el Espíritu tal y como es. La fe en el Evangelio del agua y el Espíritu no es inventada, sino que cree en el Evangelio que Dios nos ha dado a través de Jesucristo. Creer en la Verdad que Dios nos ha dado y que está escrita en la Palabra de Dios, es la verdadera fe.
 


Deben renovar su fe al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu


Una persona que ha tenido una fe falsa en las doctrinas humanas, ¿qué debe hacer? Debe salir de esa fe y volver a la fe que cree en la Palabra de Dios, dejando atrás todo en lo que creía, rompiendo su fe. La materia prima para fabricar ladrillos es el polvo o arena. De la misma manera en que cuando rompemos un ladrillo se convierte en polvo, estas personas deben convertir su fe doctrinal en la que cree en la Palabra de Dios al romperse. Desde entonces, no debe creer en esas doctrinas falsas con sus ideas humanas.
Debemos creer en la Palabra de la Biblia tal y como es. Nuestro Dios es Quien es. Dios nos ha dado el Evangelio del agua y el Espíritu que se convierte en la base de nuestra fe, y se ha convertido en la Roca de la fe y en la Verdad de la salvación para nosotros. Jesucristo nos ha salvado de los pecados del mundo mediante el Evangelio del agua y el Espíritu. El Señor ha venido al mundo encarnado en un hombre y nos ha salvado de todos los pecados y del juicio, mediante Su bautismo y Su sangre derramada en la Cruz. Creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, mediante el que Dios nos ha salvado de todos los pecados del mundo, es tener la fe que nunca cambia, que es como una roca.
Debemos creer de corazón en la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu tal y como es. Debemos recibir la salvación de los pecados y vivir con fe aceptando en nuestro corazón el Evangelio del agua y el Espíritu que Dios nos ha dado. La Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu no es algo que nos hayamos inventado, sino algo que Dios nos ha dado. Deben creer en este Evangelio de Verdad, de la misma manera que han creído en Dios, que ha existido desde antes de la creación, y en Su Palabra tal y como es.
Hoy, hemos leído un pasaje del libro del Génesis, capítulo 11, versículos 1-9. Este pasaje no es simplemente la Palabra de Dios necesaria para la gente de aquel entonces, sino que es la Palabra que todos los humanos necesitamos para la eternidad. Esto se debe a que la Palabra de Dios es la Verdad eterna. A través del pasaje de hoy, la Palabra de Dios no solo está diciendo que la fe de la gente de aquel entonces era falsa, sino que está diciendo que está mal tener esa fe hoy en día. Nos está diciendo que la fe humana está mal. Debemos romper todo lo que hemos creado con nuestras ideas carnales. Significa que debemos deshacernos de la fe doctrinal que ha prevalecido en el cristianismo.
Una fe doctrinal es una fe en la que la Palabra de Dios está mezclada con las ideas humanas. Por eso la torre se llama la Torre de Babel. La palabra hebrea Babel significa confusión (al mezclar). Lo que se creó al mezclar la Palabra de Dios pura con los pensamientos humanos es una fe impura de la Torre de Babel. Debemos romper esta fe de inmediato. Aunque hayamos vivido con esta fe hasta ahora, si todavía hay cosas humanas en nuestra fe, debemos romperlas. El cristianismo ha creado doctrinas falsas. La verdad es que las doctrinas cristianas actuales han sido creadas por los pensamientos humanos. Por tanto, debemos esparcir estas doctrinas por la fe que cree en el Evangelio del agua y el Espíritu que Dios nos ha dado.
La historia del cristianismo en Corea no es muy antigua. Sin embargo, el cristianismo en Corea ha revivido en poco tiempo y hoy en día Corea es una nación cristiana de renombre. Sin embargo, aunque el cristianismo en Corea parece haber revivido en número, la realidad es que cuando miramos al centro de sus creencias, vemos que no está la Palabra de la Verdad. Solo podemos ver una fe dogmatizada. Por eso el cristianismo masivo debe ser destruido.
Dios reprocha las doctrinas cristianas falsas. La gente ha creado doctrinas de salvación falsas porque ha mezclado sus propios pensamientos con la Palabra, pero Dios quiere romper esta fe. Dios ha dicho que maldecirá a los que intenten reconstruir la ciudad de Jericó que destruyó. Así, si queremos reconstruir la fe de la Torre de Babel, seremos malditos.
En Europa, durante más de 1000 años que constituyeron la Edad Media, la gente creó doctrinas falsas. El emperador romano Constantino I, declaró la religión cristiana como religión estatal mediante el Edicto de Milán (313 d.C.) Entonces, forzó al pueblo a creer en el cristianismo. Después, en el Primer Concilio de Nicea, los líderes de la iglesia romana occidental y oriental se reunieron para crear ciertas doctrinas cristianas, aunque no todas. Desde entonces, las doctrinas cristianas se han ido añadiendo a la torre de doctrinas. Las doctrinas cristianas basadas en ideas humanas son demasiado firmes.
El budismo tiene doctrinas budistas, y aunque salen de las ideas humanas, no son tan sistemáticas ni unificadas como las doctrinas cristianas. A través del reconocimiento oficial, las doctrinas cristianas se levantan como una torre que es muy firme. Por eso el cristianismo actual dice ser la religión más importante. Sin embargo, hay muchas personas que han sido destruidas en cuerpo y espíritu por seguir estas doctrinas cristianas. Jesucristo es el Dios de la Salvación que ha venido por el Evangelio del agua y el Espíritu, pero la gente está desesperada porque al creer en doctrinas cristianas, no han podido escapar del pecado.
Al final los cristianos, después de haber creído en las doctrinas cristianas y haber seguido las ideas carnales, tienen una herida muy profunda en su corazón. Esto se debe a la fe de ladrillo que los seres humanos han creado por sí mismos. Los que Dios quiere de nosotros no es una fe de ladrillo. Sino que quiere fe en la Palabra de Dios pura. En otras palabras, Dios quiere que tengamos fe en Jesucristo, que ha venido por el Evangelio del agua y el Espíritu. Además el Señor nos dice que tengamos fe en el bautismo que recibió de Juan el Bautista y en Su sangre derramada en la Cruz.
Jesús dijo: «Si construyes una casa sobre una roca, la casa nunca se derrumbará, pero si la construyes en la arena, se caerá». Si una persona cree en el Evangelio del agua y el Espíritu, su fe no se derrumbará porque es como una casa construida sobre la roca. Sin embargo, si una persona construye una casa de fe con doctrinas de ladrillo, esa casa se vendrá abajo. Esto se debe a que la fe de ladrillo se refiere a una casa de fe construida con pensamientos humanos. Nuestro Señor quiere que construyamos una casa de fe, mediante la fe que cree en la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu. El Señor quiere que vivamos con fe, y nos dijo que Dios creó los cielos y la tierra y que Jesucristo es Dios mismo y el Hijo de Dios Padre, y nos ha dicho que creamos en que el Hijo de Dios nos ha salvado de los pecados del mundo al venir por el Evangelio del agua y el Espíritu.
Dios vino al mundo como un ser humano y borró todos los pecados del mundo para siempre mediante el Evangelio del agua y el Espíritu. El Señor quiere que creamos en este Evangelio de Verdad. El Señor quiere que recibamos la verdadera salvación al aceptar, tal y como está escrito en la Escrituras, el Evangelio del agua y el Espíritu. Nuestra fe debe estar en la pureza de la Palabra de Dios. No debemos mezclar la fe que cree en la Palabra de Dios y la fe que cree en los propios pensamientos. Debemos creer en nuestros corazones en la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu de Dios, tal y como está escrito en las Escrituras. Debemos aceptar la Palabra de Dios escrita y pura en nuestros corazones. No debemos crear doctrinas cristianas falsas al utilizar nuestros propios pensamientos. Debemos aceptar la semilla de la vida que está escrita en las Escrituras tal y como es y dar el fruto de la salvación, entonces debemos volver a la gloria de Dios. Esta es la verdadera fe.
 

Debemos creer de todo corazón en la Palabra de Dios que vino por el Evangelio del agua y el Espíritu

Cuando alabamos, es importante entonar cuando cantamos, pero es más importante alabar de corazón. En otras palabras, cantamos alabanzas agradecidos a Dios por habernos salvado y habernos dado las bendiciones del Cielo. Debemos ser puros de corazón en todo el trabajo que hacemos para servir al Señor. Deben darse cuenta de lo bonito y lo bueno que es vivir por fe. Deben experimentar lo que significa creer en la justicia de Dios.
Debemos creer según la Palabra de las Escrituras tal y como es, y debemos expresar nuestra fe con alabanzas. Cuando escuchamos un sermón, debemos creer en la Palabra sin dudar. Del mismo modo en que el pueblo de Israel fue guiado por Moisés y comía la carne del cordero rápidamente en la Pascua, mientras llevaba un cinturón y un callado, cuando salían de Egipto, debemos creer inmediatamente en la Palabra de Dios cuando la escuchamos.
Sin embargo, cuando la gente escucha la Palabra de Dios, en vez de escucharla tal y como es, les gusta mezclar la Palabra con sus propias ideas y alterar la Palabra de Dios con doctrinas. Entonces su fe deja de crecer porque está muerta. Si les invitan a una casa a comer, pero ustedes no comen lo que les sirven, sino que lo huelen y dicen: «¿Cuáles son los ingredientes? ¿Me matará?», ¿no creen que insultarán al anfitrión? Lo que le hace feliz al anfitrión es que se coman su comida y digan agradecidos: «¡Huele que alimenta! Debe estar muy bueno».
Cuando vivimos con fe dentro de la Iglesia de Dios, no debemos recibir la Palabra de Dios solo con nuestra mente cuando la escuchamos o cuando un siervo de Dios nos dice algo. No debemos analizar la Palabra de Dios con nuestras cabezas, sino que debemos aceptarla en nuestros corazones y entenderla. Incluso cuando compartimos con otros santos, si dicen la voluntad de Dios, debemos aceptarla de corazón, diciendo: «Tiene razón. Hice mal. Ahora lo entiendo». Cuando sus hermanos y hermanas compartan la Palabra con ustedes, deben aceptarla con un corazón puro y humilde, y en la Palabra de Dios, deben organizar exhortaciones y consejos. Todo esto les beneficiará.
Por supuesto, alguna vez habrán pensado: «Creo que no es así, ese hermano cree no me conoce bien». Sin embargo, la actitud adecuada es recibir primero la Palabra de Dios humildemente y puramente, porque luego podemos verla desde nuestro punto de vista. Tenemos que escuchar atentamente a nuestros hermanos cuando comparten la Palabra de Dios de cualquier manera. Si no aceptamos la Palabra de Dios en nuestros corazones, será el fin de nuestra fe. Si no aceptamos la Palabra de Dios, no podemos recibir la salvación de los pecados, así que cuando alguien, dice algo sobre la Palabra de Dios, debemos aceptarlo con un corazón puro. Cuando hacemos esto, la Palabra de Dios es nuestra.
La fe de Noé se pasó a su hijo, Sem, y a Jafet. Ellos creyeron y vieron a su padre como su líder espiritual con un corazón puro. Cam no aceptó las palabras de Noé en su corazón. Cam había concluido: «Nuestro padre es mayor. ¿Cómo puede ser nuestro líder? Nuestro padre no puede ser mi líder». Aunque su padre le habló de la Palabra de Dios, Cam no la aceptó en su corazón. Por eso Cam se burló de Noé cuando vio a su padre, que había estado trabajando en la viña y ahora estaba desnudo y borracho. Cam dijo: «Ya lo sabía yo, este que se hace llamar líder… Está desudo. Si alguien ve a nuestro padre así, quedaremos mal, porque todo el mundo sabe que es un siervo de Dios». Entonces Cam fue a contarles lo que había pasado a sus hermanos.
Sin embargo, Cam tenía que haber visto a Noé como siervo de Dios y haber aceptado esto en su corazón. Los que aceptan a los líderes en su corazón, ven como su fe crece. Esta gente recibe las bendiciones de Dios sin darse cuenta. La fe en la Palabra de Dios crece en sus corazones. Después cuando dicen algo, utilizan las mismas palabras que sus líderes, y viven con una fe igual que la de sus líderes.
Queridos hermanos, está escrito: «Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios» (Romanos 10, 17). Solo cuando escuchan la Palabra de Dios de los siervos por fe, la fe sale de sus corazones. Solo entonces puede crecer la fe. Conocen el pasaje de Salmos que dice: «Es como el buen óleo sobre la cabeza, el cual desciende sobre la barba, la barba de Aarón y baja hasta el borde de sus vestiduras» (Salmo 133, 2). Nos dice que el Espíritu Santo habla la Palabra de Dios a los siervos y a través de los siervos de Dios. Significa que Dios nos habla a través de Sus siervos. La verdad es que los sermones de los siervos de Dios vienen de Dios.
Como la palabra de un predicador es la Palabra de Dios, si aceptamos la palabra de este predicador, creceremos espiritualmente. Los que escuchan las palabras del predicador y creen en ellas inmediatamente, pueden entender la Palabra con todo detalle porque Dios se lo permite, y tienen el poder del conocimiento espiritual, y de saber cuál es la verdadera fe. Aunque esta gente no estudie la Biblia o escriba trabajos sobre ella o lea muchos libros, sus problemas se solucionan de repente. La fe verdadera acepta la Palabra de Dios que comunican los siervos de Dios.
Nuestra fe es buena cuando creemos en la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu. Una fe genuina es una fe que cree en la Palabra de Dios como la Verdad. Una fe falsa añade los pensamientos carnales a la Palabra. Dios utiliza a la gente que acepta, cree y obedece lo que está escrito en Sus Escrituras. Esta persona es buena para ser utilizada por Dios, quien forma a esa persona como quiere. Lo hace como si fuera un alfarero que tiene en sus manos un trozo de arcilla. El Señor es el Alfarero y la arcilla se forma en Sus manos. Debemos convertirnos en Sus siervos, creer en Él y obedecerle, mientras nos da forma.
Lo que quiero decirles ahora es que nunca deben crear una fe propia con sus ideas carnales. Mientras hago mi ministerio, creo que la Palabra de Dios es la Verdad. No hago un trabajo milagroso, sino que leo la Palabra de Dios, y cuando me revela Su voluntad en cierto asunto, oro: «Querido Dios, Tu voluntad acerca de este asunto es esta, y yo la llevaré a cabo». Los siervos de Dios obedecen la Palabra de Dios. Si ustedes creen en la Palabra de Dios y la obedecen, Dios les abrirá las puertas, y ustedes podrán crecer como siervos de Dios.
Nuestros corazones deben ser puros cuando creemos en la Palabra de Dios. Debemos vivir con una fe auténtica en la Palabra de Dios. Solo entonces podremos vencer a los herejes que prevalecen en el cristianismo actual, y podremos salvar a las almas por la fe en el Evangelio del agua y el Espíritu.